El último vuelo del chamán

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El último vuelo del chamán

ISBN: 978-9962-8564-5-0

© 2025, Fundación El Caño

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Impreso en Perú en julio de 2025. Primera edición: 1,000 ejemplares.

El último vuelo del chamán

Un patrimonio que nos une

Irene Perurena Fundación Ciudad del Saber

Cuando se habla de patrimonio histórico, cultural y natural, una máxima ampliamente compartida afirma que nadie conserva lo que no valora y nadie valora lo que no conoce. De ahí la importancia que la Fundación

El Caño otorga a la divulgación del conocimiento generado por las notables investigaciones arqueológicas que realiza.

Miembro destacado de la comunidad de Ciudad del Saber, la Fundación El Caño lleva a cabo desde 2011 excavaciones en la provincia de Coclé, cuyos hallazgos han contribuido significativamente a ampliar nuestro conocimiento sobre las sociedades precolombinas del istmo, despertando el interés de la comunidad científica y de los medios a nivel internacional.

Desde Ciudad del Saber, nos llena de satisfacción hacer posible la publicación de El último vuelo del chamán y respaldar el admirable trabajo de investigación, conservación y puesta en valor patrimonial que realiza la Fundación El Caño, gracias a un convenio de cooperación con el Ministerio de Cultura y al apoyo de la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Por medio de nuestro fondo editorial, hemos trabajado en los contenidos y el diseño de este libro en estrecha colaboración con Julia Mayo y el equipo de la Fundación

El Caño, a quienes felicitamos por su labor tan rigurosa como apasionada. A través de textos cuidadosamente preparados y atractivas imágenes, estas páginas nos revelan los secretos de la tumba de un chamán coclesano de hace 1200 años, descubierta en el Sitio Arqueológico El Caño durante excavaciones realizadas entre 2022 y 2025.

Estos hallazgos nos permiten asomarnos a una forma de entender el mundo donde la vida, la muerte y la naturaleza se entrelazan en un mismo tejido sagrado. El último vuelo del chamán nos invita así a mirar de frente la profundidad espiritual, la sofisticada sensibilidad artística y la capacidad de innovación de quienes habitaron estas tierras muchos siglos antes que nosotros.

Aspiramos a que publicaciones como esta nos inspiren a valorar y proteger nuestro patrimonio común, y a que el vuelo del chamán, en su viaje eterno entre mundos, nos recuerde que somos parte de una historia más amplia, tejida por nuestra herencia ancestral.

Nota de los autores

Julia Mayo Torné Fundación El Caño

Este libro nace como una extensión de la exhibición

El último vuelo del chamán, una muestra que presentó al público uno de los hallazgos más importantes de la arqueología panameña reciente: el ajuar funerario de la tumba T9 del Sitio Arqueológico El Caño, en la provincia de Coclé. Su propósito es ofrecer una mirada más profunda a las piezas, los contextos y los significados que emergen de este descubrimiento, al tiempo que rinde homenaje al complejo mundo simbólico de las antiguas sociedades que habitaron esta región.

Desde 2008, los hermanos Julia y Carlos Mayo Torné, junto a su equipo de investigación, han venido explorando El Caño y revelando un conjunto de grandes tumbas que se distinguen por contener entierros múltiples. En cada una de estas sepulturas, un individuo se destaca por la riqueza de su ajuar funerario, lo que ha llevado a interpretarlas como tumbas de alto estatus, destinadas a personajes de elevada jerarquía social.

Hasta el momento, se han excavado ocho tumbas en el sitio. Entre ellas, la tumba T9 destaca por haber revelado el ajuar funerario más rico y simbólicamente complejo descubierto hasta la fecha. Este conjunto incluye cascabeles, tubos de hueso —conocidos como “tubos de sanación”— y un gorro sonoro, todos

asociados al rol del chamán. La presencia de estos objetos sugiere que el individuo principal enterrado en la tumba desempeñaba esa función dentro de su comunidad. Estos hallazgos evidencian un complejo ritual de transformación del difunto en ancestro, figura central en las cosmologías prehispánicas de la región.

La excavación de esta tumba, iniciada en 2022 y desarrollada durante las temporadas secas de 2023, 2024 y 2025, culminó con el reconocimiento del hallazgo por parte del Instituto Americano de Arqueología como uno de los diez descubrimientos más importantes del mundo en 2024. La noticia fue celebrada en medios académicos y culturales de Panamá, como las revistas Hipocampo de Universidad de Las Américas y Sapiens de Ciudad del Saber.

Este proyecto ha sido posible gracias al decidido apoyo del Ministerio de Cultura, que ha respaldado tanto las excavaciones como los esfuerzos de puesta en valor del sitio y de divulgación del conocimiento, a lo largo de más de tres lustros de trabajo conjunto. Entre estos esfuerzos, se destaca la organización de la exhibición que inspira este libro. La Fundación El Caño extiende un agradecimiento especial a S.E. Maruja Herrera, Ministra de Cultura, por su constante apoyo, compromiso y confianza en nuestra labor.

Fotografía aérea del área de El Caño y el río Grande
Foto: David Coventry

Introducción

Gracias a las investigaciones arqueológicas que se han llevado a cabo, hoy sabemos que el Sitio Arqueológico El Caño, en la provincia panameña de Coclé, fue un asentamiento de tipo funerario de gran relevancia histórica, que revela importantes aspectos sobre las creencias y prácticas de las sociedades antiguas del istmo.

Esta publicación nos sumerge en el fascinante mundo de la espiritualidad y la tradición de los chamanes, y nos invita a conocer la riqueza cultural de una sociedad que valoraba profundamente la conexión entre el ser humano, la naturaleza y el más allá.

Los objetos cuyas imágenes aparecen en estas páginas forman parte de un ajuar funerario encontrado en la tumba T9 del Sitio Arqueológico El Caño, en la que fue enterrado un importante chamán hace 1200 años. Estos objetos reflejan su papel como guía espiritual, sanador y mediador entre los mundos visibles e invisibles. Cada pieza de su ajuar tiene un significado especial, impregnado de simbolismo y saberes ancestrales. Desde instrumentos sagrados hasta ofrendas rituales, estos elementos nos invitan a reflexionar sobre la vida, la muerte y el ciclo eterno de la existencia.

Te animamos a explorar, aprender y conectarte con la esencia de estas tradiciones que, aunque pueden parecer lejanas, resuenan en nuestras propias búsquedas de sentido y espiritualidad.

La necrópolis de El Caño en contexto

El sitio se encuentra a 50 metros sobre el nivel del mar entre los ríos Grande y El Caño, en una planicie aluvial de suelos arcillosos salpicada por pequeños conos volcánicos. Hoy es una zona de potreros, grandes fincas destinadas al cultivo de la caña, el arroz y la cebolla, así como pequeñas huertas. Además, son característicos del área los reductos de bosque abierto, los bosques de galerías a orillas de los ríos, los manglares y las cercas vivas.

El entorno en el que se encuentra el Sitio Arqueológico El Caño recibe el promedio de precipitaciones anuales más bajo del país. Sin embargo, los suelos son muy ricos, porque son fertilizados (con fósforo, potasio, materia orgánica y micronutrientes) de forma natural todos los años durante la estación lluviosa cuando se desbordan los ríos Grande y El Caño, y por encontrarse próximos al mar y sus recursos. Al norte, las montañas contienen importantes yacimientos de oro y cobre, rocas basálticas y sedimentarias.

