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“The Coffin of Andy and Leyley”: un juego que incomoda y atrapa

Un videojuego de terror psicológico, creado por Nemlei, explora la codependencia extrema, la autodestrucción y la violencia. Su éxito entre los jóvenes plantea interrogantes sobre sus efectos emocionales y su impacto en una sociedad como la paraguaya.

The Coffin of Andy and Leyley es un videojuego narrativo que presenta la historia de dos hermanos, Andy y Leyley, atrapados en una relación marcada por la codependencia, la violencia y la muerte. Aunque su estilo visual está basado en pixel art y su jugabilidad parece simple, el contenido es profundamente perturbador. El jugador se ve arrastrado a tomar decisiones morales difíciles que afectan el desarrollo de la trama y lo enfrentan a sus propios límites éticos.

El título ha ganado popularidad en plataformas de distribución digital y en comunidades en línea donde los jugadores comparten sus experiencias, interpretaciones y finales alternativos. Su éxito ha despertado el interés no solo de gamers, sino también de psicólogos, educadores y familias que se preguntan por el impacto real de este tipo de propuestas en los jóvenes.

A LA REFLEXIÓN… O AL PELIGRO

El juego aborda de manera directa cuestiones como el suicidio, las autolesiones, los homicidios y las relaciones tóxicas. Lejos de presentar estos elementos como meros recursos narrativos, la obra sumerge al jugador en un entorno donde la desesperanza, la fatalidad y el sufrimiento parecen inevitables.

Para muchos jugadores, esta es precisamente la razón de su atractivo: la posibilidad de explorar aspectos de la condición humana que suelen ser evitados o suavizados en otros productos culturales. Sin embargo, esta misma característica genera preocupación entre los especialistas. La intensidad emocional de la experiencia podría ser riesgosa para personas con cuadros depresivos, ansiedad o antecedentes de trauma, ya que podría funcionar como disparador de malestar emocional o pensamientos autodestructivos.

En Paraguay, donde las problemáticas de salud mental en adolescentes y jóvenes son una preocupación creciente, el fenómeno de The Coffin of Andy and Leyley plantea la necesidad de un debate sobre el papel de los videojuegos en la formación emocional y moral de los jóvenes.

¿Por qué este juego conecta con el público?

Una de las razones del impacto de The Coffin of Andy and Leyley es su capacidad de construir una atmósfera asfixiante que obliga al jugador a reflexionar sobre sus propias decisiones. El jugador no es un simple espectador: participa activamente en la historia, eligiendo caminos que llevan a diferentes desenlaces, todos marcados por el dolor y la tragedia.

La estética del juego refuerza este clima: escenarios sombríos, personajes con expresiones desdibujadas por el sufrimiento y una banda sonora que combina lo lúgubre con lo melancólico. Todo contribuye a crear una experiencia envolvente y perturbadora.

En nuestro país, el consumo de videojuegos ha crecido exponencialmente en los últimos años, especialmente entre adolescentes y jóvenes adultos.

Además, el juego apela a inquietudes universales: el miedo a la soledad, el peso de las decisiones y la lucha interna entre el bien y el mal. Esto explica por qué, más allá de su origen y modestos recursos de producción, la obra ha logrado conquistar a miles de jugadores y ha sido objeto de análisis en foros, blogs y medios especializados.

El Impacto En Paraguay

En nuestro país, el consumo de videojuegos ha crecido exponencialmente en los últimos años, especialmente entre adolescentes y jóvenes adultos. En este contexto, la llegada de títulos como The Coffin of Andy and Leyley plantea desafíos. Según varios psicólogos consultados, el riesgo no radica en el juego en sí, sino en la falta de acompañamiento y de espacios de diálogo que permitan procesar los contenidos.

En un entorno social donde la educación emocional aún es insuficiente y donde los temas de salud mental siguen cargados de estigmas, la exposición sin filtros a historias tan cargadas de violencia y sufrimiento puede tener efectos negativos. Familias y educadores suelen desconocer qué tipo de contenidos consumen los jóvenes, lo que aumenta el peligro de que estos se enfrenten en soledad a mensajes difíciles de asimilar.

El psicólogo clínico Osmar Sostoa señala que “los videojuegos no son buenos ni malos por sí mismos. Lo que importa es el contexto en el que se consumen y cómo se dialoga sobre lo que se experimenta. Juegos como The Coffin of Andy and Leyley pueden servir para reflexionar sobre temas profundos, pero también pueden reforzar modelos destructivos si no se los aborda de forma crítica”.

Una advertencia sobre el consumo cultural sin preparación

El psicólogo Osmar Sostoa advierte que el impacto de videojuegos como “The Coffin of Andy and Leyley” revela la falta de educación emocional, digital y cultural de la población paraguaya, y plantea la urgencia de alfabetizar a padres, maestros y comunicadores para proteger a niños y jóvenes. El fenómeno de The Coffin of Andy and Leyley, un videojuego de narrativa oscura, ha encendido el debate sobre el impacto que este tipo de contenidos puede tener en la salud mental de los jóvenes. En una amena conversación con VIRTUANEX MAGAZINE, el psicólogo Osmar Sostoa advirtió que el verdadero problema no es el juego en sí, sino la falta de preparación de la ciudadanía paraguaya para consumir productos culturales de manera crítica.

