Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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Los trovadores populares de la época dan fe en sus cantares de la admiración ingenua y esperanzadora en el nuevo vencedor:

El universo te admira. país de la libertad; en una era de paz te levantas dando vida, sembrando la siempreviva en sepulcral panteón, do la tiranía se hundió para siempre, pueblo invicto, tomando de Jesucristo la libertad, nuevo sol.u

(Glosa y pie, Masan)

(Pie de décima, Mason) Veamos otro cantar al estilo del anterior:

Hoy ya otro sol nos alumbra con poético destello. Veo mi cielo más bello y el despotismo en la tumba. Oigo la brisa que zumba; libres seremos al cabo. Si sufrimos demasiado como parias cruel castigo, llOY no se sufre lo mismo, lejos del ltogar preciado. u

Por otro lado no "faltaron numerosos puerto· rriqueños que no se solidarizaron nunca con el in· vasor".16 y los muchos que estaban esperanzados con las promesas de libertad del nuevo gobierno, comenzaron a desencantarse ante la falsedad del ofrecimiento y la dura realidad de ver cómo se implantaba una nueva colonia con raíces mucho más devastadoras que las de la vieja tiranía. El desengaño ante una realidad que no concordaba con las aspiraciones de un pueblo ilusionado con el bien y la libertad, motivó cantares de lamento entre nuestros trovadores populares:

Bajo tus verdes palmeras, cuántos suspiros lancé Borinquell, cuánto lloré por libertar a mi tierra.

([bid.) Sólo el anhelo desorbitado de libertad de los puertorriqueños y las seductoras palabras del ge· neral Miles pueden explicar las loas que hemos ca· ' piado arriba. A pesar de las esperanzadoras palabras de Miles y de las ingenuas loas de un sector de la población, reinaba, por otro lado, la desconfianza. La ingenuidad del pueblo "algo templada por el impreciso recelo que todo lo extranjero o extraño tiende a despertar entre simples buenas gentes, se tradujo en titubeos, mezcla de curiosidad y timidez, de pa· sividad y novelería". Un cantar de la época constata el recelo y la timidez que reinó entonces:

Los yanquis vie~ten por ai, agora ¿qué nos jacemos? Como no los conocemos nos pueden atropellai Escucha los tirolazos muchacho, busca la cota, que pué vení una pelota 13. Recogida en 1914 por J. Alden Masan, Op. cit., núm. 104. p. 35'. 14. ¡bid., núm. 104. p. 355·357.

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y romperte el espinaso. Anda, y corre por el vaso que 'te encargo la comai, yo me queo comprando, ¡ay, mai! pa' no volver más al pueblo; escucha lo que andall diciendo "los yanqtli~ vienen por ai",15

Como en quimérico suerio libertad te concebía, y oculta voz me decía sigue, sigue en' tus empeiios. Libre será el borinqueño me decía el ave parlera, y su hermosa cantinela sólo yo la comprendía, y un consuelo recibía bajo tus verdes palmeras. Hubo veces que creí la libertad imposible, y entonces martirio horrible se apoderaba de mí. ¡Qué triste es vivir así con férrea cadena al pie, y ver ceñido el laurel en la frente del tirano! Pálida la, de mi hermano cuántos suspiros lancé. Calumniados y ofuscada España no comprendía que si algo noble aquí llabía eran los que cara a cara lS. J. Alden M:lson, Op. 'u .. núm. 128, p. 368. 16. Tomás BI:lnco, Op. cit., p. 113.


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