Grupo sofia

Sofía Díaz Dorta Emma Ocejo Cobos Ángela Rubio Modrego Iván Simancas Marco

El conejito perdido Había una vez un colegio en Zaragoza que se llamaba Miralbueno. En ese colegio casi nunca pasaba nada especial hasta que un día una niña de 4º descubrió algo inquietante.

Esa niña se llamaba Laya. Era, además de curiosa, una niña a la que le gustaba leer mucho. Laya era una niña alta con una melena rubia en la que casi siempre se ponía lazos rojos, rosas, naranjas o verdes. Tenía los ojos pequeños y azules y la nariz respingona.

Siempre estaba feliz y era muy amable aunque era muy olvidadiza y Lisa, su mejor amiga, siempre se lo recordaba todo. Era muy imaginativa y a veces se imaginaba que vivía en un castillo en las nubes como los personajes de una historia o que era una detective privada que resolvía misterios en Nueva York. Por eso, casi siempre estaba en las nubes como le decía su mejor amiga Lisa. Lisa es es una niña que tiene la misma altura que Laya. Tiene el pelo marrón rojizo, corto y rizado. Tiene los ojos verdes y pequeños como los de Laya. Es muy sensible y le gusta llevar ropa deportiva.

Ese día habían tenido inglés a última hora y la profesora les había dicho que esa semana tendrían el examen de ese tema. Y como ya era normal en ella, se le olvido el cuaderno de inglés que necesitaba para estudiar y aunque estuvieran prácticamente abajo del todo cuando se dio cuenta de su despiste decidió preguntarle a su profesora de inglés, María, que si podía subir a por ellos. Al principio su profesora dudó pero como quería que todos aprobaran el examen al final la dejó subir pero si la acompañaba. Pero cuando ya estaban arriba María le abrió la puerta y se asustó mucho cuando oyó gritar a Laya: -¡AH! -¿Qué ha pasado? ¿Te has caído?

-No, pero la clase está destrozada. Tendrá que acabar de pasar porque al bajar todo estaba bien...

Y cuando María entró en la clase se dio cuenta de por qué había gritado Laya y tuvo ganas de gritar como lo había hecho Laya haces unos instantes, pero no lo hizo, en cambio dio un respingo. Después de estar calladas por el asombro unos minutos al final Laya se dio cuenta de que, además de las mesas rotas, cosas por el suelo y cristales rotos faltaba algo y enseguida se lo dijo a María: -El conejito de Lisa, el que trajo para ciencias naturales.

-¿Qué le pasa?

-Ya no está.

-¿Pero cómo es posible?, ¿Cómo se lo decimos?

-¿Quieres que se lo diga yo?

-Vale, gracias. Yo mientras se lo tengo que contar al resto de profesores y a la directora, Anabel, para ver si es la única clase en la que ha pasado.

-Vale, yo en cuanto pueda le dire a Lisa lo de su conejito.

-Gracias. Y coge lo de inglés que, si no, no podras estudiar…

-Es verdad. Casi se me olvidaba, gracias.

Así que al día siguiente cuando vio a Lisa se le acercó para hablar con ella sobre el conejito: -¡Lisa!

-¿Qué?- respondió Lisa.

-Es tu conejito.

-¿Qué le pasa?¿Está bien?- se apresuró a decir cuando noto que era algo importante.

-No, ayer se me olvido lo de inglés y al subir con María vi que ya no estaba y que la clase estaba destrozada.

-¿En serio?

-Sí, lo siento mucho.

-Espero que aun esté bien.

-Yo también espero que esté bien.

A lo largo del día todo se tranquilizo un poco, los profesores habían repuesto las mesas sillas y demás cosas que habían destrozado así que pudieron hacer clase normal. Lisa puso carteles de su conejo por si alguien lo hubiera visto.

El día siguiente no fue tan tranquilo. Otra clase estaba destrozada y los profesores no tenían duda, había sido la misma persona, asi que intentaban averiguar quién había sido. Mientras Lisa estaba preguntando por el recreo si alguien lo había visto, Laya pensaba que el que hizo los destrozos y robó el conejito de Lisa tenían que tener alguna razón para hacer ambas cosas y al final se lo decidió contar a Lisa.

-¿No crees que los que hicieron en las clases los destrozos tenían que tener alguna razón para hacerlo?

-Seguramente sea así.

-Eso he estado pensando yo.

-Vale, si fuera así, ¿Por qué lo harían?

