Diálogo (sept. 1997)

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DE LA

CICATRIZ

PRIMER

A MEDIAS

PAYASO:

[1982]

LA HUIDA DEL ANGEL Creí que todo, Todo, lo podría, evitar la lluvia y sus sequias,

El POETA

(El desvasado

del mar)

!

cerca de los cabellos azulosos para sentirte menos solo

CUANDO EL MAR VUELVE DE LA NOCHE hay un payaso de espaldas

esperando en la arena con un caracol en su mano inaugurando

puentes

circular de su oreja

abellón circular que ha escuchado

que refleja una estatua reflejada? ¿quién si no eres muro

los gritos de los poetas náufragos contribuir a la sal de la muerte

El caracol ruge

hecho

quién

a mueca

centro

de

cara al sol buscando tu gemelo pabellón de carne

LA CASA DEL PIE (VIENE lol)

DE

LA PÁGINA

SALAMBO

se sorprendió de.mo haber sentido la dicha Gustave Flaubert Salambó

A ale OA Rae RA le tete ES E

E

Como de un collar roto

sus dos extremos han descansado sobre mis muslos Su descanso pertenece a otra estirpe, a otra herencia y certidumbre.

o

Too

Cola y cabeza yacentes son las tumbas que,

A lo a

ES

vivas como un párpado, inventan el círculo.

inventado,

qué ha dicho con verdad en su lengua,

con fuego y sin fuego en el corazón, a A les de las manos que han-armado mis senos?

¿Qué han respondido mis dos senos? MES role

ol

oa

TA

elote!)

¿Quién

es esta mujer,

a

Ple]

como

que desconozco, un

Tirol!

coo

repitiendo de mi mirada la ruptura?

¿Qué gritará,

que inventará

RIRS 04 ¿Qué mentirá, que habrá detenido NT RR MES o) rado lore da

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Mroteial Me

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lero) AO

TR!

muerte con él no me da más derecho

que al olvido,

repe

Khamón

desconoce.

Su instinto es la más soñolienta de las sabidurías,

amasándolo

todo.

descalabrar

la noche

Sí, poder con

sus

líneas,

evitar,

como

si Dios

fuera,

el río con su ruidosa raigambre, la urdimbre de unas alas que se arrojan como lenguas de serpiente (vibrantes) hacia el cielo buscando una alto techo, lecho del amor [lecho del desaire), que

no

existe,

que

ho

está:

aire,

aire

es lo que aloja el trueno del cielo cuando no podemos seguir volando, aire, aire, sí, es lo que besamos

cuando, solos, nos estamos muriendo.

Me he vestido y desvestido mientras observas, desde el fondo del mareo constante, cómo saltan mis pechos y los lienzos,

como si fueran los peces de la familia Barca, se deslizan por mis piernas.

El velo y su lumbre son la excusa.

;

Quiero que tu corazón entre por todos los orificios de mi cuerpo. Quiero que tu lengua entre por todos los orificios de mi cuerpo. Quiero que tu sexo recorra, redondo como la herida que causa una flecha en el reino animal de la memoria toda la inhóspita carencia de mi pasado: para que no sean palabras al viento que a la hija de Amílcar, conquistador

de ejércitos y mares,

le desarmaron

la cadenilla de oro que ataba su servidumbre.

Al viento solo le corresponde médir su poder ante la furia de la luna. Ni a la luna, en su eterno deambular

por el cielo,

le es dado comprender la alada libertad recuperada de mis piernas. vi

ausente al final de la lidia.

La distancia es necesaria para el deseo del mismo modo que la jauría requiere estar hambrienta

He abandonado Cartago después de la fedmedad sagrada, marea que, como un péndulo, me deja abismos

de igual manera que un ángel prescinde de su vuelo para conocer la exacta posibilidad de sus alas,

no en el alma pero sí en el cuerpo. Y así me presento ante tu barbarie,

el arco que las amansa y el plumaje que les da su brillo: y reciedumbre.

y balbuceante,

ette!)

cuyo nombre no acierto a pronunciar, que

Khamón ignora. Desconoce los reinos del follaje y de la aurora

cruel

de la luz vuelve a reinar el miedo la desazón, la intemperie, las lanzas del desarme con su locuacidad Aterrada, como el dios Pan, sucumbo ante el rayo que por fin logra su alojo:

todo,

fundador de ciudades,

del agua desconoce los ritos de la mano y sus deltas, el esmero en la espera y la espera esmerada en el deseo.

A

A

Su base es la cuña por la que se desliza el dios.

la maldición sobre el monte y la verdad postrante

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A e NA lero oro pote ato!) ESA

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No en vano he dejado reposar la serpiente sobre mi cuerpo.

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que se había imaginado

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evitarlo

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y después de haberlo contemplado

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Entonces examinó el zaimph

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NR

avergonzado de arrugas espirales

ÁNGELES y otras pas EN LA TIENDA DE MATHO

¿Quién es este hombre, que no conozco,

concebí

el sol de la mañana con sus guantes

su miserable huida sibilante, la sacra ráfaga de su traición.

una espiral carcajada de sus propios labios circulares oficia estruendosa el vacío de resaca con que se adentra de colorines su cuerpo enroscado en el mar

Il - (La memoria sin pisada) el

Todo,

la partida del angel con su encono,

cien veces quién?

el juglar ríe su cara colmada

construirse abismos circulares rumoroso caracol) pabellón de aire (tú que entristece el viento

<<<

y la fiel ferocidad del humo cuando de su entraña sale triunfante.

Creí

avergonzado

su eco descolgado del mar su voz de hueco su repetida hoz hacia un mismo hueco enroscado de un amor

los gusanos que amparan la tierra

cuando se va de viaje por un cuerpo

¿quién te odia caracol cara colgada del aire hueco de espuma en la playa quién te condena a reflejar arrastrando el canto de dolor de un espejo que se arfastra reflejando a su vez al Espejo

y suertes incalculables en el pabellón

el tormento del mar cuando está ciego,

del bufón

hombre

espléndido,

como un flamenco,

su doblez

Es preciso que no me toques para que puedas tocarme mejor

con toda mi altura encarnada. Tu corazón será arrebatado de tu pecho y quedará palpitante ante mis ojos como ahora palpitas todo tú ante mí, Pero eso no importa ahora.

Importa que desconoces a Khamon, sus desvaríos y sus lenguas; que ignoras la recia mansedumbre de su rabia incomprensible.

El dorado de tu piel tiene más dominios que el ojo de la luz que nos atrapa en las mañanas. Iv Mi decisión responde a mi extravío y si dejo que tan solo tú me toques

es porque sólo tú has podido poseer el velo

para devorar su presa con más sosiego

vil No, yo no soy Tanit, pero de igual modo te aborrezco porque es tu cuerpo el que necesito

para sentir el mío. ¡Oh Tanit, donde reside la humedad de mi entrepierna! El eunuco, que no entiende de esperas ni de esmeros, sonríe en una esquina, muerto de oscuridad restregando

sus Un

manos.

Con ellas estrangulará al hombre que amo.

de la diosa

cuyo solo roce causa el exterminio. Tengo-un muerto ante mis ojos y está tan vivo que todo su poder me espanta.

De

la

ruina

de

la

gravedad


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