Muy cerca de este lugar se encuentran algunos de los asentamientos precolombinos más antiguos del istmo: la Cueva de los Vampiros ocupada hacia el final de la última glaciación, entre 12 000 y 11 000 a.C., y el Abrigo de Aguadulce (8000-9000 a.C.), sitio que es importante, además, por contener las primeras evidencias en la región de la domesticación del maíz. También se han hallado muy cerca de ahí las primeras aldeas: en la Mula-Sarigua (760-200 a.C.) y Sitio Sierra (40 a.C. - 350 d.C.).

Entre los años 680 y 1020 d.C., período en el que estaba en uso la necrópolis de El Caño, en el valle de río Grande existía una segunda necrópolis, Sitio Conte, y al menos dos grandes poblados, en los sitios de Rancho Sancho y Cerrezuela. Todos estos asentamientos pertenecen a la tradición arqueológica Gran Coclé, razón por la cual nos referimos a los habitantes de la región como “los coclé”.

GOLFO DE CHIRIQUÍ
CHIRIQUÍ
VERAGUAS
Río
Chiriquí
Viejo
Río
Tabasará
RíoCricamola
Río
Cobre
RíoChiriquí
Río Changuinola

Sitio Arqueológico El Caño

Ubicación

Parque Arqueológico El Caño

Corregimiento

El Caño

Distrito

Natá de Los Caballeros

Provincia Coclé

RíoCoclédelNorte

Río Grande RíoElCaño RíoChico

Río Santa María RíoLaVilla

Río Parita

BAHÍA DE PANAMÁ

REFERENCIAS

Sitios arqueológicos mencionados en el texto

Poblado actual

DARIÉN RíoBayano

Río Tuira RíoChagres

BAHÍA DE PARITA

GOLFO DE PANAMÁ RíoTonosí

RíoChucunaque

MAR CARIBE

Herencia y continuidad: los coclé y los pueblos indígenas de hoy

Actualmente, no hay grupos étnicos que habiten el área en la que se encuentra El Caño debido al impacto que tuvo la conquista en la población local.

Sin embargo, en el entorno residen comunidades que hablan lenguas chibchenses (o chibchanas), como los gnäbe-buglé, bribrí, naso-teribe, guna y cabécar.

Estas comunidades han ocupado el territorio durante muchos años, como lo evidencian los estudios genéticos que se han realizado. Hasta ahora, no ha sido posible vincular genéticamente a la sociedad de El Caño con ninguno de estos grupos. Sin embargo, es razonable suponer que podrían ser descendientes de algún grupo de lengua chibcha, dada la proximidad geográfica de El Caño con las tierras que han ocupado estos grupos durante miles de años.

Cultura material vs. etnicidad

En el estudio del pasado humano, especialmente desde la arqueología y la antropología, es fundamental distinguir entre dos conceptos que, aunque pueden estar relacionados, no son equivalentes: la cultura material y la etnicidad.

La cultura material, en términos arqueológicos, se refiere al conjunto de objetos físicos creados, utilizados y dejados por una sociedad o grupo humano en el pasado. Esto incluye herramientas, cerámicas, estructuras, adornos, armas y cualquier otro vestigio tangible. A través del análisis de estos objetos, se identifican tradiciones arqueológicas, es decir, patrones recurrentes de producción y uso de objetos que permiten reconocer la existencia de prácticas culturales comunes en un tiempo y espacio determinados. La cultura material es una construcción artificial creada desde la arqueología para clasificar conjuntos de artefactos desde un conocimiento limitado del pasado.

Imagen hipotética generada por inteligencia artificial del chamán de la tumba T9 de El Caño, basada en rasgos faciales de indígenas gnäbes contemporáneos.

Lleva pintura facial inspirada en las que pueden verse en algunas piezas de cerámica de El Caño.

La etnicidad, en cambio, es un concepto más complejo y pertenece al ámbito de la identidad social. Hace referencia a la forma en que los individuos y grupos humanos se identifican a sí mismos y a los demás en función de elementos compartidos como lengua, religión, costumbres, mitos de origen y sentido de pertenencia.

La etnicidad es una construcción social y simbólica que puede cambiar con el tiempo y que depende tanto de factores internos (autodefinición) como externos (cómo son definidos por otros).

A diferencia de la cultura material, la etnicidad no siempre deja huellas materiales claras y no puede identificarse de manera directa a través de los restos arqueológicos. Es por ello que los arqueólogos deben tener mucho cuidado al no asumir automáticamente que una tradición arqueológica corresponde a un grupo étnico específico. Varias etnias pueden compartir una misma tradición material, y un mismo grupo étnico puede adoptar materiales culturales de otros grupos por medio del intercambio o la influencia.

Poder y culto a los ancestros

La sociedad de El Caño fue, durante mucho tiempo, una comunidad igualitaria. Alrededor del año 700 d.C., comenzó a emerger la figura del jefe, así como la formación de grupos de élite y el fenómeno de la segregación social basada en la riqueza. Era una sociedad segmentada en linajes y organizada en función del parentesco, que probablemente tenía una estructura piramidal similar a la descrita por el explorador español Pascual de Andagoya y el cronista Gonzalo Fernández de Oviedo, varios siglos después.

Los líderes no solo garantizaban la subsistencia de su pueblo, sino que también promovieron la especialización artesanal, incluyendo la alfarería, el trabajo en piedra, el trabajo en hueso y, especialmente, la orfebrería, utilizando materiales locales. Además, lograron obtener materiales de gran valor y uso restringido, provenientes de tierras lejanas, como esmeraldas de Chivor y Muzo (en lo que hoy es Colombia) y espejos de mosaico de teselas de pirita procedentes del área maya.

En los llanos de Coclé, entre los años 750 y 1100 d.C., algunas familias se apropiaron de la lógica y la práctica ritual de la veneración de los antepasados. Lo que comenzó como actos domésticos, más adelante se transformaría en parte de una estrategia para reclamar el territorio y controlar las tierras agrícolas más productivas, para lo cual construyeron dos necrópolis a ambas orillas del río Grande: Sitio Conte y El Caño.

Como parte de un proceso de incremento y legitimización del poder de las familias gobernantes, en la necrópolis de El Caño se levantaron estructuras de madera a modo de mausoleos, donde enterraron a miembros destacados de la comunidad y les rindieron culto, otorgándoles así el estatus de ancestros. En este proceso, los rituales funerarios sirvieron para reforzar el poder de las familias gobernantes, que comenzaron a asumir el papel de interlocutores exclusivos con los ancestros y pasaron a considerarse sus representantes en la tierra.

A medida que las élites centralizaban más el poder, sus ceremonias funerarias pasaron a ser espectáculos públicos o semipúblicos, que incluían sacrificios humanos, a través de los cuales se manifestaba la naturaleza excepcional, divina o semidivina, de sus ancestros.

“…El señor principal se llama queví , y en algunas regiones lo llaman saco . El término cacique no es propio de Tierra Firme [el continente], sino que proviene de La Española; y como fue el primer lugar conquistado y poblado por los cristianos, ellos extendieron el uso del nombre cacique para referirse a los señores de otras tierras por donde han pasado en las Indias… En la lengua de los cueva, de la que se trata aquí, el nombre del señor es queví ; en algunas provincias de Castilla del Oro se le llama tiba , en

Cacique Lacenta y su familia. Tomado de “Coclé: An Archaeological Study of Central Panama” (Parte I - Pág. 11 ) de Samuel Kirkland Lothrop, publicado por Peabody Museum Press (Cambridge, Massachusetts) en 1937.

otras jura … Asimismo, al hombre principal que es señor de vasallos pero está sometido a un señor mayor, lo llaman saco. Este saco tiene bajo su autoridad a otros indígenas que poseen tierras y casas, y a estos los llaman cabras, que son como caballeros o hidalgos, diferenciados del pueblo común. Estos cabras son más importantes que la gente del vulgo y tienen autoridad sobre ellos…”

Gonzalo Fernández de Oviedo, cronista español del siglo XVI.

Adaptación contemporánea de la cita, tomada de: Fernández de Oviedo, Gonzalo, 1853 [1535], Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierra-Firme del Mar Océano Edición de José Amador de los Ríos. Volumen segundo. Madrid: Imprenta de la Real Academia de la Historia. Pág. 129.

Cortejo funerario

En el cortejo fúnebre ceremonial que se ilustra aquí, cada integrante desempeñaría un papel específico en un recorrido ritual que honra la muerte como tránsito sagrado hacia el más allá.

Al frente marcharían músicos, soplando grandes trompetas hechas de conchas Strombus. Detrás, avanzaría el chamán, figura central del rito, encargado de guiar el alma del fallecido hacia el mundo espiritual.

Guardián Prisioneros
Porteadores Plañideras

A continuación seguirían los familiares, dolientes principales. En el centro del cortejo, dos porteadores transportarían el cuerpo del difunto sobre una parihuela, dispuesto cuidadosamente con adornos y símbolos que representan su estatus y su destino póstumo. Tras ellos, marcharían las plañideras, mujeres encargadas de llorar de forma ritualizada.

Les seguirían otros porteadores con ofrendas materiales, principalmente vasijas de cerámica que contendrían alimentos, bebidas o elementos simbólicos necesarios para el viaje al otro mundo. Detrás, caminaría un grupo de personas atadas: los prisioneros, destinados a morir para acompañar al difunto. Cerrando el cortejo marcharían los guardianes, custodiando el paso de la marcha fúnebre.

Féretro
Familiares del difunto Chamán Músicos

Chamanes: mediadores entre dos mundos

El chamanismo es un sistema de creencias y prácticas espirituales que se basa en la conexión con el mundo espiritual y la naturaleza. Los chamanes son individuos que actúan como mediadores entre el mundo físico y el espiritual, utilizando rituales, ceremonias y técnicas de trance para sanar, guiar y proporcionar orientación a su comunidad.

Los chamanes a menudo consideran que todos los elementos de la naturaleza —plantas, animales, rocas— tienen un espíritu o energía, y buscan mantener una relación armónica con ellos. Utilizan una variedad de rituales, que pueden incluir cantos, danzas, el uso de instrumentos musicales y el consumo de plantas sagradas para inducir estados alterados de conciencia.

Los chamanes son frecuentemente vistos como sanadores, ayudando a las personas a superar enfermedades físicas, emocionales o espirituales mediante prácticas que pueden incluir la extracción de “energía negativa” o la restauración de “almas perdidas”. Para ello, los chamanes en El Caño hace 1200 años usaban “tubos de sanación” como los que fueron hallados en la tumba T9, que pueden apreciarse en la fotografía de la página 20.

A través de la danza, la música, los sonidos repetitivos o la meditación, los chamanes entran en estados de trance para comunicarse con espíritus, recibir visiones o acceder a conocimientos que no son accesibles a la gente del común en la vida cotidiana.

1. Colgante con la forma de un chamán en trance

Durante el trance, los chamanes pueden experimentar una transformación de su identidad corporal, asumiendo la de sus espíritus tutelares para llevar a cabo un viaje fuera de su cuerpo. En este caso, la figura representa la capacidad de vuelo nocturno del murciélago.

Estilo Conte. Cera perdida con núcleo abierto. 770 - 894 d.C.

Tamaño: 6.2 x 1.4 cm

Peso: 56.4 g

Composición: 92.95 % (Au)4.24 % (Ag) - 2.82 % (Cu)

Chamán en trance

Murciélago

Espíritu tutelar

Orejas triangulares

Hoja nasal

Dedo pulgar con una gran uña

Trance

Rictus bucal

Ojos fuera de las órbitas

Atavíos rituales

Crestas de triángulos

Cinturón

2-3. Tubos de sanación

Tubos de hueso de venado cortados, pulidos y decorados con el símbolo sagrado YC, que en el estilo Conte representa la integración de los opuestos complementarios, como cielo/tierra, femenino/masculino o arriba/abajo, un concepto filosófico común en las culturas de América Antigua.

Símbolo sagrado YC

Artefactos similares a estos son usados en la actualidad por los chamanes de algunos grupos étnicos que habitan en el sur de los EE.UU. y la Amazonía, para aspirar los males del cuerpo y escupir pócimas medicinales.

Estilo Conte. Corte, incisión y pulido. Odocoileus virginianus.

770 - 894 d.C.

2 - Tamaño: 13.4 x 2 cm (longitud por diámetro)

3 - Tamaño: 12.4 aprox. x 1.8 cm (longitud por diámetro)

La representación humana exhibe tatuajes o pinturas corporales con diseños en espiral, característicos de la decoración coclesana. Estas pinturas no solo tenían una función estética, sino que también estaban vinculadas a la identidad, el estatus social, los rituales de paso, la protección espiritual y la conexión entre lo terrenal y lo sobrenatural.

Vajilla “Decoración en paneles”. Estilo Conte. Arcilla cocida modelada a mano. 770 - 894 d.C.

Tamaño: 22 x 11 cm (altura por diámetro).

El entierro del chamán

El cuerpo del señor principal en la tumba T9 de El Caño destaca por los huesos de las piernas y los ajuares de oro colocados en brazos, antebrazos y cabeza, así como por los pectorales, colgantes y cinturones sobre los cuales colocaron su cuerpo. Lo rodea una ofrenda masiva de cerámicas originalmente colocada sobre la tapadera de madera de la cámara funeraria de la tumba. Con el paso del tiempo, debido al deterioro de la madera y al peso del sedimento, la tapadera se partió por la mitad y se abatió, dejando expuesto el entierro del chamán y su ajuar, y cubriendo a sus doce acompañantes los cuales fueron hallados más tarde por debajo de las cerámicas.

El contexto arqueológico de la tumba

El señor de la tumba T9 fue un importante chamán de la sociedad de El Caño de hace 1200 años. Falleció entre los 30 y 40 años de edad por causas desconocidas. Era un hombre de estatura media, delgado, medía un 1.68 m de altura.

Al preparar su cuerpo para el entierro, lo vistieron con una o varias prendas de algodón, hoy desaparecidas, a las que se le tejieron centenares de dientes de perro en los hombros y la cintura. Además, le pusieron seis brazaletes de oro (dos en cada brazo y uno en cada antebrazo), un collar de cuentas de oro alrededor del cuello y en la cabeza un gorro adornado con placas circulares de oro martillado el cual suena con los movimientos de cabeza, por lo que nos referimos a él como gorro sonoro.

Junto al chamán se dispuso una hamaca, sobre la cual se colocaron ocho pectorales, dos cinturones de cuentas esféricas, ocho colgantes, dos orejeras, tres juegos de hemiesferas y dos cascabeles, todo de oro. También incluyeron un conjunto de arpones, un conjunto de dientes de tiburón y tres tubos de hueso (tubos de sanación). Giraron su cuerpo sobre una hamaca o parihuela, quedando boca abajo sobre las ofrendas y su brazo izquierdo atrapado bajo su pecho. Así fue trasladado a la tumba, donde fue colocado sobre los cuerpos de un grupo de personas que lo acompañarían en su viaje al más allá.

Diagrama del entierro

Cocodrilo y murciélago de resina con fundas de oro

Dientes de cachalote con funda de oro

Dos cocodrilos de dientes de cachalote y oro

Pectoral pareja de aves antropomorfas

Pectoral murciélago pescador

Pectoral doble dragón híbrido de ave y reptil

Pectoral doble cocodrilo antropomorfo

Pectoral mariposa

Tres pectorales lisos (sin iconografía)

Cinturones de cuentas esféricas

Dos cascabeles

Chamán en trance y mujer quimbaya

Gorro sonoro
Orejeras
Collar Brazaletes
Hamaca o parihuela

1.

Vista de la fosa y estructura de cubierta (bohío) y refuerzo de paredes (postes)

Gráficos de una tumba típica

Todas las tumbas de El Caño tienen un formato similar: fosas retranqueadas y paredes ataludadas, batería de postes empotrados en agujeros en el suelo y colocados de forma alineada junto a las paredes, y forjados cerrando por arriba el espacio funerario. La mayoría de estas estructuras se han perdido debido a que las tumbas no fueron construidas en piedra sino con materiales orgánicos.

2.

Vista de la tumba con los cuerpos

3.

Vista de la tumba una vez colocadas los forjados (tapaderas) de las cámaras funerarias

4.

Vista de la tumba una vez colocada la ofrenda de cerámica sobre la tapadera de la cámara funeraria

Cerámicas

Entierro múltiple

La inhumación principal de la tumba T9 contiene un entierro múltiple y simultáneo (entierro primario) compuesto por los restos de 13 personas y un paquete óseo (entierro secundario), el cual incluye fémures, huesos planos y al menos dos cráneos. El entierro primario está conformado por cinco parejas de individuos dispuestos en posición extendida, colocados uno sobre otro y alineados en batería. Adicionalmente, se hallaron otros dos cuerpos colocados de manera perpendicular al conjunto: uno junto a los pies y otro junto a las cabezas. En el centro del grupo, en una posición destacada, se ubicó a continuación y sobre todos los demás al chamán.

Imagen compuesta a partir de dos fotografías tomadas durante las temporadas de excavación de 2024 y 2025: en la primera se documenta la exhumación de la osamenta del chamán, y en la segunda, el hallazgo de los cuerpos de sus acompañantes.

5-6. Brazaletes repujados con un motivo de espiga

Al igual que otros brazaletes que aparecen en estas páginas, tienen forma de cono truncado abierto, con cuatro orificios para ser anudados, dos en apertura inferior y dos en superior. Sus bordes están repujados con bandas corridas con un motivo en espiga.

Estilo Conte. Oro martillado y repujado. 770 - 894 d.C.

5 - Tamaño: 14.7 x 24 cm

Peso: 123.5 g

Composición: 92.40 % (Au)4.52 % (Ag) - 3.07 % (Cu)

6 - Tamaño: 15.6 x 24.9 cm

Peso: 123.6 g

Composición: 92.95 % (Au)4.43 % (Ag) - 2.62 % (Cu)

7-8. Brazaletes repujados con cuatro cocodrilos personificando la Deidad Creadora Coclé

Las figuras, muy esquematizadas, se muestran de perfil caminando en fila. Al ser cuatro es probable que se refieran simbólicamente a la capacidad de esta deidad de cuadruplicarse de acuerdo con los rumbos del universo.

Estilo Conte. Oro martillado y repujado. 770 - 894 d.C.

7 - Tamaño: 14.5 x 20.8 cm

Peso: 87.7 g

Composición: 90.47 % (Au)4.38 % (Ag) 5.15 % (Cu)

8 - Tamaño: 20.9 x 14.3 cm

Peso: 85.8 g

Composición: 90.93 % (Au)3.97 % (Ag) - 4.93 % (Cu)

Marcadores de sobrenaturalidad Deidad Creadora Coclé

Nariz rizada que se convierte en cresta

Prolongación ocular en forma de triángulo curvilíneo

Cola levantada (el animal camina deprisa)

Cresta de triángulos encajados

9-11. Conjuntos de dientes de perro perforados

El conjunto 9 fue hallado en el entorno de la cintura, por lo que se piensa eran dientes cosidos a un cinturón o faldellín tejidos. Los conjuntos 10 y 11 fueron encontrados en el interior de los brazaletes de oro 6 y 48.

Grupo Conte. 770 - 894 d.C.

9 - Incisivos perforados / Canis familiaris. Tamaño: 0.9 x 0.9 cm (altura x anchura media)

10 - Incisivos perforados / Canis familiaris. Tamaño: 1.4 x 0.5 cm (altura x anchura media)

11 - Premolares perforados / Canis familiaris. Tamaño: 1 x 0.9 cm (altura x anchura media)

12. Conjunto de placas circulares

Cada una de ellas presenta cuatro orificios para ser cosidas a una tela o gorro. Cubrían la parte alta del cráneo y la frente del chamán.

Grupo Conte. Oro martillado y repujado. 770 - 894 d.C.

Tamaño: 4.5 cm (diámetro)

Peso: 6.1 g (promedio)

Composición: 90.56 % (Au) -

3.98 % (Ag) - 5.45 % (Cu)

13. Pectoral orlado con una ancha banda lisa repujada

Se recuperaron otros dos pectorales similares, muy deteriorados por un mayor contenido de cobre en su composición.

Estilo Conte. Oro martillado y repujado. 770 - 894 d.C.

Tamaño: 10.2 x 8.8 cm

Peso: 20.1 g

Composición: 87.72% (Au)3.95% (Ag) - 8.32% (Cu)

14. Cuentas esféricas de oro martillado

Fueron halladas a la altura del cuello del chamán por lo que se piensa formaron parte de un collar.

Grupo Conte. Oro martillado. 770 - 894 d.C.

Tamaño: 0.5 cm (diámetro de una cuenta)

Peso: 40.9 g (peso de todas las cuentas juntas)

Composición: 96.26% (Au)3.00 % (Ag) - 0.64 % (Cu)

15-16. Cinturones

Artefactos compuestos por cuentas esféricas elaboradas con algún tipo de material perecedero (posiblemente madera), forradas con láminas de oro martillado.

Grupo Conte. Oro martillado. 770 - 894 d.C.

15 - Diámetro promedio de una cuenta: 2 cm.

Peso: 58.3 g

16 - Diámetro promedio de una cuenta: 2 cm.

