2. “COMAYAGUA DE TECUZICALPA”: El origen del pueblo de indios Ya en 1893, Antonio R. Vallejo, en su Compendio de la historia de Honduras, hablaba de una posible “coexistencia” entre el Real de Minas de Tegucigalpa y el pueblo de indios de Comayagüela a finales del siglo XVI. Para 1580, el nombre de Comayagüela era “Comayagua de los indios” (Lunardi, 1945). En 1582, el poblado aparece mencionado como “Comayagua de Tecuzicalpa”3. El “gobernador” del pueblo era Don Diego de Hernández, “...indio […] que es ladino en lengua mexicana y en la materna de estos naturales que se llama Populuca...” (Martínez Castillo M. , 1983, p. 161), quien junto a Don Juan Gobernador, cacique del pueblo de indios de Tegucigalpa (ubicado donde hoy está el Barrio Abajo), ponen queja al Gobernador de Honduras, Alonso Contreras de Guevara, sobre la violación y abusos a la indígena de Comayagüela llamada Francisca, por parte de Juan de León, Alguacil Menor de Minas, quien “tuvo acceso con ella carnalmente tres veces” (Íbid. P. 162). El esposo de la indígena víctima de violación argumentó en su testimonio que desde hacía muchos años no se detenían los abusos por parte de los españoles. A partir del análisis de dicho documento, Gloria Lara Pinto intenta explicar la relación entre Comayagüela y Tegucigalpa desde sus inicios, proponiendo la existencia de un asentamiento prehispánico de etnia lenca con relaciones socioculturales y políticas indisolubles, dividido en dos pueblos con “...una clásica división en mitades subrayada por un accidente natural, el ‘río en medio’, representando cada pueblo una mitad […] gobernados por dos diferentes linajes y esto explica la existencia de un gobernador en cada uno...” (Lara Pinto, 2011, p. 184). Ambos pueblos se ubicaban en “...una unidad geopolítica indígena que se identifica como la Provincia
de Sulaco-Manianí...” cuya primera mención en un documento colonial sería -según la autora- en 1536 (Lara, 2011, p.182). En dicha región se hablaba un dialecto variante del lenca (Lara Pinto, 1991), primera prueba de que ambos pueblos eran de esa etnia. Otra evidencia argumentada por la autora sería el guancasco4 entre los habitantes de Comayagüela y los de Lejamaní, documentado como ya vimos por Inés Navarro en su Reseña de 1900. En dicho guancasco, que desapareció según Ardón (1937) en 1893, la Dolorosa de Lejamaní visitaba a La Candelaria de Comayagüela y al año siguiente se hacía el trayecto a la inversa. Por otra parte, existe la evidencia de otro guancasco, cuya existencia se menciona en 1881, en un punto de colindancia llamado Cruz Blanca, donde se daba el encuentro entre los santos de Lepaterique y Támara5. Es claro entonces que ya había, al momento de la conquista, dos poblados separados por el río Choluteca en algún punto de las áreas donde hoy se ubican Tegucigalpa y Comayagüela. Es muy probable que Comayagüela y Tegucigalpa, puestas bajo el dominio español, hayan sido refundadas en lugares diferentes a los que habían ocupado antes; pero ninguno de los dos pueblos abandonó su asentamiento en la respectiva ribera del río que les correspondía, y en la cual se mantuvieron hasta nuestros días. Por otra parte, si bien la existencia de estos pueblos de indios es anterior a la llegada de los españoles, sus identidades como tales se construyeron y consolidaron durante el período colonial, en el sentido que las relaciones socioculturales y políticas entre ambos se desarrollaron en función de las circunstancias históricas impuestas por la Colonia.
Archivo General de Indias -en adelante AGI- (1582). Información por do constara a su majestad el desacato del teniente de alcalde mayor de minas y consortes que tuvo con el gobernador de Honduras estando visitando por mandato de su majestad los pueblos de su jurisdicción y gobierno. Audiencia de Guatemala, legajo 56, en: Mario Felipe Martínez Castillo, Documentos, Historia de Honduras. Tegucigalpa, Editorial Universitaria, 1983. Los guancascos son celebraciones lencas. Véase Anne Chapman (1978). ANH (1881), título 72, Departamento de Francisco Morazán, Cofradía del Crucificado, Tegucigalpa.
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Historia, identidad y memoria