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EFICIENCIA ENERGÉTICA Las NOMs de eficiencia energética rebasaron al Horario de Verano como medida de ahorro de energía en México

Odón de Buen Rodríguez Director General de la CONUEE

Las NOMs de eficiencia energética rebasaron al Horario de Verano como medida de ahorro de energía en México

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El ahorro y uso eficiente de la energía se da por dos vías complementarias: las prácticas y la tecnología.

Las prácticas se refieren a lo que depende de la acción humana directa. Caben en esta definición prender o apagar la luz, darle mantenimiento a un equipo o establecer reglas que determinen el comportamiento respecto de alguna necesidad energética. La tecnología se refiere, en este caso, a los elementos integrados en equipos o sistemas que consumen energía (electricidad o combustibles) y producen servicios energéticos (luz, frío, calor o fuerza motriz).

Por depender de la acción humana, el cambio de prácticas puede tener un impacto mayor que el cambio de tecnología en muy corto plazo. La simple voluntad de millones de personas puede tener un efecto gigantesco y prácticamente inmediato en el consumo de energía, que sólo puede ser replicado, en esa escala, por un proceso de cambio de tecnologías que llega a tomar décadas. De la misma manera, un cambio en sentido contrario puede sumar un gran consumo en muy corto plazo. El horario estacional u Horario de Verano (HV) es una de esas prácticas, dentro de lo que se podría llamar un contrato social establecido por las autoridades de un país mediante leyes o decretos. Puesto en práctica por primera vez hace más de cien años, como medida para conservar energía en tiempos de la Primera Guerra Mundial, tuvo suficiente éxito como para resurgir en la Segunda Guerra Mundial y a partir de la crisis petrolera de la primera mitad de los setenta.

En términos prácticos, el Horario de Verano es muy simple: se modifica la convención horaria (la longitud de referencia para una población) para adelantar la hora para una localidad, región o país en un momento del año, y se regresa en otro, de manera que todas las tardes en el período intermedio se alargan una hora, reduciendo la necesidad de iluminación artificial en la hora de mayor demanda. Esta acción se refleja en un menor uso de energéticos para generar electricidad, ya sea petróleo, gas natural o, inclusive, agua que se guarda en embalses.

En México se decretó la aplicación del Horario de Verano en 1996. Con dicho decreto, para ese año, se ahorraron cerca de 1,100 millones de GWh, convirtiendo la acción en la medida con mayor impacto de ahorro de energía en la historia de nuestro país, que suscitó inconformidad, pero nunca suficiente como para eliminarla, por lo que sigue vigente; sin embargo, ya parece haber consensos en Norteamérica, Europa y México para suspender su aplicación.

A su vez, de manera casi paralela y muy silenciosa, la Ley Federal de Metrología y Normalización, que tenía entre otros propósitos cuidar los recursos no renovables de la nación, entró en vigor en 1992, correspondiendo a la entonces CONAE (Comisión Nacional para el Ahorro de Energía) el desarrollo de Normas Oficiales Mexicanas (NOM) a partir de 1993.

Precisamente en 1995, el año previo a la entrada en vigor del HV, se publican las primeras tres NOM de eficiencia energética: refrigeradores, motores eléctricos y aires acondicionados de ventana, iniciando un proceso que no se ha detenido, que ha sido creciente, de mejora continua (las NOM referidas se han revisado y mejorado hasta cuatro veces) y que cada vez tiene impactos mayores en el consumo final de energía.

Desde entonces y a lo largo de más de 20 años, las NOM aplicables a otros equipos y sistemas fueron entrando en vigor, con el correspondiente establecimiento de su sistema de evaluación, que incluye ya sea laboratorios de prueba y organismos de certificación o unidades de inspección. Entre los equipos que se fueron incorporando están enseres eléctricos mayores, como lavadoras de ropa, equipos de aire acondicionado tipo Split (ya sean on-off o inverter), bombas de agua y los que consumen energía en espera (como televisores digitales y microondas), entre otros.

Muy en particular resalta que, a partir de 2010, las lámparas de uso común empezaron a estar sujetas a una NOM de eficiencia energética a través de la NOM-028-ENER-2010, "Eficiencia energética de lámparas para uso general. Límites y métodos de prueba". En un proceso progresivo que tomó tres años, esta NOM provocó que desparecieran del mercado las lámparas incandescentes de 40 watts o más. Es relevante referir que esto fue posible en muy buena medida porque, desde 1995, diversos programas de la CFE y del FIDE promovieron la entrada de millones de lámparas ahorradoras (compactas fluorescentes) a los hogares mexicanos, lo cual permitió que esta NOM se aplicara sin objeciones.

Para enero del presente año (2022), México ya contaba con 34 NOM de eficiencia energética, respaldadas en un sistema de evaluación de la conformidad apoyado con 90 laboratorios de prueba, 21 organismos de certificación y 215 unidades de inspección.

De esta manera, una política como las NOM, que era incipiente en 1996, para 2022 había logrado dos efectos: (1) reducir a menos de la mitad la energía ahorrada por el HV (de 1,100 a poco más de 530 GWh/año); y (2) lograr, por las NOM que se aplican a equipos eléctricos, ahorros de energía eléctrica de cerca de 8,900 GWh, más de 15 veces lo que se logra con el HV.

Visto desde este ángulo de la historia, que se extiende por más de 25 años, el HV ha cumplido con las expectativas, pero de ser la medida más importante de ahorro de energía en México, es hoy día una acción con un efecto marginal, en comparación con acciones de carácter estructural, como el establecimiento de regulaciones obligatorias (las NOM), por lo que debe ser valorado por sus otras ventajas o desventajas.

A su vez, implementar las NOM ha sido una acción compleja, de largo plazo, pero con efectos irreversibles, además de que, en suma, representan una política pública en constante evolución y con crecientes efectos positivos.

Esta labor, por cierto, no se limita al trabajo de integrar y lograr consensos entre actores involucrados para producir una NOM, sino que también incluye promover la creación y llevar a cabo la supervisión del sistema que evalúa la conformidad de 34 NOM que, tan sólo en laboratorios de prueba y organismos de certificación, son más de 110. Además, de acuerdo con lo establecido en la Ley de Infraestructura de la Calidad, existen ahora claras obligaciones de vigilancia de mercado que es necesario cumplir.

Por otro lado, la labor de la CONUEE en otros sectores ha logrado permear mejores prácticas con impactos positivos.

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