-No lo se. ¿Podemos comparar las clases para ver si tienen algo en común? Y seguramente nos ayudará o ha encontrar a tu conejito o ha encontrar el culpable que sabra donde esta el conejo- dijo Laya.

-Vale.

-A ver, nuestra clase está en el 2ª planta, es naranja, las ventanas dan al parque, es grande y está al lado del ascensor. La otra está en el 1ª planta, es naranja, las ventanas dan al patio y esta al lado del ascensor- dijo Laya .

-En lo único en lo que se parecen es en el color, pero no veo en que nos ayuda…

-Tienes razón, pero entonces ¿Por qué esas dos clases no y otras?

-No lo sé, algo tendrán esas dos clases para que sean las dos destrozadas y no otras- dijo desilusionada Lisa- Al menos creo que mi conejito está bien. ¡¡RING!!!

- Bueno nos vemos mañana- se despidió Laya -Adiós.

-Adiós.

Unos días después mientras Laya iba a limpiar la flauta oyó un ruido de dentro de uno de los armarios y pensó que podía ser el conejito de Lisa así que fue a abrir el armario pero estaba cerrado con llave entonces llamó al conserje y le pidió la llave para poderlo abrir, sin saber si el conejito estaba, pero el conserje no tenía la llave, porque era el armario de uno de los exprofesores de música (estaba jubilado) y que no sabía dónde podía estar.

Ese día habló con su profesor y dijo que la llave la escondió para una gymcana pero que luego se le había olvidado de donde estaba y lo unico que sabian sobre su sitio era la adivinanza de la gymcana que nadie logró resolver: En la parte más alta del punto más bajo encontraras la llave.

Después de pensar se dio cuenta de donde estaba y ese lugar era el trampolín de la piscina que estaba en una especie de valle al lado del colegio. Así que fue y allí encontró la llave, en una cajita de madera vieja con una nota de la gymcana, y la llave oxidada por la humedad. En cuanto abrió el armario vio al conejo de Lisa y se puso muy contenta pero luego se acordó de que no se lo podía dar en persona porque tenía que ir al medico al día siguiente y Lisa ya se había ido.

Lisa estaba empezando a pensar que no iba a encontrar a su conejo pero Laya lo encontró el día anterior y que se lo colocó con una nota en su mesa explicando que lo había encontrado en la sala de música cuando fue a limpiar la flauta y que sentía no poder dárselo en

persona pero que ese día tenía que ir al médico. Lisa lo encontró en su mesa pero con una nota que decía que el conejo lo había encontrado una compañera suya que se llamaba Connie, después de agradecerle unas mil veces lo que había hecho llegó Laya del médico y le dijo: -¿Has visto ya el conejo?

-Si, pero ¿Tú cómo lo sabes?

-Lo encontré yo.

-¿No fue Connie?

-¡NO! Fui yo.

-¡CONNIE!- grito enfadada Lisa.

-¿Qué?

-¿Fuiste tu la que encontró a mi conejo?

-Pues la verdad…

-La verdad ¿qué?- dijo Lisa esforzándose por no volver a gritar.

-Yo no fui- dijo avergonzada.

-¿Por qué lo dijiste?

- Fui yo quien te robo el conejo y destrozó la clase.

-¿Por qué?

-Porque me sentía mal porque quería una mascota y no tengo y solo lo quería unas semanas. Encontré la llave en mi clase de natación y me di cuenta de dónde era y decidí esconder el conejo ahí.

-¿Y lo de la clase?

-Yo no fui -¿Entonces quién fue?

-Yo creo que lo sé- dijo de repente otro compañero que se llamaba Luis -¿Quién?- preguntaron bastantes de la clase a la vez.

-Creo que fueron los de la clase de al lado porque querían ganar el concurso de limpieza para ganar la excursión al parque de atracciones y con nuestras clases así era imposible que ganáramos.

-¿Y por qué no destrozaron la otra?

-Porque ellos tienen muy pocas posibilidades de ganar…

Al final un par de chicos de la otra clase admitieron que habían sido ellos y les expulsaron, tanto a ellos como a Connie que aprendieron la lección y se portaron muy bien al volver.

FIN Sofía Díaz

D​O​S ​C​H​I​C​A​S ​Y ​U​N C​O​L​E​G​I​O

Érase una vez dos chicas que se llamaban Maya y la otra Riley. Las dos tenían once años.Maya tenía el pelo rubio y Riley marrón.

Era el último día del verano y para aprovechar, de repente, Riley le dijo a Maya: -Oye, Maya, ¿qué tal si vamos a la piscina?