Peso: 45.5 g

17-20. Colgantes zoomorfos

Fueron elaborados con dientes de cachalotes y fundas de oro martillado. Dos de ellos tienen forma de colmillo y los otros dos de cocodrilo.

Estilo Conte. Talla en relieve. Physeter macrocephalus. 770 - 894 d.C.

17 - Tamaño: 12 cm.

Composición: 95.33 % (Au) - 4.36% (Ag) - 0.31% (Cu)

18 - Tamaño: 8 cm.

Composición: 94.23 % (Au) - 4.02% (Ag) - 1.76% (Cu)

19 - Tamaño: 8 cm.

Composición: 95.40 % (Au) - 4.25% (Ag) - 0.34% (Cu)

20 - Tamaño: 9 cm.

Composición: 95.77 % (Au) - 4.23% (Ag) - 0.00% (Cu)

Cocodrilo diente de cachalote

Cuerpo de diente de cachalote

Extremidades Ojos
Boca
Fundas de oro
Cocodrilo diente de cachalote
Extremidades y garras
Cabeza
Cuerpo de diente de cachalote
Fundas de oro

21. Colgante de resina en forma de cocodrilo

Su boca, garras y cola están cubiertas de fundas de oro. La cola se riza hacia arriba, lo cual no es usual en esta posición, aunque podría querer indicar el desplazamiento terrestre del animal.

Estilo Conte. Cera perdida y oro martillado y repujado. Hymenaea courbaril. 770 - 894 d.C.

Tamaño: 11 cm

Peso: 4 g

Composición: 94.96 % (Au)4.67 % (Ag) - 0.37 % (Cu)

Cocodrilo
Cola Garras
Nariz Boca Cuerpo de resina Fundas de oro

22-23. Orejeras

Estos artefactos están compuestos por un cuerpo tubular alargado y un tapón o pieza volumétrica que actúa como cierre. Se utilizan colgadas de los lóbulos de las orejas. El tapón evita que la orejera se deslice por la perforación.

Estilo Conte. Oro martillado y repujado. 770 - 894 d.C.

22 - Tamaño: 14.2 cm

Peso: 14.3 g

Composición: 94.43 % (Au)3.97 % (Ag) - 1.60 % (Cu)

23 - Tamaño: 13.6 cm (incluido el tapón)

Peso: 13.5 g

Composición: 93.59 % (Au)4.42 % (Ag) - 1.97 % (Cu)

24. Conjunto de premolares de perro perforados

Pudieron haber formado parte de una banda tejida con ellos y colocada sobre sus hombros y espalda.

Grupo Conte. Perforados. Canis familiaris. 770 - 894 d.C.

Tamaño: 2 x 2.6 cm (altura y ancho medio de los dientes)

25-27. Fundas de oro

Láminas de oro colocadas sobre artefactos elaborados con materiales perecederos. Solo se conservan las fundas. Se desconoce el uso o función de estos objetos.

Estilo Conte. Oro repujado y martillado. 770 - 894 d.C.

25 - La pieza más grande mide 1.1 x 3.3 x 0.7 cm

Composición: 94.45 % (Au)3.95 % (Ag) - 1.61 % (Cu)

26 - Tamaño promedio: 1 x 1 cm

Peso promedio: 0.2 g

Composición: 94.45 % (Au)3.88 % (Ag) - 1.68 % (Cu)

27 - Tamaño promedio: 1 x 1.4 cm

Peso promedio: 1.2 g

Composición: 91.22 % (Au)6.86 % (Ag) - 1.91 % (Cu)

28-29. Cascabeles esféricos

Sus cuerpos son recipientes cerrados que presentan un agujero de sonido alargado y dos orificios. Carece de anillo o manubrio, lo que sugiere que los orificios podrían haber sido utilizados para colgarlos de alguna manera. Uno de los cascabeles conserva su esfera en el interior, la cual parece ser de cobre, mientras que el otro está vacío, posiblemente debido a que la esfera se oxidó, partió y cayó a través del agujero de sonido. Grupo Conte. Oro fundido –Cera perdida. 770 - 894 d.C.

28 - Tamaño: 2.8 x 2.8 cm

Peso: 34.2 g

Composición: 87.02% (Au)3.50% (Ag) - 9.48% (Cu)

29 - Tamaño: 2.7 x 2.7 cm

Peso: 28.1 g

Composición: 89.27% (Au)3.52% (Ag) - 7.21% (Cu)

30. Arpones

Herramientas de caza utilizadas por diversas culturas indígenas americanas, especialmente en regiones árticas y costeras. Los ejemplares que se presentan aquí son de tamaño muy pequeño, lo que sugiere que podrían ser réplicas de artefactos de mayor tamaño. Fueron elaborados con dentículos de pez sierra.

Grupo Conte. Talla. Pristis perotteti

770 - 894 d.C.

Tamaño: 3.2 x 0.8 cm (altura por anchura media)

31. Conjunto de dientes de tiburón perforados

Se utilizaban a menudo como amuletos, collares o decoraciones. En algunas culturas, se creía que estos dientes tenían propiedades protectoras o que traían buena suerte.

También se usaron como herramientas o puntas de lanza por su dureza y filo.

Grupo Conte. Perforación. Carcharhinus spp. 770 - 894 d.C.

Tamaño: 1.1 x 1.2 cm (altura x anchura media)

32. Base de piedra de espejo de teselas de pirita

Tiene forma discoidal y el borde recto. Presenta una perforación bicónica en el centro y dos oblicuas junto al borde. De este espejo solo se conserva su base. Ha perdido las teselas por oxidación.

Más allá de ser objetos de tocador utilizados principalmente por las mujeres, como es el caso de muchos espejos griegos, romanos, egipcios o etruscos, los espejos de El Caño funcionaban como objetos esotéricos que permitían el contacto con seres sobrenaturales, el inframundo y los antepasados, portales a otros mundos, y/o como instrumentos de visión y adivinación.

Origen maya. Desbastada y perforada. Arenisca cuarzosa. 770 - 894 d.C.

Tamaño: 11.5 cm

Peso: 192 g

33. Colgante en forma de una mujer en actitud ritual

La figura, a diferencia del resto, muestra una rigidez y unos volúmenes geométricos propios de un estilo foráneo, concretamente del estilo Quimbaya del alto y bajo Cauca colombiano, desde donde pudo llegar por medio del comercio.

Estilo Quimbaya. Cera perdida con núcleo cerrado. 770 - 894 d.C.

Tamaño: 8 x 4.9 cm

Peso: 106.5 g

Composición: 80.88 % (Au)17.49 % (Ag) - 1.61 % (Cu)

Mujer en actitud ritual

Apariencia hierática y posición forzada de los brazos

Seis aretes perforando los lóbulos de las orejas

Orificio de suspensión del pendiente

Complicado tocado elaborado con un armazón en el que se disponen diferentes bandas tejidas

Diadema con dos bandas de fibra tejida (cordoncillo y espiga)

Nariguera (perforando el hueso septum de la nariz) Collar de cuatro vueltas

Ligaduras de fibra tejida en espiga

La ofrenda de cerámica

La cerámica es el objeto arqueológico más abundante en El Caño, donde a menudo se encuentran cientos de piezas en una sola tumba. Algunas muestran elaborados y bellos diseños –geométricos y figurativos inspirados en la naturaleza y la mitología– que evidencian su notable calidad técnica y artística, mientras que otras presentan decoraciones más sencillas o carecen por completo de ornamentación. En su elaboración participaban desde maestros experimentados hasta aprendices. Las huellas dactilares visibles en las paredes de muchas piezas sugieren que pudieron haber sido elaboradas por hombres, mujeres e incluso niños.

