Reportaje: Relatos de Acero

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Reportaje| Memorias y vivencias de antiguos sidoristas

Relatos de Acero La experiencia de trabajadores activos en la Siderúrgica del Orinoco durante la segunda mitad de la década de 1970, un periodo de grandes retos y desarrollo para la empresa.

Por Celso Emilio Vargas Mariño

Ilustración de una composición de la Siderúrgica. (Fuente: La Historia del Hierro).


Si existen dos palabras grabadas en la colectividad de Ciudad Guayana son “empresas básicas”. Crecemos escuchando hablar sobre ellas. Aún sin saber qué son, dónde quedan ni qué hacen, entendemos que son parte de nuestra cultura y pasan a ser tan comunes para los guayaneses como el río Caroní o el parque La Llovizna. En las empresas trabajan muchos de nuestros padres o al menos los de nuestros amigos. De ellas se habla en la radio y se publica en los periódicos cada día. Vemos sus logos en las plazas y avenidas. Representan un ícono para nuestra historia y es que en realidad algunas empezaron a formarse incluso antes de que se fundase la ciudad. Sin embargo, existe una específica que, desde sus inicios, fue concebida como un proyecto netamente venezolano y que, aunque necesitaría cooperación extranjera para concretarse, representó una industria de primera categoría al servicio del país. Se trata de la Siderúrgica del Orinoco. Sidor, abreviatura con la que comúnmente se le conoce, es un complejo siderúrgico de grandes proporciones ubicado en la zona de Matanzas. Desde sus inicios, su construcción requirió de grandes esfuerzos hasta que, finalmente, el sueño de verla en funcionamiento se hizo realidad. Desde ese punto en 1962 hasta su expansión más grande en 1978 con la inauguración del Plan IV, demostró ser uno de los propósitos con mayor ambición dentro del desarrollo industrial venezolano.


El génesis siderúrgico Al comienzo todo era sabana. Con esa frase inicia el documental realizado por la oficina de Relaciones Públicas de la firma italiana Innocenti para dejar un registro de la construcción de la siderúrgica que llevarían a cabo en Venezuela desde 1957 hasta 1962, específicamente en la ciudad conocida como Puerto Ordaz, al sur oriente del país. Este es el proyecto que pasaría a ser llamado Siderúrgica del Orinoco C.A. Es increíble ver en las imágenes la planicie árida llena de árboles de Chaparro bajo el ardiente sol, presenciar la forma en la que llegaba la mano del hombre con sus vehículos, grúas, vigas, metal, concreto, para levantar sobre la naturaleza una de las principales plantas industriales de Latinoamérica. Según los datos presentes en la página web de Sidor, 1953 fue el año en que el gobierno del presidente Marcos Pérez Jiménez toma la decisión de construir una Siderúrgica en la margen del río Orinoco. Para ello se creó la Oficina de Estudios Especiales de la Presidencia de la Republica, departamento al que se le encomendó el planificar y ejecutar la Planta Siderúrgica. El libro institucional de Sidor publicado en 1992 titulado La Historia del Hierro, destaca las razones que para el momento definieron a Puerto Ordaz y específicamente una parcela determinada en el sector de Matanzas, como el territorio idóneo para este propósito: 1. Es el lado del Caroní con mayores reservas conocidas de hierro.


2. En

Matanzas

se

hicieron

perforaciones

preliminares

que

confirmaron la presencia de excelente calidad del subsuelo. 3. Las condiciones portuarias resultaron las mejores para un atracadero fluvial. Una vez definidos los estudios preliminares respecto al territorio, para el año 1955 finalmente se suscribe el contrato con la Innocenti. Tal y como reza el documental que realizó la firma, la Siderúrgica del Orinoco nació en Millan, ciudad en donde la firma italiana tenía sus instalaciones. De esta manera, se firmó por la construcción de la planta física con capacidad para una producción anual de 560.000 toneladas. El cronista Américo Fernández narra en su blog Crónicas Angostureñas que para la época este pedido representa para Italia la mayor operación económica de la historia en el plano de la exportación y para Venezuela la mayor operación después de los acuerdos petroleros con la América del Norte. No se trata pues de una hazaña cualquiera, sino de una iniciativa ambiciosa que buscaba un ingreso económico para la nación distinto al petróleo.

La Sabana se vistió de industria En 1957 todo el aspecto técnico estaba planificado y listo para comenzar la construcción de la Planta de Matanzas. Así sería en los primeros meses del año. La Historia del Hierro cuenta que la estrategia fue simple y expedita: los materiales estructurales y las máquinas siderúrgicas llegaron por el río Orinoco, los materiales de construcción por


tierra. Enormes cantidades de maquinaria y embalajes llegaban para ser depositados en el suelo de aquel paisaje que pronto empezaría a cambiar. La Historia del Hierro narra cómo se planificaba contar con 4 hornos Siemens- Martin de 250 toneladas de producción cada uno. De estos saldrían los lingotes para los trenes de laminación de palanquillas, perfiles estructurales, cabillas y alambrones. Además, como parte de los servicios que se pondrían en funcionamiento, se encontraba la fábrica de tubos sin costura, diseñada para todos los calibres comerciales. Todas estas áreas fueron pensadas en su futura aplicación. Incluso teniendo los recursos tecnológicos de la actualidad, aquel representaría un objetivo muy exigente; en tal caso, para la época de 1957, era una cruzada sumamente ardua de llevar a cabo. Pese a ello, el proyecto avanzaba con paso firme y poco a poco se logró ver el avance de la construcción. Llega en 1958 el alzamiento militar y la huelga general que derrotan la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Sube al poder temporalmente el Almirante Wolfgang Larrazábal y se crea el Instituto Venezolano del Hierro y del Acero, para sustituir a la Oficina de Estudios Especiales de la Presidencia de la República. El cambio de gobierno no afecta de ninguna manera los planes. Paralelamente, más de 400 venezolanos son enviados a distintas ciudades de Italia para formarse técnicamente y desempeñar tareas en la futura siderúrgica. Serían los primeros hombres criollos del acero.


Los 60 y las primeras dificultades La década de 1960 comenzó con un evento de especial importancia para el desarrollo industrial de todo el país: la creación de la Corporación Venezolana de Guayana (CVG). A esta pasarían las responsabilidades del Instituto Venezolano del Hierro y el Acero. Dos años más tarde, el 9 de julio de 1962, se realizó finalmente la primera colada de acero. El horno Nº 1 de la Acería Siemens- Martin fue el protagonista de aquel acto tan emblemático. En el libro institucional de Sidor en 1998 y titulado 35 años de la primera colada de Acero, se menciona que el acto contó con la presencia del presidente Rómulo Betancourt.

