Algunas ideas básicas sobre la dimensión educativa de la vida familiar

Experta temรกtica: Aurora Bernal Instituto de la Familia. Copyright 2014 Universidad de La Sabana. Todos los derechos reservados.

Algunas ideas bรกsicas sobre

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Algunas ideas básicas sobre la dimensión educativa de la vida familiar

La pedagogía permite comprender de modo sistemático u ordenado qué y cómo es la educación, en qué contexto se desarrolla, para qué sirve, quiénes educan y son educados. La resolución de estas preguntas conduce a establecer: la naturaleza de la educación, los medios, el contexto social, los fines, los sujetos y los agentes educativos. Esta guía es de utilidad para reflexionar sobre la realidad específica de la educación familiar.

1. Naturaleza de la educación familiar La educación de una persona coincide con su proceso de crecimiento en todas las dimensiones. En la etapa adulta la educación continúa. El ser humano aprende a ser lo que es y quien es durante toda su vida. En la mayoría de los casos, la ayuda de otros es imprescindible, especialmente en aquellas etapas de la vida en las que se es más dependiente. La presencia de educadores es aún de mayor relevancia antes de alcanzar la edad adulta para aprender a vivir y a vivir bien. Las primeras relaciones con el mundo se mantienen a través del apoyo de otras personas adultas que juegan un papel de mediación con el mundo que conocen y en el que trabajan en lugar de los más jóvenes, hasta que ellos alcancen las fuerzas y la capacidad de ser autónomos.

Esos mediadores iniciales son los miembros de la familia, especialmente el padre y la madre o quien haga sus veces. Y su labor más importante es la educación.

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Las primeras experiencias en la vida de una persona son fundamentales para su desarrollo posterior, como se ha confirmado en numerosas investigaciones.

Se produce un aprendizaje en la familia y de la familia.

Por la vía de ser cuidado y querido, las personas aprenden lo más personal de su ser: qué son, qué valen, qué más pueden dar, qué pueden aportar, libremente. Desvelan su identidad y, con ella, su capacidad de libertad y de amor, de asimilar valores, de relacionarse con los demás, de ser creativos, incluso de ser personas saludables. Además, los seres humanos aprenden de la familia a hacer familia.

En la familia las personas adquieren conocimientos que bien podrían aprender fuera de ella. Sin embargo, aprender a ser querido por ser quien se es y a querer por ser quienes son, se desprende privativamente del ámbito familiar. Ese es el sello de todo lo que una persona aprende en la familia y lo que torna a esta un punto de referencia para todos los aprendizajes.

2. Características de la educación

familiar

La educación familiar es fundamental para la vida personal y social. Es: informal, intencional, permanente, contextualizada e integral. a) “Informal” quiere decir que no sigue unas reglas definidas en un currículum acordado y estructurado.

La principal enseñanza de la familia discurre en la vida misma con sus acontecimientos, actividades ordinarias y extraordinarias –celebraciones, enfermedades, adversidades y éxitos. b) “Intencional”, que cada miembro de una familia hace una proyección de los otros y sobre todo los incluye en su proyecto vital: recíprocamente apoya sus proyectos. c) “Permanente” quiere decir que permanece mientras existan relaciones familiares en las diferentes etapas de la vida. Las pautas familiares se perpe-

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túan en el tiempo y, en ese sentido, la educación realizada en una familia impregna las generaciones que se suceden. d) Es “contextualizada” porque entra en relación con el contexto sociocultural en el que sus miembros están insertos, un entorno que les influye y les condiciona. No es una educación isla, aunque a veces algunas familias se aíslan de su contexto y procuran mediante su influencia separar a sus miembros de las influencias externas. Puede desarrollarse una educación abierta para influir en la sociedad positivamente. e) Es “integral” no tanto porque sea completa –otras instituciones están mejor preparadas para fomentar alguna dimensión educativa de los individuos–, sino en cuanto que alcanza lo personal, el punto en el que se integran todas las partes de la persona y del que arrancan las acciones, los actos libres que a su vez protagonizan la dinámica social.

3. Elementos de la educación familiar Podemos destacar: sujetos, agentes, fines, contexto, contenidos, recursos y medios.