Las cerámicas, una vez terminadas, se depositaban en las tumbas como parte de los ajuares y rituales funerarios, albergando un profundo significado cultural, funcional y metafórico. Se colocaban junto a los difuntos como ofrendas colectivas o individuales, y su número, calidad e iconografía reflejaban la importancia, identidad y estatus social que los difuntos tenían en vida.

Algunas cerámicas, como los sahumerios, evidencian la quema de sustancias en ceremonias de purificación. Otras, posiblemente contenedores de alimentos o bebidas, acompañaban simbólicamente al difunto en su viaje al más allá.

Ciertas piezas muestran roturas intencionales, un fenómeno observado en diversas culturas y cargado de simbolismo, que podría relacionarse con el ciclo de vida y muerte, la transformación de lo profano a lo sagrado, la liberación espiritual o la culminación de un ritual funerario.

34-37. Cerámicas no decoradas

Las cerámicas con un sutil engobe de color rojo, como las pequeñas jarras (con asas vertedera y de cuello largo) y los cuencos (con formas convergente y divergente) aquí fotografiados, constituyen el tipo cerámico más abundante encontrado en las tumbas de El Caño. Los análisis realizados han demostrado el uso de pigmentos rojos ricos en óxidos metálicos en el engobe, especialmente óxidos e hidróxidos de hierro, comúnmente conocidos como ocres. Vajilla roja. Estilo Conte. Arcilla cocida modelada a mano. 770 - 894 d.C.

34 - Tamaño: 12 x 9 cm

35 - Tamaño: 3.5 x 10.5 cm

36 - Tamaño: 6.5 x 5.5 cm

37 - Tamaño: 4 x 7 cm

34.
36. 35.
37.

Innovaciones artísticas y técnicas

El color es uno de los grandes atractivos de estas cerámicas, y su origen plantea interrogantes fascinantes. En la época de las tumbas de El Caño, los artesanos desarrollaron una paleta de colores única que, combinada con diseños creativos, otorga a estas piezas mucho carácter y una calidad artística comparable a las cerámicas nazca o maya, reconocidas por su ingenio e innovación técnica. En esta época surgieron tonalidades como el azul y el morado, que se sumaron a los ocres, negros y blancos ya conocidos.

Para analizar la composición de los pigmentos usados en la decoración de las cerámicas de El Caño, se emplearon métodos científicos que permitieron identificar el uso de materiales inorgánicos, principalmente arcillas y tierras de diversas tonalidades. Los óxidos de hierro generaban tonos ocres, las arcillas blancas (caolinitas) se usaban para el blanco, y una mezcla de óxidos de hierro, óxido de manganeso y carbón vegetal era responsable del color negro. El azul y el morado son de especial interés por ser los primeros colores sintéticos de la región cultural istmo-colombiana (habitada por pueblos de estirpe chibcha-chocoana). Estos últimos dos colores se atribuyen a óxidos de hierro tratados previamente a altas temperaturas, un avance técnico que refleja un profundo conocimiento químico y térmico de los materiales empleados.

Además, los análisis realizados revelaron partículas finamente molidas las cuales facilitaban el pulido, lo que explica los acabados homogéneos en muchas de sus piezas. Estas técnicas demuestran un dominio avanzado de los recursos locales y una continuidad cultural, evidenciada por el uso de las mismas recetas durante largos períodos.

La variedad de colores y motivos no solo cumplía una función estética, sino también simbólica, posiblemente codificando información sobre clanes, rangos sociales o creencias espirituales. Así, las cerámicas de El Caño son testimonio de la habilidad técnica de sus creadores y de una rica tradición cultural que integraba arte, ritual y simbolismo en la vida y la muerte.

En conjunto, las cerámicas de El Caño destacan tanto por su calidad técnica, como por su capacidad para transmitir significados culturales y espirituales. Su estudio, enriquecido por técnicas analíticas modernas, revela una sociedad compleja que integraba innovación, arte, ritual y simbolismo en la construcción de su identidad y en la transmisión de su memoria colectiva.

38-39. Cerámicas polícromas

Las jarras y los platos son las formas más comunes entre las cerámicas encontradas en las tumbas. Los ejemplos que aparecen en estas imágenes presentan un conjunto de diseños geométricos muy característicos de la región: diseños en espiral YC, motivos en V y diseños de bandas zigzagueantes de color.

Vajilla polícroma. Estilo Conte. Arcilla cocida modelada a mano. 770 - 894 d.C.

38 - Tamaño: 5.5 x 31 cm

39 - Tamaño: 13.8 x 10.2 cm

Diseños morados en forma de V

Bandas rojas en forma de zig-zag

Espirales YC

Triángulos rojos y bandas tipo zig-zag morados

43.

40-46. Cerámicas polícromas

Estas cerámicas están decoradas con motivos geométricos que presentan bandas de colores blanco, rojo y morado. El uso de una rica gama de colores, a menudo combinados con motivos zoomorfos, es una característica distintiva de la región coclesana y de la época. Los análisis de estos pigmentos indican que el color negro proviene de una mezcla de ingredientes orgánicos (probablemente madera quemada) e inorgánicos (óxidos de hierro y manganeso), mientras que el blanco se obtiene de arcillas de origen caolinítico. En cuanto a los tonos rojos y azules/morados, estos se componen de óxidos o hidróxidos de hierro; en el caso de los azules/morados, es probable que su origen sea sintético, resultado del precocinado de hematita a altas temperaturas.

Vajilla Polícroma. Estilo Conte. Arcilla cocida modelada a mano. 770 - 894 d.C.

40 - Tamaño: 6.2 x 6.5 cm

41 - Tamaño: 13 x 11.5 cm

42 - Tamaño: 8.5 x 5.7 cm

43 - Tamaño: 2 x 9.5 cm

44 - Tamaño: 4 x 9 cm

45 - Tamaño: 9 x 9.5 cm

46 - Tamaño: 2 x 8.5 cm

Diseños trapezoidales morados y rojos

45. 46.

Iconografía de los objetos de El Caño

Los antiguos habitantes de lo que hoy conocemos como Panamá informaron a los españoles del siglo XVI que las figuras repujadas en los relieves de los pectorales de oro representaban las “muchas maneras” en que su dios se manifestaba ante los chamanes.

Las gentes de El Caño, al igual que muchos otros pueblos sin escritura, comunicaban la naturaleza y las cualidades de sus divinidades a través de un lenguaje metafórico inspirado en el entorno que les rodeaba. Para ello, eligieron animales cuyas características sublimaban capacidades humanas, como la fuerza, la rapidez, la visión penetrante y la astucia.