Ilustración de la primera colada del acero. (Fuente: La Historia del Hierro).

Para el año siguiente, la construcción al fin concluía. Seis años fueron necesarios para que se completase la Planta y estuviese en completo funcionamiento. El 1 de abril de 1964, la CVG constituye a la Siderúrgica


del Orinoco C.A, confiriéndosele la operación de las instalaciones existente. Sería administrada por un presidente y una junta directiva compuesta por 8 directores principales y sus suplentes. Así comenzaría un largo camino por recorrer en el que hombres y mujeres se midieron al reto de fortalecer a Venezuela. Sin embargo, los inicios fueron adversos a las altas expectativas. Así lo explica el geólogo petrolero Gustavo Coronel quien, a través de su experiencia en 1992 como asesor a la CVG en materia de privatización, realizó un estudio del desarrollo de las empresas básicas de Guayana desde sus inicios. Su trabajo se plasmaría en el libro Una perspectiva gerencial de la Corporación Venezolana de Guayana, publicado en 1995, en donde el autor afirma: En 1967, Sidor aún no había alcanzado el nivel de producción de diseño y mostraba pérdidas operativas acumuladas por unos 80 millones de dólares.

Ilustración con la vista aérea de la Planta de Sidor. (Fuente: La Historia del Hierro).


Son evidentes las dificultades, situación que, según Américo Fernández en su artículo La creación de Sidor, se debía principalmente a tres elementos: Problemas de índole tecnológicos y administrativos, estrechez del mercado y una baja en la demanda de tubería sin costura por parte de las empresas petroleras. El escenario obligaba a que una planta de tal magnitud no alcanzase su verdadero potencial. Ante este panorama y la necesidad de ampliar la capacidad de producción en materia siderúrgica, Fernández explica que el gobierno planificó un programa integral a largo plazo. Este esquema planteaba ampliar las líneas de producción incorporando además las ventajas presentes en los ricos yacimientos de hierro en explotación junto con la energía eléctrica que había empezado a generarse desde Guri. La estrategia surge efecto. Gustavo Coronel explica que el período comprendido entre 1968 y 1976 la empresa no perdió dinero pero tampoco obtuvo ganancias. Para el año de 1971 ocurre un evento de especial importancia al iniciarse la construcción de la Planta de Productos Planos como parte del Plan de Ampliación III. Ya para esta época el personal venezolano formado en Italia años atrás posee cargos importantes dentro de la compañía y la participación extranjera es muy pequeña. Un año más tarde, crece la producción aumentando la capacidad de los hornos Siemens- Martin de 900.000 toneladas anuales de acero crudo a un total de 1.200.000.


Ilustración interna de las instalaciones. (Fuente: La Historia del Hierro).

Los años transcurrirían para aquella joven Sidor aún formación. Sin embargo, un nuevo evento, esta vez relacionado a la dirigencia política del país, marcaría el comienzo de una nueva etapa. Sería pues, el arribo a la presidencia de Carlos Andrés Pérez en 1974. Desde el primer año, Pérez dejó en claro tener grandes proyectos para Sidor durante su gobierno.

Un periodo trascendental En el año de 1974 da inicio una de los tramos de mayor crecimiento en la historia de la Siderúrgica. En primer lugar, fue puesta en marcha la Planta de Productos Planos que hacía parte del Plan de Ampliación III. Esta tenía el propósito principal de abastecer la demanda interna en constante aumento.


35 años de la primera colada de Acero, narra que el siguiente paso fue el comienzo del proyecto denominado Plan de Ampliación 1974-1979, o Plan IV, como se le conoce comúnmente. Este proponía pasar de las 1.200.000 de acero crudo anuales a la ambiciosa cifra de 4.800.000. Sin lugar a dudas, la intención requería de grandes esfuerzos, mucha organización y una entrega absoluta para toda la población sidorista. Aún más, teniendo en cuenta que debía ser culminada en 4 años, es decir, para el final del periodo presidencial de Pérez. Esta tarea requeriría además, por supuesto, de una cuantiosa inversión en tecnología, construcción sofisticada y mano de obra que el gobierno asumió aprovechando una coyuntura económica sin precedentes en Venezuela al aumentar el precio del petróleo debido al escenario bélico que se libraba en Medio Oriente.

Ilustración de Carlos Andrés Pérez y su relación con Sidor. (Fuente: La historia del Hierro).


La Historia del Hierro menciona las primeras acciones de Sidor de cara al Plan IV:  Firma de un contrato con Korf Enginnering para la construcción del primer módulo Midrex Serie 300, con capacidad de 360.000 toneladas anuales.  Firma de un contrato con el grupo HYLSA para la construcción del primer módulo HyL. En el primer caso, viajan a Alemania 42 ingenieros y técnicos con el fin de aprender acerca de los procesos Midrex. Un año después, viajarán a la ciudad de Monterrey, en México, un total de 33 ingenieros y técnicos para entrenarse esta vez en los procesos HyL. Otra de las iniciativas anunciadas por Carlos Andrés Pérez desde su llegada al poder fue la Nacionalización de la Industria del Hierro. Este hecho sería una realidad el 1 de enero de 1975 con un acto del Presidente desde Puerto Ordaz. A partir de esta fecha, quedaría delegado el manejo y administración a la Ferrominera del Orinoco, otra industria que formaría parte de la CVG.


Acto de la Nacionalización de la Industria de Hierro. (Fuente: Archivo de Fotografía Urbana a través de Prodavinci.com).

Así llega una época compleja. Tras la nacionalización, el Plan IV planteó grandes retos y dificultades para el personal existente en la Siderúrgica. Todos los trabajadores y obreros en sus diferentes áreas pondrían a prueba sus capacidades con el fin de cumplir la meta pautada. Pero hablar de resultados cuando ya han pasado tantos años de aquellos días puede limitarse a cifras y eventos significativos dejando a un lado a los verdaderos protagonistas de esta historia, los sidoristas que la vivieron. Es necesario conocer su experiencia.