3.1. Sujetos y agentes Con estas nociones se hace referencia a quienes se educan: sujetos, y a quienes educan: agentes. En la familia son sujetos y agentes educativos todos los miembros de la familia, aunque con diferente finalidad, contenido e intensidad. Situándose en la perspectiva de los sujetos, se ha prestado mayor atención a niños, adolescentes y jóvenes que se preparan para la vida.

Sin embargo, cada persona puede aprender algo nuevo a cualquier edad y en las diferentes situaciones que se producen en la vida: cambios de residencia, enfermedades, separaciones, cambios y responsabilidades laborales. En la familia se aprende a convivir con un

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conjunto de elementos que configuran la vida de cada uno y que hay que gestionar.

A esto se suma que ser miembro de una familia conlleva saber conducirse como tal: es diferente ejercer como padre o como madre, con un hijo que con más hijos, pasando tiempo con ellos o no porque hay que trabajar, teniendo una enfermedad crónica o con un ambiente adverso al proyecto de vida que se desea, siendo además de padre, abuelo, viviendo con la esposa o separado de ella. Las relaciones con los demás jalonan nuestra existencia y en la familia se experimenta que son relaciones de dependencia, aunque no anulen la independencia o mejor dicho, la libertad personal. Dependencia e independencia son difíciles de equilibrar.

La educación lo muestra vitalmente, se depende con y de quienes se aprende.

Los miembros de la familia son sujetos de educación, aprenden continuamente de la vida y, por pertenecer y vivir vinculados a una familia, sus relaciones interpersonales median en los aprendizajes personales de lo de fuera de la familia y de lo intrafamiliar. Los sujetos son también agentes educativos porque de hecho enseñan al resto de los miembros de la familia. Como es lógico, la educación más observada en la vida familiar es la que ejercitan los padres respecto a sus hijos menores de edad. Este ha sido y es el gran tema de la educación familiar. Las escuelas de padres del campo de la orientación familiar se han centrado en esta temática: cómo enseñar a los padres a educar a los hijos de las diferentes edades.

Los profesionales que ayuden a las familias mediante la orientación familiar son también sujetos y agentes de educación familiar.

3.2. Fines Si la educación implica el crecimiento de la persona, sus fines se delimitan por las perfecciones que puede alcanzar. Dichas cualidades se reconocen en las diversas dimensiones humanas: intelectual, estética, afec-

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tiva, sexual, moral, física, social, cívica, y religiosa. El crecimiento en una de las dimensiones repercute en las otras.

En la familia se atienden las necesidades físicas, afectivas, cognitivas, sociales, culturales, religiosas, etc. y esa es atención, educativa, al menos indirectamente.

Lograr ese perfeccionamiento es conseguir la madurez que permite estar en las mejores condiciones para ser feliz, en lo que la felicidad depende de la elección de cada sujeto. La educación familiar es para saber vivir, vivir para ser feliz. Ha de permitir dar sentido a la vida y a las experiencias, resolver los problemas, soportar el esfuerzo y el dolor, valorar adecuadamente la realidad, mantener lazos afectivos y a la vez una autonomía personal.

Las dimensiones más fáciles de advertir son las que se corresponden a las denominadas “educación intelectual” y “educación física”. Las personas crecen si son capaces con su inteligencia de conocer la realidad. La familia contribuye a esta educación en cuanto establece los cimientos de lo que la persona puede desarrollar, pero delega habitualmente en otras instituciones la tutela del aprendizaje intelectual. En todo caso, el papel de la familia es el apoyo, el refuerzo, la motivación, la valoración, todos necesarios para que los sujetos se esfuercen también intelectualmente. En la familia se expande una cultura de la vida, unos conocimientos necesarios para vivir que se constituyen en pilares para el crecimiento de todas las demás dimensiones humanas.

Si se piensa en la educación física, se sabe que el ser humano tiene que aprender a cuidar su cuerpo en orden a la salud; mostrarse en el cuerpo ya que es un medio de expresión y de comunicación con los demás; ha de adquirir destrezas motrices que suponen muchas veces el uso imprescindible de instrumentos. Si bien contamos con expertos en la educación física, las costumbres familiares constituyen una importante base para la salud de los miembros de una familia y, sobre todo, salvaguardan a los sujetos para que aprecien la virtualidad corporal, en contraste con lo que se enseña en numerosas ocasiones en el entorno social próximo,

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en el que pueden predominar estilos de vida que dañan el equilibrado cuidado del cuerpo y de la salud.

