¿Qué aprendió, literariamente hablando, de Pedro Jorge Vera? Pedro Jorge fue mi maestro, mi amigo, mi todo. Trazó mi senda al ligar mi vida a la suya, inmersa tempranamente en la política y en la literatura; vida agitada, siempre en ebullición. Yo tenía ya algunos cuentos, alentada, estimulada en su escritura por mi profesor de Literatura, Reynaldo Lara Márquez. De Pedro Jorge aprendí que la literatura es una necesidad vital, sin importar las luminarias epocales que la acechan, que se prenden y apagan con extraordinaria velocidad. Nadie escribe sólo para sí mismo pero tampoco debe hacerlo exclusivamente para los demás. En 1983 inició la Fundación Cultural Manuela Sáenz. ¿Cuál fue el propósito de ésta? La reivindicación de la mujer en la figura de Manuela Sáenz. La intención era superar las trabas mentales alrededor del rol femenino en la sociedad. Tarea compleja porque es preciso un cambio de mentalidad a partir de cambios culturales que no se dan fácilmente.
36
¿Reivindicó los derechos de las mujeres con su literatura? No. Quizás contribuí a denunciar la condición precaria en la que la mujer debe, literalmente, sobrevivir, por una sociedad tremendamente represiva hacia ella. Es este gobierno, el de la Revolución Ciudadana, el que está incursionando en los difíciles caminos de esa reivindicación.
¿Quiso hacer una literatura pedagógica que educara al lector? Sí, lo hice intencionalmente. Profesora de la escuela Rosa Zárate por casi diez años y catedrática de literatura del colegio 24 de Mayo. ¿La enseñanza es un buen trabajo para el escritor? En mi caso sí, me posibilitó conocer realidades insospechadas.
do decir es que mi percepción de la vida cambió. Entendí que el mundo no tenía obligadamente que seguir siendo como era, que había posibilidades de otras maneras de vivir colectivamente. En septiembre del 63, al estallar la dictadura de la Junta Militar de Gobierno, vivió con su esposo y su hija en Santiago. Pese a que ha dicho que fue una época de pobreza y sufrimientos económicos, ¿le gustó Chile? Mucho. En el 65 estuvo en Cuba y Pedro Jorge Vera trabajó en la redacción del periódico El mundo. Usted recuerda que tenía todo lo necesario, y que sin embargo, lloraba por las tarde, mirando el mar, extrañando mucho a su patria. ¿Qué era, concretamente, la patria? En ese momento, teniendo todo lo necesario, la patria era lo que amaba, lo que me faltaba y no podía tener, sabiendo que existía en un pedacito del mundo. A la distancia, la sentía humillada, lesionada.
¿La maternidad dificulta el ejercicio literario? Sí, en cierta medida. Pero también otorga dimensiones afectivas y sensitivas, increíbles. En el 62 viajó por quince días a Cuba, pero aún no era marxista. ¿Regresó marxista? No creo que un viaje me hubiera facilitado una clara comprensión de algo tan complejo; lo que pue-
En marzo del 66 cayó la Junta Militar de Gobierno y ustedes regresaron. ¿Por qué habían sido obligados a vivir en Cuba? Nadie nos obligó. En el exilio partimos hacia Chile, y luego fuimos a Cuba por voluntad propia. Quisimos vivir esa experiencia, palparla. En 1968 publicó la novela A noventa millas solamente, con las peripecias de una familia cubana que emigró a Miami a causa del