116
Para el viaje.
—Dispénsame—repetía Oscar—pero yo estaba tan obcecado, que casi le falté al res
peto ámi tía, cuando me dijo que me había conducido muy mal y que debía darte una satisfacción.
—Doña Clemencia ha sido demasiado in
dulgente conmigo. Tú tenias razón para inculparme por haber cometido un abuso de confianza al entregar al público tu Memo ria. Para lo que no tenias motivo era para
darle esas proporciones á tu disgusto. Pero no hablemos más de eso. En cuanto á ir el domingo á la torre...
—No te excuses, mira que es el único me dio de demostrar en casa que has perdonado mis groserías...
—iSi á mí me es muy grata la idea!... Lo
que pienso es que tal vez mi imprudencia, que tan desagradable te fué á ti, le haya podido producir á tu hermana la misma im presión...
—¡No te preocupe eso I ¡Al contrario! Sil via, cuando lo conté, se quedó sorprendidísima, pero en cuanto habló mi tía se puso de su parte, y luego, como estaba muy con
tenta porque tiene un canario, se empeñó en