Educación, desarrollo y paz en el Magdalena Medio - Aprendizajes

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solidaridad y alianza con otras organizaciones. Brigadas Internacionales de Paz (PBI, por su siglas en inglés), por ejemplo, redobló la protección de la organización barranqueña ante el inminente riesgo; se estrecharon las relaciones con la Iglesia local y con grupos de religiosas, como las Juanistas, que acompañaron a la organización y a sus procesos con la comunidad; la solidaridad y respaldo de las Juntas de Acción Comunal y en general de las comunidades de la región se puso en primer lugar durante ese momento, a la par con organizaciones defensoras de los derechos humanos y redes de mujeres del ámbito nacional. La intensificación de la violencia en la región y las amenazas contra la OFP enmarcan otros dos episodios importantes de la organización, que hacen parte de las acciones de resistencia emprendidas por este grupo de mujeres.

4.4.3. La resistencia femenina El primero de estos dos episodios de resistencia se presentó con ocasión de las marchas desplegadas contra el despeje de territorios como requisito para entablar diálogos de paz con el ELN. Esta guerrilla había hecho la propuesta al Gobierno Nacional (en ese entonces encabezado por Andrés Pastrana Arango, 1998-2002), a lo cual los grupos paramilitares reaccionaron con una serie de marchas de rechazo a la idea organizadas en la región del Magdalena Medio y el sur de Bolívar durante los primeros meses del año 2000. Con ocasión de la marcha de Puerto Wilches (Santander) los paramilitares acudieron a la sede de la OFP para pedir en préstamo ollas de cocina, solicitud que fue rechazada por esa organización con el argumento de que “las ollas son políticas”, en el sentido de ser un símbolo de resistencia de las mujeres, como lo explicaron en los talleres. La negativa a prestar las ollas representó en ese momento la determinación de “no colaborar en ningún sentido con los actores armados”. El episodio provocó advertencias de los paramilitares y presiones para que la organización femenina saliera de la zona. Posteriormente la organización afianzó el sentido político de las ollas y las incorporó a sus símbolos de demanda y defensa de los derechos integrales de las mujeres. El segundo episodio de resistencia lo constituyó la reconstrucción de la sede de la OFP en el barrio La Paz, ubicado al norte de Barrancabermeja. Una noche de abril del año 2001 un grupo de paramilitares, bajo el mando de alias el ‘Gato’, derrumbó la estructura de la casa de la organización y se la llevó en camiones, dejando el lote vacío. Al día siguiente las mujeres, atónitas frente al lote desocupado pero con la solidaridad de la comunidad, organizaron la marcha del ladrillo para reconstruir la sede, lo cual logró con éxito al cabo de un año. La casa derribada era una construcción de madera, por lo cual su destrucción no fue difícil. Las mujeres habían comprado el lote para poner en funcionamiento un comedor comunitario, realizar reuniones y cursos de capacitación y organizar brigadas de salud. Por ese mismo tiempo los grupos paramilitares habían hostigado en repetidas ocasiones las sedes que la OFP tenía en Barrancabermeja y otros municipios de la región, amenazando con tomarse los lugares y hacer uso de ellos para sus propósitos, a lo que las mujeres se habían opuesto con valor y recurrido a


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