Edición 29

Page 36

Blasfémina

Por María Ximena Pineda on la propiedad que me da un divorcio y un consecutivo de por lo menos diez relaciones sentimentales, me atrevo a afirmar que uno de los peores tipos de novios es el hippie. Y no me ajusto solamente a razones de asepsia, pues en realidad tengo en cuenta muchas más circunstancias. El tipo hippie nunca va a admitir que eres la novia, siempre te va a presentar ante sus amigos como “la parcera”, o en el peor de los casos, y recurriendo al peyorativo uso del diminutivo, te llamará “la parcerita”. Otro peligro del novio hippie es que quizá llegue a pedirte que intimen “más cerca de la Pachamama”, es decir, en el pasto, y la verdad uno, a menos que tenga veinte años, ya no está para esos trotes. Seguramente va a querer llevarte a una fiesta hippie, como por ejemplo el cumpleaños del mejor amigo, donde su novia Paloma del Viento, Guadalupe o María de los Ángeles te va a ofrecer brownies con marihuana y chicha como para matar la flora intestinal de veinte estómagos en menos de una hora. Tal vez debas enfrentar la enfermedad del veganismo exacerbado, y en el inoportuno momento en que se te antoje una carnecita roja y jugosita te va a tocar ordenar una ensalada para no herir sus sentimientos (recuerda que le inventaste que pertenecías a un grupo ecologista para que te invitara a salir). Creo que es necesario aclarar que, según algunos puristas de la onda hippie de los años sesenta y setenta, los hippies no existen ahora, lo que existe hoy en día es un remedo de este movimiento, denominado “neohippie” por algunos

cartelurbano.com

adictos a la taxonomía urbana. Este neohippie, aunque guarda un sincero respeto por Silvio Rodríguez, escucha música moderna como Manu Chao y Bob Marley and The Wailers remasterizados, y puede llegar a sentirse atraído por grupos de reguetón como Calle 13, con el argumento de que “Calle 13 no es reguetón, es la crítica al reguetón, mera canción social”. Otra razón imperante para no tener un novio hippie es que –sólo en el caso de que este neohippie tenga presupuesto de estudiante– no te compra regalos sino que los hace con pedazos de alambre y cáscaras de mandarina secas, atreviéndose a llamar “arte” a la falta de plata e imaginación. Pero una de las razones más contundentes, si no la más para evitar los novios hippies es ese extraño odio que sienten por la comodidad: prefieren cambiar una suite por una carpa, y son adictos al atún y a las sardinas. Por eso, chicas, a menos que saquen a flote su espíritu hippie, se inscriban a un curso de yoga o comiencen a usar la muletilla “qué video” indiscriminadamente, como si fuera un signo de puntuación, dejémosles los hippies a las hippies.

Ilustración: David Segura


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.