Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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Citemos las palabras de Belaval: "Es la hora muerta, una hora de inercia en nuestros pueblecitos de antaño. Mediodía, sol, expulgo casero. Ambos sonetos; Mediodla en la Plaza y Mediodia en el Hogar, son voces muertas de un pueblito que se ha echado a dormir confiado en su historia. Despiertan esta hora de mansedumbre caldeada una cabrita blanca que pone su blanco manchón en el zócalo del templo, y una gallina clueca que llama a sus polluelos "porque en un palo viejo encontró un alacrán". Has~ el alacrán muere en esta hora fermentada, de trópico· avieso, en que el criollo siempre ha creído que la historia se detiene en lo que él acaba de dormir la siesta. Por el mediodía de este pue.blecito que dormita confiado en su destino, pasa un signo agorero: es un guaraguao, ágúila de nuestra maleza, que como todas las águilas tiene puesta su esperanza rampante en los pueblos dormidos". Decía don Virgilio Dávila que el trabajo hecho por el escritor Belaval era la mejor interpretación que se hacía de su libro Pueblito de Antes. Este trabajo fue leído en un homenaje a don Virgilio. el año 1939.

Epilogo Creemos que el ciclo de producción poétiéa homogénea y unitaria en cuanto a temas y actitudes vitales en el terreno de lo patriótico y telúrico de Virgilio Dávila se cierra con Pueblito de Antes. Hacemos este epílogo interpretario porque hacia el año 1928 apareció un pequeño volumen de nuestro poeta titulado Un libro para mis nietos, donde figura un poema cuyos últimos seis versos dieron base a una interpretación espectacular de la poesía aludida. El año 1946 un intérprete de la poesía virgiliana vio en el cantor de la patria un caso de regresión en sentimientos e ideales. Citamos del aludido intérprete: "Pide en este poema que surja un nuevo astro en la constelación de las cuarenta y ocho estrellas de los Estados Unidos. Termina pidiendo al pueblo una bendición para el que creyó su pastor. A esta nueva orientación en lo político es a lo que hemos llamado regresión. Es ciertamente un viraje brusco en lo que concierne a su credo patriótico anterior." El volumen Un libro para mis nietos consta de cuatro secciones tituladas Versos sencillos, Cantos Escolares, Siempre Vivas y Apéndice (uso de las letras de dudosa escritura). Propiamente versos para sus nietos son los de las secciones Versos sencillos y Apéndice, porque Cantos Escolares eran versos para los niños puertorriqueños, a los que Braulio Dueño Colón puso música, y eran cantados en las escuelas de Puerto Rico en lustros anteriores a la publicación del libro. Entre ellos figuraban 10

La Tierruca, ya comentado, El Mangó, La Vuelta a la Escuela, Las Vacaciones y el poema Himno Re· gional que cierra con los versos siguientes: No importa que aferrado a mi bandera pueda la muerte recibir, que dar la vida en aras de la patria. eso no es muerte... Eso es vivir. La última sección del libro, Siempre Vivas, es en la que aparecen los seis versos que dieron margen al comentarista de don Virgilio para calificarlo como poeta regresivo en patriotismo e ideales. Esta sección de Siemprevivas había sido publicada casi íntegra en el primer libro del poeta en 1903, bajo el título de Semblanzas, porque consistía de sonetos donde elogiaba a figuras admiradas por él: Lola Rodríguez de Tió, Federico Degetau, Manuel Femández Juncos, José de Diego, Luis Muñoz Rivera, Salvador Brau, José Severo Quiñones y José Celso Barbosa. El poeta añadió algo a las semblanzas de Muñoz Rivera y Barbosa, próceres de su admiración, en el nuevo libro. Muñoz y Barbosa habían muerto, el primero en 1916, y el se.gundo en 1921. La adición a la semblanza de Barbasa resultaba curiosa, porque consistía de dos partes: una titulada Lápida y un romance eneasílabo titulado La Estrella. El romance era alegórico y en él aparecía Barbosa como un pastor de almas, enamorado de una constelación de cuarenta y ocho estrellas, que pedía a Dios que hiciera surgir un nuevo astro para su pueblo. Dios le concedía al pastor la merced de buscar los elementos del nuevo astro, así como la lumbre, que conseguía después de un largo peregrinaje y sacrificios, re· tomando a Dios para entregarle la lumbre que constituiría la nueva estrella. Ahí termina la leyenda del pastor, leYl:uda objetiva, bella, pero impersonal. Donde vio el comentarista el pecado de la regresión de don VirgiJio fue en los seis versos siguientes, que aparecen después de dos líneas de puntos de espaciación:

¡Eleva el alma, borinqueño! ¡Bendice, pueblo, a tu pastor! ¡Gracias a él, verds alzarse el refulgente. y nuevo sol que dard luz a tu sendero, desde la gran constelación! No creemos que don Virgilio claudicara sus ideales de toda una vida con la estrofa antes dicha. Seis simples versos dedicados a un amigo entraña· ble, versos también alegóricos, no pueden derrum· bar cuatro libros de poesía excelsa, que constituyen toda una vida en defensa apasionada de la patria, la tradición, la lengua y la identidad puertorriqueña. Después de Un libro para mis nietos, obra he· terogénea, casi de ocasión y poca creación artísti-


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