Mi proyecto de vida La ingeniera Constanza Verolini me recibe tiene 77 años de edad, es oriunda de Frascati, una provincia de Roma, Italia, y aún guarda el acento distintivo a pesar de llevar casi toda su vida en Venezuela. En su juventud, tuvo una oportunidad que no muchas familias podían costear en el país: estudiar en una universidad norteamericana. De esa forma, obtuvo el título de ingeniero eléctrico en la University of Michigan, en la ciudad de Ann Arbor. Una vez culminados los estudios, viene a Venezuela en 1965 buscando comenzar de inmediato su carrera profesional. En su búsqueda por conseguir empleo, intentó ingresar al Ministerio de Comunicaciones y al Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas. Sin embargo, su tercera opción llegó en un aviso de prensa en donde la recién fundada Siderúrgica del Orinoco C.A, anunciaba plaza para 50 ingenieros. Esta última sería la que le llamaría en primer lugar para solicitar sus servicios. Así fue como entró a Sidor. El comienzo fue impresionante porque uno viene de una universidad en donde toda la cosa que ha estudiado en electricidad la ve en fotos, en libros, y cuando tú la ves en vivo y en directo y sobre todo una empresa siderúrgica, cuando las ves son inmensas. Por ejemplo, un motor reductor que ocupa todo este salón. La impresión fue enorme. Además, yo venía de trabajar básicamente en investigaciones científicas en la Universidad de Michigan, o sea, yo en la industria no había trabajado nunca. Pero fue impresionante porque nunca había visto la realidad de todo lo que significan los equipos eléctricos de ese tamaño.


Explica que para aquel entonces todos los ingenieros que ingresaban debían pasar un plazo de 2 a 3 meses en el departamento de Entrenamiento para capacitarse en todo lo relacionado a las labores de la Siderúrgica; de allí eran asignados a un área en específico, en su caso fue Ingeniería de Planta. Lo que me impactó de Sidor como empresa es la diversificación porque era una empresa en la que tú arrancabas desde tratamiento de mineral hasta producto terminado. O sea, no era una empresa que vendía solamente materia prima, sino que vendía producto hecho aguas abajo. Entonces claro, el mineral lo manejaban en aquel momento en altos hornos con unos patrones de carga que necesitabas chatarra, que necesitabas aluminio, porque hay tipos de acero que son efervescentes y necesitas ponerle bolitas de aluminio. Pero esa fue la impresión, era una cosa integral. Y aparte de eso, la complejidad de los equipos, está la complejidad del mantenimiento. Tenías todo tipo de especializaciones porque tenías equipos electrónicos, tenías equipos de alta tensión, tenías equipos mecánicos… Era una cosa integral. Al cumplirse sus dos primeros años, la ingeniera Verolini fue asignada al departamento de Mantenimiento en donde estaría varios años. Luego de este, pasaría al departamento de Logística, allí trabajaría en el Plan de Expansión III con la Planta de Productos Planos de Sidor y el inicio del Plan IV, específicamente en Compras. Sin embargo, para 1975 pasa a Planificación de Producción, en donde estará trabajando cuando ocurre la Nacionalización de la Industria del Hierro.


Bueno, en aquel momento, si no me acuerdo mal, Carlos Andrés vino a dar un discurso allá a la Siderúrgica. Pero claro, yo no estaba involucrada en ninguna de esas altas esferas. O sea, lo vi en fotos. Así comienza el desarrollo del ambicioso Plan IV de Sidor. Durante este, Constanza empezaba a desempeñarse en un área completamente distinta a la que se encontraba anteriormente. Cuando estás en Planificación de Producción entras a una logística muy diferente. Entra la logística que tú tienes que seguir la colada desde el momento en el que sale con, digamos, su cédula, con el número de colada, hasta que termina la bobina o productos planos, lo que fuera, y tienes la historia de ese material que sale a la venta. Todo eso se origina con un plan de ventas, por eso es que la oficina de Planificación de Producción está directamente relacionada con las unidades de Ventas. Claro, Ventas hace su plan de ventas de acuerdo a los clientes que tiene y luego se chequea con la planta para ver si efectivamente se puede producir en las dimensiones, en la calidad que se necesita. Llama la atención la respuesta que da al preguntársele cómo fue la puesta en marcha del Plan IV: ¡Ah, sin ningún problema! Aun cuando se exigía un aumento tan elevado en la producción, Constanza asegura que el compromiso estaba asumido por todos y que se lograría alcanzar. Nosotros teníamos todo controlado. Se asumió el reto y cuando Carlos Andrés autorizó el Plan IV de Sidor, él decía que ese Plan IV había que hacerlo en el término de sus cuatro años de mandato. Efectivamente lo hicimos en cuatro años de mandato, pero con aquella broma nos daba


medianoche, la una, las dos, las tres de la mañana y estábamos en la planta. Ahí no había sábado, domingo, no había nada. Si hay una cosa que a mí Sidor me dejó, me enseñó y me informó, es todo lo que es la parte de compromiso, tener una meta, seguir, tener un equipo de trabajo, armar un equipo de trabajo. Una actividad consolidada a hacerle frente. Ok, nuestra meta es que tenemos que terminar el Plan IV en tal fecha porque es un reto que nos dio la presidencia de la república y Venezuela. ¿Por qué nos dio ese reto? Porque Venezuela no producía productos planos, nosotros importábamos todos los productos planos, hasta las palanquillas producíamos pero después productos planos no producíamos. Y el producto plano es el producto que más dinero te da como retorno de la inversión. Y sí, eso es así, una gran escuela, tú puedes hablar con cualquier sidorista que tú veas aquí. Es importante el compromiso con la nación. La familia es importante pero la nación está primera. Constanza Verolini responde con plena seguridad en sus palabras y con una expresión de orgullo. Así define sus años en Sidor, como una época de profundo aprendizaje y crecimiento. Pese a ello, al preguntársele por algún aspecto negativo presente en la Siderúrgica durante esos años, menciona uno tan contradictorio a sus principios que ocasionó su salida de la empresa: En Sidor nunca estuvo la política metida. Pero cuando yo renuncio a Sidor en el 82 es porque precisamente en esa época la política ya estaba metida en Sidor. ¿Cómo se manifestó en aquel momento? Se manifestó de que nuestro presidente, que era Luis Hernández, fue destituido estando en


México por el Presidente de Venezuela. Entonces ya está, yo dije aquí se acabó, aquí entró la política en esta broma y hasta ahí, me voy. En efecto el ingeniero Luis José Hernández estuvo al frente de la Siderúrgica desde el año 1974 hasta 1978, según el libro “35 años de la primera colada de Acero”. Respecto a este suceso llama la atención de que haya sido previamente a la inauguración del Plan IV, teniendo en cuenta que bajo su administración se había llevado a cabo prácticamente todo el proyecto. En su lugar, el ingeniero Edgar Marshall tomó la presidencia el día 2 de marzo; su periodo duró hasta 1980 cuando es relevado por el Ingeniero Guillermo Briceño. Esta realidad se debía, según Constanza, a una injerencia directa del Gobierno Nacional en la directiva, escenario que le era totalmente adverso a sus valores. A pesar de ello, Constanza recuerda sus años en Sidor como uno de los periodos más importantes de su carrera. Con una sonrisa afirma: Sidor fue mi proyecto de vida, de paz. Me gustaba el trabajo que yo estaba haciendo porque tú construías, hacías y se veía. Tú salías de una masa de materia prima y tú veías que salía un producto terminado que servía ya sea para construcción, para latas... Fue una época muy linda en mi vida profesional.

