Memorias del Premio Espejo. Tomo I 1975-1984

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histórico-político, en un plano de permanente ascenso, definiendo y estimulando al espíritu del país, su calidad creadora, sus virtudes eminentemente positivas en el complejo e inmenso panorama de la ciencia, la cultura y la investigación técnica y científica”.

Es muy aliciente el hecho que el premio ostente el nombre del más alto representante de la cultura patria durante la colonia: ¡Eugenio Espejo! Y que tal distinción se entregue, por primera vez, al más alto representante de la cultura patria en el siglo veinte, lo es aún más.

Los periodistas llamados a registrar y comentar los hechos transcendentales que hacen la historia, en esta vez nos congratulamos porque un creador de la nueva ecuatorianidad, un hombre símbolo como Benjamín Carrión, quien hizo periodismo -apasionado y de altísimos quilates- en Cartas al Ecuador sea honrado por la obra más grande de su vida: la fundación de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.

Ahora Benjamín Carrión, a diestra y siniestra, lucirá los premios bautizados con los nombres de los “indios” más conspicuos y talentosos que ha podido dar América Latina: ¡Juárez y Espejo!.

El Telégrafo, Guayaquil, 14 de agosto de 1975.

Premio Espejo

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Benjamín Carrión y el Premio Eugenio Espejo Bolívar Moyano Una vez más aquello de “mejor es tarde que nunca” adquiere vigencia. ¡Al fin se ha reconocido en el Ecuador la innegable valía de Benjamín Carrión! En 1967, México le otorgó el Premio “Benito Juárez”. ¡Y era una distinción que se entregaba por “primera y única vez”!. En el centenario de la Batalla de Puebla, México recordaba a su inefable indio Benito Juárez entregando, a tres distinguidas personalidades latinoamericanas, un honroso premio bautizado con su nombre. Lo ganaron el brasileño Oscar Niemeyer (en el plano artístico), el argentino Luis Federico Leloir (en el plano científico) y Benjamín Carrión (en el plano cívico y cultural). Terciaron trescientos setenta y nueve aspirantes. ¡Entre ellos dos premios Nobel! México nos había dado el ejemplo… ¿Cuándo haría algo similar el Ecuador!

Fue Benjamín Carrión quien logró que la Casa de la Cultura Ecuatoriana fuese una realidad un 9 de Agosto de 1944. Y esto -¡por sí solo!- ya es un mérito suficiente para merecer el Premio Nacional “Eugenio Espejo”. No obstante sus ahíncos culturales, sus faenas intelectuales, lo han llevado a la forja constante de libros y más libros. Desde el primigenio Los creadores de la Nueva América (1928) hasta el Cuento de la Patria (1967).Y, entre uno y otro, títulos válidos y similares como Atahualpa -para la crítica de la “obra mayor” de Carrión- y el Nuevo relato ecuatoriano (dos tomos), libro indispensable para todo aquel que se adentra en los trigales de la ficción patria. Pero… ¿quién no ha conocido entre nosotros la tarea, la inmensa tarea, de “suscitador” de cultura de Benjamín Carrión… ¿Qué escritor o qué artista no se ha acercado, siquiera alguna vez, para beneficiarse de su amistad… Todo cuanto ahora significa el “Grupo Guayaquil”; todo lo que de trascendente posee ahora ese libro-hito de la cuentística nacional que se rotula Los que se van en buena medida se lo debe a este lojano múltiple y dadivoso cuya pasión por la cultura ya es proverbial en América. Como dijera Demetrio Aguilera Malta en el homenaje que su ex colegio le tributara


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