11 minute read

v La Obra Plástica de Francisco Toledo

C é s a r M a y o r a l F i g u e r o a

La obra plástica de Francisco Toledo

Advertisement

La mayor recopilación de la obra de Francisco Toledo se encuentra en los muy bellos cuatro volúmenes publicados por Fomento Cultural Banamex, que dan una idea de la dimensión creativa de nuestro Toledo. Comprende una trayectoria que va de 1957 a 2017. Es un delicioso viaje con miles de estaciones que detienen la mirada y el pensamiento ya proparados con los ensayos conque se inicia la Presentación. Y esta cualidad de la exuberancia del siempre nuestro gran Artista le ubica a la par con los Grandes maestros del arte. No estamos frente a la recreación de un mundo, sino frente a la recreación de un Universo otro, para integrar, como es el caso de la concepción actual de la Astronomía, para integrar, digo, un Multiverso del Arte para la Historia.

La obra de Francisco Toledo se encuentra también distribuida en muchas partes del mundo, tanto en Museos y Galerías, como en Instituciones diversas y en manos de propietarios particulares amantes de la susodicha obra.

Entonces, frente a la imposibilidad de admirar, así fuera una mínima parte del universo de Tamín Toledo, queda la opción de recorrer los acervos que lo mantienen en la memoria documental.

Sirve de gran guía para este viaje, el muy meritorio trabajo editorial de Banamex ya citado cuya es la presentación de Ernesto Torres Cantú, la Intoducción de Juan Rafael Coronel Rivera, y ensayos de Alberto Blanco, David Huerta y Gonzalo Vélez para el primer tomo. En el segundo volumen constan Edward Sullivan

y

Francisco Calvo Serraller. En el tomo IV Rosa Casanova nos obsequia su ensayo “El deslumbramiento de un adolescente” en el que vemos a Francisco Toledo en diferentes etapas de su vida, inmerso en su obra, como apunte biográfico y como tema de su producción: una sorpresa para muchos y un tesoro de instauración de autoconciencia para nosotros los espectadores. Este itinerario es una posibilidad, desde luego, porque hay otras más en sus Museos.

Por otra parte es indudable que mucho de su trabajo está disperso y no será accesible. Me refiero, por ejemplo, a los dibujos, pinturas y fotografías que se perdieron o se encuentran en poder de las personas que se acercaron a él y los recibieron de sus manos como recuerdo de infinitos encuentros. A algunos nos consta que obsequió grabados o pinturas cuando se encontraba como alumno de la Escuela de Bellas Artes de aquel Instituto de Ciencias y Artes del Estado de Oaxaca. Eso sí nos queda el

recuerdo y el testimonio de sus compañeros. Y viene al caso porque desde el inicio de su formación ya tomaba excelentes fotografías de cuyas anticipadas calidad y significación bien pueden confirmar algunas anécdotas que nos divirtieron en sus momentos y que dan materia para otro espacio y otras voces.

Solamene dos ejemplos de eso: una pintura, tal vez de 1956, con la imagen de una figura masculina joven sosteniendo una barra con pesas por encima de la cabeza en actitud de hacer ejercicio, quizá realizado con las pintruras de su estuche Windsor y Newon que fue la envidia de algunos compañeros, pues nadie más poseía tal tesoro. Es probable que el maestro de la Escuela de Bellas Artes se lo hubiera sugerido, pues el maestro Erasto García ya tenía bien identificada la potencialidad de Toledo. Valga como ejemplo la siguiente anécdota.

En el tercer año del entonces Bachillerato en Ciencias y Humanidades (hoy tercer de secundaria) llegó el momento de hacer “dibujo de desnudo” y el Profesor Erastro dijo al grupo algo así:

- La próxima semana vamos a dividir al grupo para comenzar a hacer dibujo de desnudo; otros van a continuar dibujando bodegones todavía.

Tú Francisco Toledo (entre algunos más que la memoria no guardó) vas al grupo de desnudo.

Huelga decir algo sobre la inconformidad del resto de los varones excluidos de tan esperada actividad y la decisión que tomaron como protesta, muda pero muy significativa: conmutaron el resto del curso por otro de esgrima que oportunamente llegó a ofrecer un Capitán del Ejército. Lo acertado que estuvo el Profesor lo confirma el que Francisco era uno de los pocos que salían con él a pintar paisajes, donde buen uso hacía Francisco de su estuche Windsor y Newton.

