Diálogo (mar. 2007)

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portada

diálogo/marzo-abril 2007

¿Somos indígenas? Por Rima Brusi-Gil de Lamadrid e Isar P. Godreau Especial para Diálogo Un artículo reciente del periódico El Nuevo Día invita al lector usando el titular de portada “Somos indígenas”. Reseñando el trabajo de los colegas Juan Carlos Martínez Cruzado, del Recinto Universitario de Mayagüez, y Juan Ortiz Aguilú, del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, el artículo presenta el descubrimiento de material genético indígena en cerca de seis de cada diez puertorriqueños. Este titular del 4 de febrero es sólo el último de una serie de celebraciones entusiastas de nuestra supuesta identidad indígena, que incluyen frases como “Descubren la Eva boricua”, “Viva nuestra herencia indígena” y otras por el estilo. En el mismo artículo, y en muchos otros a través del Internet, individuos identificados como taínos por razones culturales o por la interpretación que le damos a la presencia de ciertos rasgos físicos (la piel “cobriza”, por ejemplo) celebran los hallazgos de Martínez y sus colegas como una confirmación científica de su identidad taína. Hemos tenido la oportunidad de leer algunos trabajos de Martínez Cruzado y nos parece que la investigación es rigurosa e interesante. Sin embargo, no deja de preocuparnos la brecha entre lo que dicen estas investigaciones y la recepción pública que han recibido.

Conclusiones erróneas La amplia cobertura de la noticia sobre el ADN mitocondrial taíno se ha celebrado con bombos y platillos en la palestra pública como prueba de que somos más que

ninguna otra “cosa” –i.e. europeos o africanos– indígenas. Tal conclusión, sin embargo, no es consistente con lo que la investigación de Martínez Cruzado revela. La presencia de material genético indígena en nuestras células, en efecto, dice muy poco acerca de la totalidad de nuestro genoma actual y menos aún sobre nuestra identidad como pueblo. Lo que la investigación de Martínez Cruzado sí revela es que un gran número de puertorriqueños tienen un ancestro femenino indígena en su árbol genealógico. Sin embargo, la contribución genética que nos permite reconocer un ancestro taíno en las mitocondrias de nuestras células puede ser minúscula, y de ninguna manera implicar que “somos” taínos. Un(a) puertorriqueño(a), en otras palabras, puede salir “indígena” en una prueba de ADN mitocondrial, pero tener muy pocos ancestros indígenas (o solamente una), y cuatro de cada diez puertorriqueños puede no tener ninguna. Otra tergiversación de los resultados de la investigación de Martínez Cruzado en la recepción que reciben es la mezcla o mezcolanza que se hace entre rasgos “taínos” y el ADN mitocondrial, como si fueran la misma cosa. En las portadas, junto a los titulares festivos de que “somos taínos”, figuran caras y rostros de personas con rasgos que hemos aprendido a leer como “indígenas”. Sin embargo, el ADN mitocondrial no codifica para rasgos físicos como el pelo, la piel o los dientes. Esos rasgos, de estar presentes, pueden muy bien provenir de ancestros paternos o maternos, recientes o antiguos, de cualquier parte del mundo. Más aún, el color de piel cobrizo, en particular, puede darse de muchas formas y venir de muchos lugares y combinaciones genéticas posibles, incluyendo las contribuciones de genes europeos, africanos o de otras partes del mundo. De hecho,

la investigación misma de Martínez Cruzado reveló que no existe correlación entre la apariencia de una persona y la presencia o ausencia de ADN mitocondrial taíno, y que una persona puede tener rasgos considerados “taínos” sin tener ADN mitocondrial indígena, o tener el ADN mitocondrial indígena sin mostrar rasgos “taínos”. El artículo cita a un entrevistado que dijo riéndose que “uno se siente bien. Fue gracioso, porque los que no salieron indígenas no salieron contentos”. Nos preguntamos: ¿Por qué será que no saldrían contentos?

La Tainofilia y la Negrofobia Si los resultados de las investigaciones de Martínez Cruzado no nos ofrecen evidencia sobre nuestros fenotipos, ni sobre la formación cultural de identidades en el Puerto Rico de hoy, habría que preguntarse por qué la diseminación pública de este trabajo insiste en usar el ADN mitocondrial para celebrar que “somos indígenas”. ¿Por qué recibe la noticia tan amplia cobertura de esta manera? ¿De dónde viene esa fascinación por lo taíno? Decir que somos 60 por ciento indígenas sugiere que “somos” más taínos que cualquier otra “cosa”, y por “cosa” entendemos al “africano” y al “español”, ingredientes claves de la famosa “mezcla” mítica que supuestamente nos dio origen. Esta idea de “mezcla racial” es bastante problemática, primero porque implica que las razas que se mezclaron fueron “puras”, y ni los españoles ni los africanos lo eran: eran grupos tremendamente variados poblacional y genéticamente. El concepto de mezcla también es problemático


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