LOTERÍA CELESTIAL Y VIVENCIAS PERSONALES

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Cerveza y vino de la tierra, para los forasteros se les ofreció vino de la denominación de origen Montilla-Moriles. Luego se agregó el rioja al que tampoco le hacían ascos. El tapeo fue comedido, pues no había que cargar los estómagos de los comensales: Jamón, queso, aceitunas, lomo a la plancha, frituras de pescado, flamenquín troceado, berenjenas a la miel, pimientos fritos y alguna menudencia más que, debido a mi mala memoria, no recuerdo. Nos lo tomamos con calma perdiendo el control del tiempo. Cuando ya el grupo estaba terminando, surgió la sorpresa para nuestros invitados. Ángel y Encarnita, su mujer, forman parte del Coro musical de la casa de Sevilla, que tiene fama de hacerlo muy bien. (Un paréntesis obligado: En los años 90 un grupo de amigos acompañados de nuestras santas, fuimos con la Casa de Sevilla a Galicia. Era año compostelano. El sacerdote que acompañaba nuestra expedición, solicitó permiso en la catedral de Santiago de Compostela para que se pudiera cantar una misa rociera, en la ceremonia que iba a participar todo el grupo de la Casa de Sevilla. La catedral, como año santo que era, estaba a tope en un movimiento continuo de resaca, gente que entraba y gente que salía. En los primeros compases de la misa interpretada por el coro de la Casa, la gente se fue quedando alrededor de los cantores. Fue un día impresionante. Como resonaban las voces en el Gloria, el Credo, el Padre Nuestro, el Santus…La emoción embargaba a los cientos de asistentes. Algunas lágrimas mojaban las mejillas de los fieles. No sé si la catedral, supongo que sí, había oído más veces una Misa Rociera. Me pareció que las paredes se estremecían y yo, que estaba muy cerca del Altar Mayor, miré a Santiago y me pareció que me guiñaba un ojo como signo de complicidad y una sonrisa se dibujaba en sus mejillas. El final de la misa fue un aplauso largo, emotivo, vibrante…Mientras viva y esté en posesión de mis facultades mentales, no podré olvidar esa tarde vivida en aquella catedral. Era de obligado cumplimiento el relato de esta anécdota, porque entre los componentes del Coro de la Casa de Sevilla en Córdoba estaban Ángel y Encarnita). Pero la actualidad obliga a trasladarnos al día de hoy y lo que estamos viviendo. Dando los últimos toques al piscolabis o tapeo “ligerito”, Ángel nos dijo que él y Encarni, al igual que lo hicieran la vez anterior, en la V Asamblea, iban a cantar un poquito. Hubo de todo: Sevillanas, canción melódica, cordobesas…Ángel se lanzó y cogió una guitarra y la noche se fue dilatando. Hasta con Sabina se atrevió Encarnita, contando esa historia macabra, de no sé “cuantos días y quinientas noches”. El público entregado como si de un concierto de una estrella del Rock se tratara. Pero sintiéndolo mucho hablé yo: -Señoras y señores, que esto no se acaba aquí, que mañana hay que madrugar y visitar más lugares de Córdoba y ya es cerca de la 1 de la madrugada. -Un poco más, un poco más, gritaban ellas y ellos. ¿Qué podía yo ofrecerles para que se calmaran y llevarlos a su lugar de descanso? Pensado, dicho y hecho. 124


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