Capital Letter 16 - Hombre

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ediciรณn especial

REVISTA ESTUDIANTIL EN LENGUAS EXTRANJERAS

Nยบ 16 // 2013 // SEM II

issn 2011-5628

HOMBRE


revista estudiantil en lenguas extranjeras


revista estudiantil en lenguas extranjeras

capital letter

revista estudiantil de lenguas extrangeras número 16 • edición especial hombre • sem ii 2013 • issn 2011-5628 universidad nacional de colombia • facultad de ciencias humanas El objetivo de esta publicación es el fomentar la presentación y el desarrollo de temas de importancia tanto para el departamento y la facultad como para la universidad en su totalidad; tales como la problemática social y académica, la investigación pedagógica y sus resultados, la cultura y el entretenimiento; la mayoría de estos temas relacionados con las lenguas extranjeras, o publicados en éstas.

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Maria Claudia Nieto, Camilo Enrique Díaz Romero, Camilo Morales Neissa, Geraldine Mogollón, Manuel Alejandro Briceño Cifuentes, Flor Aurora Mendez Linares, Natalia Mateus Camargo, Joseph Wager,

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Se terminó de imprimir en las instalaciones de GRACOM Gráficas Comerciales, ubicada en la ciudad de Bogotá, Colombia, en la Carrera 69K N° 70-76, en el mes de Feberro de 2014. El tiraje es de 500 ejemplares en papel Bond de 90 gramos. Las fuentes utilizadas, Metapro, en sus variaciones; Book, Medium y Bold, ambas Roman e Itálica en puntajes 7, 9 y 11. DIN Next Pro, ambas Roman e Itálica, en puntajes 24 y 42 y Chaparral Pro en su variación Itálica a 8 puntos.


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editorial

¡Hombre!

Absence

Maria Claudia Nieto Cruz

Camilo Enrique Díaz Romero

Camilo Morales Neissa

mcnietoc@unal.edu.co

repindcamilo1987@gmail.com

cmoralesne@bt.unal.edu.co

8

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Amándote en secreto

Nostalgia

Morfeo

Los hombres de mi vida

Geraldine Mogollón egmogollong@unal.edu.co

Geraldine Mogollón egmogollong@unal.edu.co

Geraldine Mogollón egmogollong@unal.edu.co

12

16

19

¿Se nace O se hace?

Escritos de Flor

Como los demás

Manuel Alejandro Briceño Cifuentes

Flor Aurora Mendez Linares

Natalia Mateus Camargo

mabricenoc@unal.edu.co

famendezl@unal.edu.co

nmateusc@unal.edu.co

N16

2013 hombre


20

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28

Twilight of the Mirrors: Reflections of a Digital Man

Un hombre rural hace más de 50 años

La razón diminuta

Joseph Wager

Rosa Isabel Guzmán Munevar

jwager@unal.edu.co

rosaguzman44@hotmail.com

29

30

31

Fin

Ángeles de la muerte

N-everland

Miguel Angel Adarme Acevedo

Miguel Angel Adarme Acevedo

Daniel Jiménez Casas

maadarmea@unal.edu.co

daajimenezca@unal.edu.co

32

36

37

La liberación como cambio cualitativo

Sentir

Mi Boca

Daniel Jiménez Casas

Sebastián Paco

daajimenezca@unal.edu.co

sebastianpaco@hotmail.com

maadarmea@unal.edu.co

31

Las Casas Viejas / The old Houses / Τα παλιά σπίτια Daniel Arturo Jiménez Casas daajimenezca@unal.edu.co

Miguel Angel Adarme Acevedo maadarmea@unal.edu.co

Sebastián Paco sebastianpaco@hotmail.com


EDITORIAL María Claudia Nieto Cruz

Los hombres de mi vida La primera evocación que viene a mi mente cuando pienso en la palabra hombre es la de hermano. Crecí entre los míos siendo la única mujer. Conocí sus andares desde la niñez, la pelea de puños por cualquier cosa, su solidaridad, sus grupos de amigos, sus pruebas de resistencia, sus juegos— desde darle la vuelta a la manzana (cuando no había ni tantos carros ni tanto peligro como ahora) con las tapas de gaseosa simulando el estar dando la vuelta a Colombia en bicicleta, hasta el nunca olvidado carrito de balineras donde tenía el privilegio de montar y de ser empujada a toda velocidad—, luego más creciditos sus viajes en autoestop, donde padres y hermanita se quedaban en casa en vilo esperando su regreso. Hombre, padre: aquel que me llevó sobre sus hombros en todos los sentidos, desde la romería del desfile militar, hasta el soportar la ausencia de la madre que partió prontamente. Hombre luchador, juicioso, incansable escucha de música clásica, mexicana, popular; ejemplo a seguir en muchos aspectos. Hombre, amigo: aquel con quien me atrevo a ser completamente yo, aquel que escucha mis historias una y otra vez y con solo una pregunta me hace aterrizar mi pensamiento y me ayuda a liberarme de cargas externas, que no me corresponde llevar, y quien cuestiona mis decisiones sin juzgarme, solo haciéndome ver el otro lado de la moneda. Amigo compañero de aventuras, quien acolita la visita a la tía, el carnaval en un pueblito de nuestra geografía, la última película de Tarantino o la saga de James Bond, enemigo del balón, no por no querer, sino por la potencia de la bola que en alguna oportunidad lo sacó de la cancha para siempre. Hombre, al fin y al cabo, amante de algún equipo de la capital que se enfurece cuando su equipo va de mal en peor. Hombre, amante: regido por su urgencia, sosegado en la plenitud. Dador de calorcito en la espalda, de fuertes abrazos que te dejan sin respiración, de presencia importante en tu vida física, mental y emocional. Hombre, mujer: criatura atrapada en un cuerpo que no le encaja, habitante de diferentes planos, que lucha por encontrarse y hallar lugar en una sociedad compleja y masculina tutelada por matronas recias. Queridos todos: va para todos ustedes todo mi amor.

Los quiere inmensamente,

Claudia mcnietoc@unal.edu.co


¡Hombre!

7 Camilo Enrique Díaz Romero

Un día, un antropólogo estaba navegando por una isla en Oceanía, cuando, de repente, escuchó que un grupo de personas gritaba: ¡hombre!, ¡hombre! El investigador se acercó a ellos y les dijo: aquí estoy; pero los nativos lo ignoraban. Luego, volvieron a gritar: ¡hombre!, ¡hombre!; y el antropólogo insistió en que ahí estaba. No obstante, lo volvieron a ignorar. Él, entonces, decidió irse a otra isla cercana. Lo que desconocía aquel joven navegante era que los lugareños no hablaban su misma lengua. Al día siguiente, otro antropólogo se le acercó y le dijo que la tribu, cuando dice ¡hombre!, no se refiere a una persona de género masculino o a la especie que usa el lenguaje como su estrategia de supervivencia, sino a la isla volcánica gracias a la cual, según sus creencias, se creó y se destruyó la humanidad una y otra vez. Luego, ambos antropólogos partieron rumbo a la isla de los lugareños y ellos volvieron a gritar: ¡hombre!, ¡hombre!; pero, esta vez, con más intensidad incluso

que la de antes. Los investigadores dirigieron su mirada hacia la isla volcánica y allí se dieron cuenta de que los nativos estaban advirtiéndoles de la inminente emisión de lava y cenizas que pronto llegaría a ese lugar. Entonces, emprendieron la huida de aquel lugar, pero era demasiado tarde. El flujo piroclástico iba tan rápido que arrasó a toda la isla sin que los lugareños y los investigadores pudieran escapar de allí. Dos años después, unos arqueólogos llegaron a la isla de los nativos. Solo encontraron un montón de restos humanos carbonizados y un mensaje que uno de los antropólogos había escrito en el suelo y que, milagrosamente, se conservó tras la erupción: ¡Cuidado con el hombre! ¡Los puede destruir! Pero, como no había quién les dijera el significado de la palabra hombre en ese lugar, el volcán también los mataría tres días después. FIN


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Amándote en secreto Geraldine Mogollón

ABSENCE Camilo Morales Neissa

There’s a moment in time when a man crying recalls But his tears fall down not From his eyes but his soul ... ‘Cause the pure, crystal lake that is not water made Has a sour, bitter taste Far from cold, liquid state And it is just soothed by A quick sip of long time ...

Otro día en que el deseo me domina, no puedo evitarlo, simplemente tengo que ver tus ojos, asegurarme de que estás bien, que aún eres el ángel que ilumina mi alma. Me acerco lentamente con la esperanza de encontrarte sola, quizás este fuese el día para expresarte todo lo que mi corazón siente por ti. No sé si lo aceptarás, solo estoy seguro de que eres tú la persona con la que deseo estar. Por fin estoy allí, tengo todo el valor, hoy es el día que abra mi corazón, y que sepas que estoy muriendo por ti. Pero, como de costumbre, él está junto a ti, dándote todo aquello con lo que sueño. Quisiera poder odiarlo, pero en el fondo sé que él te da todo el cariño que tú necesitas y que puedes corresponder; no obstante, el dolor se apodera de mí, ojalá pudieras entender por qué actúo como lo hago. Quisiera poder irme muy lejos de ti, para dejarte ser feliz, pero no soy capaz de hacerlo. Tan solo verte, aunque sea en brazos de otro, es lo único que reconforta y le da paz a mi corazón.


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Nostalgia Geraldine Mogollón

Cierta madrugada, una vez más se despertaba con los ojos llenos de lágrimas, otra vez ese sueño, que hacía tantos años lo atormentaba, ese recuerdo de aquella persona que tanto había amado. Cómo extrañaba el brillo de sus ojos, el sabor de sus labios, la dulzura de su piel. ¿Cuántos años habían pasado sin tocarla?, ¿cuántos días sin verla?, ¿cuántas horas sin besarla? Se sirvió un trago de vodka y salió a la terraza a fumar un cigarro; le dolía pensar lo mucho que ella detestaría verlo en esa situación, escondiéndose de la realidad. Cada vez que intentaba salir adelante y olvidar el dolor de su pérdida, se encontraba con un lugar en el que habían compartido juntos. Mientras su mente divagaba, vio una estrella fugaz y cerró sus ojos. Recordó que un día en la playa, cuando celebraban 4 años juntos, después de ver una estrella fugaz ella cerró sus ojos y con toda la fuerza de su corazón pidió un deseo. Le encantaba su inocencia y ternura, era aquello que hacía que cada día junto a ella fuera una aventura, una sorpresa, un día irreemplazable. Cerró los ojos. En su mente solo estaba su recuerdo y con todas las fuerzas de su corazón deseó encontrar un lugar en el que nunca más viviera un día de infelicidad, no más tristeza, no más llanto, no más dolor. Abrió los ojos, tomó el último sorbo de vodka, después expulsó la última bocanada de humo y volvió a la cama con la esperanza de que su sueño se volviera realidad. Los sueños no lo atormentaron. Cuando despertó, sintió una extraña sensación. Se bañó, se tomó su café y fumó su cigarrillo como de costumbre, pero no parecía ser un día normal. Sin saber por qué, empacó en una maleta un poco de ropa y su laptop y decidió viajar en su auto a cualquier lugar, sin rumbo. Viajó por horas, paró un par de veces para comprar algo de comer y beber algo. Cuando vio la Luna, pensó que era muy tarde, que era momento para parar y dormir en cualquier pueblo. Tomó la siguiente salida, en realidad no tenía idea en qué parte se encontraba, pero realmente no le importaba, lo único que tenía por perder, ya lo había perdido. Llegó a un pueblo, parqueó en frente de una pizzería y decidió comer ahí una lasaña, su plato favorito. Le preguntó a una señorita que parecía muy hermosa en dónde se encontraba, ella dijo un nombre casi impronunciable, que él nunca había escuchado, pero decidió no indagar al respecto. Después de comer, decidió buscar un hotel, las personas lo atendieron muy amablemente; no obstante, él notaba algo extraño en la mirada de todos, faltaba algo en sus ojos, cierto brillo, el cual nunca había notado, pero les daba a las personas ciertos indicios de felicidad. Antes de irse a dormir, decidió buscar un bar, se sentó en una hermosa terraza, pidió una botella de vodka y una cajetilla de Marlboro. Era una persona con muchas costumbres y tradiciones. Cuando la botella estaba casi a la mitad, se sentó una joven a su lado. Él amablemente le ofreció un poco de trago, ella lo aceptó con gusto. Hablaron unas dos horas, luego pidieron otra botella, pero ella sugirió que la tomaran en la habitación de él. Tomaron toda la botella, se fumaron otra cajetilla de cigarrillos, ella le contó todo acerca de su vida, él escuchó con atención, le contó un poco de la suya (en realidad nada relevante), lo único que le parecía realmente interesante era aquello que le había pasado


David Enrique Flórez, fotografía. deflorezs@unal.edu.co

desde la última noche; aunque pensaba que era un poco vergonzoso, decidió contárselo. Ella se acercó lentamente y lo besó, él respondió, aunque no estaba muy seguro por qué lo hacía. Sabía que en la mañana tomaría su carro, manejaría unos cuantos kilómetros más sin rumbo y olvidaría el camino hacía ese lugar tan escondido... La abrazó y besó, suavemente desabrochó los botones de su camisa, ella hizo lo mismo. Cuánta sensualidad, cuánta pasión; sin embargo, ni una gota de amor. Después de tener sexo, él se levantó a fumar un cigarrillo, ella preguntó si todo estaba bien, él asintió mientras le preguntaba si a ella no le importaba estar con alguien sin sentir amor, sin sentir cariño. Ella le respondió que él había ido al lugar donde su deseo se podía hacer realidad, un lugar sin amor es un lugar sin infelicidad, sin sufrimiento, «¿Acaso no era eso justamente lo que deseabas?», preguntó mientras se quedaba dormida. Mientras se acaba su cigarrillo, pensó en su amor y la felicidad que había sentido junto a ella, era exactamente igual a la infelicidad que ahora lo inundaba. Para ser infeliz debes saber qué es la felicidad; la felicidad es solo posible cuando amas a alguien, ese brillo en los ojos es la capacidad que tienen los seres humanos para amar, la ilusión de llegar a ser felices.

Se vistió. Iba a prender un cigarrillo, pero decidió que fumar únicamente ayudaba a que se sintiera más miserable consigo mismo. Vio a la hermosa chica que dormía en su cama, se acercó, le dio un beso en la mejilla y agradeció por la noche, aunque sabía que ella no lo escucharía; pagó el hotel, indicó que había una joven en su habitación, solicitando que en la mañana le dieran un delicioso desayuno con una rosa y una nota que él escribió, con las siguientes palabras: «Sin amor no hay felicidad o infelicidad, pero tampoco vida». Volvió a su auto, manejó de vuelta a casa, con la seguridad de que la única forma de continuar con su vida, a pesar de haberla perdido, era encontrando un nuevo amor, nuevo amor a la vida, a la luna, a sí mismo. No sabía si volvería a sentir por otra persona lo mismo que había sentido por su gran enamorada. Lo único de lo que estaba seguro es que sin amor es imposible vivir, simplemente se sobrevive, eso es una vida miserable. Cuando llegó a su casa estaba amaneciendo. Decidió que desde ese día nunca más se permitiría vivir sin amor; si tenía que ser infeliz, valdría la pena, porque tras esta infelicidad se escondía la felicidad. Él debía honrar el amor que ella había sentido por él, siendo feliz, demostrando que todo aquello que habían vivido juntos valía la pena.


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Morfeo Geraldine Mogollón

Sutilmente se desliza en mi rostro un bostezo que impide a mi mente hablar, a mi corazón sentir y me indica que es tiempo de volar con las estrellas a la proximidad de la Luna. La noche se recarga en mis párpados, haciendo difícil pensar, recordar; simplemente me atrapa en sueños de fantasía. Deja de importar lo que sucede a mi alrededor, ahora mi realidad se convierte en hadas, faunos, unicornios, monstruos, el miedo no tiene lugar en tan maravillosa armonía. A medida que mis ojos se cierran, Morfeo me atrapa en sus brazos con intención de nunca dejarme ir; me lleva volando al pasado, al futuro, a un presente desconocido, a irrealidades paralelas, juega con mis sentimientos y emociones, aprisionándome en una vida diferente. Suena una música a la distancia, no puedo seguir el hilo de su letra o de su ritmo, ahora imágenes sin sentido dominan mi voluntad. Otro bostezo indica que ya no pertenezco a este mundo. Queda atrás todo lo que soy, para ser una persona completamente diferente. Amores y desamores, ¿a quién importan? Ahora pertenezco enteramente a mí. No hay desilusiones, ni frustraciones, solo hay un cielo oscuro, en el que puedo conseguir todo aquello que quiera, bailando al son de las estrellas fugaces. En mi mente suena el eco de una sola frase: «Tengo sueño, quiero dormir», a la cual Morfeo responde: «Duerme, sé mía para siempre».


Manuel Alejandro Briceño Cifuentes

¿SE NACE O SE 1* HACE? 1 * Este trabajo aborda, desde una perspectiva psicoanalítica, el asunto de la homosexualidad en el siglo XX. La investigación hacia la orientación sexual es un asunto complejo en el hombre, que requiere un estudio más detallado desde diferentes disciplinas y que no puede reducirse a una explicación desde solo un paradigma; el psicoanálisis, en tanto erotología del hombre, indaga y cuestiona las diferentes modalidades de satisfacción pulsional que tiene el ser humano en torno a tres conceptos: deseo, goce y amor. Tal vez el psicoanálisis no pueda revelar de manera completa el origen de la sexualidad, pero trae a juego sus efectos para que puedan ser abordados desde otra lente: una lente subjetiva, propia del sujeto que la vivencia en carne propia.

La sexualidad es algo que nosotros mismos creamos—es nuestra creación, tanto más que no es el descubrimiento de un aspecto secreto de nuestro deseo—. Debemos comprender que con nuestros deseos, y a través de ellos, se instauran nuevas formas de relaciones, nuevas formas de creación. El sexo no es una fatalidad, es una posibilidad de acceder a una vida creadora. Michel Foucault2

En la actualidad, nos encontramos sumergidos en diferentes discursos de saberes que anuncian verdades enigmáticas y efímeras, las cuales nos dan cierta calma a la angustiosa realidad que vivimos, preguntas que se arremolinan en nuestras cabezas pidiendo una respuesta definitiva como los bancos de peces que se dirigen a una red para su ineludible fin. Así vemos cómo la sociedad intenta calmar la inagotable fuente de preguntas del ser humano con saberes científicos, humanistas y esotéricos, para dar silencio a la incesante puja que hace un sujeto insatisfecho, que reclama una voz acallada por los saberes circundantes. En esas preguntas que no se responden con las insipientes respuestas dadas por la sociedad a manera de placebos se encuentra un aspecto del ser humano que es refractario a cualquier explicación 2 Michel Foucault, entrevista para Body Politic, 1982.

y definición posible: la sexualidad. A través de la historia se ha intentado dar una explicación de aquello que denominamos «sexual», anudando este aspecto a características de orden biológico, social y psíquico, creando una pseudo-definición de lo que es, calmando la angustia existencial de dar respuesta a eso incesantemente desconocido. Pero la sexualidad humana, al ser refractaria de cualquier definición que la encierre y la controle (pues no tiene límites), se ha convertido en el talón de Aquiles de la sociedad, generando el principal problema para las instituciones que gobiernan y controlan al hombre, poniendo en relieve sus diferentes modalidades de desarrollo e interacción. Uno de las interrogantes que surgen en este punto es «¿Cómo se puede tener una orientación sexual diferente a la establecida por la sociedad?», pregunta bastante escabrosa que


13 nos lleva a pensar en las diferentes elaboraciones actuales hechas para responderla. Abordaré este interrogante iniciando en la disyuntiva que nos pone la frase «se nace o se hace», que tanto se estudia actualmente, pasando por la perspectiva biológica y genética de este asunto, para llegar a una visión más constructivista donde, apoyándome en las primeras elaboraciones freudianas, intentaré abordar desde el modelo pulsional cómo se construye la sexualidad en el niño, no de forma fija y determinada, sino como una elaboración propia de cada sujeto que pide ser comprendida y analizada. Terminaré este texto evocando algunas de las consideraciones hechas por Michel Foucault sobre la orientación sexual, y cómo estas no están tan en desacuerdo con los planteamientos propuestos por Freud3. Cuando se pregunta el por qué de una conducta, usualmente se lleva a establecer una explicación causal de los hechos, se intenta establecer una relación de la conducta observada con los factores internos o externos que rodean al sujeto. Este tipo de pensamiento es el que nos lleva a conocer distintos fenómenos y a darles una explicación, otorgando un orden para los diferentes eventos del mundo. Al pensar en la cuestión de la sexualidad, y más en el asunto de la orientación sexual de las personas; este tipo de explicación tropieza con la dificultad de establecer leyes que determinen, controlen y predigan las conductas sexuales de una persona, sus posibles relaciones y maneras de expresarse ante los demás. En la sociedad se inscribe una modalidad única de orientación sexual basada en tradiciones y leyes institucionales que rigen e intentan aprehender a la sexualidad. Esta orientación es la heterosexual, que se erige como «el amo naturalizado que se adjudica a sí mismo la normalidad del placer, el erotismo y las pasiones»4; aquí la rama científica, que se encuentra bajo el dominio del positivismo, intenta dar solución a este problema abordándolo desde una lente biológica, apoyado en los estudios genéticos, neuroanatómicos, hormonales, antropométricos y moleculares5. Otras posiciones más antropológicas y sociales cuestionan estos abordajes, poniendo énfasis en la construcción social y subjetiva de cada persona sin dejar a un lado el factor biológico6. Estas 3 Aunque Foucault mantiene a lo largo de su vida una relación ambivalente con el psicoanálisis, lo que cuestiona de este último es que se satisfaga narcisísticamente de los logros alcanzados en cuanto a la sexualidad. Esto puede plantear numerosos debates, pero algo que no puede ser inevitable

posiciones empiezan a plantear una discusión sobre el origen de la homosexualidad, que se debate entre la disyuntiva de si «se nace homosexual» o «se hace homosexual». Para la perspectiva biológica y para la genética (que corresponde a la científica) la homosexualidad se debe a los siguientes factores: para la primera, la homosexualidad es hereditaria y tiene una localización neuroanatómica específica que corresponde a algunos núcleos del hipotálamo; para la segunda, existe un gen homosexual que puede dar respuesta a la conducta desviada. En algunos estudios moleculares7 se ha descubierto que la ausencia de microsatélites en la posición Xq28 podría estar relacionada con la conducta homosexual. Todas estas explicaciones derivadas de estudios de laboratorio y de campo siguen quedándo cortas para explicar por qué el ser humano elige una pareja sexual que no le proporcione una descendencia evolutiva óptima, y en cambio, busca el placer de satisfacer sus deseos sexuales en parejas del mismo sexo, donde el principio darwiniano pareciera ser anulado y borrado. Freud ya nos revelaba algo de ese enigma en su texto Tres ensayos de teoría sexual, al empezar el primer ensayo abordando la inversión o homosexualidad como punto de partida para explicar su teoría pulsional8; basándose en la literatura de la época sobre este tema y en sus estudios clínicos (análisis con neuróticos), logra esbozar una explicación de la conducta de los invertidos, donde la pulsión sexual es aquella que rige la vida anímica de las personas y por ende comanda sus vicisitudes. Es importante aclarar en este punto que cuando hablamos de la pulsión, nos estamos refiriendo a una fuerza, a un «estímulo para lo psíquico»9 que no corresponde a algo exterior, sino a algo interior del propio organismo. Freud dice: «La pulsión […] no actúa como una fuerza de choque momentánea, sino siempre como una fuerza constante»10 para diferenciarlo del concepto de estimulo-respuesta que prevalece en la fisiología. También vale aclarar que cuando nos referimos a «las pulsiones», no nos referimos a una pulsión única y total, sino a diferentes pulsiones que se distribuyen en el sujeto de acuerdo con sus zonas erógenas, zonas corporales que han sido erogenizadas y catectizadas de afecto por una persona que usualmente mantiene contacto físico con el bebé11; así, cuando decimos que la pulsión es la que rige la vida anímica de las personas, estamos

pensar es que el psicoanálisis le dio la oportunidad al hombre de cuestionarse estos asuntos sobre la sexualidad.

homosexuales”. En: Claves de la razón práctica. ISSN 1130-3689, N° 123,

4 Rubén H. Ríos. “Michel Foucault y la condición gay”. Madrid: Campo de

2002, pags. 68-72.

ideas, 2007. Contraportada.

7 Catalina De Valencia Duque. Op. Cit., pags. 5.

5 Catalina De Valencia Duque. “¿Tiene la homosexualidad un origen

8 Sigmund Freud. “Tres ensayos de teoría sexual”. En: Obras completas.

genético?”. Instituto de genética humana de la Pontificia Universidad

Buenos Aires: Amorrortu, 1980. t. VII. Pags. 128-134.

Javeriana. En: http://www.javeriana.edu.co/Genetica/PDFDOC/MONOGRAFIA%20

9 Sigmund Freud. “Pulsiones y destinos de pulsión”. Op. Cit. t. XIV. Pags. 114.

HOMOSEXUALIDAD.pdf.

10 Ibid. Pags. 114.

6 Francisco Javier Urgate. “La ilustrada lucha por los derechos

11 Generalmente es la madre quien cumple el papel de esa persona.


14 hablando del conjunto de pulsiones que contribuyen a la satisfacción de los deseos inconscientes de cada sujeto. Si seguimos las elaboraciones de Freud y tenemos una lectura atenta de sus textos, nos damos cuenta de que el concepto de pulsión se diferencia del concepto de instinto: Trieb (pulsión) e Instinct (instinto) son sinónimos en la lengua alemana que se usan indiferenciadamente, pero Freud acuñó una diferencia entre estos términos al colocar al instinto del lado del comportamiento animal como algo predeterminado y heredado, de carácter adaptativo que varía poco entre especies y que se satisface completamente. En cambio, a la pulsión la dejó del lado de lo contingente, de lo variable en cada humano, de lo constante que ejerce una fuerza en los pedidos y exigencias humanas, lo que no se puede satisfacer por ningún medio, «concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático»12. Freud va a hablar de cuatro elementos que componen la pulsión: el primero es el empuje o Drang, factor energético que implica la pulsión en determinada fuente; el segundo es su meta o Ziel, que presupone la disminución de toda excitación de una zona erógena; el tercero es la fuente o Quelle, una parte del cuerpo que genera el proceso somático de la pulsión, usualmente son las zonas erógenas las que sirven como fuente pulsional; y como cuarto y último está el objeto u Objekt, que sirve como instrumento para alcanzar a través de él la satisfacción de una pulsión. El objeto es lo más variable que puede tener una pulsión, ya que puede cambiar de un cosa a otra para procurarse satisfacción momentánea. Sobre este último elemento me quedaré para retomar la elaboración hecha anteriormente sobre los Tres ensayos de teoría sexual, donde para explicar su teoría pulsional se centra en el objeto del invertido. Si la homosexualidad fuera determinada biológicamente, estaría atada a los instintos, en cuanto que sería heredada y correspondería a un carácter adaptativo. Pero como nos lo demuestran los estudios científicos, aún no hay correlación fija hasta el momento de la conducta homosexual con algo innato y heredado, simplemente hay tendencias que muestran en algunos casos que hay factores biológicos que están siendo relevantes en los resultados, pero que no pueden arrojar nuevas luces a las investigaciones. Freud nos muestra que en el invertido, el objeto homosexual corresponde a una fijación de este en una etapa infantil13, donde el niño al atravesar su desarrollo psicosexual tuvo una fase muy intensa la cual fijó el objeto a la figura parental opuesta. Esta concepción primaria de la homosexualidad en Freud se va a modificar más adelante al postular que el desarrollo psicosexual en el niño es atravesado por el complejo de Edípo.

Podríamos resaltar de este texto en relación a nuestro tema que la elección de un objeto sexual para el hombre no corresponde a algo predeterminado por el organismo, sino por el contrario, es una elección de acuerdo a las mociones pulsionales que vivencie la persona. El heterosexual que se ufana en decir que está definido sexualmente porque sabe que quiere corre el riesgo de caer en el agujero pulsional de su propio cuerpo para sucumbir a los impulsos que ha reprimido a costa de la sociedad. También es válida esta afirmación para aquellas personas homosexuales que creen saber que no pueden elegir otro tipo de partenaire14, sino que ya están definidos completamente por su elección de objeto sexual. La sexualidad humana abarca múltiples caminos de placer, algunos tolerados por los demás, otros más perversos que llevan a experimentar nuevas vivencias de satisfacción; pero todo lo que subyace a esto es una moción pulsional que emerge en búsqueda de cancelarse y que no lo logra por su misma naturaleza. Ya con la formulación del complejo de Edipo que Freud logra plantear gracias al trabajo analítico con sus pacientes15, se logra visualizar un poco la formación de la orientación sexual del hombre. Basándose en las etapas del desarrollo psicosexual del niño (oral, anal, fálica, latente y genital)16, se centra en los conflictos que ocurren el la etapa fálica, donde el niño gracias a su despertar sexual temprano empieza a elaborar teorías sexuales acerca del nacimiento de otros niños. Estas teorías corresponden a mitos o fabulas que dan una narración imaginaria de los hechos, en tanto que son construidos en el plano imaginario, conllevan una verdad velada: los mitos y fabulas son narraciones de las vivencias del pasado. Abordaré solo el punto de vista del varón en el complejo de Edípo por motivos de espacio en este escrito, además la cuestión de la feminidad merece un trabajo más exhaustivo que el que acá se presenta, ya que conjetura un enigma aún más complejo. El varón supone al principio que todas las personas poseen un pene igual que él. Cuando se da cuenta de lo contrario (al ver a una niña), supone que lo tiene chiquito y que le crecerá; es por este momento que el niño empieza a sentir afectos intensos hacia la madre y sentimientos ambivalentes hacia el padre, quiere colmar toda la atención de ella y que su padre no interfiera en dicha relación. Pero, como es usual, los padres intervienen en ese vínculo separando al niño de la madre con acciones o comentarios que empiezan a instaurar unas normas, lo que se llamara la ley de prohibición del incesto. En otro momento, cuando conoce la genitalidad de su madre, se horroriza al ver que no hay pene en ella, supone que 14 Compañero, pareja. 15 Sigmund Freud. “El sepultamiento del complejo de Edípo”. Op. Cit., 1980.

12 Ibid. Pags. 117.

t. XIX. Pags. 181.

13 Sigmund Freud. Op. Cit., t. VII. Pags. 131.

16 Sigmund Freud. Op. Cit., t. VII. Pags. 157-188.


15 lo perdió o se lo quitaron por algo indebido, ya que en esa edad, el alejar o quitar un objeto del niño implica un castigo por algo que no debía hacer. Así el varón al sentirse atraído hacia la madre pero ver que no tiene pene porque lo perdió por sus malos manejos, supone que podría perder el suyo propio a causa de seguir insistiendo en la relación edípica. El padre representa la amenaza de castración en el varón y permite que se aleje de la madre y mude ese afecto sexual en uno más tierno, así se identifica con el padre y obtiene de manera sustitutiva una relación aceptada por los demás con la madre. Freud nos comenta que cuando el niño no logra aceptar la castración femenina (el hecho de que las mujeres no tengan pene) se produce una fijación en esa representación, esta imagen de mujer-pene o madre-pene persiste en el desarrollo psicosexual del niño generando que el sujeto, «aun siendo normal su vida sexual en los demás aspectos, se verá precisado a convertirse en un homosexual, a buscar sus objetos sexuales entre hombres que por otros caracteres somáticos y anímicos recuerden a la mujer»17. Otra posible construcción de la orientación sexual en el niño es la que el padre, el cual imparte la ley y la norma, si es muy severo y violento en ese momento de conflicto, rechazará la identificación con él y se identificará con la madre, buscando así en sus futuros cónyuges a alguien a quien pueda amar como hubiera querido que la madre lo quisiera a él. En últimas se ama como se hubiera querido que la madre lo hubiese amado a uno. Estas elaboraciones funcionan a manera de mitos y fábulas; es en el sentido metafórico que se puede entrever algo de la realidad psíquica que vivencia el sujeto. Ninguna explicación puede colmar o dar por escrito la última palabra sobre el desarrollo sexual en el niño. El psicoanálisis pone en escena a este sujeto de lo inconsciente, que vela tras esas vivencias su verdadera génesis; la identidad y la orientación sexual serian inscripciones a nivel inconsciente que solo pueden ser vistas en tanto que devengan por el lenguaje un sujeto, amarrado a la cadena simbólica y que se constituye en esta. Es en el discurso de las personas donde podemos ver algo de lo real de ellas; en este caso, ver que la homosexualidad no es un rótulo que designa una preferencia sexual, sino una elección, una construcción subjetiva de las modalidades de goce en el ser humano.

Para terminar, Foucault debate con algunas posiciones psicoanalistas que se atribuyen el hecho de haber liberado a la sexualidad del encierro en que la sociedad la tenía. Para él, el asunto de la homosexualidad va mucho más allá de darle una restitución y una posición en la sociedad, «no se trata de liberar el deseo sexual del cerrojo de la represión y las prohibiciones, sino de inventar modalidades de placer, de relaciones eróticas, de amistades amorosas, de vínculos polimorfos (como el niño freudiano) entre los cuerpos y las cosas, por fuera de las coordenadas de la sexualidad»18. Insiste en que la liberación homosexual se logrará como un arte de vivir y no como una ciencia científica o pseudocientífica de la sexualidad. Estas posiciones pueden ser vistas a la luz de varias interpretaciones para comprender en qué difieren y en qué convergen con los postulados que hace el psicoanálisis sobre la sexualidad; una de esas posibles interpretaciones puede ser que se trata de un Freud pseudocientífico, cargado aún de sus concepciones positivistas en las que dio inicio a su trabajo, el cual intenta a través de su recorrido llevar a plantear en términos científicos y explicativos el tema de la sexualidad. Otra más positiva, es la de un Freud crítico que corrigió sus planteamientos iniciales al darse cuenta de que el recorrido científico no es la vía de indagación sobre la sexualidad, es más bien por la vía de la clínica y del discurso que esta propone donde se puede colegir algo de ella. A través de la puesta en marcha del mecanismo psicoanalítico se puede dar al sujeto las herramientas para que este pueda construir sus diferentes modalidades de satisfacción pulsional, es decir, conceder al adulto reprimido y consumido por una sociedad imperante la posibilidad de retornar a su origen, de volver a gozar como un niño, de encontrar vías alternas sublimatorias a las que nos ofrece la sociedad para establecer nuevas formas de lazo social y de goce. El saber si «se nace o se hace» quedará relegado a un segundo plano. El saber de la sexualidad en sí no será otra cosa más que establecer un vínculo con otra persona para crear un lazo social satisfactorio. Será posible que haya una liberación sexual en cuanto dejemos al goce abierto de las etiquetas y los rótulos; tanto para el «homosexual» como para el «heterosexual» ya no habrá marcas que lo codifiquen y lo clasifiquen, simplemente habrá modalidades de lazo social para gozar la sexualidad.

17 Sigmund Freud. “Sobre las teorías sexuales infantiles”. Op. Cit., t. IX. Pags. 193.

18 Rubén H. Ríos. Op. Cit., Pags. 17.


Flor Aurora Mendez Linares

Escritos de Flor Méndez

Somos música, viviente y danzarina. Amigos de lo inimaginable, soñadores de lo inexistente, portavoces de otros que no nos oyen ni nos escuchan, silenciosos caminantes del surco tejido en la gran ciudad, anónima e indiferente.

Siempre me detengo Siempre me detengo en tu figura,

Ya no me brindas nada

en las líneas de tu rosto que

ni una fantasía mal paga.

ahora veo pálido y sucio.

Ni una habitación iluminada, mucho menos tu sazonada

En la sonrisa que ya no me motiva.

voz ronca y desgastada.

En tu cabello desmarañado. León de cuentos de baúl.

¿Qué tal si vuelves y me regalas los colores de esa noche,

Y en tu punto incorrecto donde las líneas punteadas

que sinestéticos irrumpían en gemidos y rasguños en tu pecho?

estallan en miles de cosquillas y sensaciones de asombro.

La algarabía de tu ego no te deja aceptar las maravillas

Siempre me detengo cuando paso por tu foto,

de esta figura, la nuestra. Nudo en la garganta.

la única juntos. Logro encontrar lo

Nudo en la garganta.

que me atrajo de ti,

Parece ser, amigo,

pero, cuando vuelvo a mí

algo se me ha atorado

encuentro lo que de ti me repele .

en la garganta.


Es como un sentimiento fugaz

llenas de sangre,

atrapado entre

muertas por inanición

la desolación y la misericordia,

decapitadas por injuria.

la discordia y la apatía, la indiferencia y la impotencia.

Pero esta noche, solo esta noche... hombre, son ellas las que prefieren

Es un algo que sabe a situaciones rotas

ahora, inhibirse para dejarse...

con una pizca de sonrisas,

perderse...

una cucharada de caricias

abatidas entre la encerrona

y una tasa de olvido.

provocada por su recuerdo.

Sabe, ¡qué curioso! A veces siento que vomito palabras

Conversación telefónica

—¿Aló?

seguramente huiría.

Al otro lado de la bocina, contesta mi imaginario de ti.

—Silencio.

Ese a quien desprecio, quien me mira fijamente a los ojos cuando estoy lejos.

Nadie habla, nada suena, ¿quién responde? Sí, es ella: la soledad.

El mismo que sonríe a media cara sin ni siquiera acercarse.

Exorcizo tu recuerdo

Delinea su figura en lo borroso de la niebla

Elimino tus imágenes

y así asecha sus espantos de día,

Las lanzo al viento como papel rasgado

pues de noche el sueño no lo deja.

en una dulce mañana de manualidades.

—¿Aló?

Y es que así es.

¿Contesto, o contesta ella?

Conmigo juegas y lejos te vas

—no sé quién responde al alarido anterior—.

¿Por qué no puedo yo doblarte, torcerte...

Ya hace rato que vengo buscándola.

estrujarte entre la pared y mis dedos?

Se ha perdido, sale sin mi permiso y vuelve sin avisar.

Podría hacer algo mejor de ti,

Presume derrumbar mágicos castillos con sus zapatos de madera. ¡Ja!, si supiera el costo de su valentía ...

como una gruya o una rosa de recuerdo...


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Espectros

A él

Entre barriadas y callejuelas oscuras en una noche de tantas rodadas en la ciudad, entre quejidos hilarantes contra el antropocentrismo (cosa contradictoria), se escuchan esas, las circunferencias, rozar el piso. Un saludo, una despedida y al pasar la calle está vacía y desoldada. Momento. Más que desolada, habitada por dos espectros, ausencias de lo que fue y no pudo, un saludo: un auxilio, un alarido tal vez, quejidos o reclamos, un eco de nada y de mierda que a la vez podría ser dialéctico, la vida y la muerte conjuntas, dialógicas hasta alucinantes. Una despedida, un nunca jamás, el adiós en la ausencia obscura de la noche polifónica a ritmo de maracones y tamboras imitadas al son de la improvisación. Esa, esa misma despedida de hace meses, de la que solo quedan vestigios y pesadumbres, tristezas, culpas y cosechas no recogidas a tiempo. También la incomprensión hizo presencia sobre la carretera lujosa del norte, sin más ni más. Pero, no solo esa noche, fueron varias miles y millones, tantas como las estrellas recorridas saltadas una a una, contadas como abanicos, destellantes y titilantes sobre la montaña.

No eran tus cabellos los que me atraían de ti, sino tus pestañas negras y lisas, tu sonrisa y tu entusiasmo... cuando se extinguió tu entusiasmo, se borró la sonrisa de tus labios, solo quedaban tus pestañas chamuscadas, producto del fuego de una vida poco a poco consumida por otra.

El raciocinio de esa escena, de esos momentos... aquellas circunstancias; la pesadumbre y densidad de la noche... ¡Calma, que la coraza es fuerte y ya las heridas sanan!, ¡calma y más calma, un «todo bien» todo lo arregla!, junto con una cita y un consenso, la vida y la muerte de aquellos cangrejos, avance y retroceso... silencio y ruido, solo banda sonora de la zona vacía sobre la espera. Un abrazo sincero, tal vez (así me convenzo día y noche) y un buen deseo que recae en el cuerpo, ultrajado y decadente, sin nombre con sueños (que recupera). Hasta pronto se dicen los espectros, vacíos como aquellas avenidas se separan con una fuerte magnitud repulsiva. Un día de tantos encontraremos el momento adecuado para decir, callar o alejarnos dejando ese sin sabor de las mañanas al despertar y saber que estaba allí, sin reconocer el papel que protagonizaba. Adiós, porque si la vida nos reina entonces, el olvido nos acompañe (ñó) y el trabajo sea serio y responsable. Rojizos tonos. Claros cabellos. Adiós, que lo que escuché sea olvidado como esa gran masa de conocimiento al principio del semestre. Pues, tú no sabes qué es derramar una lágrima de loto dentro de un automotriz saltarín ante los disparates de la esta ciudad modernizada, industrializada, colonizada y destruida. Solo cemento y mal cemento. Así necesitaré adentro. Vete.


David Enrique Flórez, fotografía. deflorezs@unal.edu.co

Como los demás

Natalia Mateus Camargo

No vestía como los demás ni hablaba como los demás. No le gustaba el fútbol y lo suyo era la moda. Su pelo era negro y siempre muy bien cuidado. Su risa era fuerte, pero inconfundible. Estudiaba Economía y sentía una enorme fascinación por los números. Su pareja era un compañero de la universidad y jamás temió que los vieran de la mano. Sus ojos eran oscuros y siempre saludaba con una sonrisa. Los fines de semana salía con gafas de sol a caminar un rato. No corría ni practicaba algún deporte como los demás, prefería ir a cine y salir de compras. No le gustaban las mujeres como a los demás, pero tenía muchas amigas. Le gustaban los hombres y también tenía muchos amigos. No caminaba con la cabeza en alto como los demás, pero esto era porque le gustaba jugar con sus pasos. Su personalidad, sin duda, no era como la de los demás, pero aun así… él era un hombre como los demás.


David Enrique Flórez, fotografía. deflorezs@unal.edu.co

Twililig ight htof Tw ofth Twilight the thee Mir ors: s: Reflections Refl Mi rrror flec Mirrors: ecti Re tio ns on oof f aa D of all M Diiggiitta Digital Man ann Ma

ALIENados

Joseph Wager


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I would like to talk about Twitter: it is ubiquitous, fluid, and fresh. Twitter, to translate for the non-digital native, is a social media platform wherein you write about something, anything, nothing—whatever you want, whenever you want, as often as you want. As to whether or not anyone cares, I’ll leave that monster to the erudite e-gurus. Twitter topics range from the mind-numbingly inane (“making a pb&j sandwich”), to the absurd (Keith Olbermann ranting in Spanish), to the painfully relevant (the Mumbai attacks in 2008 were first reported on Twitter).

What Isn’t Nature Soft wet light inchoate day impresses upon me. Prick the vein, foment screen explosion,world still there, sigh, not relief— resignation. Welcome to resignation, all-inclusive resort. Flood my retinas, so linear, so delineated, to each thing a place and a place for each thing that has a place, which means nothing. Exclusive of placeless things, of the real, of my hand trembling in your hand—I miss you. Not so pretty when digitized. Not there if tangible.

Many have already lost their Twitter virginity (yet without all the pomp and circumstance of Senior Prom, as Twitter isn’t likely to pay for a limo or corsage, and the first tweet, albeit rather anti-climactic, isn’t that anti-climactic). My Twitter abstinence ended in a blaze of ingloriousness, reading as follows: “trying to figure out what twitter is; but I guess it depends on the what the definition of it is.” Immediate discovery that I screwed up. “The what the definition” sure sounds like bastardized English. Promptly correcting the tweet, my intelligence stands validated. I can write in complete and grammatically correct sentences. I even display political and cultural wit! I miss Bill Clinton. It seemed a lot cleverer before I posted it online. Why, though, did I not feel compelled to capitalize “I” when it is conspicuously incorrect? What modalities of online networking authorize my bifurcation of grammar proper and the fashionably lowercase “I”? Is it emblematic of aloofness, of nonchalance? Yes and no. First, let me say this is not an investigation about grammar—or lack thereof—in the digital age. It is a reckoning of me in a digital age, namely my encounter with social media. The grammatical inconsistency and political humor I splayed all over cyberspace with my Twitter update demonstrates a certain kind of theatricality, replete with calculation, making my audience (if one even exists) conscious of the fact they are, indeed, part of an audience. The underlying issue with my theatrical tactics strikes me as compensation. I indulge in the theatrical in order to catch attention, to occasion validation, whether that manifests in people “following” me on Twitter—essentially a de facto caring about my existence—or satisfying my ego with a smug smile at how smart I am. That is to say, by reveling in this odd cyberspace with my inane and oft-null wit, I aim to compensate for something I feel lacks in my “real” world, the tangible world, redolent of sidewalk feces, panhandling bums, traffic tickets, etc.


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The Metamorphosis sweat tears tinge bright eyes. dappled tan of youth. craft identity, crafty not I but who I could be pure potentiality. false simple beauty. late nights, delicate laughter ‘round the desktop, ravenous need time to type. crushes, dim lit screens, parental spaces. delirium, caged indoors, caged conventions. awkward morning hours loom walking halls wondering what she thinks of you today. puberty dwells there. torpor sets in, caged conventions first image of animals comes across as bars in zoo—less and less and less sweat tears tinge bright eyes. no more body. we make up for making problems solving problems with new and improved problems. distance ambulation precluded by fixity in illusion of connectivity to people machines. making tools of those who use them as tools. one self senses merging with other selves, the all-self really no self lament maturing social self alienate ego.

We all have that friend who considers him or herself painfully rational. I know I do, and I will never forget a Facebook status update one such friend posted: “whether its deep or shallow, if its on your facebook status, its still contrived.” Once again, we will gloss over the grammatically problematic “its” when it should be “it’s” and get to the meat and bones of it. He refers to the lack of “real” in his Facebook post, but expresses his dissatisfaction through the self-same vehicle. That’s tantamount to me airing my hatred of Twitter on Twitter. He decries the lack of authenticity on Facebook with—what I assume—he believes is an authentic post in an inauthentic forum. Whoa, this is getting confusing. So what in tarnation does that have to do with me and Twitter? Surprisingly, a lot. It attests to the search, the struggle, to find significance in the social media my brethren and I consume like brooding French philosophes smoked cigarettes. That I even feel an urge to search for significance broaches the issue of compensation. I remember when musician John Mayer commented on his break-up with actress Jennifer Aniston via Twitter, writing that his “heart didn’t come with instructions.” Leaving aside the ludicrous and perhaps prescient fact that CNN—one of the most prestigious mainstream news sources in the United States of Duhmerica—ran a story on

this tweet, the example illustrates the Twitter mentality of compensation. Mayer soothes himself during the break-up, or unleashes anger towards his former belle, and uses this tweet to vent, eliciting a sense of sympathy as we can all agree no damn person’s heart came with instructions. The venue permits him to instantly publicize his sentiments as widely devourable tabloid fodder. A lack of control in the “real” world is expressed through the digital—Mayer, then, is like my roommate and me in our use of social media to compensate. My digital self employs tactics of reckoning the world premised upon compensation. The possibilities created by the media off which I thrive exist elsewhere; however, it is the peculiar nature of a digital era of uninterrupted access and unparalleled control that amplifies the proclivity to manipulate the self. I run my digital life like George W. Bush ran the U.S. Congress after September 11th. Implicit here is a primal tendency for dominion. Me, the digital dominatrix, has discovered a vast, virtually untappable locale. Instead of the requisite posture of deliberation and deference (or irreverence) in “physical” social settings, I succumb to the twenty-first century Fall—the web. Tasting the forbidden fruit of unmediated (save for the media themselves) control, I can tweet about anything.


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Shoestrings of Consciousness How do I inscribe my thoughts? Searching my release, my clarification. I grow weak, struggling to comprehend why I even began writing… I am not writing in order to give. Writing is theft. Slowly, indeed quite surely, it dries out a reader’s uncured thoughts. Theft is inherent in writing. Upon the banks of unfettered ideas, I can be found preying. That gray netherworld—where the lambs dance ever so gaily, and the wolves descend from painfully clothed hills. Yet that isn’t it. I am writing to no audience, except for her she who has the power to ignore this text. Writing symbolizes my vain attempt to confront this world wherein, strewn together only by the shoestrings of consciousness, I attempt to make sense of living an ethical life in futility. My writing is not an attempt to delve into my psyche. Turning ever inward is a crime. Affirm. “To want it thus, to want it thus, to want it thus.” Do not be so “deep” as to conflate this to living without regrets: live in the moment. Make the moment. Create the past that you have lived. Become that past. Erase that past, make something worthwhile. The culture we embrace, that of narcissistic mental imperialism, a demand of the mind and our psychotherapist/psychiatrist/ psychologist, is a culture that can never be better encapsulated than by the saying“to find mud, search in the water;” that is a culture of dirt. The water counts too. To salvage thyself search outward: to smoke indoors gratifies the instantaneous nature of the self, but to smoke outside requires contemplation, focus, a commitment.

What does it mean, though, to use social media to compensate? Rather than what it means, I believe it is important to discuss how it functions. How it functions, at a basic level, has been given a cursory survey in the case of my roommate on Facebook and John Mayer on Twitter. However, a more abstract reading can be found in a perhaps degrading (in the sense of degrading the façade of intelligence of this author) reading of Jacques Lacan’s essay, “The Mirror Stage in the Formative Function of the I.” In the mirror stage, an infant sees himself in the mirror for the first time. Imagine the very first instance you see your own image—indeed, a consequential event. The infant at this moment understands itself as differentiated, as a distinct being entailing a unity—it is, for Lacan, the site of the incipient formation of the “I.” This “I” pops up in the chasm between self and the surrounding world, formed by seeing one’s own reflection.

Once an inhabitant of the Real, where there was continuity and no need for symbolism or language, the infant is inaugurated into the Imaginary order. I undoubtedly was an infant in terms of Twitter, and akin to Lacan’s infants (although that’s quite creepy sounding; I am truly disturbed by the image of Lacan in a room full of infants), who understand themselves prior to bodily control, I understand myself in the Twitter-sphere before grasping its significance. We enter the mirror stage—or for me, the digital stage—without the ability to deftly maneuver within it. As I bumble through Twitter, I establish myself within its framework, learning to write and think in 140 character spurts. The infant, introduced into the Imaginary order via the mirror stage, finds itself alienated such that it is insinuated into society. That is to say, it sees itself as


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disjointed, a body in pieces, and becomes part of a framework of subjectivity from which each and everyone necessarily operates in society. Echoing my Twitter engagement, we each come from our own place, but we use this unique place as a jumping-off point to venture into a shared world of symbolic language. The mirror stage develops a fundamentally externally dependent ego, needing objects, an other. As the so-called “individual” matures and learns social relations through language, this “other” elaborates itself within social and linguistic frameworks. Lacan’s mirror stage presents a strange but viable parallel to my use of

Twitter. If I transpose my name and ideas into Lacan’s mirror stage, it remains intelligible and edifies my Twitterdom: For me, the Twitter stage establishes myself as fundamentally dependent upon external objects, on an “other,” like the internet or those with whom I engage on social media. As I, an individual, mature and enter into social relations through language on the social networking site, Twitter, this “other” is elaborated within social and linguistic frameworks. Upon recognizing myself I must reckon others—a pretty humbling realization. Ethics are baptized and left in the garbage, just like in a Neil Young song.

If I Were Online’s Daughter tonic. truth. to speak the same. On bated mournings wake: a pallor falls. “forgiveness to forget,” she’ll say regrets augustly detached. simple daughter, immolation begot, establish olive subjection. Oh live objects obfuscation sinful brought, till tethered repeal Oft blood flows bytes ubiquitous

The social and linguistic aspects of the mirror stage provide a crucial parallel to what I dub the “Twitter Stage.” The patently linguistic dimension of the mirror stage strikes me as especially poignant. Language is a system of differences, à la Ferdinand Saussure. It is a set of words differentiating themselves from each other and separating themselves from their referents (the physical object in the “real” world that the word refers to). The signifier of a word, the sound it makes when uttered or graphically depicted, recalls its

signified, its referent. When I say or write tree, it refers to the mental image of a tree we each have. This unique picture of tree in our mind, unlike Plato’s ideal Forms, is coupled with my uttering of the word “tree” to conjure up the image of a tree. This differentiated language relies upon our collective social ability to understand each other in spite of differences. For example, when I say tree and am thinking of a really leafy tree, you may be thinking of a palm tree, but we still meaningfully communicate.


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Language, then, seems to encapsulate a distance between one other that is exacerbated in the mirror stage, as we recognize the distance and alienation of the “I”/society chasm. Yet language paradoxically mitigates difference by virtue of granting us the ability to communicate in a symbolic world. Twitter, too, exacerbates while mitigating separation. Similar to the mirror, it allows us to view ourselves in a social context. I do not tweet solely for myself, but to share myself with a social network and incorporate

myself within a social context. Again, Twitter comensates for a lack of social context which I must perceive in my non-cyber life. Likewise, I breach the lives of others by following their tweets. Though the mirror does not explicitly compensate like Twitter, it creates the space for us to enter a social network wherein we employ symbolic language to cope (read: compensate) with alienation both from ourselves and those around us, as we now recognize ourselves as a distinct ego (“I”).

Of Histology: Digital Units and Microscopes Phonemes dying dearth of graphemes the visual there but not, now bytes! Bytes the -emes of computer existence compatible with us dependent upon us proliferate graphemes revert to phoneme—bray both to have their way phoneme grapheme drown in sea bytes, digitemes. Keys gateway filling the screen. Information effluvium, cadaver lying in wait: dissection imminent. Social microscope click to link. Click click, manipulate digitemes, not graphemes. I know them, they know me online faces splayed on screen all pixilated clown smiles now is the time to act. how are you doing it’s been a long time i know it has been we should hang out sometime get coffee ok sounds good i don’t have class on friday me neither ok see you at two awesome see you there. Time elapses. hey i forgot i have something to take care of friday afternoon, but we will definitely catch up some other time. Macroscopic look sad face at the subversion of social contact supported social media digitemes. Microscopic look sadder face the effacement of graphemes and phonemes digitemes infect us get used to it.

Billy Corgan, lead singer of The Smashing Pumpkins, captures the alienation wrought by the mirror stage in “Zero”: “My reflection, dirty mirror/ There’s no connection to myself.” Corgan’s lyrics ring a note of despair; Twitter, though, is far from an incarnation of desperation; rather this social medium presents itself as an inevitable loss, a leap

necessary to join the digital society we have constructed, that has thusly constructed us. Whilst we establish our ego in the mirror image, our sense of self, we also inherit a sense of lack (la manque), for the image is precisely symbolic, a sign. Twitter can be seen as a technology that alleviates the problems created by the nature of technology itself.


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Kaddish Redux Exalt, sanctify, your glow ignites, iridescent screen alive! Sanctified, your great name in the world, spreading tentacles, shaping, according the world to its will—may you bestow salvation, the emollient of digitized social context establishes the Kingdom. Flora fauna subsumed replaced translated advertisements newfangled features friends social ego forming new Kingdom inhabited. Spread sand in a tub of clear blue water your diffusion awesome in every sense, eternity shall know your name and I shall inscribe myself in your book of social normativity. Blessed Blessed, Praised Praised…Illusion of social consciousness as reality of social diffusion insurmountable task ahead—bulwark digitemes flow underground wires steal our thoughts our patterns make us yours. And praise, glorify, exalt, sanctify.

My participation in this Imaginary order isn’t a war of attrition or anything inherent to the digital. Instead, I feel it offers a horizon representative not of a new type of man, but a new manifestation of man. Social media do not necessarily translate into losing our real life; they offer a new image of an old phenomenon: merging the Real with the Imaginary and Symbolic in order to join society. However, society has been changing in ways that make Twitter, first and foremost concerned with the practice of everyday life,

appeal to us. Therein lies the rub. If one may call Twitterdom a state of war, only a war of equilibrium seems appropriate: a constant struggle to meet the flux and flow of daily life via digital expression, a 21st century mechanism of compensation. Twitterdom has also evinced my induction into our digital age. I have seen myself in the mirror, and formed a digi-ego through my dependence on the cyberexternality Twitter embodies. I fear that this embodiment is all too real, and our future is no less vacuous than 140 characters.

Twilight Beatify—blue in the face no more extolling just resigning face-to-face now smoke of a reading era’s cigarette disseminated impotently in the blogosphere. Insecurity alleviated by dissimulation of community. False ego firmly embedded online, the medium constitutes reality strive for its twilight reconstitute the medium reconstitute reality face-to-face epidermal sensation.


David Enrique Flórez, fotografía. deflorezs@unal.edu.co

Un hombre rural hace más de 50 años Rosa Isabel Guzman Munevar La palabra hombre tiene un significado de mucha importancia en todos los idiomas de nuestro planeta, es la segunda después de la palabra Dios o creador; es por eso que quiero referirme a un hombre en particular, a mi padre, quien a sus 45 años engendró en 1949 a su quinta hija entre los 10 que tuvo, con los que celebró sus bodas de diamante o de 62 de vida en matrimonio con mi madre. Este hombre que vive en la memoria de sus hijos, nietos y bisnietos tuvo una muy clara visión de lo que hoy consideramos un proyecto de vida. Fue un agricultor o campesino pobre, nacido de una humilde mujer que no era de la región y trabajaba preparando alimentos en la casa de un campesino propietario de varias parcelas, quien no lo reconoció, ni afectiva, ni legalmente como hijo aunque físicamente era casi idéntico. Con mucho empeño, esfuerzo y ahorro a sus 20 años era uno de los campesinos que ya tenía parcelas propias; sembraba y cosechaba arveja y él mismo la vendía en Bogotá, a 125 Km de su municipio. Este hombre hijo ilegítimo como era considerado en ese tiempo amaba profundamente a su madre y a pesar de ser hijo único de madre soltera debió prestar el servicio militar, una experiencia que convirtió en fortaleza, pues respetaba y apreciaba con preferencia la carrera militar y el Derecho, profesiones que

ninguno de sus 4 hijos varones ejerció. Cuando regresó del servicio militar incrementó el cultivo y la venta de la arveja, luego contrajo matrimonio con mi madre, a quien amó mucho, entre otras cosas por ser una gran trabajadora, pues había sido la hija mayor de un hogar pobre y al morir su padre debió ayudar a su madre en la crianza de sus 4 hermanos menores. Mi primera infancia como llaman hoy, transcurrió muy feliz en la compañía de ese hombre, mi padre que continuaba con mi madre la actividad agraria comprando más parcelas, cultivando y vendiendo en la capital su propia cosecha y la de otros campesinos, así como enviando a sus hijos a estudiar la secundaria a otros municipios. Siempre cultivó valores de gran responsabilidad en la familia; por ejemplo a los hijos pequeños les era prohibido tomar guarapo, que era la bebida fermentada de esa época, todos los hijos debíamos cumplir con los deberes hogareños con agilidad y responsabilidad, dirigirnos hacia nuestros padres siempre con respeto; la honradez era muy vigilada al igual que el cumplimiento de los sacramentos de la religión católica, ya que eran muy sagrados. Ese hombre, con su ejemplo hasta hoy me heredó una gran responsabilidad y orgullo por llevar su apellido.


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La razón diminuta Miguel Angel Adarme Acevedo

Furiosas tintas desgarran las cavernas de la mente humana trastornando el papel sacudido por su rostro hambriento.

Las corrientes de la evolución son tan solo cursos sin destino, un diminuto movimiento dentro del espléndido universo acariciado ahora por la enfermiza razón de una mente que busca el control imposible, ajeno, inaccesible. Maniático, se retuerce ardiente el afán humano de analizarlo todo, evidente anzuelo en ríos espesos, lodo sin etiquetas.

La razón agita la naturaleza desordenando sus superfluos placeres, convirtiéndolos en fríos rompecabezas. Una vaga emoción restituye el sufrimiento del hombre.

Su cerebro lame las paredes buscando la humedad de las sensaciones escondida en miles de palabras.

Sus sentimientos, impalpables delirios que su letra deshace en recuerdos polvorientos, vaporosos entierros secretos, inútiles como las obsesiones.

El pensamiento, que es un insecto agónico escribiendo con la sangre que él mismo derrama, en vano intenta alzar la hoguera con anotaciones recogidas en desesperación al pie de la ocasión muerta.

Entre la vigilia y el agotamiento inexplicable del sueño, ideas aplazadas rondan los pliegues de su existencia sucesiva.

El delirio nutre la hoguera con sus frágiles aciertos y le conduce a la orilla de su tortura. Sobre una piedra riega sus débiles fantasías.

Sus planes, como brebajes ácidos, a veces le dan sosiego, pero casi siempre le hacen extranjero en mi propia existencia.

¿Qué ritual demente ha de cumplir con el polvo de sus huesos? ¿Dónde debe derramar su sangre, que es tinta, para firmar en sacrificio la turbulencia de sucesos en donde podrá dejar de anticipar para vivir?

Sin cesar fatiga vías holladas por sus sueños. El hombre escribe en círculos, frenéticamente ciego.


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Fin

Miguel Angel Adarme Acevedo

Las ruinas de los estremecimientos decrépitos de la humanidad empiezan a derrumbarse. En su mortal fragilidad el hombre soporta la sacudida de la tierra que arde de nuevo en un afán de regenerarse a sí misma y de paso deshacerse de su destructor. Sumido en un profundo sopor, queriendo huir de su destino, el hombre vierte lágrimas desde la cueva de su pecho, humedeciendo las vendas insólitas de la locura. Los estallidos, escondidos bajo oleajes de escombros, lo ahuyentan hacia las cavernas, hurgando sus atormentados corazones. Gritos intensos abarcan la vida, recogiendo las máculas de la civilización ahora hechas retazos.


30 Unidos en la gloria y en la muerte (Ícaro y Dédalo, Museo Nacional

Ángeles de la muerte Miguel Angel Adarme Acevedo

Empecinados en una imperecedera lucha

David Enrique Flórez, fotografía. deflorezs@unal.edu.co

de Bellas Artes, Santiago de Chile)

En la noche nos esconderemos

por nuestra salvación

en los resquicios más oscuros

y nacidos para establecer vías infinitas

de nuestra mente.

hacia la felicidad inalcanzable.

Al amanecer acometeremos otra vez la lucha

Los hombres somos,

cara a cara con miles de espejismos

por naturaleza,

entre caminos maliciosos

ángeles de la muerte.

llenos de sangre y violencia.

A través del espacio y del tiempo

Los verdaderos ángeles de la muerte,

explotamos insistentemente nuestras almas

deleitándose con nuestra autodestrucción,

con el fin único y desolador

nos felicitarán por nuestra independencia

de encontrar el elixir de la felicidad de nuestra especie.

de la vida y de la muerte,

Somos nuestras propias vías de desperdicio,

de sus ángeles y sus aves.

consumiéndonos los segundos de los demás…

Nosotros mismos hemos hecho su trabajo,

como buitres. En nuestros cerebros carcomidos por la razón

destrozándonos la carne y condenándonos al verdadero infierno de la putrefacción.

levantamos un límite de tiempo y espacio, en donde somos guerreros, siempre encaminados a la destrucción.


N-everland Daniel Jiménez Casas What would it take to do as much as you want without being judged? Certainly a good deal of spontaneity is required, but being able to dream of other possible worlds is necessary. The School of Frankfurt proposed the term “negative utopia” to designate the ability of dreaming better worlds but without constraining its characteristics (Cotrina), both its tangibility and its fictionality. Thus, an idealistic better world is perceptible and desirable, but it is not calculated. In a way, that is what Neverland means. This is a land that would never be mapped onto paper, a land that would never be tracked, and a land that would never be seen completely. Besides, it is the land that allows you to carry out the plans you have said you will not do, the place where never becomes ever. Grown-ups are thought to be people of deep thought and certainties. In the book Peter Pan, it says: “but now that she was married and full of sense she quite doubted whether there was any such person [Peter Pan]” (Barrie). Grown-ups, is the criticism of many, have lost their ability to think of Neverland, even to dream about it. The only desire that remains in them is to have never lost this faculty, to have never stopped seing worlds as children − “‘Oh, can’t you remain like this for ever [Wendy]. In the battle between children’s innocence and adults’ hyperrealism, Peter Pan breaks through to show us that what has been set apart can be joined again. Though it is not stated in the book, it is readable that the Darlings (Wendy's family) resembles a bit of what a late low income Victorian family looked like. They figure out the cuts their budget has to undergo to allow them having children, they are fearful of sicknesses such as mumps and measles, they have a dog as a nanny and Mrs. Darling is in charge of the housework. Moreover, the children go to school, which at that time was already compulsory for every child. However, this Victorian family faces the same tough reality the newborn industrial life had brought along. What makes them special was the fact that they will have the chance to be conscious they can still dream of Neverland. What has just been argued is reinforced when the narrator says: “There never was a simpler happier family” (Berrie). This statement goes in two ways: first there has been a stereotyped relationship among poverty, simplicity and happiness. Poor people have no complex lives because they do not have enough money to buy complex products, so they are simple. Simplicity, then, leads to happiness −which is not a refined one felt due to the exposure to equally complex events−, but the happiness you get from hilarious and casual events. Or secondly, it is just to name that this family had nothing else remarkable, aside being happy, something many working Victorian families maybe were not. Mrs. Darling does an interesting practice: “tidying up one’s children’s minds”. This is no more than having the house organized once children have fallen asleep. The use of this practice is getting to know what children have done by tracking it back, because of the objects they have taken during the day and the place they are found at the precise moment of tidying up. Here, we have again the idea of dreaming. Dreaming is the perfect place for the adult to appreciate what Neverland could be in the way her kids play. There are no limits and you are not going to be told off you are running out of money, time, or strength. When children are dreaming, they are creating their own Neverlands, and adults tide them to know what their kids believe, but also to undo their attempt to get to other worlds. Dreaming and tidying is the fight between adulthood and childhood. One believes and the other disbelieves. However, here Peter Pan comes −at bedtime− to show that dreaming is a powerful means of turning fiction into reality, Neverland into Everland. During the Renaissance and the Victorian Age, people thought the new lands −to the East and the West− were their places where this Everland was to be built, a purified land where utopia was to be born. But it failed. It is not about starting from zero, that place where people can be as much as they does not take obliteration nor finding somewhere else − the Moon? To do without judgment just takes tidying up our minds, asleep and awaken.

REFERENCES Barris, James Mathew. 1904.<http://pinkmonkey.com/dl/library1/book0218.pdf> Accessed 15 Sept, 2012. Cotrina, Adela. Crítica y Utopía: la Escuela de Frankfurt. Madrid: Editorial Cincel, 1985. pp. 31 – 60.

31


David Enrique Flórez, fotografía. deflorezs@unal.edu.co

La liberación como cambio cualitativo


33

Daniel Jiménez Casas

Bajo la misma línea discursiva del Hombre unidimensional, Marcuse nos habla en su ensayo Liberación como cambio cualitativo de la manera (si bien el plural, podría ser pertinente también) cómo los hombres pueden liberarse de los controles y represiones de la sociedad opulenta. Esta opinión crítica fue presentada por Marcuse en un congreso internacional sobre Dialéctica de la Liberación1. En primer lugar, Marcuse afirma que la dialéctica es una forma en sí de liberación, por lo tanto no solo se debe liberar la mente, y su intelectualidad inmanente, sino que igualmente se debe buscar una liberación del cuerpo; esto es lo que en el discurso contemporáneo se podría llamar como una liberación «integral». Marcuse recurre a tres ejemplos históricos de filósofos bien conocidos para justificar su tesis sobre la liberación «integral»: Platón quiere liberar a los hombres de la vida en las oscuras cavernas; Hegel pretende una liberación progresista y libertaria en una escala histórica; y por último, Marx sueña con la supresión del trabajo enajenado. De lo que hay que liberarse es, concretamente, del sistema «represivo, malo y feo»2. Sin embargo, esa liberación no está condicionada por un deseo fundamentado en la rebeldía irracional. Se da más en el seno de las contradicciones internas del sistema, en su total falsedad y maldad. Como cambio «integral» o cualitativo3 del Estado de represión, la existencia, en su materialidad, se entiende en los campos de lo humano, intelectual y orgánico. La sociedad represiva y controladora se protege muy bien de las acciones de liberación que intenten cualquier cambio cualitativo. Su mejor estrategia está en desarrollar «en gran escala las necesidades culturales del hombre así como las materiales–una sociedad que […] distribuye las mercancías entre una porción cada vez mayor de la población»4. Siendo así, podría inferirse que una sociedad plácidamente acomodada y anquilosada, como es el caso de las sociedades opulentas, se niega a la opción de cambio. La idea misma de un estilo diferente de vida es una amenaza a la tranquilidad y autorrealización que se obtienen gracias a la satisfacción de

«necesidades materiales y culturales»5. La integración que impide el cambio es total, tanto en lo ideológico como en lo social. La masa inconforme, que comprende que su existencia está rodeada de agentes manipuladores, adoctrinadores y represivos, ha sido asimilada al sistema de «felicidad prefabricada» de las sociedades opulentas. De aquí en adelante, encontramos a un Marcuse perspicaz y conciso en sus posturas. De este modo, sostiene, y con escasos miramientos, que una sociedad socialista6 puede ser la verdadera fuerza que represente una «diferencia cualitativa»7 frente al modo opresivo presente en las ya bien demeritadas sociedades opulentas. Sin embargo, no se puede estar avergonzado ni ser modesto a la hora de defender la alternativa socialista como sociedad que permite la liberación de la existencia humana. Es una lucha también en contra de la moralidad autorrepresiva y culposa que difumina y debilita los argumentos que tienen claros intereses emancipadores. Es más: para hacer frente a lo establecido y conocido, las sociedades socialistas como negación de lo existente deben pensar constantemente en la utopía, el idealismo y la metafísica. Así se puede hablar tentativamente de una ruptura total con la historia ya contada. Es, en suma, un «salto al reino de la libertad»8. La razón por la que suena extraño y difícil de creer la anterior posición de Marcuse está en la casi automática e inconsciente relación que hacemos entre sociedad socialista y revolución socialista. El cambio cualitativo se opone a la revolución porque esta última ha sido incapaz de liberar a la sociedad de la represión bajo la cual es contenida. El cambio cualitativo que conduzca a una sociedad libre de dominación se dará cuando se logre abolir la servidumbre y el sistema de valores se transforme en uno diferente, en uno que permita una «existencia humana libre»9. Este cambio pareciera solo poder darse desde abajo, y si no es desde ahí, es claro que no se dará por medio de las instituciones actuales. En realidad, un cambio substancial en la estructura de la sociedad solo 5 Ibid., p. 32

1 Congreso celebrado en Londres del 15 al 30 de julio de 1967.

6 Radicalmente diferente también a los fallidos intentos de Estados

2 Marcuse. P 30

comunistas del siglo XX.

3 Manera en la que Marcuse llama al cambio y ruptura total con el sistema

7 Ibid., p. 33

represivo.

8 Ibid,. P. 34

4 Ibid., p. 32

9 Ibid,. p. 35


34 puede darse si las instituciones cambian, y junto con ellas sus roles, hasta ahora represivos. En la tradición marxista, la esperanza de este cambio cualitativo se depositó en el proletariado: personas que viven en carne viva las presiones de los controles sociales y tienen necesidades diferentes a las que se toman como las referentes. Las contradicciones que experimenta cualquier sociedad pueden ser objeto de debate y deseo de cambio, pero solo en el plano de lo inmediato y de lo instrumental. Se habla entonces de aliviar un dolor momentáneo ocasionado por un defecto operacional del sistema. En el caso de la sociedad opulenta, disminuir el tiempo en el que el sistema tarda en satisfacer una necesidad material o cultural del individuo. Estos paliativos no son más que meros cambios cuantitativos. Dichos cambios son de fácil medición estadística y directamente percibidos por las personas en concreto. Marcuse dice que si bien estos cambios son necesarios para hacer la vida más cómoda, no es prudente aceptarlos del todo porque en ellos mismos están incorporados movimientos e intenciones represivas y controladoras. El cambio real, el que libera de la opresión violenta y voraz, no se dará hasta que la ruptura con el sistema presente sea total, tal y como ya se ha reiterado a lo largo del texto. Para comprender el texto, es indispensable entender qué concibe Marcuse por sociedad opulenta, concepto que él anuncia apelando al hecho de que Estados Unidos ha logrado proyectar una apariencia libertaria, gracias a la satisfacción efectiva de necesidades materiales y culturales, pero en realidad esto no sucede. En realidad, la sociedad norteamericana vive del capitalismo rapaz, de la concentración de poder político-económico, de la automatización, de una siempre creciente dependencia en el transporte y las comunicaciones, y con alta inversión privada. Todo lo anterior siempre controlado y vigilado por el Gobierno. Es en esta sociedad en la que florece el consumo desesperado y la pobreza extrema. La sociedad estadounidense, en últimas, en medio de su rápido y sorprendente avance técnico-instrumental, ha ubicado en la misma posición la productividad y la destrucción. La irracionalidad propia de cualquier acto atroz en contra de la existencia humana se consuma en la racionalidad instrumentalizada de la eficiencia productiva. Sin embargo, el sistema social de los Estados Unidos no solo se entiende dentro de su propia unicidad10 como Estado nacional aislado. Su configuración total se hace patente en dos momentos: el primero está en su oposición a otros sistemas, ya sean diferentes en estructura, pero

iguales en intención o en modos radicalmente distintos de orden social. El segundo momento está más orientado hacia la percepción del exterior (totalmente administrada por las instituciones) desde la mirada sesgada de la ignorante xenofobia. Es en este segundo momento precisamente en el que se hace comprensible el intenso frenesí armamentístico estadounidense: para ser el centro de atención geopolítico, Estados Unidos halla enemigos con la facilidad con la que resuelve problemas técnicos-instrumentales. Estamos aquí frente al sincretismo entre Estado de bienestar (que provee a las masas satisfacción y felicidad aparente) y el Estado de guerra. El progreso se construye con el expreso propósito de erradicar esos males11 que aquejan a la Tierra y que frustran el deseo «global» de bienestar absoluto. Dentro de esta perspectiva, y con la plena certeza de los recursos de los que disponen las sociedades, no quedan muchas esperanzas para que el cambio cualitativo que propone Marcuse se lleve acabo. La necesidad de cambio surge como una posibilidad y como un pensamiento recurrente en lo que podría llamarse la estructura superficial del pensamiento social colectivo, pero en las profundidades de la subjetividad de los individuos dicho cambio se reduce y pacifica por el poder de la autorrepresión instaurada de los que han caído en el control total de los instrumentos de dominación. Lamentablemente para el propósito emancipador «la sociedad invadió hasta las más profundas raíces de la existencia individual»12. El individuo ha entregado su libre voluntad y su pensamiento crítico al sistema de control que reduce, como forma efectiva de administración, sus posibilidades de elección a decisiones predeterminadas. Entre más se ahonda en la descripción de los medios de control de las sociedades opulentas, el panorama se torna un tanto aterrador y otro tanto desesperanzador. La liberación ya no será nunca más la vida sin necesidades, sino la vida libre de la manipulación de los instintos que subyacen a la necesidad. La libertad no está en la simple transición del capitalismo al socialismo. Si el socialismo ha de ser el que conduzca a la liberación de la existencia, este debe definirse y entenderse en la utopía: «abolición del trabajo [enajenado], fin de la lucha por la existencia [...] liberación de la conciencia humana y de la sensibilidad»13. Tal vez sea difícil creer en un cambio que no puede medirse o cuantificarse, pero como ya se expresaba anteriormente, si el objetivo del cambio es la corrección y perfeccionamiento de los errores que 11 Es un sentido amplio y orientado a la moralidad, sería la eliminación del pecado sobre la tierra; no sin antes cuestionar los métodos empleados.

10 Si no unidimensional, en el sentido expresado por Marcuse en su libro de

12 Ibid., p.45

1964 El hombre unidimensional.

13 ibid., p.46


35 dificultan la eficiencia de la administración de la subjetividad, es más sensato y humano pensar en una forma de vida no existente y comenzar su búsqueda en aquellos que han abandonado la agresividad, la brutalidad y la moralidad14. Es decir, el cambio de sociedad exige también un cambio de mentalidad, de corporalidad, la ruptura es total, incluso la ontología del ser humano ha de cambiar. Marcuse hará el llamado por una «nueva antropología»15. Marcuse menciona que la sociedad opulenta está perdiendo la noción de disciplina, bajo la cual esta ha formulado sus instituciones y su modelo de hombre exitoso y admirable. Más que dejar el moralismo, el foco de esta se está moviendo hacia otra dirección. La disciplina se muda al lugar de la obediencia y la dependencia. Sería inmoral no seguir las normas que mantienen el status quo. Se espera que los individuos vivan inmersos en el placer absoluto, que su dolor sea apagado. Por otra parte, se puede argumentar que esta desaparición de la moralidad propia del hombre tradicional está en la vía utópica del cambio cualitativo emancipador, tanto del hombre como de la sociedad. Prueba de ello son las convergencias entre arte y técnica, trabajo y ocio, necesidad y libertad. La experiencia humana, sin la represión de la moralidad, se abre a un campo exploratorio de la «percepción y sensibilidad del hombre»16, justo los elementos que han sido trastocados por el dominio administrado de las pasiones humanas. Lo anterior es sin duda alguna la apuesta de Marcuse por dejar al campo del arte espacios importantes de la vida humana. El arte se concibe entonces como uno de los muchos elementos que promueven el cambio hacia realidades diferentes de la existencia. Otro de los elementos que en definitiva, cree Marcuse, direccionan y aseguran el cambio cualitativo de las sociedades hacia mejores estadios es la toma de conciencia de la manipulación administrada, de la opresión ideológica y de la obsolescencia de la vida. Cuando el hombre logre detener para sí el continuo histórico de la sociedad en la que habita, se dará cuenta de las contradicciones que han llenado su existencia.

Por más tautológico que pueda sonar, para «crear una sociedad libre tenemos que ser libres»17. El simple hecho de no ver las cadenas que nos son impuestas a diario nos aleja más de un mundo en el que seamos libres de ellas. No basta tampoco con sentirlas, es necesario imaginar una vida sin ellas y dirigir nuestras acciones hacia la certeza de la posibilidad de un mundo emancipado. La única clase que Marcuse cree que ha llegado a esa conciencia de los «instintos mutilados»18 es la de la intelingentsia académica. Pero no es muy esperanzado en ellos, no los ve como una fuerza política suficientemente poderosa para movilizar a la sociedad en pleno. Aun así, sus apreciaciones críticas de la sociedad opulenta pueden servir como aglutinadores y catalizadores de cambio y movilidad social. Si bien la inteligentsia vive en el sistema educativo, este debe ser replanteado en el proceso del cambio cualitativo, al igual que todas las instituciones existentes. La educación, dice Marcuse, no debe formar para la servidumbre, sino para la libertad, y una vez libres todos tomar las riendas de la historia para cambiar la sociedad de manera radical. Marcuse se mueve entre momentos de extrema e ilusionada esperanza y momentos de pesimismo casi derrotista a lo largo del texto. Dice que no halla aún un cambio o movimiento en la sociedad que sea substancialmente perceptible. Cree que el hippismo puede ser una muestra del deseo de cambio, un ejemplo de la manifestación creativa y flexible. Dentro de esas grandes minorías incluye también a los países del Tercer Mundo, porque su oposición al neocolonialismo contribuye grandemente al debilitamiento del imperialismo y las sociedades opulentas que viven de él. Aunque no termina aferrándose a ninguna de las posibilidades que presenta, algo sí es claro: Marcuse aprueba y defiende todo intento de cambio cualitativo de la sociedad. Concluye, finalmente, alentándonos a buscar y realizar acciones que nos liberen y que liberen a la sociedad, pero con una premisa muy clara: «sin ilusiones y, sin embargo, todavía más importante, sin derrotismo»19.

14 Ibid., p.47

17 Ibid., p.52

15 Ibid., p.47

18 Ibid., p.53

16 Ibid., p.49

19 Ibid., p.61

Bilbiografía MARCUSE, Herbert. La sociedad carnívora : liberándose de la sociedad opulenta. Londres : Editorial Galerna. 1967. p. 29-61.


36

MI BOCA Sebastián Paco

Aquí estoy, ante ustedes, hablando sin utilizar mi boca, esa maldita boca que sabe tanto como yo sobre amor y sobre muerte. Esa boca caprichosa; la que logra imponer sus ideas, o la que se esconde de la horrorosa lucha queriendo hablar hacia dentro y envolverse. Una boca que sabe tanto como una boca debe saber. Que ha gritado y experimentado los dolores de la guerra, que se ha silenciado cuando el corazón lo requiere, y que requiere el beso de unos labios para sentirse viva. Aquí estoy, ante ustedes, hablando sin utilizar mi boca, esa maldita boca que sabe tanto como yo sobre amor y sobre muerte. Esa boca viajera, que sabe pronunciar sonidos juveniles, Cuando está con amigos, extraños, compañeros y vecinos, o ante la misma suerte. Una boca que sabe tanto como cualquier boca debe saber. Que ha disfrutado del sabor de ciertos sabores, que ha reído como nunca y como nadie ante un chiste pasajero, y que ha contado los minutos y el tiempo que le queda por vivir. Entre nosotros y para nosotros, amigos míos, pido piedad por mi boca, porque hay cosas que no se atreve a decir. Y también pido piedad por mí, estoy cansado y debo dormir.


37

SENTIR SebastiĂĄn Paco

Sentir como cae y reposa el agua en tu piel, escuchar a un niĂąo riendo, saber que las heridas dejan cicatrices (unas se van, otras se quedan), sentir sobre tus pies todo tu peso, distinguir olores que van y vienen en el viento, en el tiempo, saber besar y abrazar, ofrecer una caricia, dar la mano para cruzar la calle, emprender un camino, despedirse con una mirada inabarcable y saber que la vida no tiene uno sino varios sentidos.


38

Daniel Arturo Jiménez Casas

Las casas viejas

The Old Houses

Subiré solo las montañas

I’ll climb the mountains alone

Y veré que el mundo es pequeño.

And I’ll see this small world

Descenderé con mis amigos,

With my friends, I’ll climb down

Y entonces el mundo se verá grande.

And then the world will grow larger.

Mis amigos estaban en la plaza rodeada

My friends were at the square surrounded

por las casas más antiguas. Eran las

by the oldest houses. They were the

primeras casas de la ciudad, ¡que

town’s first houses, how beautiful they

bellas eran! Las habían construido con

were! They had been built using marble

mármol de las altas montañas cerca al

brought from the high mountains close

cielo. Nadie sabía cuántas edificaciones

to the sky. No one knew how many

había, si pocas o muchas, ni siquiera

buildings there were, if they were few or

los investigadores tenían idea. Sabían

a lot, neither the researchers had idea.

que un día habían traído muchos

They knew someone had brought lots

bloques para la construcción y que

of blocks for the construction and they

terminaron varios años después. Aquella

were finished several years later. That

tarde queríamos contar las casas,

afternoon we wanted to count them up,

comenzamos en el parque y llegamos a

we started at the square and reached

las montañas. Subimos por diferentes

the mountains. We climbed up following

caminos, encontrándonos en la cima.

different paths, meeting again at the top.

Fue ahí que supimos que eran nuestras

Then we knew that they all were our own

casas, pero sólo pudimos verlas allá

houses, but we could only see them up

arriba entre las nubes.

there among the clouds.


2013

Τα Παλιά Σπίτια Θα ανέβω τα βουνά μόνο εγώ και θα δώ τον κόσμο μικρό. Θα κατέβω με τους φίλους μου, έτσι ο κόσμος θα μοιάσει μεγάλος.

Βρήκα τους φίλους μου στη πλατεία που υπήρχανε τα παλιότερα σπίτια. Ήταν τα πρώτα σπίτια της πόλης, πόσο όμορφα ήταν! Τα είχανε χτίσει με άσπρο μάρμαρο άπο τα ψηλα βουνά κοντά στον ουρανό. Κανένας δεν ξέρει πόσες κατοικίες υπήρχανε, αν ήταν λίγες ή πολλές, ούτε και οι ερευνητές είχανε ιδέα. Ξέρανε ότι φέρανε μερικά τούβλα για την κατασκευή και τελείωσανε μερικά χρόνια μετά. Αυτό το απόγευμα θελήσαμε να μετρήσουμε τα σπίτια, αρχίσαμε από την πλατεία και φτάσαμε στα βουνά. Ανεβήκαμε από διαφορετικούς δρόμους και συναντηθήκαμε στην κορυφή. Τότε ξέραμε ότι εκεί ήταν (όλα) τα σπίτια μας , αλλά μπορούσαμε μόνο να τα δούμε εκεί ψηλά ανάμεσα στα σύννεφα.


Nº 16 // 2013 // SEM II

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS DIRECC IÓN DE BIENESTAR DIRECCIÓN DE BIENES TAR UNIVERSITARIO ÁREA DE ACOMPAÑAMI ENTO INTEGRA L PROGRAMA GESTIÓ N DE PROYECTOS


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