Una gran escuela La historia de Alfredo Rivas Lairet en la Siderúrgica del Orinoco es rica en experiencias, desafíos y logros, pues incluso llegaría a ser su


presidente durante uno de sus periodos más difíciles al ejecutarse la privatización de la empresa en 1997. Ahora, con 70 años de edad, cuenta parte su historia en el período 75-80. Nació, creció y se educó en Caracas. Egresó como ingeniero industrial de la Universidad Católica Andrés Bello el 1 de agosto del año de 1969. Apenas unos meses después, el 1 de octubre, entró a trabajar en Sidor. Yo tuve dos elementos muy importantes en mi contacto con Sidor. El primero es que mientras fui estudiante mi pasantía la hice en Sidor. Eran pasantías realmente muy cortas, duraban dos semanas, pero desde esa pasantía quedé enamorado no solo de Sidor sino de la Zona, de Guayana. Esa fue una de las razones, la otra es que en la carrera en esa época había la necesidad de tomar una línea de especialización y yo la agarré en metalurgia, y tuve un profesor llamado Pedro Álvares, trabajador de Sidor y un enamorado de Sidor. Yo creo que ese amor que él sentía por Sidor logró trasmitírselo a algunos de sus estudiantes. De hecho, de mi promoción nos vinimos tres personas a Sidor y empezamos a trabajar el mismo día. Así sería asignado a Ingeniería Industrial. Las primeras impresiones de Alfredo Ribas en Sidor fueron de sorpresa ante las magnitudes de las instalaciones, factor compartido con otros sidoristas de su generación. Lo que más me impresionaba de Sidor era la magnitud. Nunca había visto yo una empresa tan grande, todo era inmenso. Las grúas eran las más grandes que yo haya visto, el tamaño del cucharón de 200 toneladas que tú veías desde la planta de acería; no sé cuántos kilómetros de vías férreas y ver locomotoras andando; ver aquellas naves del taller central que uno entraba y se le perdía la vista al ver los techos; todas aquellas áreas tan


grandes. Todos aquellos procesos, ver los laminadores, cómo salían aquellas “culebras de fuego”, como les decían. Todo era la magnitud, lo complejo y a la vez lo hermoso que eran aquellos procesos. La primera vez que yo vi una colada eso no se me va a borrar nunca de la mente, aquel chorro de acero cayendo caliente en el cucharón; eso saltaba así como unos fuegos artificiales, era realmente impresionante para mí. Esa imagen siempre se me quedará grabada en la mente. No era solo la parte técnica que a uno le impresionaba y como ingeniero era un reto, sino que también era hermoso aquella transformación, la capacidad del hombre de agarrar aquel mineral que llegaba, que era una tierra metida en eso, aquellos cucharones que me parecían que eran como grandes cocineros, aquella preparación en donde salían los líquidos, los moldes, las lingoteras, entonces al final tenías una cabilla o un rollo de alambre. Todo ese proceso de transformación era impresionante. El ingeniero Ribas revive aquellas memorias con gran emoción. Explica que su primer sector a cubrir fue la Planta de Pasta Electródica de donde, según él, salía cubierto de carbón de pies a cabeza. Pero desde el comienzo la experiencia del aprendizaje inicial se hacía más gozosa gracias al apoyo e instrucción de sus compañeros de trabajo y superiores. Una de las características de Sidor es que esos eslóganes que decían “Sidor somos todos” o “la familia sidorista” no eran cuento, eran una realidad. Mis mejores amigos durante toda mi vida siempre han sido mis compañeros de Sidor. Había una característica muy particular y es que todos los que trabajamos ahí veníamos de afuera y veníamos solos, la vida se hacía alrededor de Sidor. Entonces tus compañeros de trabajo eran como


tu familia. El ambiente de trabajo era un ambiente de creación de país, nosotros sentíamos que con eso estábamos construyendo el país, que a medida que trabajamos en Sidor y ayudábamos a producir todas esas cosas ayudábamos a construir el país. Había una sensación de pertenencia de la empresa muy importante, uno sentía que la empresa era de uno. Y uno la cuidaba. Había un dicho que era: “de Sidor puedo hablar mal yo, pero alguien que no sea sidorista yo no le permito que hable mal de Sidor”. Eso era una realidad de un sentido de pertenencia. Esto es mío. Había una gran cohesión, al menos esa fue mi experiencia. Para el año de 1974 es anunciada la Nacionalización de la Industria del Hierro, sin embargo, el ingeniero explica que este suceso pasó prácticamente desapercibido, ya que se preparaban para el Plan IV anunciado el mismo año. Para nosotros la nacionalización de la industria del hierro, bueno, la celebramos, pero no nos afectaba. O sea, no nos afectaba en el sentido de que lo que era la gente de Sidor, porque bueno, antes nos lo daba lo que era la Orinoco Iron y ahora nos lo va a dar Ferrominera. Entonces eso quizás vaya a ser mejor porque ahora será otra empresa de la CVG, va a ser interno de la CVG y entonces ahora los acuerdos van a ser de una empresa nacional. Pero realmente un impacto yo no recuerdo, quizás uno estaba tan metido en la locura que significó el Plan IV de Sidor que creo que no había tiempo para pensar mucho en ese impacto que iba a tener en nuestra actividad. Y de hecho eso ni cambió ningún plan, ni retrasó ninguno de los planes, seguíamos trabajando en lo que era el Plan IV.


(…) Entonces bueno, tú tenías un evento importante desde el punto de vista político, porque fue un evento más político que técnico, que dentro del impacto en Sidor, en donde no teníamos que ver nada con política ni nos preocupábamos por ella sino que era un mundo netamente técnico y estábamos envueltos en un plan de desarrollo en donde teníamos que construir unas plantas y teníamos que ponerlas a producir, eran dos elementos que estaban disociados. Esta experiencia explica lo vertiginosos que fueron aquellos años para los sidoristas en su carrera por cumplir la meta. En ella surge para Alfredo Ribas Lairet un panorama de nuevas exigencias. En 1976 pasa de Ingeniería Industrial a Personal, ya que se realizó una evaluación que demostraba que ese departamento no estaba siendo atendido lo suficiente de cara a las necesidades existentes. Su paso por esta unidad y los retos que debió asumir en ella serían inolvidables. Una vez definido el crecimiento en todo lo que es el área técnica, las plantas, las licitaciones, los procesos; todo eso va a causar un impacto en el área de Personal. Entonces la pregunta es: ¿está el área de Personal preparada para asumir el reto del Plan IV de Sidor? La respuesta fue no. Entonces vamos a formar un equipo y es ahí en donde yo me integro a la parte de Personal para dar soporte a esto. Los problemas que se presentan que yo recuerde: 1) El más inmediato: vivienda. ¿Dónde vamos a meter a toda esta gente? ¿Dónde vamos a meter a todos los trabajadores que van a construir el Plan IV? Eso solo para la construcción, o sea, vienen, construyen y después se van. ¿Dónde van a vivir todos los nacionales que tenemos que ir contratando? No


