Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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ante las costas de Puerto Rico. No osando enfrentarse a los cañones del Morro, Drake intentó un desembarco por la caleta del Escambrón, próxima al Boquerón, pero la actividad de la artillería emplazada en este lugar así como en la caleta frustraron su propósito, ocasionando daños al buque insignia inglés y la muerte de tres de los capitanes invasores. Algunos cronistas españoles creen que fue ésta la ocasión en que murió, a consecuencia de las heridas recibidas, Sir ]ohn Hawkins, uno de los más temidos corsarios in· gleses. En vista del daño sufrido, y sintiéndose derro· tado e incapaz de tomar la ciudad, el temido Drake abandonó las aguas de Puerto Rico. Tres años más tarde se presentó frente a San Juan otra poderosa flota inglesa compuesta de veinte buques bajo el mando de Sir George Clifford, Conde de Cumberland, con el propósito de conquistar la Isla para Su Majestad Británica. Desembarcando en las playas de Cangrejo (hoy Santurce) los ingleses iniciaron inmediatamente su marcha hacia la isleta, llegando hasta el Boquerón, que intentaron cruzar sin éxito alguno, pues se los impidió el fuego de los cañones del bastión alU existentes y del fortín de San Antonio, emplazado junto al puente. Tampoco pudieron forzar su paso por éste, pues el puente, que era de madera, fue volado por los defensores. El Capellán Layfield, Cronista de la Armada in· vasora, dejó un interesante relato de estos hechos: ..... y mientras estábamos cerca de la bahía, que era llana y de poco fondo, agotando nuesti"a imaginación para ver qué camino tomaríamos para llegar al pueblo, recibimos uno o dos balazos de gran cali· bre, aunque sin daño alguno, del otro fuerte situado en la parte más estrecha del mismo brazo de mar, siendo éste el único pasaje que se usaba para ir de la isla donde nosotros estábamos a la otra donde se hallaba el pueblo ... ". En vista de que era imposible ganar acceso a la ciudad por estos puntos, Cumberland intentó, y logró realizar su desembarco por la caleta del Escambrón forzando a los defensores de este lugar y del Boquerón, a abandonar sus posiciones. Las tropas invasoras mar· charon hacia la ciudad, mientras el Gobernador Mosquera y los vecinos se refugiaban en el Castillo dd Morro. Algunos días después capituló Mosquera y Cumberland ocupó los castillos, siendo ésta la primera y única vez que tropas enemigas de España lograro!l ocupar militarmente toda la ciudad de San Juan. Los ataques de Drake y Cumberland comprobaron la importancia defensiva de los fuertes del Boquerón y de San Antonio. El primero fue reconstruido en 1608 por el Gobernador don Gabriel de Rojas quien en caro 4.

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Boletln Histórico de Puerto Rico, C. Con y Toste, editor. San Juan de Puerto Rico, Tomo 5, Pág. 45.

la al Rey Felipe 111 describía la obra en los siguientes términos: ll ..... el fortezuelo qqe se hace en el Boquerón, por donde entró el enemigo, estará acabado dentro de veinte días; su forma es cuadrada y tiene cada lienzo cuarentiseis pies de largo; quédale plaza donde a necesidad puede haber ocho piezas de artillería y de oro dinario tendrá cuatro, las tres de hierro colado y la una de bronce".8 Más o menos en las mismas condiciones que las descritas estaba el fuerte en 1625 a la llegada a San Juan de una flota holandesa comandada por el Ge· neral Balduino Hendrikcksz,7 Burgomaestre de Edan. El Gobernador de Puerto Rico, don Juan de Haro, temiendo que los holandeses intentaran desembarcar por el Boqueróp, al igual que lo habían intentado los ingleses ordenó que se instalasen en él dos piezas adicionales de artillería, y se cavaran trincheras a su alrededor. El fuerte, puesto en esta ocasión bajo el comando del ex-gobernador don Juan de Vargas, no llegó, sin embargo, a tener participación activa en las operaciones de defensa, pues la flota holandesa, retando el fuego del Castillo del Morro, logró penetrar por sorpresa en la bahía, sin recibir gran daño. Ocupada la ciudad los holandeses sólo se interesaron en poner sitio al Morro, donde se había refugiado el Gobemador y la guarnición. Resultaron infructuosos sus esfuerzos por rendir el Castillo lo que los obligó a reembarcarse, derrotados, no sin antes saquear y quemar la ciudad. En el año 1635 el fuerte del Boquerón fue objeto de reformas importantes. En 1646 el Gobernador Don Fernando de la Riva Aguero, en carta al Rey, informa que "se ha reedificado la fortaleza vieja con mucha perfección y el reducto de San Jerónimo del Boquerón". Es con este nombre que se ha de seguir conociendo el histórico fuerte, que a mediados del siglo XVIII fue utilizado en varias ocasiones como prisión. En 1664 el maestro de albañilería don Pedro de Paradas declaraba que había reparado "el fuerte del Boquerón que llaman San Jerónimo, abriendo troneras para la artillería, que era muy forzoso, y re· vacó parte de las murallas por estar maltratadas ... "8 La preocupación de los Gobernadores por mantener en buenas condiciones y mejorar el fuerte continuó durante las últimas décadas del siglo XVII. En el 5.

En su Descripción de la Isla y Ciudad de Puerto Rico, escrita en 1647. el cronista puertorriqueño don Diego de Torres Vargas afirma que "cl dicho Gabriel de Roxas hizo el fuerte del Boquerón con vocación del señor San· tiago. de quien era muy devoto..... (Biblioteca histórica de Puerto Rico, editada por Alejandro Tapia y Rh'cra. l\(ayagilez, 1854, P. 471). 6. A.G.I., Sc\·iIIa. Santo Domingo. Leg. 155·5·254. 7. Los españoles lo llamaban Boudoyno Henrico. 8. A.Gl., Leg. 156, Ramo 39


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