Mis cuentos de corazon limpio

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Walter López

Mis Cuentos De Corazón Limpio

Selección, Edición y Prólogo Camilo Rodríguez Chaverri


Primera edición, San José, Costa Rica, Diciembre del 2007 © 2007, Walter López ISBN (obra completa): 9968-9463-000-3 Selección, edición y prólogo: Camilo Rodríguez Revisión final: Camilo Rodríguez Chaverri Diseño de portada y diagramación: Paula Garro Ramírez Foto composición digital de portada: Paula Garro Ramírez Producción gráfica: Jiménez & Tanzi


Walter López

Prólogo La segunda cosecha de un cuentista con vocación Por la mano de Dios pasó tu pluma que compuso las cosas más sencillas, que trazó verdaderas maravillas con patriótica fe, con gracia suma. Con sol, con luz, con aire, con espuma de tu divino mar en las orillas, ante Dios y la Patria de rodillas, tu tierra con tu canto se perfuma. Joaquín Balaguer

Walter López es contador y dirigente solidarista. Ahora también es banquero. Pero ni siquiera tenía idea de que era cuentero, o cuentista. Ama el baile, la música, la guitarra, el canto, la bohemia y el cuento. Poco a poco, me di cuenta que en su cabeza y en su corazón guarda cuentos de la niñez como tesoros personalísimos, como jícaras llenas de agua que cosechó del cielo, en lluvia, su madre con sus manos, especialmente para él. Un día, hace unos tres años, me envió por correo electrónico algo que él creía que era un chiste, un chile. Era un texto de tres párrafos, de pocas líneas. Me sorprendió. Tenía en el monitor de mi computadora el primer cuento de mi amigo. Lo publiqué en un periódico rural. Lo insté a que escribiera todos los cuentos que me había relatado. Los cuenta con emoción, en cualquier cita de trabajo o mesa de amigos, los cuenta muchas veces, y los repite sin variarlos.


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Tiene una guaca maravillosa de historias de la infancia. Y tiene una chispa sorprendente para contar. Contar es como respirar en él. Algo natural. Y contar es un don de Dios. Un don que él ostenta al hablar, y también al escribir. A los que cuentan historias de esta manera, Dios les tiene un lugar especial en el Paraíso, cerquita de Él, para que lo entretengan. Hace poco más de un año, publiqué su primera colección de cuentos. Aquellos eran cuentos de Nicaragua y de Costa Rica, porque mi amigo es de padre tico y madre nica, y ha pasado entre aquí y allá. Por eso, sus primeros cuentos recibieron el título de Cuentos Ticaragüenses. No son de allá ni de aquí, sino de la mezcla, de la suma, del empate entre esas culturas en el escritor como persona. Su alma vive en tres lugares: Tibás, Managua y Turrialba. Creí que aquellos cuentos iban a ser el parto natural de sus historias, pero que sería su único hijo. Apenas fue su primogénito, porque pronto don Walter empezó a contarme nuevas historias, alrededor de una mesa, en noches de baile y de karaoke. No tardó ni un año en escribir una cosecha de anécdotas como la anterior.

Nuevas sorpresas Este nuevo parto tiene diferencias. Son más cuentos nicaragüenses que costarricenses. Don Walter creció en Managua, en la Nicaragua de la última etapa de la dinastía tiránica de los Somoza. Esa época lo marcó, le puso un fierro hirviendo, que él lleva con orgullo y con fe. Se trata de la Nicaragua de los años 60 y 70, y se trata de la Managua pobre, miserable, que enfrentó el terremoto del 23 de diciembre de 1972. En ese espacio, mi amigo cuentista captó las imágenes,


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las palabras, los hechos que narra en este libro. Hay historias de ahora, pero son historias periféricas en esta colección. Lo principal está en la ciudad de Managua donde él creció. Son historias de un niño pobre, como en el libro anterior, pero esta vez se ocupa más de la gente y menos de la familia. En el primer libro que le publicamos en esta editorial, don Walter rescata a la mujer que vio crecer a sus hijos e hijas en medio de las necesidades, pero con una gran dignidad. Su madre es el hilo conductor. Su personalidad, su fervor, su fe y, sobre todo, su dignidad… Los ojos y las manos de su madre pueblan las páginas del libro. Luego de ese homenaje, en este segundo libro, el cuentista se ocupa de los personajes con los que creció. Están su madre y sus hermanos, pero él vuela más allá en la memoria. Su mente da más vueltas alrededor de su casa antes de aterrizar de nuevo en el presente. Este libro es más variopinto y diverso.

Menos cuentos, y algo de poesía Hay cuentos, pero muchos de los textos no lo son, estrictamente. Me atrevo a afirmar que algunos son poemas. Lo es, claramente, al menos uno de ellos. Se llama “Parto”. No puede tener un mejor nombre, porque me resulta una nueva puerta, y el inicio de una etapa nueva en el camino del escritor, que además de cuentista, es poeta. Aunque muchos de estos textos pueden pasar por cuentos, otros son, sin duda, prosa poética. El escritor está más suelto. Este libro es como una olla de arroz que recibió el tiempo y el calor oportunos. Al principio, su prosa era como masa a la que se le pasó el


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agua. Ahora no. Ahora, él sabe dosificar muy bien todos los elementos. Al principio, sobre todo en la preparación de su primer libro, yo, como su amigo y su editor, le metía un poquito de mano a las palabras de su doble dimensión en lo que de tico/nica maravilloso hay en él. Ahora no. Él mismo se cuida del estilo y mide muy bien lo que dice, y también lo que guarda.

La naturaleza de los personajes El título, “Cuentos con el corazón limpio”, responde a la síntesis que el escritor hace en uno de los pocos momentos en que su libro se vuelve discursivo. Dice, en ese instante, que hay personas con corazón limpio. Esas personas son sus personajes favoritos. A esas personas dedica este libro, con cariño y con ternura. Este es un libro de personajes más que de hechos. Son personajes parecidos a él, pero con historia de vida muy distintas entre sí. Y el autor los toca, los describe o simplemente los muestra con la ética de un poeta, es decir, da visos, pistas… Sopla para que el polvo del tiempo deje ver lo que queda abajo, lo que no ha cambiado con el paso de los años. Me impresiona el profundo respeto por el ser humano, que está por encima de todo lo que se cuenta. Este libro tiene humor, como el primero, pero el autor se preocupa mucho más por denunciar la desigualdad, la injusticia, el abuso, y, sobre todo, la pobreza. Don Wálter conoce la pobreza. La conoce como mejor se le puede conocer: como un niño. También conoce la dignidad de la gente para enfrentarla. Desarrolló en la niñez la inventiva que se requiere para


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enfrentar la adversidad. Al escribir estos relatos y estos textos poéticos, él escribe del lado de su madre, quien, desde el cielo, le dice sus palabras al oído. Lo que más me alegra de este segundo libro de Walter López es que descubro en algunos textos que el narrador también es capaz de olvidarse de sus anécdotas, de liberarse de su pequeño mundo para crear un universo amplio, fecundo, que, aunque se nutre de sus recuerdos, no se queda ahí.

Conoce muy bien ese mundo No es este el libro de recuerdos de un contador, un contabilista de profesión. Es una colección de textos cuidados, cultivados con estilo, por un gran conocedor del mundo que pretende recrear, recordar, celebrar o denunciar. Son cuentos muy nicaragüenses, pero están escritos por un costarricense, un “tiquillo”, como dice él en algunos de los relatos. Costa Rica y Nicaragua se dan de nuevo la mano en las páginas del segundo libro de don Walter, como lo hicieron en el primero, y me temo que ganamos los ticos, pues es tanto lo que se dibuja, se sintetiza o se muestra de Nicaragua; se asoma de tal manera el espíritu de ese pueblo en este libro, que el nuestro, el pueblo costarricense, tiene la gran oportunidad de encontrarse en esta lectura con la grandeza del alma, la profundidad del corazón y el calor de la piel del país vecino, el país con el que tenemos la relación más cercana y más estrecha. Celebro, pues, la publicación del segundo libro de mi amigo Walter López, de mi compañero de luchas y de mi hermano en la nostalgia, este cuentista que, de alguna manera, sigue siendo aquel niño de la Colonia Morazán, en Managua, de la casa D 449, que supo ser feliz en


