imÁgenes compartidas
El túnel (1952, León Klimovsky).
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reducidos medios de un particular” y, a tal efecto, con los años, se asoció a Elías Lapzeson, otro fanático cinéfilo. Fundaron Cine Arte, cuyo logotipo era igual al del antiguo cine-club. En 1940, Klimovsky programó ochenta sesiones en la sala Baby (actual teatro Ateneo), que se prolongaron en 1941 hasta alcanzar el número de 160. El éxito de tantas jornadas determinó el proyecto de construcción de una sala especializada en pleno centro de Buenos Aires: el local, denominado justamente Cine Arte, tenía capacidad para 350 espectadores y se inauguró el 30 de enero de 1942 en la Avenida Corrientes 1553. Tenía en sus paredes seis murales (de Spilimbergo, López Claro y otros grandes de la plástica nacional) y con el tiempo se convirtió en el mítico cine Lorraine. Paradójicamente, pocos años después, sus antiguos compañeros de cineclubismo rechazaron las películas que empezó a realizar a partir de la década del cuarenta. Se inició como aficionado con algunos cortos, pero, tras una breve carrera en el sello Emelco, donde llegó a ser gerente, comenzó a dirigir comercialmente. Consiguió hacer algunos largometrajes, incursionando en variados géneros: el realismo psicológico en El jugador (1947), con Roberto Escalada, basada en el libro homónimo de Dostoievsky, y en El túnel (1952), con Laura Hidalgo, película que popularizó el nombre de Ernesto Sábato; el musical en Se llamaba Carlos Gardel (1947) y La guitarra de Gardel (una producción española de 1949); la comedia en La vida color de rosa (1951); el suspenso en El pendiente (1951), con Mirtha Legrand, a partir de una breve historia de William Irish; la denuncia social en Marihuana (1950) y Suburbio (1951), ambas con Fanny Navarro; el melodrama tanguero en La Parda Flora (1952), con Amelia Bence; y el folletín de aventuras en El conde de Montecristo (1953) y El juramento de Lagardere (1954). Su versión del folletín de Alejandro Dumas, que fue protagonizada por Jorge Mistral, fue un suceso internacional que posibilitó su inmediato pase al cine español. El eclecticismo que Klimovsky había despuntado en sus años como realizador en Argentina se incrementó exponencialmente al llegar al cine español. En su extensa filmografía podemos encontrar comedias como La pícara molinera (1955) y Un indiano en Moratilla (1957), biopics como Salto a la gloria (1959) sobre el científico Santiago Ramón y Cajal, filmes bélicos como La colina de los pequeños diablos (1964) y Hora Cero, operación Rommel (1968), e incluso spaghettiwesterns como Django no perdona (también conocida como Alambradas de violencia) y Un dólar y una tumba (1969). Sin embargo, su legado más valioso es un singular ciclo de películas de terror protagonizadas por el actor Paul Naschy, entre ellas La noche de Walpurgis (1970), Una libélula para cada muerto (1973) y El mariscal del infierno (1974).