Estos animales podían habitar múltiples elementos simultáneamente (tierra y aire, agua y tierra), poseer habilidades asociadas al chamanismo, como la transformación, el vuelo, la visión nocturna, o estar vinculados con la fertilidad y la regeneración. Así, las figuras de cocodrilos, águilas, murciélagos o ciervos presentes en los diversos objetos de El Caño no eran simplemente cocodrilos o águilas; para sus habitantes, eran representaciones de dioses, u otros seres sobrenaturales, poderosos, fuertes y veloces como ellos.

En esta tarea de comunicar la esencia de sus dioses, empleaban un estilo artístico distintivo, conocido como estilo Conte, que incorpora, solas o combinadas, convenciones presentes en la iconografía americana desde hace más de 4000 años.

En general, las figuras se presentan frontalmente, organizadas en un eje vertical de simetría bilateral (50,51,52,54). Los recursos estilísticos más habituales incluyen la sustitución de partes de una figura por partes de otra, como manos por garras (1), el uso de la parte por el todo o viceversa, la combinación de rasgos humanos y animales (48,49,52) o partes de diferentes animales (51), figuras dobles (48,49,50), bicefalias y representaciones desdobladas como la de la cabeza del cocodrilo antropomorfo del pectoral 52 en la que el rostro se ve fusionando dos perfiles que forman una vista frontal simétrica.

Zopilote rey

Águila harpía
Cocodrilo
Mariposa
Zopilote rey
Mariposa con ocelos
Águila harpía
Mariposa Ciervo Murciélago pescador
Venado de cola blanca Murciélago pescador
Cocodrilo

La iconografía en las tumbas de El Caño revela un sistema de creencias insertado en las grandes tradiciones cosmogónicas y cosmológicas de la América Antigua. En la tumba T9 de El Caño, destaca una divinidad que encarna la dualidad cósmica cielo/ tierra, generadora del mundo y de la vida. Esta deidad generalmente se representa mediante la metáfora de un ser híbrido, ya sea zoomorfo o antropomorfo, que combina características de aves y reptiles, y posee la capacidad, inherente a los dioses, de desdoblarse en opuestos complementarios, como arriba/abajo, masculino/femenino, y noche/día, cuadruplicarse para abarcar los rumbos del universo y replegarse de nuevo en su unidad esencial.

Referida como la Deidad Creadora Coclé, su manifestación varía según el ámbito de acción. En el ajuar del chamán de la tumba T9, se representa fusionada como un dragón ave-reptil (51), desdoblada en forma celeste como dos aves antropomorfas (50) y en forma terrestre como un doble cocodrilo antropomorfo (52). Junto a esta deidad se encuentran otros seres sobrenaturales representados como murciélagos (47) y mariposas (53), incluso posibles escenas míticas (52,54).

Al tuyra [dios], tal como se les aparece cuando les habla a través de su tequina [chamán], lo representan con colores y de muchas maneras. Lo hacen también en figuras de oro en relieve o tallado en madera”.

Gonzalo Fernández de Oviedo, cronista español del siglo XVI.

Adaptación contemporánea de la cita, tomada de: Fernández de Oviedo, Gonzalo, 1853 [1535], Historia General y Natural de las Indias, Islas y Tierra-Firme del Mar Océano. Edición de José Amador de los Ríos. Volumen tercero. Madrid: Imprenta de la Real Academia de la Historia. Pág. 155.

47. Colgante de oro y resina en forma de murciélago vampiro sobrenatural

La figura lleva un par de crestas marcadoras de sobrenaturalidad. En el lenguaje simbólico de la América Antigua, el murciélago vampiro se relaciona con la sangre menstrual, la fecundidad humana y la fertilidad de la tierra.

Estilo Conte. Cera perdida y modelado. Hymenaea courbaril.

770 - 894 d.C.

Tamaño: 5.4 x 4 cm

Peso: 78.5 g

Composición: 88.20 % (Au)

4.00 % (Ag) 7.80 % (Cu)

Murciélago vampiro sobrenatural

Vampiro

Hoja nasal pequeña

Incisivos destacados

Grandes caninos

Marcadores de sobrenaturalidad

Crestas de triángulos

Lengua bífida

Ausencia de cola

Resina embutida en el torso del animal que da forma de colmillo al pendiente cuando está colgado

48-49. Brazaletes repujados con dos cocodrilos antropomorfos personificando la Deidad Creadora Coclé

Las parejas se representan de perfil caminando erguidos uno detrás del otro. Simbólicamente pueden referirse a la capacidad de duplicarse y cuadruplicarse de la deidad.

Grupo Conte. Oro martillado y repujado. 770 - 894 d.C.

48 - Tamaño: 11.4 x 18 cm

Peso: 78.6 g

Composición: 92.29 % (Au)4.17 % (Ag) - 3.53 % (Cu)

49 - Tamaño: 11.2 x 18 cm

Peso: 74.6 g

Composición: 92.33 % (Au)5.06 % (Ag) - 2.58 % (Cu)

Dos dobles cocodrilos antropomorfos

Deidad Creadora Coclé

Marcadores de sobrenaturalidad

Lengua bífida Representación antropomorfa (camina erguido)

Extremidades superiores estilizadas

Prolongación ocular en forma de triángulo curvilíneo

Cinturón símbolo de poder

Crestas

50. Pectoral repujado con la Deidad Creadora Coclé manifestándose en forma de pareja de aves antropomorfas

La actitud de darse la espalda y girar la cabeza para mirarse transmite la cualidad divina de desdoblarse en opuestos complementarios.

El trabajo del pectoral no está acabado, falta por repujar uno de los elementos de los cinturones.

Estilo Conte. Oro martillado y repujado. 770 - 894 d.C.

Tamaño: 18.9 x 17.7 cm

Peso: 124.6 g

Composición: 90.47 % (Au)4.38 % (Ag) - 5.15 % (Cu)

Pareja de aves antropomorfas

Deidad Creadora Coclé

Zopilote Rey

Pico curvo cerrado

Carúncula frontal

Rasgos sobrenaturales

Crestas de triángulos

Triángulo curvilíneo prolongando los ojos

Atavíos

Cinturón símbolo de poder

Fuertes garras

51. Pectoral repujado con la Deidad Creadora Coclé manifestándose como una pareja de dragones águila harpía/ cocodrilo

La figura se organiza en torno a un eje vertical especular que resalta su dualidad y su papel cósmico de conexión entre cielo y tierra. La cruz en sus colas se refiere a los cuatro rumbos del universo en el plano horizontal.

Estilo Conte. Oro martillado y repujado. 770 - 894 d.C.

Tamaño: 23.4 x 21.9 cm

Peso: 181.4 g

Composición: 55% (Au)3.80% (Ag) - 11.61% (Cu).

Doble dragón híbrido de ave y reptil Deidad creadora Coclé

Águila Harpía

Gran dedo trasero

Cola de plumas

Doble copete nucal levantado

Pico ganchudo

Narina

Cocodrilo

Narina

Fauces dentadas

Extremidad trasera

Rasgos sobrenaturales

Crestas

Lengua larga y rizada Prolongación ocular en forma de triángulo curvilíneo

Colas unidas con una cruz de brazos iguales símbolo de los cuatro rumbos del universo

52. Pectoral en forma de mariposa

repujado con una posible escena mítica

En ella interactuan la Deidad Creadora Coclé en forma de doble cocodrilo antropomorfo, una mariposa y una pareja de ciervos. La dualidad del cocodrilo se refleja en la imagen desdoblada de su cabeza y figurada como la unión de dos perfiles.

