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MOSAICO

MOSAICO

estaba en casa era la cocina, donde pasábamos la mayor parte del tiempo, preparando esas recetas que había aprendido de los lugares que visitaba, aunque francamente nunca portó una receta escrita y regularmente agregaba u omitía ingredientes, pero todo lo que hacía era delicioso.

Su carácter fue cambiando cuando la enfermedad llegó a su vida y sus actividades empezaron a menguar, ahora entiendo que eso le hizo querer aislarse de sus seres queridos, tal vez para evitar preocupaciones, sin saber que esa actitud nos generaba mayor preocupación.

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Cuando hablábamos de las enfermedades, y su partida final, él argumentaba sobre sus votos como religioso, manifestaba que pertenecía a su congregación y terminaría sus días probablemente en Morelia con la familia claretiana. En esta situación argumentamos que lucharíamos y si era necesario pelearíamos por tenerlo finalmente con nosotros, su familia de sangre.

Lo que me lleva a pensar que Dios lo quiso tanto por su entrega y le concedió, a pesar de su sufrimiento, terminar sus últimos días de vida en la tierra que lo vio nacer.

Su recuerdo persiste entre nosotros porque él siempre llenó de fortaleza, tranquilidad y amor a toda la familia; escribir otros datos sobre su vida sería interminable, pero, indudablemente, su partida nos dejó un vacío en el alma.

AUTORA: Leonor Aparicio Morales

El padre José René Antonio Ochoa Hernández, CMF nació en San Felipe, coloquialmente “Torres Mochas”, del Estado de Guanajuato, el 13 de junio de 1938. Sus padres fueron don José Guadalupe Ochoa Macías, acomodado comerciante del pueblo, y su esposa doña María Hernández Loyola; ambos practicantes y recios católicos. René recibió el Bautismo y la Confirmación en el primer mes de vida.

El “Águila de Oro” se llamaba el próspero negocio de telas de la familia, ubicado en el portal norte de la bella plaza del pueblo. Su mejor educación la recibió en la casa paterna, y la completó en el Colegio Motolinía donde cursó la primaria.

El 24 de noviembre de 1951 ingresó al postulantado de Toluca. Lo recibió el P. Adolfo Silva, prefecto de postulantes. Tenía 13 años. El noviciado en Celaya le llevó a emitir la primera profesión en manos del P. Lerena, CMF, entonces Provincial de México. El colegio de Santa Cruz le abrió la vida y su mente a la filosofía de la cual entregó notas excelentes. Fue la razón para continuar sus estudios en

Europa. El Centro Internacional “Claretianum” de Estudios Teológicos de Roma lo tuvo por poco tiempo en sus aulas. Aparecieron los problemas de salud que le acompañaron buena parte de su vida misionera.

Nunca fue de buena salud y comenzó a resentir el ritmo de las clases que llevaba y se pensó en regresar mejor a la Provincia; sin embargo, ahí mismo, recibió las órdenes menores el año 1963 y el subdiaconado al año siguiente. Corrían los años 1965-1969. Cinco años de hospitales, médicos, medicinas y cigarrillos. Los “Del Prado” fueron sus preferidos. El postulantado de Morelia le abrió sus aulas y con maestría impartió las materias señaladas, con seguridad y no mala salud. Le fascinaron las matemáticas.

En Morelia, su vocación sacerdotal emergió con energía al mismo tiempo que su salud y el 19 de octubre de 1969 recibió el diaconado y, tres días más tarde, el presbiterado. Los que saben le llaman “resiliencia” … Yo creo en la capacidad que mostró el P. René para superar circunstancias traumáticas y muy difíciles en su vida y que le dieron la potencia de ser feliz.

Le llegaron los destinos y los cambios trienales por el mapa de las casas claretianas del norte (Nuevo Laredo y Navojoa) y del sur (Tlacoapa, Malinaltepec y Paraje Montero), y del centro, todas. Las crónicas dan testimonio de su talante claretiano.

Aquí recuerdo su medida misionera bien probada en la Montaña de Guerrero. Fue cofundador y maestro del Internado Indígena Tlapaneco juntamente con Macario, Felipe y Ramón. Eran los años felices de 1972-1975.

En su corto paso por el “Claretianum” se hizo de la Colección de la Revista Internacional de Teología “Concilium” que P. René regaló a la Provincia. Hay en la biblioteca provincial 299 volúmenes.

Los últimos 16 años de su vida los recuerda intensamente la Residencia “Marcelino Gallardo” de Morelia, de donde pasó a la casa del Padre, bien purificado por la enfermedad y los sufrimientos. Murió de 85 años el día 1 de abril de 2023.

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