-¡Sí! Muy buena idea.

Cuando llegaron a la piscina había mucha gente y se notaba que todos querían disfrutar del último día del verano.

Cuando Riley, Maya y los padres de Riley encontraron un sitio para sentarse en el césped, Riley y Maya se tiraron por el tobogán y cayeron a la piscina.

Después de dos horas de chapuzones volvieron a casa y después de ducharse decidieron ir a ver una película a un cine al aire libre. Mientras veían la película, empezó a llover de tal manera que no la pudieron terminar de ver.

Echaron a correr hasta la pizzería más cercana y cenaron hasta que paró de llover.

Volvieron a casa y se despidieron hasta el día siguiente.

Aún no eran ni las siete de la mañana cuando Maya apareció por la ventana de Riley: -¡Riley despierta! (dijo Maya susurrando).

-Maya, ¿qué hora es?

-Las siete, estoy tan nerviosa que no podía dormir.

Riley se levantó, se vistió y bajaron a desayunar.Mientras desayunaban, Maya le habló a Riley sobre lo nerviosa que estaba por el primer día de colegio. Por no saber qué profesores iban a tener y si habría algún compañero nuevo.

Riley intentó tranquilizarla diciéndole que no se preocupara y que este nuevo curso iba a ser genial para las dos.

Al llegar al colegio Riley y Maya fueron corriendo a las listas para ver con quién les había tocado. El primero era Lucas, el segundo era Farkle, la tercera era Riley, la cuarta Maya…

En el momento en el que iban a ir a las filas no sabían muy bien en cuál de todas debían ponerse, menos mal que unos compañeros las vieron y les hicieron señas para que fueran hacia la fila. Cuando subieron a clase echaron un vistazo para ver en qué mesa podrían ponerse.

Cuando se colocaron en la mesa les tocó con Farkle y Lucas. Empezó la clase y Riley no se dio cuenta de que su padre era el nuevo profesor.

Terminó la clase y era la hora del recreo al bajar Riley le preguntó a su padre: -Papá,¡¿qué narices haces aquí en mi colegio?!

-Riley, yo tampoco sabía que yo iba a ser tu nuevo profesor así que estaremos juntos todo el día.

Bajaron al recreo y Maya le dijo a Riley: -Riley, ¿qué tienes para almorzar?

-Tengo galletas de chocolate ¿y tú?

-Yo no tengo nada.

-Ah… ¿quieres una?

-Muchas gracias, Riley.

Se terminó el recreo, Riley y Maya se fueron al comedor. Fueron al corcho a mirar qué había para comer, había espaguetis con tomate y sanjacobo.

Riley y Maya se fueron a jugar y al ir a conserjería a por papel vieron desde lejos una puerta con una luz roja muy brillante y se acercaron aunque Riley se paró a leer un cartel que había puesto.Mientras, Maya se acercó a la puerta y una mano le cogió del pie y se la llevó adentro de la puerta.

Maya gritó: -¡¡RILEY!!

-¿Qué pasa? ¿Maya? ¿Dónde estás?

Riley intentó abrir la puerta pero no pudo, fué a pedirle ayuda al conserje pero no estaba.Riley corrió hasta su padre y le contó lo que había pasado: -¡¡Papá!!

-¿¡Qué pasa Riley?!

-Yo estaba mirando un cartel y Maya no estaba después y…-dijo Riley estresada.

-A ver. Dímelo más despacio que, si no, no entiendo nada.

-Maya y yo estábamos jugando. Entonces fuimos a conserjería para coger papel y entonces yo me quedé mirando un cartel, luego terminé de leerlo y Maya había desaparecido. Lo último que oí creo que fue Maya gritando: ¡¡RILEY!!

-Tranquila, Riley. Encontraremos a Maya. Venga, vamos a conserjería.

Riley y su padre fueron a conserjería, buscaron y le preguntó su padre a Riley: -Oye, Riley.

-¿Sí, papá?

-¿No habrá desaparecido Maya por esta puerta?

-Sí, porque yo antes he intentado abrir la puerta y estaba cerrada.

-Pues le pediré al conserje las llaves.

-No papá, antes le he buscado y no estaba.

-Pues voy a mirar si alguna de las llaves que tengo valen para la puerta.

Probaron, probaron y probaron hasta que una de las llaves encajó.

-¡¡Sí, encaja!!

-¡¡Bien!!

-Bueno, papá...¿entramos?

-Sí, vale.

