fotos cortesía del Museo de las Américas
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varez Lezama
ón estética d amurallada La exhibición El caballo en la cultura puertorriqueña, en el Museo de las Américas, reúne una muestra ecléctica, nacional e internacional, de medios y formas.
Francisco Oller - Estudio de jinete y caballo
Charles Juhasz - El caballo de la arquitectura
En las salas de exhibición de esta primera fase de un proyecto mucho más abarcador, los visitantes, locales y extranjeros, podrán disfrutar muchas obras fundamentales en la historia del arte puertorriqueño. Para el disfrute y análisis, se exhiben pinturas de los dos gigantes de la plástica puertorriqueña y latinoamericana del siglo XVIII y del XIX, José Campeche y Francisco Oller, respectivamente. Los amantes del arte religioso podrán ver el conjunto de obras más impresionantes que se haya reunido en la isla gracias a los préstamos de los distintos museos del país y del Arzobispado de San Juan. También podrán ver desde el impactante (monstruoso) Niño Avilés de Campeche (¿metáfora de nuestras realidades políticas?) hasta los preciosos paisajes impresionistas de Oller, desde El pan nuestro de Ramón Frade hasta la Goyita de Rafael Tufiño, pinturas que definen a un Puerto Rico pobre antes de los cambios de Operación Manos a la Obra de Muñoz Marín y Moscoso. Además, están expuestas más de 40 obras de peso de la importantísima Generación del 50 que, aterrada con la creación del ELA en 1952, se dedicó a rescatar, recrear e inventar aquello que nos hace únicos como pueblo.
Julio Rosado del Valle - Cabeza de caballo
Nelson Sambolín - Pinturas de José Meléndez Contreras
Esta primera exposición, magníficamente curada (ad honorem) por la crítica de arte y Rectora de la Escuela de Artes Plásticas, Marimar Benítez (quien culmina una encomienda que comenzara en el 1991 y quien logró que diversos museos prestaran obras de importancia aun si el 90 por ciento de las obras expuestas son del Instituto), y la arquitectura del museo mismo (una estructura bella, imponente) hacen de la Galería Nacional un lugar de reflexión donde se nos invita a hacer distintas lecturas de las obras de esta muestra, la cual se sume a un diálogo saludable con otros museos importantes de San Juan y el Museo de Arte de Ponce y obliga al desorientado Museo de Arte de Puerto Rico a redefinir su misión en la cultura puertorriqueña. En el caso de El caballo en la cultura puertorriqueña, abierta al público desde el 8 de febrero hasta el 28 de mayo de 2007, vemos una exposición que puede complacer tanto a eruditos de la historia del arte de Puerto Rico (ya que vemos excelentes obras sobre el caballo de nuestros más reconocidos artistas, desde el siglo XVIII hasta el XXI) como al pueblo que va a divertirse mientras se sumerge en el complicado y siempre controvertible mundo
Carlos Raquel Rivera - 1898
Algunas tallas de santos de Puerto Rico.
de las artes visuales. Y quizás sea ésta la mayor crítica a la curaduría de dicha exposición, ya que para algunos es demasiado laxa, difusa y amplia, carente de rigor curatorial. Diferimos. Con la excepción de que el público tiene que pagar $4.00 para entrar (una familia de cinco sería $20.00 y, como está la desastrosa economía del país, simplemente no entrarían a verla —y el arte es para TODOS), esta es una interesante exhibición “carpa” (definida por una filosofía de inclusión), cuya inauguración convirtió al Viejo San Juan en un happening donde los protagonistas son el arte, los caballos y el arte ecuestre. Organizada cronológicamente, el público se inicia viendo una de las tres Damas ecuestres de Campeche, pasando por Oller y su Estudio de jinete y caballo (obra que tiene que ser reevaluada dentro del Impresionismo), Frade, Pou y otros hasta llegar a las visiones del caballo más contemporáneas (desafortunadamente, no se incluyó La pica, de Jesús “Bubu” Negrón, obra que este joven artista llevó recientemente a Art Basel, en Basilea, y que gustó mucho). Incluye bocetos, dibujos, pinturas, grabados, carteles, esculturas, tallas de palo y otros tipos de obras tridimensionales de artistas de todos los momentos históricos y de todas las generaciones
Diálogo-Zona Cultural / marzo-abril 2007
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del siglo XX. Se mezcla hábilmente el arte con la artesanía y se le da un espacio preferencial (lógico y muy merecido) a Maestros del caballo como John Balossi (en todos los medios) y Augusto Marín (en la pintura). Entre las mejores obras —obras en las que los artistas convierten al caballo, esa noble bestia tan importante antes de la Revolución Industrial, bella y sensual, en objeto estético extraordinario y mágico (algo que hemos visto desde el arte etrusco hasta el Renacimiento, desde Stubbs hasta Picasso)— se encuentran la de Domingo García, Rosado del Valle, Manuel Hernández Acevedo, Rafael Tufiño, Carlos Raquel Rivera, Osiris Delgado, Meléndez Contreras, Epifanio Irizarri, Jack Delano, Botello, Arnaldo Mass, José Rosa, Bonilla Norat, Arana, Moya, Susana Herrero, Andy Bueso, José Alicea, Antonio Martorell, Carmen Inés Blondet, Carmelo Sobribo, Roche-Rabell, Rafael Trelles, Jorge Zeno, Carlos Cancio, Eric Tabales, Charles Juhazs, REDO, Enoc Pérez, Erick French, Antonio Fonseca y Fabián Detrás. Ojalá que esta efervescencia artística continúe en el Viejo San Juan y que se pueda combinar un buen paseo o volar chiringas con experiencias estéticas que, como propusiera Platón, nos acercan al Bien.