Diálogo (ago-sept 2008)

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entrevista

diálogo/agosto-septiembre 2008

Esto de recordar a los 101 años Conversación con Francisco Ayala fotos por Enrique Cidoncha

Por Armindo Núñez Miranda Especial para Diálogo

El narrador, ensayista y sociólogo español Francisco Ayala, relató a Diálogo detalles y recuerdos de su trabajo en Puerto Rico junto al rector de la UPR Jaime Benitez.

La entrevista con Francisco Ayala, se acordó telefónicamente con su atenta esposa Carolyn Richmond. Ya en Madrid, días antes de la cita, justo en el proceso de búsqueda de un fotógrafo, Carolyn recomienda el trabajo de un joven fotógrafo, Enrique Cidoncha, quien colabora con la Sociedad General de Autores y Editores de España. El día señalado, a la hora convenida, llegada al apartamiento del narrador, ensayista y sociólogo, reconocido con los premios: Nacional de Letras Españolas 1988, Letras Andaluzas 1989, Cervantes 1991 y Príncipe Asturias de las Letras 1998. La pareja da la bienvenida, al poco rato aparece Cidoncha y de inmediato se inicia la plática en un ambiente muy cordial y distendido. La razón del encuentro: buscar un trozo del jardín de sus delicias, acaso alguna huella o remembranza inédita en San Juan de Puerto Rico. Al finalizar la Guerra Civil sale usted de España hacia París y rápidamente parte a La Habana con dirección al Cono Sur, pasando por Chile hasta llegar a la Argentina. Justo en Buenos Aires funda la revista Realidad, enseña en la Universidad de La Plata, trabaja como traductor para varias editoriales y establece unos lazos muy estrechos con destacados intelectuales y escritores de dicho país. Más tarde, enseña en la Universidad de Río de Janeiro, Brasil. Cuando arriba a Puerto Rico, ¿llega invitado por la Universidad para dictar conferencias? Yo quería viajar un poco, salir de Argentina. Entonces la primera etapa fue un contrato para dar unas conferencias en la Universidad de Puerto Rico y yo pensaba que iba a ser una cosa pasajera…que pronto me iría trasladándome a otro sitio y no fue así porque me quedé, y decidí no irme después que entablé, sobre todo, una buena relación con Jaime Benítez. Entonces, llamé a mi mujer y mi hija y ellas hicieron un viaje de regreso vía Chile, país de origen de mi esposa, luego un viaje lento en barco, y ya se quedaron conmigo casi hasta el final de la etapa puertorriqueña. ¿Jaime Benítez es quien le ofrece a usted enseñar en la Universidad? La idea era dar un curso. Y hasta creo recordar que había de ser sobre Ciencias Sociales. Pero me acuerdo de un día de conferencia que estábamos el Decano y yo cuando apareció otro señor que se sentó al lado suyo en la primera charla

Él tenía una devoción extraordinaria por la figura de Ortega y Gasset, que se manifestó a lo largo de los años de varias maneras y a esto colaboró [Luis] Muñoz Marín perfectamente. Ambos eran personalidades clave en el Puerto Rico de aquel momento. Dos personalidades de máxima importancia porque el uno como Gobernador y el otro como Rector de la universidad pública se compaginaron muy bien, hicieron una labor inmensa y transformaron el país. El Puerto Rico previo y el que salió de eso no tiene nada que ver, son dos países diferentes. El primero era una isla del Caribe en el que la gente moría joven, mal alimentada, con una clase alta bien pero un poco provinciana y el segundo no es otro que la transformación en un país ejemplar. Todo eso ocurrió durante unos pocos años y yo tuve la suerte y la fortuna de presenciarlo desde dentro, porque teníamos una relación de amistad muy confiada y muy cordial, sin ningún tropiezo. Nunca tuve ninguna discrepancia ni con Muñoz Marín ni con Jaime. Para efectos del plan de publicaciones, ¿nunca hubo impedimentos de parte de la Rectoría, sino que usted tuvo plena libertad? No, lo hacíamos de común acuerdo. No era libertad, pero no era que él dijera esto es lo que quiero, sino que todo lo examinábamos en una atmósfera verdaderamente de confianza amistosa y de reciprocidad.

y resultó después que ese otro señor era Jaime Benítez, el rector, quien había ido a ver por sus ojos y oír por sus oídos al nuevo español que llegaba. Así que fue una experiencia muy bonita. ¿Usted prepara un libro de texto para el curso de Introducción a las Ciencias Sociales? Sí. Esa Introducción a las ciencias sociales acaba de reeditarse, junto con mi Tratado de sociología, para formar el IV volumen de mis Obras completas (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores).

Esa primera colección de la que hablábamos, la Biblioteca de Cultura Básica, que todavía se sigue utilizando en muchos cursos universitarios ¿usted la concibió a raíz de unas conversaciones con don Jaime o usted traía ya la idea? No, todo fue surgiendo sobre la marcha creándose de un modo activo, espontáneo, personal, pero no como si fuera algo que lleva uno y lo saca en el momento para aplicarlo, sino que se iba formando con la práctica.

Y justo durante ese primer año del 1950 es que Benítez le ofrece dirigir La Editorial. ¿Eso es así? Sí me ofreció dirigir La Editorial. Hicimos todo en la mejor armonía y con la mayor generosidad por parte de él. Jaime atinó muy bien en todo.

En esos años se crea la Facultad de Estudios Generales donde se ofrecen esos cursos de cultura básica para los estudiantes de primer año y simultáneamente usted labora en los comienzos de la misma. Con esa colección se están creando justamente los textos para los cursos que allí se ofrecen. Era la idea de Jaime Benítez a la que yo me sumé y cooperé con la mejor disposición de ánimo, así que fue un resultado del fruto de una colaboración intelectual amistosa.

Benítez para entonces llevaba unos ocho años en el puesto de Rector y estaba implantando un sistema educativo que provenía de las ideas en torno a la educación superior de Ortega y Gasset resumidas en su libro Misión de la Universidad.

Fueron unos seis años en Puerto Rico, entre ofrecimientos de cursos, conferencias, dirección de La Editorial, el manejo y organización de la revista La Torre de la que hablaremos más adelante, los viajes al exterior [Estados Unidos, México, Francia, India


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