hay tiempo, racionalmente, para hacer una construcción. Entonces de ahí es donde surgen unas soluciones totalmente atípicas y de una inventiva y una creatividad nunca antes vistas en este país. Como que se nombra una comisión que va para Alaska y compra un campamento completo para 8 mil trabajadores. Lo embalan, lo embarcan, lo traen para acá, lo desarman y lo montan al norte del Plan IV para tener la vivienda de los trabajadores de la construcción, no de operaciones de nada, solamente de la construcción. Se compra un barco, el barco Cristófolo Colombo, que se trae y se ancla en el muelle de Sidor frente al Orinoco para tener 1200 habitaciones para los ingenieros que iban a trabajar ya en el Plan IV. Se compran no sé cuántos tráilers (porque ya ni recuerdo el número de tráilers que se compraron) y se instalan en Mapanare, en la zona de Curagua, en zonas que están por allí en Unare, y se llena toda la ciudad de tráilers. Eran una maravilla de tráilers. Aparte de eso, se acomete un proyecto de construcción masiva y Sidor se convierte en la principal inmobiliaria del país. Todos los bloques que están en Jardín Levante, todo Jardín Levante, fue construido por Sidor. Y en San Felix, Manoa. Entonces es construcción masiva y eso es uno de los aspectos nada más que te he mencionado, vivienda. 2) ¿Cómo vamos a resolver el problema de la comida? Dentro de los planes, señores, ustedes están construyendo esta planta, ustedes tienen que construir una fábrica de comida… Una fábrica de comida, con un sistema de comedores, un sistema de distribución y para eso se tenía que trabajar, eso no es trabajo de ingeniería, pero es un problema de Personal. 3) ¿Cómo vamos a hacer todo el control de entrada? ¿Usted sabe lo que significa tener un intercambio a la hora de entrada y salida cuando está


saliendo el segundo turno a las 3:00 de la tarde y está entrando el tercer turno, usted sabe cuántas personas vamos a tener concentradas en el portón? Pues 8 mil personas. ¿Cómo va a ser el sistema de control de la entrada? Por eso es que era el gran Plan IV y nadie pensó dónde vamos a ubicar el portón. Ahí es donde sale y nace el portón número III de Sidor, que es la estación de autobuses más grande que hay en el país. ¿Cómo va a ser el sistema de control con las fichas en la entrada? Para que eso agilice y no se pierda tiempo. ¿Cuántos molinetes tienen que haber en la entrada? ¿Cómo va a ser el sistema de identificación? 4) La cantidad de autobuses, la cola de autobuses de la flota para ir a buscar trabajadores y traerlos, se reparten y después que salgan. Es una flota de autobuses completa, ¿está preparada? Hay que hablar con los transportistas de aquí, con los suministradores del servicio de transporte, hacer un estimado de cuantas personas y cuantos autobuses hay que tener. Entonces hay que trabajar en eso. 5) Entrenamiento. ¿Cómo vamos a hacer nosotros para cumplir con la meta de reclutar gente? Esa es quizás la parte más complicada. Nosotros teníamos que reclutar e ingresar según las cuentas iniciales cerca de 800 personas diarias… Eso es imposible. Porque por más que tú tengas a un ejército de gente para entrevistarlos, para entrenarlos, para hacer eso, era imposible. Además, aquí se acabó la gente, en la ciudad y en el país. Se acabó la gente, no había gente. Y nosotros tuvimos que salir a buscar gente afuera. Y teníamos todo un ejército de reclutadores. Hubo unas coyunturas importantes, por ejemplo, la coyuntura de Allende en Chile donde la gente, así como estamos ahorita saliendo del país por una dictadura, pues en Chile


también y nosotros traíamos aviones fletados completos de profesionales chilenos. Íbamos a Chile, hacíamos la entrevista allá, fletábamos un avión y nos traíamos un avión completo de chilenos para acá. Así trajimos gente de 21 países para acá. Nosotros teníamos 21 nacionalidades distintas en donde había: chilenos, argentinos, hindúes, portugueses, alemanes… Que traíamos en aviones completos de gente. Teníamos una colonia aquí impresionante. Nosotros llegamos a hacer entrenamientos masivos, contratamos una empresa norteamericana que fue la que nos asesoró para hacer programas de entrenamiento masivo. Tuvimos que hacer hasta programas de alfabetización porque lo mínimo que había que tener era que supiera leer y escribir y había mucha gente que no sabía. Eso en cuanto a entrenamiento, la parte de educación. 6) Salud, impulsamos las clínicas. Ahí fue que se impulsó la Clínica Chilemex pero no dio resultados, hubo muchos problemas. Pero impulsamos la Clínica Puerto Ordaz, el Hospital de Clínicas Caroní, mejorar las estructuras físicas de los hospitales Uyapar y Raúl Leoni que es Guaiparo. Y tener incluso dentro de la empresa una unidad del seguro social. Cuando tú vas viendo cada uno de los aspectos que significaba Personal ante la magnitud que era solo Sidor, ese era el trabajo fundamental que yo estuve haciendo hasta prácticamente el año 80 que fue cuando me retiré de Sidor. Así narra el ingeniero su trabajo en un área con tan grandes desafíos en Sidor para la época, aunque no siempre se le reconozca a primera vista como tal. Una nueva interrogante surge de su última afirmación, ¿por qué


