Historias locales
Las ruinas de Jalón “El “oro colorado” creó una civilización “sui generis” nada más que a su servicio, y sin proyecciones de ninguna naturaleza… a los capitalistas de La Forestal no les interesa ya la fábrica, que es como un símbolo viviente de su civilización…” Juan Ramón Lestani, Por los caminos del Chaco
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Por Daniel Chao
Las configuraciones sociales se componen de miles de tramas. Conflictivas, contradictorias. Entre esas tramas se definen los poderes, las obturaciones y los excluidos. Por supuesto, también se definen los matices. En 1916 abría sus puertas la fábrica de extracción de tanino de José Femenía, lo que a partir de ese momento se conocería como Villa Jalón. En la actualidad, entre cimientos, alambres retorcidos y postes enmohecidos, se pasean los monos chaqueños. Los árboles tapan lo que alguna vez fue un monstruo empresarial. Monstruo en varios sentidos. Para llegar al lugar hay que atravesar Puerto Tirol. A la salida del pueblo, apenas empieza la ruta de tierra del antiguo trazado de la Ruta Nacional 16 se deben transitar unos cinco o seis kilómetros hacia la derecha. El lugar es imperceptible desde afuera. La referencia es la Escuela Nº 81 y un par de alambrados. No obstante, sin un buen guía, es imposible encontrar el lugar. Porque no se ve. Esa invisibilidad es la marca de su valor y potencia de relato. Tirol y Villa Jalón comparten condiciones de nacimiento. En la primera, se instaló en 1904 la fábrica de extracción de tanino llamada La Industrial del Chaco, que luego se llamó Quebrachales Fusionados, que luego se denominó Unitán. La fábrica sigue en funcionamiento, y su chimenea humeante es un paisaje constante en esa ciudad. En Jalón, por su parte, se montó una fábrica con el mismo fin: la explotación del tanino. Inició su funcionamiento en 1916, y cerró definitivamente sus puertas en 1935. Ambas vieron un crecimiento demográfico a raíz de la fábrica. Tirol sigue; Villa Jalón quedó en el camino. Esa matriz común puede generar -no en todos lo casos, no es cuestión de universalizar los
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sentidos- dos impactos simultáneos. Por un lado, un impacto visual. La sorpresa obvia de ver en Tirol una fábrica en medio del pueblo. Por suerte el cachetazo-respuesta viene directo: no nene, el pueblo se formó alrededor de la fábrica. En todo caso, los desubicados fueron los primeros pobladores. El segundo impacto es en forma de flashback. O para ser más precisos, de un rápido montaje imaginario de una historia paralela, en la que Villa Jalón, hoy desaparecida, puede tranquilamente formar parte de las localidades chaqueñas. En este caso, la respuesta es menos obvia pero no por eso menos concreta. No nene, el monopolio de La Forestal no hubiera permitido el crecimiento y sostenimiento de fábricas paralelas. Los paralelismos tienen el límite de la concentración económica. Pero vayamos por parte. VILLA JALÓN Y LA RUTA DEL TANINO El paisaje lindero a las ruinas de la fábrica de Femenía es bastante abierto. Hay muy poco en realidad. Rodean los escombros algunos campos de explotación privada y el terreno de la escuela rural. Alambrados y árboles pequeños es la constante. Contradice este panorama a los bosques de quebrachales y las numerosas casas, ranchos o tolderías que construyeron los trabajadores de Jalón, postal de casi 100 años. José Femenía era inmigrante. Provenía del poblado de Villa Jalón, en la provincia de Alicante, España. Perteneció a las primeras camadas de gringos que ocuparon tierras en nuestra provincia a finales del siglo XIX. Comerciante de la carne desde el inicio, vio en el tanino la veta empresarial. Era el momento justo. Leyes endebles y una incipiente y arbitraria organización territorial, permitía la explotación desmedida de la naturaleza y los obreros. En 1902 montó su primera empresa de explotación taninera
denominada Río Arazá. Figura en los registros chaqueños como la primera en el rubro. La llamada ruta del tanino fue un proceso que se dio en el marco de un plan de ocupación territorial en el Chaco. En líneas generales este plan tenía dos objetivos: reforzar la estructura territorial y marcar fronteras de explotación forestal. Era común ver obrajeros correntinos cruzar el río para extraer madera y llevársela. Uno de los objetivos del impulso forestal chaqueño fue ese: terminar con la explotación clandestina. La instalación de las fábricas en la región respondía a las condiciones naturales. Había abundante materia prima como también agua dulce tanto para el procesado de la madera en la obtención del tanino como para la eliminación de efluvios industriales. En menos de diez años se multiplicaron las fábricas de extracción de tanino. Don José habrá pensado en la expansión. Venía bien la mano, pero los ingleses ya estaban copando el espacio. Necesitaba nivel de competencia. Se asocia junto a Demetrio Baranda y fundan Jalón Ltda. Lo interesante de don Demetrio es que, al mismo tiempo, estaba a cargo de Quebrachales Fusionados. No podía perder el buen hombre. La fábrica de Femenía se instaló en la zona aledaña a Puerto Tirol, a 500 metros de un embarcadero sobre el río Negro, sobre lo que hasta entonces se conocía como Puerto Bobis, en honor a la familia del mismo apellido. Los Bobis figuran entre los primeros inmigrantes en asentarse en Chaco. Pero esa es otra historia. A partir de ese momento, y como un homenaje a su poblado natal, don José Femenía bautizó al lugar como Villa Jalón. Corría el año 1916, y la Primera Guerra Mundial marcaba el ritmo económico de la periferia.