Dinle qué sabes de ti misma Por PEDRO CAMPAÑA
dime el cristal, la brisa, el ángel, toda la dulcedumbre de los ojos negros; la piel de los colores ensamblados en ébano y marfil con beso eterno. Por ti la hidalga lanza quijotesca blandiera algún Quijote con denuedo, o la Tizona inquebrantable muchos Cides; por ti aquel verbo soberano, sangre de Castilla la ruda, con el alma votada a Dios y la guajana-almíbar de tropical tonada languidente; por ti aquel beso de dos mundos, sueño menudo, calmo, lírico, en delirio de juntas amorosas con el aire sutil... Intimamente enamorada, traspasas corazones enriscados, y fieras son que de rodillas lamen sombra de tu huella luminosa. o puedes arrancarte el dardo fuerte e la señera mística abulense. i por tu sed, el caudaloso río 1 fraile Juan, espejo en cuyas aguas el\ . lma clara vibra y se dibuja. Sil ulsas alguna arpa, Patria, escucha 1 1 úsica evocada de sus cuerdas: on notas de fray Luis, rumor de guijas que efluvios seculares ablandaron.
Son fuego de ti misma, el ansia loca de Diego, de Llorens, Gautier... Y lira con deje quejumbroso en aire ardido. Alma leona, que no niegas la luz a mil cachorros, que sin rugido, guardas; y con senos
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