se retiró? La respuesta es lanzada sin pensársela dos veces: Por problemas eminentemente políticos. Ya en esa época hubo un intento de politización muy fuerte y nosotros no estábamos acostumbrados a eso y no cedíamos. A ti te obligaban a hacer unas cosas y yo no acepto eso. O sea, llevo tantos años trabajando en Sidor y hemos trabajado en esta forma y con todo este apoyo, y no es que no haya existido siempre interferencia política porque es una empresa del Estado pero siempre con mucho respeto por la institución. Es absurdo decir “no, ahí no había interferencia política”, pero siempre hubo mucho respeto profesional por Sidor. Yo doy fe de eso. Con eso de la traída de la gente de afuera, bueno, la CTV que en ese momento estaba en manos de Acción Democrática, estaba José Vargas presidente de la CTV y fue uno de los que se opuso a que nosotros trajésemos gente. Entonces a raíz de que habíamos traído como 20 o 30 portugueses, los portugueses desembarcaron y cuando los íbamos a traer para Puerto Ordaz les impidieron que se bajaran por una orden de la CTV. La CTV era la Confederación de Trabajadores de Venezuela, era la principal central de trabajadores que reunía el mayor número de federaciones y sindicatos. Él (José Vargas) impidió la entrada de esos portugueses a la empresa y nosotros tuvimos que ir a Miraflores directamente y fue una de las pocas veces en la que me tocó estar directamente con Carlos Andrés Pérez y hacer el planteamiento allá. Yo fui como un apoyo para el presidente de Sidor porque era quien tenía los datos en la mano. Esa vez quien era el vicepresidente de Personal no estaba, no recuerdo el porqué, y yo lo acompañé. Ellos (la CTV) alegaban la protección al trabajador venezolano,


pero la verdad es que no tenían gente calificada. El Presidente nos dio todo el apoyo, nos dijo “ustedes sigan adelante”. Así recuerda Alfredo Rivas Lairet uno de los aspectos negativos que empezó a existir a finales de la década de los años 70. Llama la atención que comparta la misma opinión que la ingeniera Constanza Verolini, lo que lleva a la conclusión del evidente malestar que trajeron las incidencias políticas en esa época. Pese a ello hay que tener en cuenta que, según Ribas, no fue el presidente Pérez quien las ejercía, sino otros líderes de su partido como lo fue el candidato presidencial Luis Piñerua Ordaz. A pesar de esta realidad, Ribas no deja de recordar esa época con una profunda satisfacción. Este representó, a pesar de sus altibajos, un periodo muy importante para su crecimiento como profesional y como ser humano. Desarrollar una proeza de gran envergadura, como lo fue el Plan IV, es un motivo de orgullo. La satisfacción más grande cuando uno trabaja en proyectos es ver al final el resultado. Cuando uno ve el Plan IV, que no se construyó totalmente porque ahí quedaron pendientes la Fábrica de Tubos. Cuando pasa y ve ese terreno vacío le queda como un vacío a uno también, pero ve lo otro que es muy grande. Uno siempre tiene una gran satisfacción cuando ve que ese era el camino correcto. Te confieso que las satisfacciones han sido mayores a medida que ha pasado el tiempo. Tuvimos una tecnología que ahí está y es la que mantiene viva a Sidor. Cuando con esta situación te preguntan si vale la pena seguir con Sidor, la respuesta es sí, porque ahí todavía está esa


tecnología que es la que se utiliza en otras partes del mundo. Ahí uno siente más orgullo. ¿Y cómo definiría aquellos años en Sidor? La gran escuela de mi vida, en pocas palabras. Un aprendizaje como no tiene comparación en ningún lado desde el punto de vista profesional y desde el punto de vista personal. Uno se creció como profesional y creció como gente. No queda nada más qué preguntar ante esa determinación.

Trascendencia para el futuro Nirvia Fresa de Hennig trabajó en la Siderúrgica del Orinoco desde 1964 hasta 1998. Este largo periodo contiene una trayectoria profesional marcada por la participación ininterrumpida en las diferentes etapas históricas que vivió Sidor durante el siglo pasado. Con 70 años, es oriunda de Turmero, estado Bolívar, y egresada del Instituto Universitario de Relaciones Públicas con el título de Técnico Superior

en Relaciones

Públicas y Protocolo. Su arribo a Sidor fue, según sus palabras, muy sencillo. Estaban reclutando personas para ampliar funciones en las áreas administrativas y de servicio; un amigo de la familia, trabajador de Sidor, me acompañó a las oficinas de Reclutamiento, Selección y Empleo, me entrevistaron, llené una planilla, posteriormente me llamaron para pruebas y entrevistas y finalmente ingresé unas dos semanas después.


A pesar de tener la oportunidad de ingresar a la compañía transnacional en la que trabajaba su padre, su motivación principal se encontraba en Sidor, ya que esta era para la fecha la empresa netamente venezolana más importante del país. Así fue como ingresó en primer lugar a la división de Entrenamiento y Formación del área Administrativa. Desde sus inicios, destaca el aprendizaje que iba obteniendo mediante las orientaciones de sus supervisores con alto compañerismo y sentido de trabajo en equipo. Para el año de 1975, cuando se produce la Nacionalización de la Industria del Hierro, Nirvia Fresa se hallaba trabajando en el área de Relaciones Institucionales, de manera que pudo conocer profundamente la importancia que este suceso tenía para la Siderúrgica en el futuro. El hierro es una materia prima esencial en el proceso de producción del acero, hasta la fecha de la nacionalización, Sidor adquiría ese material a una empresa trasnacional, la Orinoco Iron Company, al darse el proceso de nacionalización y la creación de Ferrominera Orinoco, empresa totalmente venezolana adscrita a la Corporación Venezolana de Guayana, resultaba más factible integrar planes y proyectos entre ambas empresas orientadas al fortalecimiento y consolidación de la industria siderúrgica nacional. (…) Facilitó en cierta manera el proceso de adquisición de esa materia prima, insumo básico para la producción de acero de Sidor. Cuenta además que Relaciones Institucionales atendía de manera especial las comunicaciones de la empresa con su entorno interno y externo. Pero además comprendía una tarea de suma importancia para el bienestar de los sidoristas, ya que se encargaba de impulsar actividades


culturales y deportivas en beneficio de la calidad de vida del trabajador y su familia. Esto demuestra el empeño que tenía Sidor por resguardar seguridad de su personal de una forma integral. Ahora bien, este compromiso incrementó, por supuesto, de cara al Plan IV cuando se da el incremento de población de trabajadores y que hacía aún más compleja la metodología para satisfacer sus necesidades. Aun así, Nirvia describe aquella experiencia como maravillosa. Se alcanzó una nómina directa e indirecta de cerca de veinticinco mil trabajadores, haciendo vida en la zona de Matanzas, Puerto Ordaz del estado Bolívar, entre los cuales tuvimos representación de veintidós países de Norte, Centro y Sur América, Europa, India y Asia, que conformaron un conglomerado humano muy especial que debíamos conocer y atender con la mayor disposición y entrega, siendo un factor clave el aspecto comunicacional. Menciona que gracias al Plan se lograría, no solo el incremento de la producción de acero en la Siderúrgica, sino una completa actualización de sus plantas y operaciones. Resalta como aspecto positivo que: Siendo un proyecto pionero en el país por su magnitud y envergadura, salió adelante con éxito gracias al equipo humano que lo tuvo bajo su responsabilidad, que incluyó desde el más alto ejecutivo hasta el modesto obrero de las acerías.