Estilo Conte. Oro martillado y repujado. 770 - 894 d.C.

Tamaño: 25.2 x 13.2 cm

Peso: 194.4 g

Composición: 93.57 % (Au)4.41 % (Ag) - 2.01 % (Cu)

Doble cocodrilo antropomorfo

Deidad creadora coclé

Mariposa

Cresta sobrenatural del cocodrilo que es a la vez la cola del ciervo

Cinturón símbolo de poder

Cabezas de perfil sin mandíbula inferior que unidas forman una de frente

Cuerpo estilizado fusiforme

Cintura indicando que es antropomorfo

Dos alas fundidas en una

Ciervo

Astas Orejas Nariz

53. Pectoral en forma de mariposa

estilizada con las alas abiertas

Diferentes cosmovisiones del norte y sur de la América Antigua relacionan la mariposa con el alma del difunto en su viaje al más allá, considerándola una mensajera entre el mundo natural y el sobrenatural.

Estilo Conte. Oro martillado y repujado. 770 - 894 d.C.

Tamaño: 22.6 x 11.3 cm

Peso: 137.1 g

Composición: 93.19% (Au)4.50% (Ag) - 2.32% (Cu)

Mariposa

Dos alas fundidas en una

Cuerpo estilizado fusiforme

Ocelos (para

a los predadores)

Orificio para la suspensión

disuadir

54. Pectoral repujado con una posible escena mítica

En ella, un murciélago pescador sobrenatural captura dos tiburones. Los tres actores se relacionan simbólicamente con la entrada del inframundo, por lo que la escena podría formar parte de un relato que narrara las incidencias del viaje al más allá del espíritu del difunto.

Estilo Conte. Oro martillado y repujado. 770 - 894 d.C.

Diámetro: 23.4 cm

Peso: 23 g

Composición: 85.90% (Au)4.57% (Ag) - 9.54% (Cu)

Murciélago

antropomorfo

Murciélago pescador

Noctilio leporinos

Nariz respingona

Oreja

Trago (antena de ecolocalización)

Rasgos antropomorfos

Cintura

Dientes cuadrados

Cuello

Ausencia de cola

Tiburón

Hocico triangular

Ojos

Aletas

Aperturas branquiales

Rasgos sobrenaturales

Cuernos

Forma antropomorfa

Objetos que hablan: del subsuelo a las páginas de este libro

El recorrido de un objeto arqueológico, desde su hallazgo en el yacimiento hasta su presentación en una exhibición o un libro, es un proceso largo y cuidadosamente regulado. Todo comienza con intervenciones debidamente planificadas y autorizadas, donde los arqueólogos descubren los objetos durante excavaciones realizadas de forma sistemática.

Cada hallazgo se documenta con precisión: se registran la ubicación exacta, el contexto arqueológico y las condiciones del entorno, y se toman fotografías, notas, dibujos y escaneos o modelos 3D, que dejan constancia de su estado original antes de moverlo. Luego, el objeto se extrae con sumo cuidado para evitar daños, se embala y se etiqueta correctamente para su traslado a un laboratorio o centro de conservación.

En el laboratorio, los especialistas limpian la pieza con técnicas específicas para cada tipo de objeto y aplican tratamientos de conservación que estabilizan sus materiales y previenen el deterioro, controlando factores como la humedad o consolidando superficies frágiles. A continuación, se realizan análisis científicos —químicos, radiográficos, de datación o de composición— que permiten identificar materiales, técnicas de fabricación, cronología, función y contexto cultural del objeto. Toda esta información se formaliza en una catalogación: la pieza recibe un número de inventario y queda registrada en bases de datos junto con descripciones, resultados analíticos y fotografías de referencia.

Una vez catalogado, el objeto pasa a un depósito en condiciones ambientales controladas. Si el objeto es seleccionado para una exposición, los curadores lo integran en un discurso museográfico: diseñan la narrativa, preparan textos explicativos y determinan la mejor forma de presentación mediante vitrinas, soportes e iluminación adecuada. Finalmente, el objeto se muestra al público, contextualizado con información que resalta su procedencia, su función original y su relevancia cultural, cerrando así el ciclo que lo llevó del yacimiento arqueológico a una exhibición o a las páginas de un libro como este.

Fundación El Caño: ciencia, cultura y educación

Por medio de un convenio de cooperación con el Ministerio de Cultura, la Fundación El Caño realiza en el sitio un importante trabajo de investigación, conservación y puesta en valor del patrimonio arqueológico. Esta labor, que cuenta hoy con reconocimiento nacional e internacional, es respaldada de forma continua por la Secretaría Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (SENACYT) y por la Ciudad del Saber, así como por otras entidades y particulares.

Desde 2011, la Fundación El Caño ha liderado excavaciones arqueológicas en el sitio que han contribuido a un conocimiento más profundo sobre las sociedades precolombinas del istmo, sacando a la luz suntuosas tumbas de la élite de los coclé que, con sus ricos ajuares funerarios, nos hablan de esa sociedad, su visión del mundo, su organización y su capacidad para innovar artística y tecnológicamente.

La Fundación El Caño también ha colaborado con el Ministerio de Cultura en la modernización del Museo de El Caño, que ofrece a los visitantes una mirada científica sobre la vida y las costumbres funerarias de los antiguos pobladores de Coclé. El compromiso de la Fundación con la educación y la comunidad local ha convertido a El Caño en un referente regional para la arqueología, promoviendo el turismo cultural y fortaleciendo la identidad histórica del país.

Aquí pueden apreciarse imágenes del proceso llevado a cabo por el equipo de la Fundación El Caño para la preparación y montaje de la exhibición El último vuelo del chamán en Ciudad de las Artes, en noviembre de 2024. De forma permanente puede verse una exhibición en el Museo de El Caño (parte de la red de museos del Ministerio de Cultura) sobre los hallazgos realizados en el sitio arqueológico.

Vistas generales de la inauguración de la exhibición El último vuelo del chamán en Ciudad de las Artes, que contó con palabras de S.E. Maruja Herrera, Ministra de Cultura.

Iconografía en los artefactos de oro y cerámica

BRAZALETES Y PECTORALES

Zopilote
Murciélago
Cocodrilos
Dragon híbrido
Mariposa
Mariposa

COLGANTES

CERÁMICAS

Mujer quimbaya Chamán murciélago Murciélago
Cocodrilos

Créditos

Exhibición

Guion museográfico y museografía: Julia Mayo Torné

Preparación de contenidos: Julia Mayo Torné, Mercedes Guinea Bueno y Carlos Mayo Torné

Preparación de soportes: Carlos Mayo Torné

Conservación: Aurelio Sánchez y Elías Zaldívar

Vectorización de imágenes: Gabriel Correa

Diagramación: Lorena Carrasco

Publicación

Textos: Julia Mayo Torné, Carlos Mayo Torné y Mercedes Guinea Bueno

Dibujos de artefactos e iconografía: Gabriel Correa y Aurelio Sánchez

Ilustraciones: Julia Mayo Torné y Aurelio Sánchez

Fotografías: Fundación El Caño

Concepto y edición: Walo Araújo - Ciudad del Saber

Diseño, diagramación e impresión: Bizarra Comms.

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