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“Muchos han dicho que sólo la ciencia y la tecnología nos sacarán de esta crisis y yo estoy convencido que la ciencia nos permitirá tener una candidata segura y eficaz”, explica Ortega-Barría. Ying coincide y agrega que, si bien la situación pandémica y el nivel de desarrollo tecnológico han acelerado los procesos, “la ciencia debe dar respuesta oportuna, sin que la celeridad de la respuesta nos induzca a saltarnos fases que pongan en riesgo el rigor científico de los procesos”. De acuerdo con Dilsa Lara, Consultora de la OPS/OMS en materia de inmunizaciones, está claro que “no se va a dar la autorización a una vacuna que no cumpla con todos los requisitos y criterios, y que no sea totalmente segura para la población”. Es importante recordar que, para que una vacuna se produzca, es imperativo que todas las fases de una investigación se cumplan tanto las fases en animales, llamadas preclínicas, como cada una de las fases en humanos, fases clínicas, sin excepción. De acuerdo con Wong, cada una de estas fases tiene una finalidad específica y los datos que cada una arroja permiten evaluar y tomar decisiones importantes sobre el uso futuro de una vacuna. A su vez, para que estos estudios se lleven a cabo se requiere “de la participación de miles de voluntarios en los distintos países donde se desarrollan los ensayos que permitan generar información de acuerdo a las características de distintas poblaciones y evaluar el manejo de las vacunas”, detalla Wong. En otras palabras, “no existen vacunas si estas no son seguras o sin un perfil de beneficio-riesgo altamente favorable”, puntualiza Ortega-Barría. Esta es una de las razones por las cuales, por su parte, Wong resalta que la educación de la población es crucial.
EL CAMINO POR DELANTE Panamá ha aportado al desarrollo de vacunas con el desarrollo de los estudios clínicos “valiosa información que ha contribuido con los análisis de los resultados que se van generando de todos los países que participan en estos estudios” asegura Wong. Una vez se publican estos resultados, los mismos “son de gran valor para la toma de decisiones al momento de decidir la inclusión de vacunas en el programa ampliado de inmunización del país”. La Coordinadora General de INDICASAT AIP también asegura que “gracias a la calidad de investigación que se realiza en Panamá, a la regulación local, a su recurso humano científico y a sus centros de investigación de alto nivel, nuestro país está en posición de ser seleccionado para participar en estos ensayos”. En este escenario, la importancia de la ciencia como un motor esencial para el cambio social cobra más relevancia que nunca, una premisa que resuena directamente con los valores de la comunidad innovadora que es hoy CdS. “Las sociedades mejor preparadas para prosperar son aquellas que se organizan para generar conocimiento, compartirlo y aplicarlo a la hora de tomar decisiones ante los complejos problemas económicos, sociales y ambientales de hoy”, lee la misión de la Fundación Ciudad del Saber: “(…) por eso Panamá debe continuar invirtiendo en desarrollar sus capacidades para la investigación, el desarrollo científico – tecnológico y la innovación, y ponerlos al servicio de las necesidades de las personas y de las comunidades”, puntualiza el escrito que cristalizó esta misión hace 20 años, pero que hoy tiene una vigencia manifiesta.
Además, “es fundamental el rol que juegan las entidades regulatorias a nivel internacional, quienes aseguran el cumplimiento de los principios éticos de investigación que buscan el mayor beneficio para salud de la humanidad minimizando los posibles riesgos”.
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SAPIENS #03 2020