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medio de la pobreza, que supo salir adelante y hacer su camino, forjar su destino, a pesar de las limitaciones, la adversidad y el dolor de un país oprimido por la miseria y la dictadura. En el papel, ahora, como en el juego en aquel entonces, don Walter medita, critica, ama y se divierte, con naturalidad y con su vida entera entregada en estas páginas. Sólo así sabe hacerlo. Sin traicionarse a sí mismo, se nos da entero, enterito, enteritito, en este libro que tiene el corazón desnudo, sano, limpio, lleno de amor. Quedamos convidados, enternecidos y embarrados de emociones gracias a la lectura de estos cuentos, estos textos poéticos y estos recuerdos ahora transformados en una forma especial de arte en miniatura.

Camilo Rodríguez Chaverri Periodista y Escritor Editor responsable de este libro

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Dedicatoria

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A ESTADIO LLENO En sus sueños de joven, pensó regresar y cantar, cantar, para Ceci, ojalá ella estuviera en primera fila y lo viera regresar triunfante. Pensó en cantar canciones dirigidas especialmente para ella. Lo más tuanis es que la taquilla estaba donada para los pobres. Ceci disfrutó del concierto y después pasó al camerino a pedir un autógrafo al inquieto y triunfante muchacho que alguna vez fue de ella, celequito, celequito.

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A MARCO Tu abuelo hace el mejor compuesto de Tronadora. Chirrite, leche condensada, sirope y qué sé yo. Pero tus ojos hacen olvidar el compuesto. Hay que admirarlos, Rocío se refleja en ellos. También San Jorge, Jiloá, Tiscapa. Podés rajar….

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A VENDER CHICLES Era normal ver a chiquitos pobres vendiendo chicles en los buses. El oficio parecía hasta divertido… En una ocasión, se jaló una torta. Para castigarlo, su mamá compró una caja completa con cajitas de chicles y le dijo, “a vender a los buses” Pensó, ¿por dónde empiezo? El primer cliente podía ser su hermano. Vivía en la casa contigua. Llegó y, entre llantos, le contó la historia del castigo. Muy consternado porque no quería que su hermanito se convirtiera en vendedor ambulante, le compró toda la caja. Todo un éxito. El hermano y su esposa pasaron como un mes mascando chicles.

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ALZHEIMER Se le borró el disco duro, pero en partes: sólo se acordaba del pasado. Entonces, cuando la visitaba, cantaban “María de los guardias” “Clodomiro El Ñajo”, canciones populares nicas y también de nostalgia como Los Dos Arbolitos. Con eso su deteriorado cerebro podía extraer el recuerdo de su Nicaragua natal y también de Quepos, allá donde se amo con “el rubio” hasta que la muerte los separó. ¡Que enfermedad más triste? ¿Delete? yes

