Héctor Andrés Negroni
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desde
el siglo XVI los criollos
de Puerto Rico demostraron aptitud
mili-
tar» (57:243).
Para el ataque de Drake a Puerto Rico en 1595, Puerto Rico logró poner bsyo armas un total de 1 .500 hombres. No hemos podido precisar cuántos do éstos formaban la guarnición pero podemos decir que la mitad eran miembros de las tripulaciones de las fragatas enviadas a rescatar el tesoro. Tal parece, sin embargo, que la guarnición no
aumentó mucho desde
1591 hasta 1598, pues a raíz de la toma de la ciudad por el Conde Cumberland en 1566 encontramos que se rindieron cerca de 400 defensores. Lddiscutiblemente la mayor parte de éstos eran miembros de la guarnición pues fiieron los que se habían atrincherado en El Morro para presentar la última resistencia. Luego de saberse en España la toma de Puerto Rico por los ingleses en 1598, se envió una poderosa flota al rescate. Esta flota traía cerca de 3.000 hombres pero al llegar a I\ierto Rico encontraron que ya los ingleses habían abandonado la isla. De todas maneras y como precaución ante futuros ataques, el comandante en jefe de la flota, Capitán Alonso de Mercado, dispuso (|ue se quedaran en San Juan 400 soldados. Durante la primera mitad del siglo XVII la guarnición de la Plaza de Puerto Rico consistió de tres compañías veteranas de 100 hombres cada una hasta que formalmente se elevó el número de la guarnición a 400 hombres. En el 1625 las tres compañías veteranas estaban al mando de los valientes capitanes Amézquita, Moxica y Pantoja, que habrían de crubrirse de gloria durante el rechazo del holandés ese mismo año. Para ol período de gobernación del Gobernador y Capitán General P>rnando de la Riva Agüero (1643-líi48) ocurrió un interesante incidente para nuestra historia militar. En el año H>41 se habían agudizado en la Península los movimiiMUo.s separatistas portugueses y, debido a que la mayor parte de la guarnición de Puerto Rico era de origen portugués, se comenzó a sospediar de su lealtad. Por esta causa, éí Gobernador comenzó a cubrir las plazas vacantes de la guarnición con «hyos del pais» en directa violación de los recámenlos y ordenanzas militares existentes. Al ser reprendido por esta acción, el Gobernador contestó que «no desconocía las ordenanzas», pero que «las cosas de la guerra no debían resolverse por presunciones lejanas, sino por exigencias de los tiempos», y que «si no hubiera abierto la puerta al alistamiento de naturales del país, contraviniendo las órdenes de Vuestra M^yestad, no habría a quien poner de centinela en las murallas» (39:194). De acuerdo al cronista fray Damián López de Haro, la guarnición de Puerto Rico en 1644 era descrita de la siguiente manera: «los soldados son 300, aunque sienqire faltan plazas» (43^11:148). Tres años más tarde, el cronista Torres Vargas nos cuaita que, «la infantería es de 400 soldar dos con dos capitanes, un sargento mayor, y un castellano en la ftierza
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