De la obra ya la crítica de arte se ha ocupado in extenso. Aquí comentaré sólo algunos aspectos, seguramente provocadores, sobre una significación de gran trascendencia y, a mi juicio, no siempre comprendida. Me refiero a la “dimensión significante del Falo”.

Para esto valen un antecedente en la infancia de Toledo: una imagen del anuncio del producto Emulsión de Scott que su padre conservaba enmarcada y colgada de una pared de su casa. Esa imagen llamaba mucho su atención y recordaba con nostalgia que experimentaba extrañeza y fascinación frente a la misma, volviendo a ella con frecuencia. Jamás supo el destino de la imagen y fue hasta unos cincuenta años después que recibe con alegría el regalo de un ejemplar de dicha imagen, entre otras de la época, y que conservó para el acervo del IAGO, donde debe hallarse, y con las que Toledo organizó una exposición alguna vez.

Es muy obvia la semejanza de la imagen con algunas obras de Toledo, desde luego tomando los elementos figurativos y de composición para integrarlos en lo que he denominado la dimensión F: el pez y la figura humana, por una parte, y la distribución u organización que tienen. Luego Toledo hará un despliegue grandioso para dotarlas de un sentido tras-

cendental. Son dos dimensiones para una aprehensón o intelección del sentido: una superficial para examinar los formantes figurativos, y otra “profunda” para una aproximación al sentido significante que es lo que produce la impresión estética y su efecto de trascendencia en el expectador. En tratándose del nivel de superficie, en toda obra se muestran elementos de línea o de color que corresponden a lo que es explícito o de significado quasi denotativo. Luego, basta interrogarse en lugar de qué se halla tal figura y se llega una significación otra, como ocurre con la metonimia o con la metáfora. De hecho estas son sus funciones en el arte en general. Tal es el caso del pez de la propaganda de la Emulsion de Scott que Toledo recordaba. Primero es un pez; luego es la representación de las vitaminas y minerales que aporta el producto, o también figurando la parte por el todo o sinecdoque. Luego, si se recurrea la extensionalidad de los términos, se utiliza una figura para represenar cualidades o propiedades, atribuidas o supuestas, como cuando la valentía se figura como león. En la obra Mujer y pescado, 1972 de nuestro Benemérito, en que se

insinúan dos pescados y dos mujeres, una que se insinúa como sirena, todas en una relación de “intersección” o superposición. Los dos formantes ilustran también ambos órganos genitales. Está también el movimiento de líneas y formantes que agregan nuevas significaciones. E\n síntesis, esta obra, en su aparente simplicidad, como juguetona, produce en un espectador paciente un cúmulo de significaciones con un estado de consciencia complejo llamado “impresión estética”. En su dimensión sublime, nos la obsequia Francisco Toledo, como lo hacen los grandes artistas.

Limitando este ensayo a lo que me atrevo a designar como la dimensión F en la obra de Toledo; dimensión una entre otras más, por supuesto. Y esto quiere decir que la obra de Toledo requiere de otras plumas de mayor magnitud y competencia, a las que espera.

En el campo del Psicoanálisis F es un significante que designa al falo simbólico, que designa el papel que desempeña el pene en la vida de todo sujeto, en esa estructura que se denomina el Fantasma, resultante o efecto de la realidad construida discursivamente en concordancia con el deseo o los deseos inconscientes. El Fantasma puede representar una escena de integración del Sujeto en el campo del deseo (propio y del otro).

Bastaría esta nota precedente para mirar otra vez el cuadro Mujer y pescado y dar a nuesro inconsciente la posibilidad de contsrucción de su escena o su Fantasma. Entonces se ve que una mujer camina, otra mujer con las piernas abiertas muestra su sexo en actitud yacente. O bien se trata de una mujer que se muestra en diferentes posiciones o situaciones: vestida y desnuda, caminando y nadando (sirena) en sentido horizonal, corriendo en sentido vertical. Además, para dar concordancia al pescado que más bien tiene aspecto de pez, es decir, como si estuviera vivo, el conjunto está integrado en sus movimientos dando la significación de actividad; hay dinamismo, pues.

