Ocupando un lugar destacado en la meseta de Guiza, su proximidad con la pirámide de Quefrén hace creer a algunos científicos que sea parte de su complejo funerario. Sin embargo, no hay un consenso general para su datación ni para el autor – y muchísimo menos lo habrá para lo que sucedió con su nariz. Los rumores y versiones de lo que realmente ocurrió vagan por el desierto y cruzan el Nilo hasta los cuatro rincones del Mundo.
Las teorías que van surgiendo atribuyen la culpa a ciertas figuras que pisaron las arenas egipcias y que por maldad mutilaron la esfinge – una atrocidad, para muchos. Con culpa o sin ella, con objetivo de daño o no, es un tema muy debatido, delante de la inexistencia de una versión clara y sólida para lo que ha ocurrido. La posibilidad de estar delante de una especie de damnatio memoriae es enorme, especialmente con el hallazgo de un documento del siglo XV que puede ser una de las pruebas de que, infelizmente, el extremismo religioso atraviesa los milenios.
Muchos estudiosos han sugerido