Mis Cuentos de Corazón Limpio
BOXEANDO CON LA CORTINA Su primo era boxeador, incluso participó, con éxito, en el campeonato de guantes de oro. Eso le daba el derecho de llevarse a casa la bata con que entran al ring. La bendita bata era una tentación. De seda, roja, con ribetes blancos, el chiquillo se la ponía y salía a boxear. Su contendiente era la cortina. Pasaban minutos y la cortina resistía. A la señal de su entrenador, le entraba durísimo y la cortina quedaba enganchada en el bolillo. “Know out” contundente. Había un ganador. Mañana, si su primo dejaba la bata, volvería a pelear y a ganarle a su contendiente de siempre, la pobre cortina, que peleaba a gimnasio lleno.
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