Diálogo (dic. 2000)

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ANÁLISIS Los resultados de las elecciones de 2000

FL DERRUMBE DE LOS MITOS a

Por Ángel Israel Rivera

también la hipótesis de que las elecciones de 1992

os resultados de las elecciones del 2000 derrumbaron mitos. El primero fue la presun-

ción de que habría una participación electoral sin precedentes, cercana al 90 por ciento

de los inscritos. Dicha presunción

resultó

fueron «críticas», porque cambiaron el sistema de partidos surgido en 1968; ya que el PPD no sería capaz de derrotar nuevamente al PNP. Los triunfos del PPD

en el plebiscito de 1998 y en las elecciones del 2000 demostraron que, en realidad, el sistema de biparti-

dismo cerrado surgido en 1968 no cambió hacia un

no durante varios cuatrienios entre 1968 y 1996. No obstante, en las elecciones de 2000 hubo diferencias programáticas claras que hicieron a muchos electores percibir que «no daba lo mismo» que ganara uno u

otro de los partidos principales. Fue precisamente cuando el PPD comprendió por fin que podría ganar

diferenciándose lo más posible del PNP, en lugar de jugar a ser imitadores del partido rival, que el PPD

elecciones de 1996. Quienes esperaban una participación de 90 por ciento o más perdieron de vista dos

nuevo «predominio PNP» como el que disfrutó el PPD entre 1944 y 1964. No ha habido elecciones generales «críticas» en Puerto Rico desde 1968. Desde ese año se mantiene el

indicadores que no justificaban tal expectativa.

mismo sistema de partidos, con una correlación de

Vieques estaba resuelto, el PPD insistió en que el

En primer lugar, en el plebiscito de 1998 se registró ya un problema de desmovilización electoral para todos los partidos con relación a la consulta de 1993. El Partido Nuevo Progresista (PNP) no pudo movilizar

fuerzas similares entre los dos partidos grandes y con

equívoca, porque participó sólo el 81 por ciento, una

merma de 3 puntos frente al 84 por ciento de las

en 1998 cerca de 58,000 electores que votaron por la

pudo ganar las elecciones. Fue una de las grandes lecciones aportadas por los comicios de 2000. En efecto, mientras el PNP adujo que el asunto de problema persistía y Sila María Calderón prometió

un tercer partido marginal que no es todavía capaz de

negociar con el nuevo presidente estadounidense un

convertirse en una verdadera «tercera fuerza». Entre

acuerdo

1968 y 2000, los únicos cambios importantes han sido

referendo en Vieques auspiciado por el propio gobier-

el aumento en los no afiliados y en los votos mixtos y

no puertorriqueño y legislación ambiental que parali-

nuevo

con

garantías.

Prometió,

además,

un

zara prontamente los bombardeos.

estadidad en 1993 (una pérdida de 7 por ciento); el Partido (PPD)

Al mismo tiempo que el PNP

movilizó poco más de 35,000 electores, que votaron por el

se comprometía a gestionar otro

Popular

Democrático

(ELA)

plebiscito de estatus, pero esta vez auspiciado por el Congreso;

en 1993 por la quinta columna

la candidata del PPD prometió

en 1998 (una pérdida de 4 por ciento); y el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP)

senso para idear un mecanismo

Estado

Libre

Asociado

nombrar una comisión de conde procedimiento,

no movilizó al 47 por ciento de los electores que favorecieron la independencia en 1993. En segundo lugar, a excep-

blea Constituyente y se opuso a los estilos de imposición unilateral del PNP. Mientras éste favoreció la política de privatiza-

ción de las últimas semanas, la

campaña del 2000 se caracterizó por el silencio y la inactividad relativa de la mayoría de los ciudadanos y por la escasez de identificaciones partidistas en automóviles y residencias.

ción, el PPD se comprometió a

evitar privatizaciones innecesa-

rias y a lograr una mayor transparencia en aquellas que se realizaran en el futuro. Entre tanto el PNP proyectó una política pública de auge en la construcción de infraestruc. tura como medida de un progreso «que no debía detenerse» y criticó al PPD por querer para-

