1 minute read

CAMPAMENTO DE SAN JOAQUÍN EN FAMILIA CLARETIANA

Next Article
VIVO

VIVO

Saliendo de casa, con el corazón lleno de incertidumbre, pero con una gran esperanza y claridad de lo que queríamos encontrar, acudimos hacia nuestro XII Campamento de San Joaquín.

Primeramente, nos detuvimos en León, Guanajuato, ahí se encontraban algunos de nuestros compañeros de León, Guadalajara, Torreón, Ciudad de México, Oaxaca y Toluca; religiosas de familia claretiana, filiación cordimariana, seglares claretianos, entre otros. Acto seguido, nos dirigimos a la celebración eucarística en el templo del Inmaculado Corazón de María y, nos dirigimos con suma alegría hacia el rancho San Joaquín.

Advertisement

En el camino se hacía notar una tranquilidad que te llenaba de emoción al saber que horas más tarde podrías compartir tantos momentos de felicidad que marcaron tu vida en aquella misión a la que fuimos enviados; misión que trae un tesoro completo de experiencias. El corazón no paraba de latir por la emoción de llegar a nuestro campamento y decirles a todos que aquellas familias con las que vivimos nuestra Semana Santa habían cambiado por completo nuestras vidas.

Al final del camino se veía un hermoso lugar, al rancho San Joaquín, con los brazos abiertos nos recibió la Familia Torres González que fueron un eje principal para este campamento como lo hacen año con año, sin duda su hospitalidad y generosidad al brindarnos alimento y compartirnos un poco de ellos nos hicieron sentir como en casa.

Una vez reunidos comenzamos a compartir una serie de temas sobre la espiritualidad claretiana y martirial. Al caer la tarde, compartimos el momento de oración ante la presencia del Jesús sacramentado, el cielo nos regalaba una majestuosa tela de estrellas como si estuviera hecha solo para nosotros.

En el transcurso de la noche, el fuego se hacía presente como un invitado especial que ardía en el centro, considero que acrecentamos nuestra fe al compartir nuestra experiencia misionera con los demás. Hay momentos en los que no te explicas la paz, tranquilidad, y felicidad que suscitan estos momentos.

A modo personal, fue mi primera misión de Semana Santa y campamento que Dios me dio la oportunidad de vivir y sin duda alguna nada se compara con esta paz y alegría interior; no hay palabras para explicar cómo impactaron en mi vida estos dos acontecimientos; puedo asegurar que si nuevamente me preguntaran ¿Quieres ir nuevamente a la misión? Mil veces respondería: ¡sí!

This article is from: