Diálogo (mar. 2007)

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diálogo/marzo-abril 2007

contrapunto

Reencuentro con COPREVI

todos. En un mundo donde, según las cifras de la ONU, el hambre, la desesperanza, el miedo, la falta de todo recurso legítimo para la supervivencia, obliga a más de 250,000 niños a dejarse explotar como soldados, ¿cómo nos puede extrañar que la violencia sea matriz de nuestra mirada? Debemos cuidarnos no sólo de la violencia a nuestro alrededor sino muy particularmente de las políticas públicas que creamos y respaldamos para confrontarla. Priman las consideraciones electorales, politiqueras, los enfoques punitivos, las medidas a corto plazo, el pensamiento estereotipado, la visión fragmentada. Sobra la burocracia y falta la acción. Con la modernidad, seguimos pensando que el progreso sana y salva. Basta encarcelar a los revoltosos y todo se resolverá. Pero como bien ha dicho Hannah Arendt, “El progreso, por cierto, es una de las supersticiones más serias y más complejas de las que dispone nuestra época…no puede servir de pauta para evaluar los procesos de cambio tan desastrosamente rápidos que hemos desatado”. Añade que “Ni la violencia ni el poder son fenómenos naturales, es decir, manifestaciones del proceso vital. Pertenecen al reino político de los asuntos humanos cuya cualidad esencialmente humana queda garantizada por la facultad humana de actuar, la capacidad de empezar algo nuevo”. ¿Seremos capaces de encontrar ese “algo nuevo”? ¿Seremos capaces de actuar para distribuir más justicieramente las riquezas culturales y la abundancia económica que hemos creado? Más nos vale alimentar la esperanza. Pierre Bourdieu, después de dedicar 559 páginas a la miseria del mundo y su desdicha afirma que “lo que el mundo social ha hecho, el mundo social, armado de ese saber, puede deshacerlo”. _____ El artículo es parte de un proyecto de investigación sobre la violencia que dio inicio en la pasada edición de Diálogo y que es coordinado por la autora.

Regresé a Cayey a visitar de nuevo a COPREVI, la Comisión para la Prevención de la Violencia, con diez preguntas en el bolsillo para dar continuidad al artículo publicado en la edición anterior sobre su gestión y encuentro con el gobernador, Aníbal Acevedo Vilá. La doctora Sheilla Rodríguez, su directora ejecutiva, es tanto optimista como realista. Sabe que el trabajo que hacen es muy cuesta arriba y que hay muchos obstáculos en su camino, pero su dedicación y empeño en aliviar a nuestro país de la violencia la estimula. Buena ofensiva para el trabajo que ella y su equipo tienen por delante. Rodríguez está satisfecha con la labor lograda en los casi tres años que llevan organizados. Los componentes de la Comisión han funcionado, y el Gobernador se mostró particularmente interesado en el Sistema de Vigilancia Epidemiológica. Han continuado y extendido sus enlaces con organizaciones comunitarias, lo que ha permitido mantener una red viva de trabajo contra la violencia y por la paz. Preparan su propio directorio de organizaciones que trabajan el tema de la violencia. Por lo pronto, no visualizan cambios en estos componentes. Se irán evaluando sobre la marcha y se harán los cambios que se entiendan pertinentes y necesarios. Reiteró el éxito de su reunión con Acevedo Vilá, y entiende que marcó una pauta en lo que es COPREVI. A partir de esa reunión, se han dado una serie de encuentros entre los comisionados y la administración para evaluar el trabajo, establecer nuevas pautas y prioridades y mejorar las relaciones entre COPREVI y las agencias gubernamentales. Éste es un proyecto de la pasada administración, y la cultura política-electoral de Puerto Rico tiende al borrón y cuenta nueva con cada cambio de administración. Hay que mejorar los procesos de continuidad y ahora parece que las condiciones de trabajo mejorarán. La relación internacional con gobiernos y agencias no gubernamentales que llevan a cabo proyectos similares es parte importante de su trabajo. Hay entusiasmo con una próxima visita a Valencia, España, para asistir a una conferencia internacional sobre violencia infantil en el Instituto Reina Sofía. Han mantenido sus contactos con Colombia, donde ya ha tenido éxito la campaña de la Hora Zanahoria, una hora libre de bebidas alcohólicas que ha sido un factor en la baja en su consumo y la violencia vinculada a ello. Su coordinación con recintos académicos tanto en Puerto Rico como en el extranjero continua, y la doctora Rodríguez entiende que su ubicación en el Recinto de Cayey le ha ayudado tanto en el trabajo académico con profesores y estudiantes como con la ayuda financiera que implica el local que le han asignado. Rodríguez afirmó la importancia de aprender a trabajar interdisciplinariamente. También han dado

continuidad a su coordinación con algunas agencias gubernamentales en el país, particularmente el Departamento de la Familia. De hecho, la Directora visualiza a COPREVI como punto de enlace entre la academia, las comunidades y el gobierno. Sobre el proyecto para preparar un Plan Nacional de Prevención de la Violencia, la doctora Rodríguez señala que no hay vara mágica. Hay que ir tocando de oído, pero recaba que se trata de un elemento esencial en la lucha contra la violencia. Hasta la fecha, el trabajo en diversas agencias ha tenido un carácter fragmentario tanto en las labores como en enfoques y prioridades. Por ello piensa que es crucial elaborar el Plan y luego seguir trabajando y mejorándolo sobre la marcha. No todo es miel sobre hojuelas. Uno de los principales problemas es el financiamiento. COPREVI no cuenta con fondos recurrentes, sólo con una asignación original de $2 millones, ínfima cantidad frente a la necesidad tan agobiante y el trabajo tan intenso y amplio que se necesita hacer. Es realmente un acto de violencia contra la prevención de la violencia. No obstante, aún hay un sobrante, pues han sido muy cuidadosos en el uso de los fondos. Pero esta asignación original no durará para siempre. Ya han solicitado fondos adicionales. Entienden que quizá hay un problema de prioridades, pues sí se asignan fondos para usos punitivos frente a la violencia, pero no así para la prevención. Hay que educar, pues tal parece que en Puerto Rico no hay cultura de prevención. Sin embargo, hay esperanza pues ya entre algunos sectores se comienza a utilizar una retórica de prevención. Otra preocupación es la relación entre las políticas públicas y los derechos humanos. Mientras conversaba con la doctora Rodríguez, el doctor Salvador Santiago, uno de los Comisionados de COPREVI, trabajaba en torno al asunto de la prohibición del tabaco en las cárceles. No es fácil establecer el adecuado balance entre las políticas públicas de prevención y los derechos individuales, personales y colectivos de las personas. Es importante cuidar los procesos de transición, por ejemplo, entre la libertad total del fumador y las prohibiciones. Se necesita una reconceptualización grande en la educación. En Puerto Rico no se enseña mucho sobre los derechos humanos, sobre la igualdad democrática y el reconocimiento de la diversidad humana. Es tanto el trabajo que hay que hacer, que se corre el peligro de que sus esfuerzos se diluyan. Los que laboran en COPREVI son conscientes de que no pueden atender todos los problemas. Sí quieren mejorar su trabajo, se evalúa para ello y están atentos y abiertos a la crítica. Desde Diálogo les felicitamos por lo hecho, y encomiamos a continuar este esfuerzo tan importante para lograr una condición de vida más justiciera, de paz para todos en Puerto Rico. [Margarita Mergal]

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