Las facetas educables humanas, como son la afectividad, la moralidad, la sexualidad, la sociabilidad –incluyendo la faceta cívica de lo social– y la religiosidad –en el caso de personas que profesen una religión–, en lo que tienen de experiencia vivida, se modelan en la familia. Otras experiencias vitales, como las que emanan de las relaciones extrafamiliares, repercuten también de diversos modos en la educación de la afectividad, la moralidad, la sociabilidad, etc., pero es en el ámbito familiar donde se asientan los fundamentos. El aprendizaje temprano facilita la maduración de la persona. Una adecuada educación permite hacer proyectos y estos dependen, como muchas investigaciones muestran, de la instalación familiar.

En lo que respecta a las dimensiones de lo sexual, lo social y lo cívico, intrínsecamente relacionadas, es necesario especificar que la educación no se reduce a socialización, a un proceso en el que las familias conformen a sus miembros según las normas y valores sociales vigentes. Las primeras experiencias de relación con los otros son en la familia. Por vía del afecto se aprende que cada uno es único, y en este sentido se da la base para comprender en qué consiste el respeto a los demás y la tolerancia. Se experimenta la seguridad, la gratuidad, la reciprocidad, la confianza y esto respecto a personas de distintas edades y sexos. Se fraguan en la familia las relaciones entre géneros y generaciones, creándose unos vínculos que se extienden a la sociedad.

En la familia descansa la primera y quizás la más importante educación sexual con todo lo que esta supone de: entender y valorar la igualdad entre varones y mujeres, así como la diferencia, es decir, admitiendo la igualdad que no es uniformidad; comprender la relevante faceta de la paternidad y maternidad –unidas a la condición sexuada; asumir y aceptar papeles familiares vinculados o no al sexo; regular el afecto, integrando el ejercicio responsable de la sexualidad en relaciones seguras –por el compromiso de amor en la que se sostienen– e incluso

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respetar y estimar el cuerpo en sus características sexuadas y personales, relacionando ambas facetas.

Las generaciones han transmitido su fe de padres a hijos y su sentido del mundo y de la vida, así como los valores vitales que se consideran acordes con este modo de considerar la realidad. Las creencias y las costumbres que se derivan de ellas arraigan en la intimidad de las personas, ya que suponen la respuesta a la tendencia a la felicidad, al bien supremo, al afán de conocer el origen y fin del mundo y del hombre, las cuestiones más relevantes en la vida de cada persona. El ámbito familiar es el escenario privilegiado para aprender de quienes se confía a tener esperanza y a buscar los medios para ser feliz contando con las respuestas precisas a las preguntas fundamentales, tal y como se exponen en la religión vivida familiarmente.

3.3. Contexto Desde la perspectiva educativa se atiende a los contextos en los que las personas se desenvuelven. Las relaciones interpersonales repercuten en las personas hasta el punto de que educan o deseducan. Para educar a alguien es prudente valorar qué otras influencias recibe el educando, para así apoyarlas o contrarrestarlas según los casos. A esto se añade que, por lo general, los agentes educativos configuran un contexto determinado de educación. En este sentido, la familia dispone de agentes educativos y conforma un contexto educador. De la familia (y en relación con la educación familiar y con los otros contextos educativos) se indaga sobre qué tipo de familia se trata. Para ello se clasifica a las familias en función de su estructura. Educativamente se han constatando cómo la consistencia y la estabilidad de los vínculos repercute en el desarrollo de las personas en temas tan relevantes como lo es la identidad personal. A partir de esta característica de la familia se observa cómo influyen educativamente otros rasgos de la familia: estilo de vida, cultura, modos de comunicación, relaciones sociales, resiliencia, creencias, valores, etc.

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Cuando se habla del contexto de sociedad se tratan aspectos que inciden directa e indirectamente en la educación familiar. La sociedad indica, presiona, condiciona o colabora con la educación familiar. La relación familia-sociedad es a veces conflictiva a la hora de situar los límites de los derechos y los deberes de unas respecto a la otra. Temas como la libertad de educación acaparan la atención de la opinión pública.

