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Mensaje del Presidente y Fundador del CEJ Mishkán

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Iamim Noraim

Iamim Noraim

Ierushalaim vuelve una y otra vez en mis sueños.

Ierushalaim me asalta y me persigue en una increíble nostalgia que me envuelve y me atrapa, con fragancias solamente suyas y con diversos y extraños colores de cada momento del día. Ierushalaim es un asombro, siempre como si fuera la primera vez, siempre el deslumbramiento de una bellísima locura de amor.

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Otra vez quiero volver a perderme en tus calles, laberintos del infinito, de la magia y de la mística, donde jamás sabrás, al entrar en una callejuela, que sos llevado a percibir un nuevo rostro del misterio.

La conocí en el cambio de cada estación, me llené todo de su sol, me empapé de sus lluvias y de sus colores, y hasta tuve el privilegio de verla vestida, toda de blanco jugando con copos de nieve que jamás serán recuperados.

Aunque no esté allí contigo Ierushalaim, y aunque me lo impidas voy a transgredir tus límites, para vivir nuevamente la ortodoxia de Kiriat Mattersdorf, y desde una ventana de allí, volar hacia el mistérico desierto de Judá. Cada jueves, volver otra vez, a comprar en el Majané Iehuda, y tan sólo para perderme entre los gritos de la diversidad de judíos y árabes, y entre frutas y verduras de intensos colores, saborear los dátiles, comida del Gan Eden, que me llaman en todos los idiomas, y el goce, sin palabras, de un falafel en ese Shuk, mercado microcósmico del Medio Oriente, junto y sin competencias con el otro Shuk, el de los árabes en el camino hacia la Ir Haatika, la ciudad vieja, ¡¡y de repente el Kotel!! piedras tocadas por miles de años por judíos y sus manos que yo también toco; y sus plegarias y sus llantos que yo escucho, y veo sus pedidos en papeles que vuelan hacia el cielo, en busca de un Dios Eterno, presente y ausente al mismo tiempo y siento las miradas de soldados israelíes, que nos devolvieron con sus vidas, la ciudad, y nunca dejan de mirarnos.

Ierushalaim habnuiá keir shejuvrá la iajdav Jerusalem restaurada, ciudad para siempre reunificada

Ierushalaim reconstruida, unida y recuperada. ¡¡Nunca más dividida para los que la amamos!!. Vuelvo a rezar en el Kotel con hitlahavut, con intenso fervor junto a los Jasidim de Belz, como lo hacía hace mas de 50 años atrás, y la herida de la despedida.

De repente me interrumpe el sonido de un shofar que le hace juego, esta vez sin odios, al llamado milenario desde la mezquita.

Ierushalaim déjame recorrerte, como antes, como siempre, por la calle Yaffo sólo para perderme en King George y en Strauss, la puerta hacia Meah Shearim, donde la ultraortodoxia me arrancará abruptamente del tiempo actual para sumergirme, illo tempore, en ese otro tiempo, de cientos de años atrás y volver a ser por un instante, el visitante no extraño, que habita de nuevo las casas de sus ancestros.

Ierushalaim, dejame volver a verte en todo tu esplendor, en maravilloso éxtasis desde la terraza, del King David Hotel, y luego sé que me escaparé a la belleza deslumbrante del barrio Iemin Moshé. Tan sólo dame alas, alas para volver a mi barrio, tan sólo ese que siempre será mi barrio, única y amada Rehavia, el asombro de la primera vez, la locura de amor gagu-im nostalgias de una pasión, que me pierde y me recupera, creyendo que siempre, así o asá, volveré una vez más al maravilloso encuentro contigo, mi amada Ierushalaim.

Im eshkajej ierushalaim tishkaj ieminí, im lo aalé et ierushalaim al rosh simjatí. Si te olvidare Ierushalaim, que mi mano derecha sea olvidada, si yo no te colocara en el máximo de mi alegría.

Leshana Tova Tikatevu Un abrazo enorme

Rabbí Reubén Nisenbom Presidente

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