ONE Magazine en Español Enero 2024

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Firmemente Plantados Las comunidades religiosas se mantienen firmes en Alepo texto por Arzé Khodr con fotografías de Raghida Skaff

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l éxodo de cientos de miles de cristianos de Siria en la última década no ha afectado el compromiso de los hombres y mujeres religiosos de permanecer y servir a los que se quedaron. “Los que se quedaron son los pobres”, dice el Padre Georges Fattal, S.D.B., de los Salesianos de Don Bosco de la pequeña comunidad cristiana de Alepo, la ciudad más grande de Siria. La congregación de sacerdotes y hermanos religiosos, fundada en Italia por San Juan Bosco en 1869 para atender a los jóvenes y a los pobres, cumple este año 75 años de ministerio en Alepo. “A pesar de los riesgos, la guerra y la muerte, nunca saldremos [de Siria] porque hemos elegido servir a la juventud”, afirma. “Dondequiera que haya jóvenes, a pesar del cansancio, el dolor y la guerra, estaremos junto a ellos para compartir sus vidas”. Un importante apostolado salesiano en Alepo es el Centro Georges y Matilde Salem, que

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CNEWA.ORG/ES/REVISTA

atiende a unos 850 jóvenes con 120 voluntarios. Incluso en las horas más oscuras de la guerra civil, de 2011 a 2021, el centro no cerró sus puertas. Estaba “fuera de discusión” abandonar a los niños al miedo, dice el padre Fattal, cuya comunidad se movilizó para crear una apariencia de normalidad para los niños. “Fuimos alcanzados por una bomba de racimo [en 2014]”, explica. “Se rompieron vidrios, pero reparamos todo inmediatamente y, por la tarde, continuamos las actividades con los niños”. El centro ofreció ayuda humanitaria durante la guerra civil, distribuyendo alimentos y medicinas a todas las personas necesitadas sin distinción. En febrero 2023, cuando un terremoto de magnitud 7,8 sacudió la ciudad, derribando casas y edificios, unas 800 personas se refugiaron en el centro, algunas de ellas hasta por cinco semanas. El sacerdote de 73 años recuerda cómo “la providencia… se encargó de todo”. Con el apoyo de CNEWA, el centro proporcionó tres comidas

diarias, medicamentos y otras necesidades básicas. Muchas donaciones provinieron de exalumnos antes de que huyeran de Alepo, una señal de su aprecio por el trabajo de los Salesianos. Srour Ibrahim, 24, enseña catecismo en el centro y dirige una fraternidad infantil. Srour, recién graduado de la escuela de odontología, no tiene expectativas de trabajar como dentista en Alepo. En cambio, es uno de los muchos voluntarios que asistieron al centro cuando era niño y ahora ayuda a llevar a cabo sus programas. “Si no fuera por el centro, hace tiempo nos hubiéramos ido”, afirma. “Es el único lugar donde podemos sentirnos física y psicológicamente seguros mientras todo lo que nos rodea se desmorona. Para mí es como estar en casa”. Johnny Azar, 31, también es catequista y dirige las actividades juveniles y los esfuerzos de ayuda Religiosas pasean por el barrio cristiano de Alepo.


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