3.3. Contenidos Los contenidos se entienden relacionados con los fines. En síntesis, el fin de la educación familiar es ayudar a las personas a ser maduras para estar en condiciones de gestionar su vida y su felicidad. Esta finalidad contiene otras como se acaba de señalar entre las que sobresale la moral, la social y la religiosa –para las personas creyentes– y en las que se integran la estética, en parte, la afectiva y la sexual. Otras instituciones educativas se plantean similares fines, sin embargo, corresponde a la familia un papel educativo en este sentido de responsabilidad propia y difícilmente delegable. En el siguiente cuadro se muestra esa relación entre fines educativos y objetivos en la educación de los hijos.

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DIMENSIONES

Intelectual

OBJETIVOS

CONTENIDOS • Conocimientos teóricos sobre

1.Valorar la verdad y el conocimiento.

toda la realidad

2. Disponer de hábitos intelectuales.

• Cultura básica para vivir

3. Poseer un sentido de la realidad, del mundo.

• Orientación laboral • Cuidado del cuerpo

1. Valorar el cuerpo.

2. Poseer hábitos para conservar la salud y de higiene.

Corporal

3. Disponer de destrezas y control corporales.

4. Poseer el sentido del pudor.

• Sensibilidad

1. Tener un equilibrio afectivo.

2. Gozar de autoestima.

Afectiva

3. Sentirse. Sentimientos positivos: esperanza, alegría, optimismo.

Estética

Moral

• Experiencias estéticas

1. Conocimiento y aprecio por lo bello.

• Artes

2. Expresión de lo bello, cultivar el buen gusto.

• Conocimientos concretos sobre el bien y la felicidad • Valores • Actos humanos

1. Poseer hábitos morales.

2. Tener un control voluntario y uso responsable de la libertad.

3. Ser y actuar con autonomía.

Sexuada

Social y cívica

• Conocimientos sobre sexualidad, género • Prácticas de respeto, valoración, integración en la persona • Vida familiar, relaciones familiares.

1. Apreciar y comprender a las personas del mismo y

• Valores • Conocimientos sobre sociedad y ciudadanía • Participación en asociaciones

1. Poseer habilidades comunicativas.

diferente sexo.

2. Disponer del sentido del pudor sexuado.

3. Integrar afecto en el amor personal.

4. Amar en la familia.

2. Ser empático, comprensivo y compasivo.

3. Valorar y practicar la honradez y la justicia.

4. Valorar y practicar la solidaridad y la responsabilidad.

5. Orientarse laboralmente.

Fuente: (Bernal, A, 2012, p. 70)

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Los padres o tutores requieren unos conocimientos acerca de la educación y de las características de sus hijos o de los menores por edad: sexo, temperamento y características propias. Los padres precisan el desarrollo de una serie de habilidades con las que actualizar su potencial e intención educadoras: destrezas de comunicación, de expresión de sentimientos, de aplicación de la disciplina, de organización de tareas; capacidades para vislumbrar en la vida cotidiana oportunidades de aprendizaje, para orientar, exigir y colaborar con otros familiares; han de asentar su identidad personal, sus convicciones, sus valores, sus creencias, orientadoras de la propia vida, y su papel de padres.

En lo tocante a la función de cuidado, los programas para padres incluyen conocimientos acerca de los hijos subrayando cómo velar por su salud y una serie de habilidades para entrar en contacto con otros profesionales a los que también les corresponde ese desvelo: médicos, responsables de los centros educativos, de instituciones de ocio, etc. Podemos ver en el cuadro siguiente un elenco de contenidos y objetivos de la educación que necesitan padres y madres para educar a sus hijos

DIMENSIONES

Intelectual

OBJETIVOS

CONTENIDOS • Conocimientos de la realidad, sociedad, política.

• Conocimientos de su rol de padre/madre.

Conocimiento de sus creencias acerca de la familia.

• Conocimientos sobre los hijos y sobre la educación (fines, dimensiones, métodos, recursos).

• Conocimiento del funcionamiento de las instituciones educativas.

• Conocimiento de aspectos necesarios para la organización del hogar, la salud e higiene, el ocio, de la familia.

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1. Mejorar la cultura personal.

