tl. A~O tJAtkAt
e lo amengua; pero no hay grandes pe· ·ado iiterarios en la urdimbre de la flama nte producción. Lo rnr 1ctere. no son de hierro, ni indestructibles, por lo bi n d lineado· ; pero no on tampoco de cera c·ontrahecha. _ La forma, de hojnra. ca y similor, de vana op\ll encía, de ,. ili a ión á. lo máquina inger, que lo mismo cabe alli 4ue en cualquiera otra obra; pero no es una monstruo· !>ida d. Fna obra gris, en suma, en la cual sól9 merece un e1ogio • sin d: tingo· 1 r sp to (l la verdad con que está trazada la fi ura u D. Pedro el Cruel, una de las más simpáticas y- de la· m:is·calumniada á. la ,-¡;-z. en la histor~a. ~r~sén · ta '!'nos . iempr' :\ D. Pedro como el rey sang uma n o que, con cab •zas de nobles, hacíase campanas que pr egonaran ' ·u ru !dad, y el r. :\fe la pre ·éntnnos junto ii éste al. otr o l>. Pt:dro, al.grandc y proyidencial, _que, arrnsa ndo las oli · ~arquia . decadent~s, fundaba las monarquías pod rosas Y le unda. , la:-. dictadura. tiránica_s de un solo cerebro y éle una ola, oluntad, de que tanto se· "añoran" los pueblos en la m bnrolia contempon\nca de sus democracias embus· tera. , 4ue no son m;b; que infames y destructoras oligar· qula-, in pre ·tigios (•n lo espiritual, sin soluciones en lo mat rial y terr('nO . .. · La coincidencia del treno de Lq procesión en ovedades, ·on el d Domingo de Ramos en Apolo; hizo hablar de la ,·onvenienda ó im:om·eniencia de esta!> apariciones de la Igle ia en el tcptro. . Página de hbtorip,· aeada de ~us quici_o.s y del ma rco que la explka en cierto modo, ó cuadro de costumbres r ecargado aquello . tonos que han ·de hacerlo teatral , la depravación de D. Suero y su asesinato á las puer tas de la catedral compostelana, como la fiesta de las·palmas Y de la ale r!a cristiana en la catedral de -Toledo, son cosas que realmente se despegan del teatro, con sus oropeles que profanan y con sus -artificios que desdo_ran. En el auto sacramental clásico, como en los dr amas mfs· ticos de nuestros modernistas, lo mismo que en los cuadros que sobre asunto religioso hace con Mar~onetas , en e,l P a· rls decadente, .Mjluricio Bouchor, la Iglesia no sale á esce·
tA noc:urów
t rt\5, y en otro
na sino par a ser ensalzada y enaltecida, en alguna de sus cosas. En las mismas come-dias de costumbres en que aparece la figura del sacerdote, obsérvase que sie mpre busca para ella el autor alg o, en el car ácter ó en .su misión dentro de la obra , qüe lo haga simpático y agradable. Sólo en los melodra mas r evolucionarios sugeridos por las soflamas, entr e sentimentales é incendiarias, de Sué, (¡todavía!) apar ece la gente de ig lesia bajo caracteres repulsivos ó en forma injuriosa. y deprimente para la r eligión; mas aun esto en tales obras se ex plica por su sentido de lucha y por el espíritu turbado y romántico de la época para que fueron escritas. · Lo que no se explica es que a hora , cuando una r eacción se hace en profun?idades misteriosas del espíritu social, y cuando una cornente de simpatías entre la Iglesia y el mu ndo moderno, que nace en el P ontificado Jo invade todo Y lo refr esca con auras de paz, no se explica, decimos, que · el melodrama ni el sainete lleven á ¡9ersonas y cosas de la Iglesia la profa nación de sus declamaciones ·ó de sus burlas, e~ pa_lio que protesta de ver se bajo bambalinas pin· tactas, el mc1enso cuyo ar oma celestial rifle con el munda· nal per fume de las artistas y del público ...
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