Las palabras de Nirvia Fresa de Hennig reflejan un gran compromiso con la institución en la que trabajó por 34 años. Para finalizar, resume lo que significó, según su experiencia, aquella etapa de la compañía. De gran trascendencia para el futuro de Venezuela, gracias a la identificación del personal con su empresa y sus valores: respeto a la gente, honestidad, trabajo en equipo, equidad, creatividad e innovación, satisfacción del cliente, conservación ambiental.

Fuero sindical matancero Durante los años 70, la Siderúrgica del Orinoco no solo consagró la que sería probablemente su etapa de mayor expansión a su planta física y grandes logros en productividad, sino que además, existe un factor de gran importancia que se fortaleció en su población obrera: el sindicalismo sidorista. En esta etapa, se formó un movimiento atípico a los sindicatos convencionales del país que eran dirigidos por las facciones políticas más grandes, los partidos Acción Democrática y Copei. El abogado y politólogo Luis Salamanca realizó en 1991 el artículo “Empresas públicas, movimiento obrero e innovación política: el caso Guayana”. Allí el autor describe de forma detallada el movimiento sindicalista que se desarrolló en Sidor y que terminaría al “Nuevo Sindicalismo” liderado por un joven electricista de la Fábrica de Tubos, Andrés Velásquez, y un intelectual de izquierda que había llegado desde Caracas, Alfredo Maneiro.


Salamanca explica en su artículo: Del grupo inicial que pretendía formar la vanguardia revolucionaria de la clase obrera, se pasó a un movimiento social obrero que apelaba a todos los mecanismos del sistema, sobre todo los legales, para modificar las condiciones de la vida obrera. Esta evolución sería particularmente compleja teniendo en cuenta el momento histórico. César Riberas fue un protagonista del movimiento sindical matancero. Oriundo de Rio Caribe, estado Anzoátegui, se presentó en Sidor a la corta edad de 21 años buscando una plaza como obrero. Aún sin contar con una educación media terminada y con las altas exigencias para Sidor, realizó las pruebas de ingreso obteniendo muy buenas calificaciones. Años más tarde se graduaría de bachiller y sería la propia Siderúrgica la que le brindaría una educación especializada a través de sus planes de formación tanto en la parte industrial como en la administrativa. Comenzó en el año de 1965, específicamente en Trefilerías. Allí comenzó su paso por Sidor que duraría 35 años. Comencé como obrero recolector de chatarra, limpiando baños, todas la labores de limpieza. Luego fui aprendiendo a operar las maquinas que ahí había y así fui logrando clasificación como operador de máquinas. Eso fue en el primer año en Sidor, luego estuve rodando por diferentes plantas, por diferentes áreas de la empresa que ya están cerradas totalmente. En las áreas nuevas, como parte del denominado Plan IV (que nadie sabe por qué se llama de tal forma), fueron arrancadas las áreas de laminados planos en frio y en caliente, eso queda en el área de la planta vieja. César Riberas recuerda como indescriptible su primer acercamiento a Sidor. Menciona su gran impresión al conocer las dimensiones de la


empresa y su magnitud. Entre risas de añoranza rememora aquellos momentos con excelente precisión. Lo primera impresión que tuve es que estaba perdido ahí. Aunque el departamento en el que fui a trabajar era muy pequeño, ver aquella cantidad de autobuses llevando y trayendo gente, las dimensiones de las instalaciones para los trabajadores como los comedores industriales y los centros de atención médica, eran para mí algo muy novedoso. Aunque éramos apenas 4700 trabajadores los que trabajamos en Sidor en los tres turnos, para mí era una inmensidad de gente. Comenta sobre la Nacionalización de la Industria del Hierro que fue un acontecimiento con un impacto muy positivo para algunos sectores, entre los cuales destaca el laboral, sin embargo, llama a la atención que mencione la existencia de un rechazo inicial de otros frente a esta medida. En los sectores empresariales y muchos políticos, que nada producen, que nada aportan pero que son “especialistas” en todo, ellos censuraron la medida de nacionalización. Muy censurada, muy atacada incluso por gente del presidente Pérez. Pero en los sectores populares, en los sectores laborales se vio como una medida de avanzada, como una medida nacionalista, como una medida muy positiva para el país y para los trabajadores. ¿Trajo alguna consecuencia? No, porque la situación de la empresa para ese momento era precaria. Su futuro, su desarrollo no dependía de quien fuese el dueño; si privado, si del Estado, eso no tenía mayor trascendencia. Pero se vio positivo porque era


un rasgo de soberanía, de nacionalismo. Al final, pudimos ver que era una cuestión más populista que otra cosa. Pero entonces en esa época no importó mucho eso, la gente estaba más pendiente de los planes que había, del desarrollo de las empresas y en definitiva no influyó en una mejora significativa, los planes que había continuaron. Curiosamente, el obrero Riberas no estuvo relacionado directamente al desarrollo del Plan IV de Sidor, sino que durante aquel periodo aun trabajaba en el área de Trefilerías que hacía parte de las plantas más antiguas de la Siderúrgica. En este sentido también cuenta con un testimonio muy importante sobre cómo, desde su óptica, se iba desarrollando el Plan. Tuvo su impacto porque nadie se quería quedar en la planta vieja. Vinieron técnicos y personal de otros países porque era una cuestión mucho más ambiciosa que las plantas que había y se trajeron personal técnico que vino a formar a los técnicos venezolanos, junto con personal venezolano de la planta que fueron a formarse a los países de origen de esas plantas; eso se combinaba todo para que en el futuro las plantas fuesen operadas únicamente por personal venezolano. En esa época se trajeron muchos artesanos del sur y de Centroamérica, vinieron frente a esa coyuntura de la necesidad de esa persona de operar y desarrollar las plantas y capacitar al personal venezolano. (…) Estuve en Trefilería, después estuve en los Muelles de Laminación, luego en la Fábrica de Tubos, volví a Trefilería y la cerraron porque ya se estaba perfilando la cuestión de cerrar plantas por obsoleta, en vez de


actualizarlas, las cerraban. A nadie le gusta que le cierren sus plantas, a nadie le gusta que le quemen sus casas, lo sentimos mucho. Aquel proceso, cerrar las plantas más antiguas, era sin duda otro lado del espectro que significaba el Plan IV. César Riberas intenta recordar el orden de las Plantas que fueron siendo clausuradas: Trefilería creo que se cerró en el 74. Ya antes se había cerrado una planta que se llamaba Fundición, luego vino Trefilería, después las plantas de Acería, de hornos eléctricos; quedó solamente lo que hoy se conoce como laminación al frío y caliente de la planta vieja. A pesar de que Riberas no se encontró presente en la materialización del Plan IV, menciona el gran efecto que tuvo este para los sidoristas. Utiliza el calificativo de muy “fuerte de acuerdo con las expectativas” para describirlo. Hace énfasis en cómo aquella meta de pasar a 4 millones de toneladas de acero anuales no fue alcanzada aún con todos los abultamientos de la producción que hubo en momentos determinados y muchas veces por razones políticas, según sus propias palabras. Hace énfasis en repetidas ocasiones en la política de aquel entonces y el papel que jugaba la Siderúrgica dentro de esta. Sidor era el polo de atracción política del país. Había incluso especulación política con los resultados de las elecciones sindicales en Sidor porque se pensaba muchas veces que quienes la ganaran iban a ganar la presidencia. Eso explica la importancia político partidista que se le daban a esas elecciones, se convertían en un evento electoral nacional.