Sostoa explicó que este videojuego es “un producto más del consumismo”, comparable al consumo de películas, series o incluso pornografía, cuando el receptor no cuenta con las herramientas para interpretar y procesar adecuadamente el contenido. En su análisis, el especialista remarca que Paraguay sufre de un “analfabetismo funcional” no solo en lo académico, sino también en lo cultural, digital y emocional. Esta carencia impide que niños, jóvenes y adultos puedan enfrentarse al contenido digital sin sufrir impactos negativos.

Analfabetismo Funcional

Para Sostoa, el analfabetismo funcional en Paraguay es el verdadero fondo del problema. No se trata únicamente de la incapacidad de leer o escribir, sino de la falta de herramientas para comprender y usar de manera adecuada la información cultural y digital que nos rodea. Esto incluye tanto a los jóvenes como a los propios padres y maestros, que muchas veces carecen del criterio necesario para orientar y proteger a las nuevas generaciones.

“Estamos hablando de un pueblo con una cultura chata en distintos aspectos”, expresó Sostoa, quien ejemplificó la falta de formación con algo tan cotidiano como la obtención de un registro de conducir. “¿El paraguayo consigue su registro con un buen curso, pasando exámenes? No, muchas veces eso se compra en el mercado negro. Y eso ocurre en otras dimensiones también”, sostuvo.

La misma lógica se aplica al consumo cultural. “La falta de cultura del paraguayo, esa idea de que se puede hacer lo que se quiera sin reglas, hace que se corra un mayor riesgo al consumir lo que sea”, agregó el psicólogo. A esto se suma la responsabilidad del Estado y de los líderes en no haber promovido una verdadera alfabetización cultural que permita un consumo crítico de los contenidos que hoy invaden las redes sociales y los medios.

Educaci N

Emocional

Sostoa señala que la ausencia de educación emocional en el país agrava el impacto que juegos como The Coffin of Andy and Leyley pueden tener en la juventud. La falta de espacios donde se trabaje el manejo de las emociones deja a los jóvenes desprotegidos frente a propuestas que exploran la violencia, la codependencia y la autodestrucción.

“El impacto emocional de estos juegos es innegable, y afecta tanto a jóvenes como a adultos”, advierte el psicólogo. A su juicio, los medios de comunicación, lejos de contribuir a una educación emocional, fomentan un consumismo mercantilista que se preocupa más por vender cultura de masas que por ofrecer contenidos de valor.

“El cliente manda, y por lo tanto hay que hacerle consumir lo que quiere, sin sentido de responsabilidad ética o moral para evitar ofrecerle basura cultural”, sentenció Sostoa. Esto genera un círculo vicioso en el que los contenidos de baja calidad y alto impacto emocional encuentran terreno fértil en una población sin herramientas para enfrentarlos.

Nadando Entre Cocodrilos

En un resumen gráfico de la situación, Sostoa afirmó que los niños, jóvenes y adultos paraguayos “están nadando en una laguna llena de cocodrilos”, en referencia al bombardeo constante de productos culturales, digitales y audiovisuales de todo tipo. Algunos salen ilesos, pero otros resultan emocionalmente heridos o confundidos.

El problema, remarca, es que los adultos afectados por esta realidad tampoco están en condiciones de orientar ni de cuidar la salud mental de los más jóvenes. Esto se traduce en hogares y aulas donde falta el diálogo y el acompañamiento necesarios para que los niños y adolescentes procesen lo que consumen.

LAS SEÑALES QUE NO

Debemos Ignorar

Sostoa insiste en que es posible identificar señales de que un niño o joven está siendo afectado por un consumo cultural inadecuado: irritabilidad, tristeza persistente, actitudes violentas o la organización de actividades de riesgo sin el conocimiento de los adultos son algunos de los síntomas que deberían activar las alertas.

“La clave está en el diálogo con los niños y jóvenes, en saber en qué están, qué inquietudes tienen. Y eso es lo que falta en muchos casos”, enfatizó.

¿QUÉ HACER ANTE ESTE ESCENARIO?

Para el psicólogo, el cambio debe comenzar con una gran campaña educativa liderada por el Estado, destinada a formar mejor a padres, maestros, comunicadores y periodistas. Todos ellos, por su influencia directa o indirecta en la niñez y la juventud, deben ser alfabetizados en cultura digital, emocional y ética.

“El impacto de los medios de comunicación es hoy el que más moldea a nuestra sociedad. Por eso, los medios tienen una gran responsabilidad en acabar con el analfabetismo funcional cultural del Paraguay”, concluyó Sostoa.

La charla con Osmar Sostoa deja en claro que el problema no está en los videojuegos como The Coffin of Andy and Leyley, sino en un entorno que no prepara a sus ciudadanos para enfrentarse críticamente al consumo cultural. Más que prohibir o censurar, el desafío es educar para que los paraguayos de hoy y del mañana puedan navegar con criterio en esta “laguna de cocodrilos” y salir fortalecidos de la experiencia.

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