2. Saber de qué se es responsable como padres.

3. Conocer cómo son sus hijos y sus necesidades, problemas y potencialidades.

4. Conocer la educación de los hijos y los cauces de participación en los centros educativos.

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DIMENSIONES

CONTENIDOS

Moral

• Vivencia de los valores y convicciones, del sentido de la vida, del bien, de la felicidad.

• Valores y hábitos morales.

• Ejercitar la responsabilidad de ser padres.

1. Mejorar continuamente la vida personal.

2. Estar disponible para la familia.

3. alorar el ejemplo y la coherencia.

4. Conducir a los hijos en su vida.

5. Exigir y apoyar el crecimiento integral de los hijos.

• Expresión y comunicación de los propios sentimientos e ideas.

• Gestión de la sensibilidad, autocontrol.

1. Lograr un equilibrio y una estabilidad emocional.

2.Asegurar la autoestima.

3. Gozar con sentimientos. positivos: esperanza, alegría, optimismo en la vida familiar y en la tarea educativa familiar.

• Prácticas de respeto, y valoración de las personas, sean del sexo que sean, en la vida familiar y fuera de la familia.

• La igualdad y la diferencia por sexo en las relaciones familiares y en las tareas en y fuera del hogar.

Vida familiar, relaciones familiares según el género.

1. Aprecio y comprensión de las personas del mismo y diferente sexo: cónyuge e hijos.

2. Vivir y enseñar el sentido del pudor.

3. Integrar afecto sexuado en el amor .

4. Mantener y mejorar el amor familiar.

5. Aplicar en la vida familiar la consideración de la igualdad y diferencia por sexo.

• Valores sociales que pueden aprender los hijos.

• Conocimientos sobre sociedad y ciudadanía que pueden entender los hijos.

• Participación en asociaciones.

1. Enseñar habilidades comunicativas con el ejemplo.

2. Mostrar empatía, comprensión y compasión hacia las personas y servir de ejemplo.

3. Explicar cómo se procura ser honrado, responsable, justo y solidario.

4. Explicar cómo es y se valora el trabajo en el hogar y fuera del hogar.

• Creencias y conocimientos sobre la educación en la familia y la función educativa del padre.

• Conocimiento de fines, medios, dimensiones, contenidos de la educación de los hijos.

• Pautas de control, exigencia, comunicación, refuerzos en la educación.

• Conocimiento y prácticas de atención a hijos con necesidades especiales.

1. Adaptar la educación que se tiene como ideal a las situaciones de los hijos y del contexto familiar y sociocultural.

2. Establecer fines en la educación de los hijos de acuerdo con la edad, la capacidad y las posibilidades.

3. Alternar la constancia y la flexibilidad en la práctica educativa y en la aplicación de la disciplina.

4. Desarrollar la corresponsabilidad de los padres en la educación de los hijos entre sí y con respecto a las instituciones educativas.

Afectiva

Sexuada

Social Cívica

Educativa

OBJETIVOS

Fuente: (Bernal, A., 2012, pp.72-73)

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Los profesionales que impulsan el bienestar familiar tienen que conocer todo lo reflejado en los cuadros anteriores y además hacerse cargo de algunas temáticas más amplias como son: • las etapas del ciclo familiar, • las conductas de las personas ante cambios sociales y su repercusión en la familia, • los roles de las personas en las familias, • formación del autoconcepto, • la atención a las relaciones interpersonales en la familia, • situaciones problemáticas y de dificultad –enfermedades graves o crónicas, personas con discapacidades severas, rupturas matrimoniales, encarcelamiento, embarazo de adolescentes, madres solteras, consumo de sustancias nocivas para la salud, contextos de agresividad, violencia y abuso, • adopción, • servicios sociales de asistencia, asociaciones que puedan servir a las familias, sistema educativo, • oportunidades de ocio, programas y recursos culturales y deportivos, servicios religiosos.

Estos profesionales deben aprender una serie de principios clave como son: prestar atención a las necesidades “educativas” de crecimiento, cambio y desarrollo personal, aplicar la ética profesional y aplicar métodos útiles, fiables, válidos; procurar una formación pedagógica de calidad.

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3.5. Medios y recursos Educar es un modo de dar vida. Por tanto, el medio por antonomasia de la educación en la familia son las relaciones interpersonales. En la familia, las relaciones están marcadas intensamente por la intimidad mediante el afecto y el amor. Por estas vías se transmiten los valores: lo que se estima, a quienes se estima y cómo se estima.

Las relaciones familiares tocan el corazón y lo que hay en él. Mostrar afecto, aceptarlo, es a su vez un modo de comunicación. No existe propiamente una relación interpersonal sin comunicación y sin ella tampoco hay educación. La vida familiar se edifica según sea la comunicación entre sus miembros que al mismo tiempo depende de elementos como el temperamento de las personas y las costumbres socioculturales. Se pueden usar más gestos que palabras o, al revés, pueden las voces interpretar los gestos. Lo importante es que sea una comunicación que propicie no sólo el traspase de información, los datos necesarios para convivir, sino que se constituya en instrumento para disponer de la vida en común. Lo más relevante de la comunidad familiar es que todos procuren el bien de cada uno aunque de maneras diversas.

La familiaridad no ha de reñir con el respeto. En la familia, se aprende a conjugar intimidad y confianza con respeto, la actitud del que vive pendiente de cómo vive y se encuentra al de al lado para decidir y hacer todo lo posible por su bien. Estar en casa no es hacer lo que surja espontáneamente sino es cuidarme para cuidar y cuidar cuidándome. Y como los demás procuran la misma actitud, puedo efectivamente manifestar mi intimidad sin miedo –el tercer sentido de respeto, tener miedo a…, que en este caso no se utiliza– a que me hagan daño. Por este motivo no es señal de sana comunicación que los miembros de una familia sean “auténticos” haciendo entender que autenticidad es sin más mostrarse sin filtros, “como salga”.

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Otro medio es la disciplina. La disciplina, en su sentido práctico, es el modo de la regulación de la conducta, orientada para alcanzar unos valores y actitudes que se quieren inculcar, expresada en normas y cuyo resultado son costumbres y hábitos. Es el medio por el que las personas aprenden a actuar controlando sus facultades operativas. La repetición de actos engendra costumbres, si además los sujetos alcanzan las razones por las que actúan adquieren hábitos. Lo específico de la disciplina en la familia discurre en razón de la comunidad de vida que esta célula social implica. No sólo se trata de asentar los fundamentos de la actuación de los más pequeños, también los adultos tienen que aprender a comportarse familiarmente para moldear un orden en los pequeños y en ellos mismos. Incluso han de atarse a una disciplina educativa.

La “ley” de la familia, la dinámica existencial de facilitar la vida a sus miembros es inviable sin la disciplina de ellos, cada uno según su capacidad y responsabilidad. En la adquisición de conductas, especialmente en el caso de los más pequeños, la imitación, el modelado, el refuerzo, el ejemplo, son medios utilizados también en las familias para impulsar este aprendizaje.

Otro medio de la educación familiar: las actividades cotidianas. La educación familiar se compone de una metodología esencialmente práctica. Aunque parte de la comunicación sea informar de las razones por las que se vive y cómo se vive, la visión del mundo, de la sociedad, de la propia familia, y se dialogue sobre todo ello, la mayor parte consiste en compartir espacios y tiempo para la realización de actividades con los demás integrantes de la familia. Este proceso es intrínsecamente educativo. Todo lo que se hace o se deja de hacer en la familia educa o deseduca, no es neutral.

El tiempo y el espacio afectan la vida familiar. Su gestión y su posibilidad influyen en cómo se puede vivir y educar. En la educación familiar es importante la vivienda y el entorno próximo de la familia. Estos dos

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elementos suponen pensar qué obstáculos, o por el contrario qué ayudas, tiene la familia para su vida y en concreto para poder crecer y educarse. Así mismo, el proceso de crecimiento requiere tiempo. El ciclo vital condiciona el desarrollo de las personas y el trascurrir de las familias. Además, la vida familiar y también la educación requieren tiempo, momentos de vida común.

Los educadores necesitan dedicar tiempo y perseverar en las metas. Se requiere un marco de estabilidad en las relaciones interpersonales, para conocerse bien. Se precisa tiempo para reflexionar y ser flexible con acierto según las situaciones y circunstancias.

La absorción del trabajo profesional y la preeminencia concedida a algunos valores que se practican al margen de la familia –preparación cultural, deportes, actividades de ocio, relaciones sociales, etc.– restan tiempo a la familia y con ello se hace más difícil la educación y la comunicación.

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