de espumarajos mucosos muriendo en el intento de salir de aquel infierno. Tras ello, que es parecido al lavado con sal de los caracoles, son enjuagadas con abundante agua dulce. Tras el escurrido, pasan brevemente por la sartén con buen aceite de oliva virgen y ajos con un toque de guindilla, pasando a la cazuelita listas para su consumo. Aunque hace muchos años del evento, quedó grabado en nuestra memoria culinaria con la nota máxima,.. y la coletilla del Tesorero animando, “…si, si, rebañar bien la cazuela, qué cuando nos veremos en otra…”. Profecía pura, que diría el poeta. ¡Buen Provecho ¡
¡Buen viaje!
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