Se adentraron en un pasillo oscuro y largo, el padre de Riley (por suerte) en las llaves del coche tenía una linterna. Siguieron caminando y por fin llegaron a una sala con paredes de metal.

De repente Riley le dijo a su padre: -Papá, ya puedo seguir sola.

-¿Segura Riley?

-Sí.

-Vale, vale.

Su padre le dió la linterna y Riley sigo sola en busca de Maya hasta que llegó a una sala donde había una puerta gigante, de repente Riley escucha una voz diciendo: -Si tu quieres encontrar a tu amiga la prueba deberás pasar.

-V-v-vale-contestó Riley asustada.

-Vale aquí está la prueba: -​Oro parece, plata no es. Quien no lo adivine bien tonto es.

-Plátano.

-¿Cómo lo has sabido?

-Internet.

-¿Qué?

-Bueno, da igual. Abre esa puerta ya.

-Vale, vale.

Riley fué corriendo y encontró a Maya atada a una silla. Riley le preguntó a Maya: -¿Quién te ha atado?

-El conserje.

-¿Cómo?¿Pero...el conserje malo no se había ido ya?

-Eso creíamos nosotras.

Riley y Maya se fueron corriendo a casa y por el camino iban con sus amigos Lucas y Farkle.

Volvieron a casa y se encontraron a una señora sentada en la mesa de su cocina y le preguntaron: -¿Quién es usted?-preguntaron las dos a la vez.

-Yo soy tu tía.

-Ah. -No te acuerdas de mí.

-No, especialmente.

-Espera un momento-dijo Maya.

Maya le dijo a Riley: -Pero no es verdad que tu no tienes una tía tan mayor.

-¡Es verdad no me había dado cuenta!

-Vamos a decírselo-dijo Maya.

-Oiga, usted no es mi tía.

-Sí que lo soy.

-No porque no tengo una tía tan mayor.

-Vale, no lo soy.

-Entonces, ¡¿Quién es usted?!

-Una señora que pasaba por aquí. Jejeje adiós.

La señora desapareció y Riley y Maya se fueron a dar una vuelta y fueron felices y comieron perdices.

Emma Ocejo Cobos.

EL ROBO NUNCA VISTO Era un precioso día y los alumnos del colegio CEIP Miralbueno estaban en clase.

Una de las alumnas se llamaba María, era muy graciosa, alegre, bondadosa y un poco fantasiosa, por eso sus amigos Carlos y Mario siempre se reían en clase con las historietas que contaba.

Un día contándoles una, se encanó de la risa y le entraron muchas ganas de ir al baño. Mientras iba corriendo hacia él, tan feliz como una perdiz, le pareció ver un hombre vestido de negro corriendo por el pasillo y se fué a clase como un rayo.

Cuando entró en clase tenía la cara más blanca que la pared y los ojos como platos, como si no pudiera parpadear. Todos le preguntaron que le había pasado, ella dijo: -He visto un hombre todo de negro corriendo por el pasillo, además era más alto que usted señorita.

-¡¡María, no estamos para que nos cuentes tus historietas fantasiosas!!, sigamos con la clase.

-Pero es verdad, señorita -dijo con voz baja.

Otro día Mario, que era el más tímido de la clase, le dijo a la profesora con voz baja: -¿Señorita, puedo ir al baño?

-Sí.¡Por supuesto!

Mario iba al baño calladísimo cuando de repente vio al hombre que describió Maria en clase días antes y se fué más rápido que un galgo. Cuando entró en clase se sentó y al momento se desmayó. La señorita Luisa había sido enfermera y le atendió rápidamente, al cabo de muy poco rato ya estaba bién…

-¿Mario, qué te ha pasado?

-He visto al hombre que vió María el otro día…

Después de las clases Luisa, la profesora se lo contó a sus compañeros y empezaron a sospechar.

-Luisa, ¿qué días le vieron? -dijo la directora Sara.

-El martes 12 y el martes 19. -contestó ella.

-Qué raro, ¿por qué no viene por la noche?

-¿Y por qué viene los martes?

-A parte ¿qué querrá de nuestro colegio?

Los profesores se propusieron que si algún niño le volvía a ver llamarían a la policía.

Al cabo de unos días todos se fueron de vacaciones de Navidad. Pasaron algunas semanas y todos volvieron. Ese día nadie se acordaba del sospechoso. El conserje después de abrir el colegio fue corriendo al despacho de la directora y le dijo: -Directora, ¡la sala de ordenadores está sin ordenadores!¡La biblioteca está sin libros!

-¡No puede ser, llame a la policía y luego venga a la sala de ordenadores!

