Cine experimental y documental de creación Eduardo A. Russo solo las de la película, sino esas otras que nos aguardan en la vida real, en lo que acostumbramos llamar “la realidad”. Desde la misma ficción, las películas de Poliak no cesan de preguntar: ¿Qué es la realidad? Como dato significativo, cabe consignar que el film se estrenó en España mucho antes que en Argentina, donde a pesar de obtener el premio mayor del BAFICI el Festival de Cine Independiente de Buenos Aires, en el 2005, permaneció sin estreno comercial hasta mayo del 2010, cuando pudo verse en el cine del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA). Otra de las experiencias desplegadas en la relación entre la Argentina y España en el campo del experimental destaca, en estos últimos, la de Daniela Cugliandolo. Residente en España desde inicios de esta década, de amplia formación teatral y cultora consecuente del formato súper 8 del que exprime al máximo la escasa duración de 3 minutos de los cartuchos, apelando al montaje en cámara. Sus cortometrajes, que crean un mundo inquietante habitado por personajes y objetos que transitan de lo cotidiano a lo siniestro, son muestra de la renovación presente de ciertas opciones de larga data en el campo. Otros dos realizadores cuyos cortos han tenido en la década repercusión internacional son Paulo Pécora y Martín Mainoli. El primero ha arribado en 2009 al largometraje con El sueño del perro, sin perder afinidades con lo experimental, mientras ha venido ejerciendo paralelamente la realización y la crítica, ha ampliado en las últimas temporadas su labor hacia la difusión de la producción argentina en cortometrajes en nuestro país y España, organizando ciclos y programando material para Argentoscopio, muestra de cine argentino en Barcelona. Globalización mediante, no es infrecuente que ocurra que estos jóvenes cineastas experimentales sean más programados en ciclos realizados en el exterior que en el plano local, como es el caso de Martín Mainoli, de modo tal que la labor por sostener áreas de visibilidad no sea el menor de sus esfuerzos. Como corresponde al estatuto a veces desestimado como menor, pero altamente flexible del formato cortometraje, ciertas vinculaciones entre el universo de la música y las artes visuales con los cortos son aprovechadas al máximo mediante la programación de estos films de corta duración acompañados por performances, recitales o muestras de plástica. Hemos señalado que, en referencia al campo aquí seleccionado de la creación audiovisual, la atención a las obras debe ir a la par de la consideración de sus circunstancias y su lugar en el establecimiento de una cultura de las artes audiovisuales. En las últimas dos décadas diversas iniciativas de archivo y programación experimental se han desarrollado en el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, con curadurías sucesivas de Graciela Taquini y Claudio Caldini, entre otros. O en el Museo Nacional de Bellas Artes, donde cumplió una notable tarea el realizador, docente y curador Rubén Guzmán, que hoy prosigue incansablemente organizando actividades en otras instituciones culturales porteñas. Entre las instituciones que en la Argentina, con inevitable foco en Buenos Aires pero con significativas programaciones también desarrolladas en otras ciudades del país como Rosario, Córdoba o más recientemente Salta, entre otras, han dedicado esfuerzos a ampliar los circuitos de difusión de estas experiencias cinematográficas, puede destacarse la citada experiencia pionera del Instituto Goethe desde fines de los años setenta, y en la década siguiente la del ICI, el Instituto de Cooperación Iberoamericana, hasta su reemplazo por la AECI, luego AECID, que posibilitó la acción de los Centros Culturales de España en Buenos Aires, Rosario y Córdoba, más la importancia creciente, por su incidencia en la puesta al día de las artes audiovisuales en sus formas más avanzadas, el Espacio Fundación Telefónica en la capital argentina. En una línea histórica que se remonta a los años ochenta, aunque con sensibles intervalos, se ha destacado también el Centro Cultural Ricardo Rojas, de la Universidad de Buenos Aires, y desde la pasada década el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires, MALBA. En el terreno que nos ocupa tales actividades han sido decisivas, convirtiéndose desde hace tiempo en instituciones de referencia en la puesta en contacto del espectador inquieto con las manifestaciones experi-
Escenas de Heliografía (1993, Claudio Caldini).
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