En las elecciones de este año, el

PNP tuvo una pérdida de 80,638 votos íntegros en comparación

con los obtenidos en 1996, una pérdida del 8.4 por ciento, par-

te de la cual puede haberse de-

lizar obras como la «Ruta 66»; el

bido a desmovilización en los

PPD subrayó la necesidad de

votantes de ese partido. Tanto sus

el hecho de que ahora hay más municipios competiti-

votos íntegros: el PPD en 80,440, un incremento de 9.4

vos. Los bastiones tradicionales de uno u otro partido

por ciento, y el PIP en 25,142 ó 43 por ciento de

han disminuido. Es también mitología la alegación de que el PNP

el PPD

como

el PIP, sin embargo,

que podría

ser, entre otros, el de una Asam-

aumentaron

tomar en cuenta los efectos eco-

lógicos de los proyectos de construcción y de desarro-

llo económico. Si el PNP le dio menor importancia al componente

industrial en su política económica;

el

según El Nuevo Día, jueves, 9 de noviembre de 2000,

tiene una base electoral superior a la del PPD. El PNP

programa del PPD proponía, en cambio, una política pública que restableciera la importancia del sector

pág. 4).

habrá logrado un esquema organizativo que, en oca-

industrial y criticó, además, al PNP por haber permi-

aumento (Cifras de la Comisión Estatal de Elecciones,

Otro mito que se desmoronó con el resultado de las

siones, fue más efectivo que el del PPD, y quizás su

elecciones fue la suposición de que el país no estaba preparado para confiar su primera magistratura en una mujer a causa del machismo. La elección de Sila María Calderón por una ventaja superior a los 50,000

«corazón del rollo inamovible» sea ligeramente supe-

rior al del PPD, pero este resultado electoral demostró

ajustó a dicha suposición. El sexismo y el machismo sí

que no existe realmente la diferencia significativa que algunos han imaginado. Otros mitos quesucumbieron fueron las presunciones equivocadas de que no existen diferencias progra-

estuvieron

máticas entre ambos partidos y de que esta campaña

votos demostró que, al menos una mayoría clara, nose

presentes en la campaña del PNP. Sin

embargo, la mayoría del país les dio la espalda.

En una encuesta realizada por mis estudiantes del

electoral se jugó solamente en la competencia por la

de Río Piedras no se encóntraron diferencias significa-

construcción de imágenes publicitarias. Si bien es cierto que, en comparación con las campañas de otros países, en Puerto Rico éstas padecen de cierta vacui-

tivas por género en el apoyo mayoritario a Sila Calde-

dad, debido a quelos líderes y los partidos no analizan

rón. Tanto estudiantes hombres como mujeres mencionaron que una de las razones para haber decidido su voto a favor de Calderón fue «para darle la oportunidad a una mujer de ocupar la gobernación». Con el triunfo del PPD este año rodó por el suelo

a fondo las propuestas de gobierno, no fue correcto suponer que esta campaña estuvo desprovista de competición por diferencias en política pública. Es cierto que el PPD y el PNP llegaron a ser casi indistinguibles en términos de sus políticas de gobier-

curso de Sistema Político Puertorriqueño en el Recinto

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DIALOGO/diciembre 2000

tido un descenso notable en los empleos industriales. Mientras el candidato a la gobernación del PNP apoyósirrcríticas las reformas de salud y de educación de la Administración Rosselló, la candidata del PPD

prometió mantener los aspectos positivos de ambas reformas, como la tarjeta de salud y las escuelas de la comunidad, pero también modificar su ejecución (conservar

un

sistema

público

de

salud,

mediante

las

clínicas metropolitanas y enmendar la ley dela carrera magisterial).

Y entre tanto el PNP

mantendría

su

política universitaria, el PPD prometió devolver los $40 millones que le quitó a la UPR la Administración Rosselló y enmendar la ley universitaria en consulta con los afectados.

Sobre todo lo demás, mientras el PNP no lució vehemente en sus promesas de ataque frontal a la corrupción, y su candidato les restó pertinencia; el

PPD y su candidata lograron proyectar determinación


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