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ARREPENTIDOS Día de mujeres. Se fueron los cuatro. Buscando chicas. Pero en el barrio donde se encontraban, casi todas estaban descansando. Para entonarse, se metieron a una cantinilla y pidieron unos tragos. Aprovecharon para preguntarle al cantinero ¿dónde hay muchachas? Él respondió,: pues allá enfrente hay una que se la juega. Tímidamente tocaron la puerta de la humilde morada y preguntaron, -¿hay servicio? -Sí, dijo la mujer. ¿Cuántos son? -Cuatro. -Bueno, entren, yo no sé ni quienes son ustedes, eso sí, yo no lo hago con condón porque el otro día se me quedó adentro uno y se me infectó el aparato. -Pero es la única forma de hacerlo con seguridad, dijo el primero que iba a entrar. -OK, dijo resignada la mujer, pero, eso sí, no me le vayan a hacer nada a la niña. En el fondo del cuartito dormía inocentemente una pequeña niña, que ni en sueños sabía el riesgo que estaba corriendo. Después de saciados, el grupo de los cuatro regresó a su casa. Un silencio reinaba en el ambiente. La pobre chiquita no se les quitaba de la cabeza. Jamás volvieron.

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AY JULIA En la rockola sonaba “ay Julia, que tú no me quieres, Julita, solo y abandonado”. Como le encantaba la canción y andaba “encanfinado”, se puso a bailar solito, acto que fue aprovechado por un hombre “afeminado”, para acompañarlo a bailar. Se pegaron su bailadilla. La siguiente pieza era un bolero y el individuo se acercó y le dijo, “¿bailamos?”, y el otro le contestó, “eeeeehhhh, no jodás, ¿vos crees que yo soy cochonero?”.

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BANCO DE POBRES Estaba Aprobado el préstamo para Juan. Dos fiadores, ir a firmar y listo. Fueron a la sucursal, firmaron, y a los reales. -¿Para qué querés los reales, Juan? -Para una tapia en mi casa, respondió. Se cruzaron a un restaurante chino, entre comida, cerveza y cerveza se picaron. Terminaron donde “las muchachas”. Por supuesto, Juan “se pesó” Al día siguiente eran las risas de las anécdotas y los chiles. Finalizando la jornada, Juan le dijo a uno de los compañeros, ¿no tenés cinco córdobas que me prestés?

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BOLO CON SUEÑO NO TIENE DUEÑO Leído de una noticia en “El Nuevo Diario” El ciudadano Abundio Pomares denunció ante el Juzgado del Crimen de Managua el siguiente hecho. Vea, Señor Juez, me fui a echar unos cachimbazos con este supuesto amigo, ingerimos tanto alcohol que me quedé dormido. Él, aprovechándose de mi situación, me violó y no contento con eso me robó los últimos cien córdobas que me quedaban. El juez los miró fijamente y dictó sentencia: ¨bolo con sueño no tiene dueño” ¡Pon! Caso cerrado.

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BOMBERITO Bombero voluntario, baterista en las noches, trabajador común en el día. Batahola fue su tumba por ver libre a su patria. Cuando cayó, todos los compas dijeron, ¨se nos fue el bomberito¨ Quedó en una fosa común como muchos, eso sí, tocando su tambor de libertad y con el corazón en llamas por su pueblo.

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BOXEANDO CON LA CORTINA Su primo era boxeador, incluso participó, con éxito, en el campeonato de guantes de oro. Eso le daba el derecho de llevarse a casa la bata con que entran al ring. La bendita bata era una tentación. De seda, roja, con ribetes blancos, el chiquillo se la ponía y salía a boxear. Su contendiente era la cortina. Pasaban minutos y la cortina resistía. A la señal de su entrenador, le entraba durísimo y la cortina quedaba enganchada en el bolillo. “Know out” contundente. Había un ganador. Mañana, si su primo dejaba la bata, volvería a pelear y a ganarle a su contendiente de siempre, la pobre cortina, que peleaba a gimnasio lleno.

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CARMENZA Carmenza llegó a casa. Fue al hospital. Le diagnosticaron “cáncer de pecho”. Había que amputar. Se quedó sin un pecho. Resistió y resistió, pero la muerte pudo más y se la llevó. Eso sí, con mucho amor, porque a la Carmenza no se la llevaba cualquiera.