El pez, los peces, son metáforas fálicas obvias, como puede observarse en muchas representaciones de Toledo en su obra. Basta observar la estructura de sus cuerpos para constatar el nivel metonímico o metafórico. En seguida pensar en el contenido conceptual o discursivo para una intelección que halague al intelecto. Es claro que Toledo no siempre recurre a figuras por su semejanza, sino a la abstracción ex trema, como para darle otra vuelta de tuerca a nuestras limitaciones.

Valga para lo dicho el cuadro Mujer atacada

por peces/ Mujer acosada por peces, 1972 para propiciar un acercamiento desde esta perspectiva. El título mismo de la obra tiene dos significacio-

nes machistas complementarias, aunque no necesariamente concurrentes. Peces-falo atacan; Peces-falo acosan; lo hacen en cardumen. La mujer ¿es sólo mujer? Observando la cabeza se tiene la impresión de una quimera con partes marinas, con un gesto que se diría de complacencia, con la mano izquierda acariciando a uno de los peces. Pero… ¿hay sólo una mujer? Junto a la pierna derecha de la mujer en ropa interior se ve la imagen de otra pierna más grande, flexionada, que se prolonga por el muslo en ángulo como de otra mujer sentada con piernas abiertas. A la altura de la mitad

del brazo izquierdo de la mujer acosada se observan dos imágenes circulares como pezones y, en posición simétrica al supuesto muslo derecho una zona oscura parece remedar la otra pierna de la segunda mujer. Todo en la sombra. Bien puede decirse: una mujer está siendo acosada y una mujer está siendo atacada. Estas conjeturas son una “lectura parcial”. Para incluir otros formantes que pueden sustituir a los peces véase el Autorretrato 64, 1964:

Si los peces son metáforas fálicas igual pueden serlo las figuras que forman la cara del Autorretrato y esto nos conduce por el camino de aquello que representan. Desde luego el carácter simbólico de peces, rayas u otras figuras elongadas contienen un significado arbitrariamente asignado, aun el pene representado muchas veces es un símbolo para representar otra cosa. En el Arte ayuda el “conexto” en el que se ubican. En México es sabido que al pene se le designa como “reata” en el lenguaje coloquial. Pues Toledo nos lanza tal descconstrucción en una pinturaSin título de 1970

en la que un campesino azota a un buey.

No se trata de tomar los formantes figurativos en su acepción que la vista capta sino de una significación que los trasciende con carácter polisémico. Por eso nos preferimos aquí a la dimensión Fi (F). No se trata de peces, ni de muchos otros objetos en la obra de Toledo sino de otra cosa siempre; sino de la realidad construida discursivamente en el campo del deseo. Por eso el erotismo manifiesto en mucho de la obra tolediana, erotismo que es una metáfora del amor, como bien afirmó Octavio Paz en la su libro La Llama Doble. Y puesto que no se trata de eso en el campo del significado denotativo y con frecuencia en un contexto gráfico de erotismo, es la multiplicidad de lo que falta o de lo que se desea y que no puede obtenerse si se tiene presente que el objeto del deseo en la mayoría de las veces es obtenido en forma de un subrogado. Vale para esto lo que se dice del amor como el “dar aquello de que se carece a uno que no lo es”. Así puede afirmarse en el cuadro de mujer atacada/acosada: quien siente amarla sólo le da aquello de que carece y es que ella no es… lo que el dador supuso.

Aplicada esta perspectiva a algunos aspectos (por lo menos) de la obra de Toledo, puede afirmarse que el genio de nuestro ilustre Francisco expresa de múltiple forma la relación o la posición que mantiene cada uno en su fantasma. Se trata de la dimensión F de la obra de Francisco Toledo (o quizás debería escribir Francisco).

Sirva para ilustrar esto último el maravilloso sombrero que se muestra en la siguiente página, en el que se puede observar en la superficie exterior y superior de la copa un gran disco de reminiscencias solares que se continúa con un falo que derrama su eyaculado a los lados de la misma copa, en un ambiente oscuro en que se insinúan los contornos de chapulines y sapos, para seguir por el ala, donde ya se observan los chapulines “vivitos y coleando”.

Una gran síntesis del no menos gran mito de la creación, salida de la pluma y el pincel del creador Francisco Toledo.

Y lo que sigue ya es Historia.

This article is from: