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COLONIAS FERALES DE GATOS

Es posible que si vives en una ciudad o pueblo hayas observado alguna agrupación de gatos en alguna zona y hayas pensado que se trata de gatos abandonados. Pues bien, seguramente lo que has observado es una colonia feral, es decir, gatos salvajes o semisalvajes que viven en la calle. Confundir a estos felinos con gatos domésticos es un error muy común, que conlleva muchas implicaciones y malentendidos. En este articulo te voy a contar cuales son las principales diferencias entre un gato domestico (de compañía) y uno feral, qué es una colonia feral y cómo se forma; y cómo deberías actuar si te encuentras alguna en tú zona.

En primer lugar, debes saber que un gato feral y un gato domestico no son exactamente lo mismo, presentan ciertas diferencias a nivel conductual y de carácter. Si bien, ambos son de la misma especie, han nacido en entornos y condiciones sociales distintas por lo que desarrollan caracteres y conductas diferentes respecto al ser humano. Lo que comúnmente denominamos “gato domestico” es un gato que ha nacido y ha sido criado en un hogar entre humanos durante sus primeros meses de vida. En este tiempo, el felino, ha aprendido las principales “características” de un hogar humano, a socializado con humanos y ha entrado en contacto con sus costumbres y su casa.

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Comunicación

y vínculo animal

De esta forma a desarrollado un vínculo con uno o más humanos del hogar y ha establecido su “territorio” en él. También ha aprendido que, en dicho lugar, no debe preocuparse de la comida ni el agua, pues cada día, los humanos con los que convive le aportan estos recursos, así como un lugar cómodo y calentito donde dormir y una zona donde hacer sus necesitades. Además, en algunas casas también tiene algunos compañeros felinos, acceso a rascadores, lugares donde subirse especialmente diseñados para él y juguetes exclusivos para entretenerse. ¡Vamos todo un lujo para no aburrirse!

Cómo sus necesidades más básicas están cubiertas no tiene que “buscarse el pan, o en este caso el ratón” para llenarse su tripa, así que suele volverse “más manso”. Al estar tanto tiempo en contacto con humanos su relación con ellos es más amigable y suele interactuar de forma dócil. Por otro lado, encontramos al gato feral, también conocidos como gatos salvajes urbanos. Este tipo de gatos, se han criados en entornos muy diferentes, por lo que sus conductas son distintas.

El gato salvaje en sus primeros meses de vida no ha entrado en contacto estrecho con el ser humano por lo que no reconoce sus “características sociales” ni sus hogares. Esta situación se puede dar, por ejemplo, cuando una gata salvaje (es decir, que ya nació en la calle), o una gata domestica que ha sido abandonada, da a luz en el entorno urbano y sus crías no entran en contacto con humanos durante la primera etapa de su vida. También se pueden dar situaciones donde un gato joven, con pocos meses de vida, haya sido abandonado en la calle y haya aprendido a sobrevivir en una colonia feral.

En el entorno urbano la vida ¡es más dura! En este caso los gatitos recién nacidos aprenden a “buscarse el ratón” rápidamente, así cómo el agua y un lugar donde resguardarse. La gatita madre, buscará esos recursos lo mejor que pueda para que sus crías estén bien alimentadas durante sus primeros meses de vida. Para proteger a los pequeños los esconde en lugares apartados de los peligros y bien resguardados, mientras hace los recorridos en busca de los recursos básicas para su supervivencia. Es muy importante que si ves algunos gatitos recién nacidos en algún lugar resguardado ¡No los toques! Posiblemente se trate de gatitos callejeros que están siendo protegidos por su madre. Las gatas reconocen a sus crías por su olor, y si huelen a humano suelen rechazarlos. Recordemos que estamos hablando de animales que se han criado en la calle, por lo que el contacto con los humanos ha sido menor y, en general, de peor calidad

– No han recibido el cariño de una familia humana -

Otra característica de estos felinos es su carácter más “arisco” y poco sociable con los humanos. Suelen ser gatos que se esconden o huyen de éstos. Además, si este se les acerca demasiado y no “pueden huir” suelen realizar “bufidos” poco amistosos en señal de rechazo y advertencia. Cómo han sido criados en la calle su territorio es una zona determinada donde encuentran los recursos básicos para sobrevivir, es decir, comida, agua y un lugar donde resguardarse. Si el territorio en cuestión posee varios recursos, es posible encontrar varios gatos merodeando por esa zona, incluso a veces hay peleas por el territorio y sus recursos. Es así, como se forman las colonias de gatos ferales.

Estos gatos, acostumbran a tener una vida relati vamente corta (entre 4 o 5 años) ya que si se encuentran en una colonia feral no controlada (después habláramos de ello) suelen pelearse durante las épocas de celo, llegando a tener heri das graves, lo que los hace muy vulnerables a la transmisión de enfermedades. Debido a la exposi ción del clima, la dureza del entorno y la incapaci dad de atención veterinaria pueden enfermar gravemente y morir fácilmente de cualquier enfer medad o infección.

Por último, señalar una característica muy rele vante que diferencia los gatos salvajes de los domésticos, y es que, en los primeros su casa es la calle. Están acostumbrados a vivir en su territo rio y si se les intenta trasladar a un refugio con otros gatos o incluso a un hogar, pueden volverse violentos y morir del estrés que les supone el encierro y el cambio de entorno repentino. Hay que entender que este tipo de gatos han vivido toda su vida en la calle, por lo que no conocen otra cosa y, como cualquier animal salvaje, si lo sacas de su entorno les provocas mucha ansiedad y estrés.

Existen también un “tercer” tipo de gatos, llama dos semisalvajes. En este caso son gatos calleje ros que han estado un tiempo prolongado en con tacto con algunos humanos y que a pesar de ser huidizos pueden mostrar algunas conductas “ami gables” con algunos de ellos. Por ejemplo, pueden acercarse e incluso dejarse tocar por el humano responsable del cuidado de su colonia. Pero a diferencia del gato doméstico no se dejarán tocar por cualquier humano y prefieren vivir en su entor no callejero (aunque existen algunas excepcio nes).

La anamnesis que realizará el equipo auxiliar irá encaminada a intentar obtener toda aquella información que puede serle útil al veterinario. Por ejemplo, si un animal viene por una visita de control rutinaria de su diabetes, el auxiliar ya puede preguntar en sala de espera sobre cómo ha estado durante este período y si el propietario ha notado algún cambio significativo en los signos clínicos, comportamiento, apetito, etc.

Todas estas preguntas no van encaminadas a llegar a un diagnóstico ni a ninguna otra conclusión clínica ya que, tal y como ya sabemos es el veterinario el encargarlo de hacerlo, sino para poder informar de todo ello al veterinario en consulta y poder optimizar y hacer mucho más ágil la consulta veterinaria. Pese a que toda esta información la vuelva a relatar el tutordel animal al veterinario de primera mano en consulta, éste ya se encuentra en preaviso y se garantiza un servicio mucho más eficiente.

La comunicación engloba tanto el desarrollo de una empatía hacia las necesidades del cliente como una capacidad para poder transmitir profesionalidad en todo momento.

En algunos casos, los tutores de mascotas se muestran algo reacios a la hora de informar sobre aspectos más clínicos al equipo auxiliar al considerar que éstos les preguntan para poder ejercer de clínicos.

En estas situaciones es donde se pone en juego las capacidades de comunicación y de profesionalidad. En todo momento el auxiliar ha de informar sobre su papel en la clínica para poder así evitar que el propietario pueda confundir papeles y nosotros como auxiliares podamos ejercer nuestro papel, que es el de apoyo al veterinario. Es fundamental, por tanto, que el sector veterinario fomente la visibilidad de la figura del ATV para poder dar a conocer cada vez más sus funciones.

En la mayor parte de los centros veterinarios es el equipo auxiliar el encargado de formar a los propietarios sobre aspectos como la alimentación y la desparasitación. Siendo casi considerada como una “consulta” a parte de la llevada a cabo por el veterinario.

Todo ello también contribuye a la disminución de quejas vecinales y favorece el respeto y el trato hacia los gatos salvajes. Debido a su control estos animales presentan menos riesgo de infecciones y menos peleas por el territorio (menos ruidos) y se encuentran en un número reducido. Para terminar, te doy algunos consejitos prácticos por si te encuentras algunas de estas colonias en tu zona. Si ves alguna agrupación de gatos, lo primero que deberías hacer es investigar si se trata de una colonia controlada o no (observa si los mininos tienen la oreja cortada o no). Si lo está, sencillamente disfruta de su vista desde la distancia (para no perturbarles), estate tranquilo, estos gatos están bien atendidos y están en buenas manos, ¡no debes preocuparte!

Si no está controlada, deberías informar a las autoridades pertinentes de tu zona (ayuntamiento, policía, centro de acogida de animales…) y hacerles saber que existe una colonia de gatos que no esta controlada, para que apliquen las medidas adecuadas.

En caso de encontrarte con algún gato salvaje, ¡no intentes cogerlo! (recuerda que no están acostumbrados a los humanos y pueden ser muy ariscos e incluso agresivos si no se les deja en paz), sencillamente ¡deja que campe a sus anchas! Su casa es la calle.

Por último, quería terminar con una frase divertida que resume la idea de este artículo: “Cada gato tiene su propio ratón que cazar, sea casero o callejero, simplemente déjalo disfrutar del que más le guste”.

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