Paul Giudicelli (San Pedro de Macorís, 1921Santo Domingo, 1965). Brujo disfrazado de pájaro. 1964. Medios mixtos sobre tela. 130 x 97.5 cm. Premio I Concurso de Arte Eduardo León Jimenes. Colección Eduardo León Jimenes de Artes Visuales.
especialmente en la escultura, que encontró numerosas alternativas en el empleo de materiales y formas, como también nuevos campos de exploración que resultaron trascendentes a la contemporaneidad. La polémica modernista se debatió en todos esos terrenos de la creación y tuvo que abrirse paso en circunstancias difíciles, confrontando con las prácticas artísticas precedentes y con la función comunicativa dentro de las nuevas proyecciones sociales que se reclamaban al arte. Lo esencial en este sentido fue el paulatino desvanecimiento de lo anecdótico para asumir esas zonas de contactos con el acontecimiento plástico, que enalteció y reivindicó –con toda sensibilidad– las fuentes nutricias de la cultura isleña.
Responsabilidad social del artista Una sucesión de acontecimientos políticos y sociales desataron un proceso complejo y convulso en la República Dominicana durante la década de 1960, marcados por las esperanzas renovadoras de las elecciones que dieron la presidencia a Juan Bosch y la frustración de ese proceso democrático con el acto golpista y la intervención estadounidense. Las reacciones populares fueron intensas y abarcaron todas las esferas de la sociedad. Las artes plásticas emergieron con nuevo ímpetu identitario y modernizador en ese contexto y los artistas asumieron compromisos cívicos de carácter grupal que llegaron a adquirir una gran significación ética con sentido de responsabilidad social. Las artes y los artistas suelen ser muy sensibles a los procesos que impactan la sociedad, aunque ellos no adquieran su expresión cultural en simultaneidad con la dinámica de los acontecimientos políticos y sociales, manifestándose en su proyección como tendencia histórico-artística. Pero esos procesos pueden también impactar –por su envergadura– a la sociedad toda y entonces tensan la cuerda de la creación artística y su propia inmediatez genera dinámicas culturales circunstanciales signadas por su tiempo. En el contexto dominicano del primer lustro de los años sesenta, se desencadenaron acontecimientos nacionales que desataron estos dos modos de comportamiento en las artes. De una parte, una tendencia que profundiza en la expresión nacional con una marcada orientación social y modernizadora del lenguaje artístico, que tiene sus antecedentes en la década anterior e irradia más allá de 1965. Y, en paralelo con los sucesos políticos y sociales, la creación de agrupaciones artísticas impulsadas por los acontecimientos que inquietaban a la sociedad e incorporaban a los artistas –desde el arte– a las batallas populares. Cuando se produjo la eliminación de Trujillo, en mayo de 1961, las artes plásticas dominicanas se encontraban en un momento de madurez que se revelaba también en una literatura que, con palabras de José Alcántara Almánzar, indagaba cada vez
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