Y vaya que César Riberas participó dentro del sindicalismo matancero. Se unió a la actividad sindical a partir del tercer año de estar en la empresa y llegó a convertirse, según su testimonio, en el primer delegado departamental elegido directamente por los trabajadores, porque antes no se elegían, se nombraban, la junta directiva del sindicato nombraba a los sindicatos. En la década de los años 70, el movimiento de mayor auge sindical que surgió, creció y se desarrolló en Sidor se conocería posteriormente como el Nuevo Sindicalismo. Riberas fue testigo, a pesar de militar en el frente copeyano, del surgimiento de esta corriente atípica a cualquiera de sus antecesoras. El Nuevo Sindicalismo tiene sus orígenes en Sidor como movimiento matancero por ahí por los años 1975 y 1976. Entonces no se llamaba todavía Nuevo Sindicalismo, sino que era La Causa R, y a través de su máximo líder en aquel momento, Andrés Velásquez, gana la presidencia del sindicato Sutiss con una mayoría aplastante. Lo que trajo como consecuencia luego la reacción de los adversarios políticos de ese momento para Velásquez y La Causa R y le arrebatan al sindicato y a los trabajadores, a través de la famosa figura de la intervención a Sutiss. No solamente destituyeron a todos los líderes del sindicato sino que los execraron de la empresa, los botaron. Eso en vez de producir una disminución del auge de La Causa R y del movimiento matancero lo que hizo fue producir una euforia, un resurgir, manejado muy bien por los líderes políticos de esa época como Alfredo Maneiro.


Alfredo Maneiro visitó mi casa muchas veces. Aunque yo en esa época militaba en Copei y era dirigente nacional del frente de trabajadores copeyanos y el máximo representante de la corriente social-cristiana en Sidor para la época. Y Alfredo Maneiro me visitó en mi casa en Doña Bárbara acompañado de Andrés Velásquez y de Teyo Benítez y conversamos. Y fue cuando Maneiro me dijo algo que nunca se me olvidó: “Usted es dirigente de Copei, a mí no me importa su militancia ni su color político. A mí me importa y me interesa lo que trabaja. Usted ahí está haciendo lo mismo que haría del lado nuestro y eso es lo importante. Quédese donde está y siga haciendo las cosas como las viene haciendo. Siga siendo auténtico que somos iguales”. Tan iguales que, en efecto, César Riberas se uniría luego al movimiento del Nuevo Sindicalismo hasta 1999, un año antes de retirarse completamente de Sidor. Entre las virtudes que destaca de este movimiento reconoce la realidad de su eslogan: “Todo con los trabajadores”. Argumenta que este era un factor distintivo en la forma de ejecutar las acciones sindicales para la época. Nada de pactos, nada de acuerdos políticos, nada se podía acordar sin la aprobación previa de los trabajadores. En la dirección del Nuevo Sindicalismo no había votación, no había decisión de mayoría. Había acuerdos unánimes. Se discutía hasta que se lograban acuerdos unánimes. Se conciliaban decisiones, se fabricaban nuevas propuestas con las que estuviesen en discusión. Se agotaban todos los recursos hasta que hubiese un consenso absoluto en cuanto a la decisión. Eso era realmente democrático, en contraposición al sindicalismo actuante para la época


donde todo se decidía en Caracas mediante una reunión del Buró Sindical de Acción Democrática y el Frente de Trabajadores Copeyanos. Esta fue una de las realidades vividas en la década de los 70 por la población obrera de Sidor, una de las más cuantiosas de la industria venezolana. De aquel periodo, menciona como aspecto negativo para la empresa la injerencia política en la directiva y que trajo como consecuencia una baja en el sentido de pertenencia por parte de los trabajadores de Sidor. Sin embargo, no deja de mencionar este último factor, la pertenencia hacia la institución, como positivo, calificándolo además como algo impresionante. Había que vivirlo para saber lo que era decir “yo soy trabajador de Sidor”. Era algo trascendente, importante. César Riberas, a sus 73 años de vida, es un testimonio de aquella Sidor obrera que exigió y luchó por sus derechos sin dejar de sentirse comprometida en su producción y desarrollo. Para terminar, expresa que lastimosamente la mayoría de los venezolanos desconoce el gran aporte que hace la Siderúrgica a la industria metalmecánica de todo el país. La importancia de Sidor es demasiado grande, expresa.

Relatos de acero El documental realizado por la Innocenti al edificar la Planta de Matanzas, culmina mostrando el primer cargamento de tubos sin costura que salía a través del río Orinoco con destino internacional. Así, la voz en off del narrador italiano expresa:


Lo que hasta ayer era importado del exterior, hoy parte para ser exportado. Esta carga de la Planta con destino a ultramar, es para Venezuela el símbolo de una nueva riqueza obtenida con trabajo dentro de sus fronteras. Este mensaje, tan corto y certero, puede acoplarse a cada plan de crecimiento productivo, proyecto de ampliación a la planta física o innovación realizada a las instalaciones que se realizarían en el futuro. Ese nombre que los guayaneses escuchamos constantemente, que hace parte de nuestra identidad regional, esa Sidor, fue la principal motivación de hombres y mujeres de generaciones pasadas que impulsaron a todo el país. Todos los entrevistados superan actualmente los 70 años de edad. Hacen parte de una generación que ya entregó el relevo, pero cuyos relatos son de acero con memorias que se encuentran escritas en la historia misma del crecimiento industrial venezolano. Una historia que no fue perfecta, por supuesto, que contuvo errores, malas decisiones, defectos en el camino, pero nunca más que las virtudes, que las fortalezas, que la entrega que expandieron la Planta de Matanzas en contra de toda adversidad hasta alcanzar una soberanía nunca antes vista. Cada quien desde su área, integrando esfuerzos, sumando voluntades, para lograr hacer de Sidor un orgullo nacional.


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