Por sobre tu orgullo, en las flores azules de los prados. Yo estoy dentro de ti como 1m amor sellado. ¿Que no me encuentras dices? Siendo en tu misma vida que me pierdo... Si es que no me has buscado. Dentro de este género de la poesía, hemos tratado de explicar ligeramente las más cimeras avanzadas poéticas, tomando en cuenta sus predilecciones temáticas, y sus virajes de sorpresa contra los anticuados moldes métricos y elocutivos de lo modernista. Voces de alertas generaciones son estas, que han puesto el nombre de la tierra puertorriqueña en prestigioso sitio, tanto en el país como en las colindancias universales del Mundo Hispánico. 6 b)
La Novela:
El género de la novela actual en Puerto Rico, lleva el impacto, en su primera etapa (1921-1945), de dos corrientes literarias de inmediata herencia. Estas influencias son, en primera instancia: las lecturas constantes de la novelística hispanoamericana de las plumas: Rómulo Gallegos, autor de Doña Bdrbara (1929), José Eustaquio Rivera, autor de La Vordgine (1924), Ricardo Güiraldes, autor de Don Segundo Sombra (1926) y Ciro Alegría, autor de El Mundo es Ancho y Ajeno (1941). Y por otro lado, recoge la tradición boricua del naturalismo moderado de La Charca (1894), de Manuel Zeno Gan4 día, La Gleba (1912), de Ramón Juliá Marín, y Ges. tación (1905), de Matías González García, del primer entronque recoge la técnica de la nueva narrativa, la expresividad poemática de la palabra pictórica y el sondeo sicológico de personajes; y del segundo contacto arriba anotado, continúan éstos la preocupación por los problemas sociales, políticos y económicos de la Isla. El novelista que con mayor puntería admite el reto de este llamado de lo narrativo actualizante es Enrique A. Laguerre. A su inquietud fecunda se deben las siguientes obras: La Llamarada (1935), Solar Montoya (1941), El 30 de febrero (1943), La Resaca (1949), Los Dedos de la Mano (1956), El Laberinto (1959) y Cauce sin R{o, que acaba de darse a la luz pública en España. Los motivos isl~ ños han cruzado vertiginosamente por la creaci6n novelística de Laguerre, desde el problema de obreros y patronos del socialismo isleño, en La Llama. 6 Para el estudio de estos pllf'!as del Postmodernismo (19211962) •cODsúltense los tomos II y IlI. de Aguinaldo L/rico de la Potsla en Puerto Rico, de Cesáreo Rosa·Nieves, San Juan, P. R., 1957.
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rada, hasta el conflicto del nacionalismo armado, en donde el autor, mediante un hermoso lienzo expresionista, ridiculiza caricaturescamente el movimiento político de los seguidores de don Pedro Albizo Campos. A fuerza de estudio y práctica, Laguerre ha alcanzado en sus últimas novelas, bastante equilibrio estilístico: verista, sin caer en 10 repugnante y soez. Después de esta madrugada halagadora de La guerre, los temas y autores se van sucediendo es· porádicamente, sin mucha continuidad. No es un género tan fecundo para las plumas del país como la poesía. El motivo de la caña y el café, 10 hallamos más tarde en: La Brisa Mueve las Guajanas (1953), de Aníbal Díaz Montero; el asunto del café, está en La Víspera del Hombre (1959), de René Marqués; el motivo de la independencia de Puerto Rico, se despliega en La República Sentimental (1933), de Luis Villaronga, en Los Derrotados (1956), de César Andreu Iglesias, Usmail (1959), de Pedro Juan Soto, y en El Gigante y el Alba (1959), de Ricardo Cordero. La novela de trasfondo histórico, la encontramos en los siguientes titulas: Isla Cerrera (1938), de Manuel Méndez Ballester; y Bajo el Vuelo de las Alcatraces (1956), de Pepita Caballero Balseiro; la narración de estudios sicológicos en los personajes, se ve en: Sebastidn Guenard (1924), de J. l. de Diego Padr6; el motivo de los puertorriqueños en Nueva York, se explaya en: Paisa (1950), de José Luis González, en La Ceiba en el Tiesto (1956), de Laguerre. Los Derrotados (1956), de César Andreu Iglesias es la más lograda de las narraciones de este aut~r. En esta novela desembocan dos temas prin· cipales: el estallido de una pequeña revolución aro mada con el fin de conseguir la independencia total para Puerto Rico; y el otro aspecto temático consiste en las nobles voces huelguistas del proletario, clamando por alcanzar mejores salarios para el obrero sufridor. Toda la trama de la novela se urde dramáticamente de manera intensa y clara, entre esas dos premisas literarias: la protesta armada, representada por Marcos Vega, y el clamor democrático del derecho del obrero, simbolizado en Francisco Ramos. Ambos van a prisión, ambos por distintas causas. Y mientras están en la cárcel, el primero (Marcos Vega) es repudiado por su pu~ blo, mientras el segundo triunfa en la conciencia de sus conciudadanos. Es obra interesante de relato periodístico, que revela un novelista maduro en sus comienzos. En los últimos lustros de creación narrativa contemporánea, señaladas influencias de Hemingway, Faulkner, Kafka, Camus, Sartre y Mann. Esta generación más cercana a nosotros (1945.1962), ha dado al género de la novela una sacudida artístic~, que nos lleva a una elocución más liviana y fleX}-