La directora la sala encontró un símbolo en el suelo y pisadas de barro.

Mientras estaba en la sala de ordenadores con el símbolo en la mano alguien le tapó la boca y se la llevó.

Entonces pasaron unos días y nadie notó que se la habían llevado porque alguien igualita que ella estaba como si fuera la directora Sara. Hasta que un día Carlos el mejor amigo de María que era un deportista el mejor leyendo en clase y más charlatán que el loro de mi abuela.

Como vió que la policía no había acudido desde que llamó el conserje llamó a un amigo de su padre que era un buen inspector porque estuvo en el FBI. Cuando le llamó le contó el problema y le contestó.

-Tranquilo lo tengo todo controlado (ya había hablado con el padre de Carlos) -No lo entiendo pero bueno confio en ti -dijo Carlos Todo estaba yendo como había planeado el amigo de su padre. Hacerse pasar por un padre del colegio y poder entrar a ver todas las pruebas del robo y salvar el colegio Miralbueno.

Un día cuando todo el colegio sabía lo del robo, tenían mucho miedo pero tenían que dar clase obligatoriamente.

Cuando llegó la la hora de comer algunos padres sacaban a sus hijos a comer a casa y entre esos padres estaba “el padre de Carlos” en realidad el inspector del FBI. Dió la casualidad que como los profesores tenían tanto miedo a bajar tuvieron que subir los padres a por sus hijos. Justamente ese día iba todo de negro y mientras subían los padres se quedó mirando en la sala de ordenadores a un chico que iba todo de negro y tenía un símbolo en la mano. Alguien gritó…:

-¡Hay dos ladrones en la sala de ordenadores!

Al oír los gritos vino la policía y los profesores. El inspector del FBI dijo: -¡Soy inocente, venía a buscar a Carlos!

Entre en la sala y vi a este que al lado cogiendo una chapa del suelo, me metí para verle mejor y entonces fué cuando empezó a gritar una señora.

La profesora Luisa dijo: -Vamos a hacerle una prueba para ver lo que sabe sobre Carlos a ver si es verdad lo que dice.

Mientras tanto la policía se llevó al verdadero ladrón que contó que había vuelto para entregar a la directora y marcharse con su cómplice, que se hizo pasar por ella.

Un rato después les contó todo lo que le había contado Carlos sobre lo que estaba pasando en el colegio y lo que había decidido hacer. Después la profesora Luisa le reconoció y todo el mundo. Le pidieron disculpas por haberle acusado sin pruebas.

Después de unos meses todo volvio a la normalidad en el colegio, volvió la directora después de ser secuestrada, todos muy felices y los ladrones en la cárcel.

Desde entonces tienen cámaras de seguridad.

ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO ÁNGELA RUBIO MODREgo

E​L​ F​I​N

Había una vez un colegio llamado Miralbueno. Es un colegio grande con tres pisos, 3 recreos y gimnasio.

Un dia en clase se provocó un apagón y se llevaron a alguien.

-Hey, se han llevado a alguien- dijo hugo -¡Es Pedro! -dijo Ivan -¿Quién habrá sido?Todos los de la clase se extrañaron mucho.

-¿Igual hay una entrada secreta?-dijo Iván.

-Iván claro que no hay una entrada secreta-Hugo V.

DIA 2 ​

El comedor era una sala grande donde acude mucha gente. De repente volvió ese apagón y se llevaron a todos excepto 5ª A.

-Otra vez-dijo iván -No puede ser. Tengo que tener razón-dijo Iván Todos los de º5A pensaron.

-Iván, aún sigues (dándole que te pego) con lo de la entrada secreta -Sí-dijo Iván -¡Pues no!-Dijeron todos -Ayer se llevaron a Pedro y hoy solo se han llevado a todos excepto 5ºA, tiene que estar pasando algo-dijo Iván -Iván, cállate-dijo Hugo v

DIA 3 En la clase se produjo el apagón otra vez y se habían llevado a casi todo 5ºA.

-¿Tengo razón?¿si o no?-dijo Iván -Vale vale tenías razón-dijo Hugo

Todos los que quedaban estaban. buscando una solución-Voy a preguntarle al profesor-ajajaja-¿?-Todos los que quedaban -Tenéis que superar mi prueba-Sí, lo haremos-Vale cuánto es yxx=30 2134657856=¿?

-¿Es? 1.748.842 -Es correcto -Os espero mañana

DIA 5 Al final todo volvió a la normalidad porque superaron la prueba.

F​I​N Iván Simancas