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BOLETÍN INFORMATIVO NÚM. 12, OCTUBRE-DICIEMBRE DE 2003 CENTRO BASILEA DE INVESTIGACIÓN Y APOYO, A.C. despreciados, en fin, desde la perspectiva de los que sufren‖. (Letters and Papers from Prison, p. 17) Esta perspectiva cobra relevancia para nosotros por el hecho de ser Iglesia en un contexto de pobreza, marginación y olvido de gran parte de la población y especialmente de las etnias indígenas marginadas y casi olvidadas durante más de cinco siglos, como bien sabemos, y que muchos de ellos forman parte de nuestras iglesias. La discusión de tales preguntas y perspectivas nos ayudarán a definir con mayor claridad cuál debe ser nuestra proclamación y acción distintiva a diferencia de la Católica Romana y a fin de contribuir más decididamente en la construcción de una sociedad más justa y más humana por medio de una predicación, testimonio y misión más pertinente. Y además nos ayudará a recuperar la dimensión profética veterotestamentaria asumida por Jesús de Nazaret mismo. ¿Cómo empezar la discusión sobre quién es Cristo para nosotros hoy? 1. VER A JESUCRISTO DESDE LA PERSPECTIVA DEL A.T. Lamberto Schurmann comenta que las imágenes de Cristo que circulan en el continente latinoamericano generalmente son una invitación a escapar de la historia contemporánea. Es decir, que no tienen relación con la centralidad de la vida, ya sea el Cristo Rey todopoderoso que avala a los pudientes y a la vez es lejano como el Cristo del Cubilete o el Cristo sufriente o el Cristo muerto de los templos católicos que invita a aceptar la vida tal como es. También puede ser el Cristo escapista de la predicación de los evangélicos (―Dejo el mundo y sigo a Cristo‖). Schurmann asevera que esas representaciones de Cristo se deben a una total ausencia de una perspectiva veterotestamentaria en la interpretación de quién es Jesucristo. La interpretación helenísta del Nuevo Testamento, preocupada con la inmortalidad y la vida futura ha contribuido a una interpretación abstracta de Jesucristo. Una solución se encuentra en ver al N.T. desde la perspectiva del A.T. Esto salvará a la Iglesia de un gnosticismo implícito y explícito..y así entender la validez de la práctica histórica de Jesús. (Jesús, ni vencido, ni monarca celestial, p. 258-259) Tal perspectiva nos ayudaría a comprender cómo el ministerio de Jesús tomó lugar en el centro de la lucha por la vida abundante para su pueblo y no en la periferia, en línea y de acuerdo con la tradición profética del Antiguo Testamento. Pero a la vez, hemos de preguntarnos cómo mantener la dimensión de la relación personal con Cristo, predicada en la mayoría de las iglesias protestantes, y a la vez

seguirle en la lucha por la vida en el centro de la historia conflictiva de hoy. Bonhoeffer puede ayudarnos aquí. En sus conferencias sobre ―Cristo, el Centro‖, dice: a) Jesucristo está en la frontera de mi existencia. Él tiene una respuesta para mí dándo sentido a mi existencia personal no solamente en una forma sentimental sino bíblica y teológica. Pero a la vez agrega b) Jesucristo es el centro y el sentido de la historia. Jesucristo vivió una existencia humana completa en medio de un contexto conflictivo con su pueblo. Jesucristo es ―el hombre para los demás‖, el Hijo del Dios viviente: ―En tanto que Dios entró en la historia, el significado de la historia esta atadocon un evento que tomó lugar en lo profundo y escondido de un hombre queterminó en la cruz. (Christ the Center, Harper and Row, p. 60) 2. ¿DÓNDE ESTÁ JESUCRISTO HOY? 2.1 Para Bonhoeffer, Jesucristo está, en primer lugar, en la Iglesia a través de la Palabra y los Sacramentos: ―Cristo es la Palabra. En Cristo, la Palabra divina entra en la palabra humana. De esta manera, el sermón es ambos la pobreza y la riqueza de la iglesia...(Así, ) Cristo está presente en la Iglesia como Palabra audible.‖ De la misma manera, el Sacramento es la Palabra de Dios porque ―es la proclamación del Evangelio.De esta manera la eucaristía es lo que es porque Dios, por medio de su Palabra, se refiere y consagra los elementos del pan y el vino. Esta Palabra se llama Jesucristo‖. (Christ the Center, pp. 52, 53, 63) Es precisamente esta aseveración de Bonhoeffer la que nos hace pensar que lo único que le da validez a las iglesias protestantes o evangélicas en un contexto mayoritariamente católico, es la Palabra de Dios expuesta y practicada con fidelidad y lealtad a Dios mismo. Sin la fidelidad a esta Palabra, las iglesias protestantes no tienen razón de ser ni de existir en México. Sin esa fidelidad a la Palabra, dócilmente se convierten en ―asociaciones religiosas‖, como las define el gobierno, y dejan de ser el Cuerpo de Cristo. Este aspecto es tema para estudio y análisis aparte sobre la naturaleza y misión de la Iglesia. En las iglesias reformadas creemos lo que Juan Calvino comenta respecto a la proclamación y los Sacramentos. Las características esenciales de la Iglesia verdadera están dondequiera que la Palabra de Dios se predica rectamente y los Sacramentos son administrados también rectamente. (J. Calvino, Institución de la Religión Cristiana, IV.9, p. 281) Esto toma lugar en el contexto de la promesa de Cristo: ―donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy en medio de ellos‖ (Mt.18.20)

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