El Refugio Marcial de un Guerrero por D. Eduardo Luzardo
El Refugio Marcial de un Guerrero aunque sobre excitada, en un cuerpo de ver y transitar la vida por medio Al redactar este mensaje, suponiendo un tiempo absoluto, estábamos a quince días de finalizar el año corriente. Siempre es bueno definir momentos de balance y estas fechas, por como las sociedades organizan su calendario, suelen ser de mucha introversión, por lo que tomarse un momento y meditar rasgos de lo acontecido en este periodo, parece sabio. En este sentido, a veces uno se introduce en su propia siquis y realiza viajes de ida y vuelta hasta que se percata de que está atrapado, pronto se encuentra dubitativo, nervioso y pre-ocupado, tratando de descifrar el futuro o debatiendo sobre el destino, otras veces nos hallamos algo perdidos, como inmóviles, anclados en el pasado. Por otro lado, hemos sido testigos de una pandemia que hizo vibrar fibras humanas que hacía tiempo descansaban. En consecuencia, nuestra incertidumbre creció, y muchas veces no sabemos convivir con ella. Inmersos en una sociedad, en la cual sus individuos suelen tener una mente poco estimulada
sedentario pero sobre alimentado. Y así, irritados, nos molestan las notificaciones de las redes sociales pero nos olvidamos como vivir sin ellas, apremiados le negamos una sonrisa a un octogenario cualquiera, y por comodidad, vamos en coche a un gimnasio para utilizar una caminadora, también nos quejamos de que nos llamen aunque después no sepamos vivir sin ellos, ni en soledad, ni convivir con la ansiedad, la felicidad o la tristeza. Con esto en mente, creo que es normal, y de hecho constructivo, que a todos nos atraviesen estos momentos de introspección y duda, pues es aquí donde debemos revisar y corregir, para luego avanzar más apegados al camino, que previo, nos hemos trazado con firmeza. Entonces, parece oportuno recordar que la vida debería ser presente, que el tiempo es movimiento y que aunque se muestre cruel, debemos ir con él hacia el frente. El camino del guerrero, nos ayuda a entender lo que somos, a vivir el instante, superar quebrantos y enojos para darle bienvenida a la resignación, nos ofrece una forma
de la forja del temple, la defensa de valores, familia, seres queridos e instituciones. Convencido de que el arte encuentra al guerrero que lo necesita y remanente habita la sangre, esperando hervir cuando sea el llamado. Es así que en pleno siglo de obsoletas katanas, códigos y armaduras, el arte marcial nos libera de la represión continua en la que nos movemos, equilibrando la tríada cuerpo, mente y espíritu, a través del deporte marcial, de la virtud, de meditación y respiración, de dieta y ayuno. Pero cuidado, el arte también requiere y necesita del fulgor de los sueños, de la calidez del amor y del cultivo de la mente e intelecto. Ha sido un gran año, quizá como todos, en lo personal, venía de un año muy complejo, sacando fuerzas de dónde no se tiene para seguir en pie, hacia adelante, como me dijo el mayor de mis mentores antes de despedirse, no importa lo que suceda, usted siempre para adelante y con fuerzas. Feliz fin de ciclo y comienzo de uno nuevo. D. Eduardo Luzardo
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