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CASTIGOS Era tan jodión en la escuela que a cada rato me mandaban a la dirección. La ida que más disfruté fue cuando me “cuidó” el Profesor Eloy. Usaba un traje raído por el tiempo. Mientras pasaba el tiempo, te contaba historias. Enseñaba orgulloso el anillo, que según él, fue de un gigante, y de verdad era grande, grande. Mamá se sentía orgullosa de don Eloy, porque era rivense, su coterráneo. Vegetariano, le decía a los animales ‘hermano pajarillo, hermano caballo, hermana vaca’ Pero lo que más le impresionaba a mamá era que don Eloy atendió a su madre hasta el último día, a tal punto que se quedó solterón. Después de conocer esa historia, no me quedó más que agregar al Profesor en mi lista privada de personas con ‘corazón limpio’ Que diferencia en otra escuela: me ponían a hacer “sentadillas” o simplemente me iba bien fajeado a la casa.

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CHINITA Esta descendiente de chinos sí que es valiente: solita sacó a sus cuatro hijos adelante, dos abogados, un arquitecto y una comunicadora. Me gusta porque es ella, no se la come el qué dirán, no le importa ser “piso de tierra”. Ama a Costa Rica hasta que le duele, pero también a Nicaragua. Corazoncito limpio. Trata de aprender algo nuevo cada día. Habla hasta por los codos. A velocidad de una metralleta. Le gustan las historias con detalles. Bailarina insigne. Disfruta de la música como nadie. ¡A bailar, chinita, Congolí Changó! Lee libros, de todo, pero no se acuerda de los nombres. Ha sido cristiana pero le gusta la metafísica, y, lo más importante, no se “apendeja” ante nada, ni se “achumeca” ante nadie. Por lo atarantada, le pusieron “Tarantini”. Es así desde chiquitilla. El primero que lo notó fue su papá. Su inocencia cautiva. Es tan dulce como una cajetita recién hecha. Pero no hay que abusar de su amistad, de su amor, porque cuando se cabrea, se cabrea. ¨En un bosque de la china, una china se perdió, y como yo era un chinito, nos encontramos los dos¨

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CHUMILA Llegó pequeña. La alimentaron bien. Era como parte de la familia. El chiquillo la cuidaba con esmero. Pero ‘a todo chancho se le llega su sábado’. Chumila fue el plato principal en los quince años de Rocío. Al día siguiente, no fue lo mismo. La cerdita hacía falta en el patio de la casa. Hasta el palo de mango estaba triste.

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COMUNISTA Pompi escuchaba la grabadora, música de “protesta”, mientras chapeaba el jardín, detrás de la tapia. En eso pasó una pareja. Le dijo a la mujer, “oí, música de comunistas” “María Soledad, no llores que un día las flores de amor brotarán y llenarán de alegría tus ojos, María Soledad”. Es de una canción de Luis Enrique Mejía Godoy. Música de comunistas, qué va, no jodás, musica del corazón, de las que hacen llorar.

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CON EL MISMO MOLINILLO Para Carlos Mejía Godoy Le preguntó a un amigo: ¿cuántos hijos tenés? le respondió: trece. Replicó, ¿con la misma? Y él amigo le respondió, “con el mismo molinillo, pero en diferentes jícaras”

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CON EL PELO SECO Su mujer estaba enojada. Pensó en hacerle un regalo para contentarla. Indeciso, le preguntó a un amigo, “doctor, ¿usted cree que si le regalo una secadora de pelo a la doña se contente conmigo?” El amigo le respondió, “inténtelo, porque si sigue enojada, por lo menos va a estar con el pelo seco”.

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COSAS DE BORRACHOS El hombre llegó tan borracho, pero tan borracho a su casa, que cayó dormido con todo y ropa. Al día siguiente, al despertar, sintió un aire frío en su boca. Cual no sería su susto al notar que se le había caído un diente. ¡Chocho! y con lo caro que está ir al dentista. Pero lo que más le preocupaba era el color que se iba a dar, pues era muy visible. Pensó que se lo había tragado y en un papel periódico se dio a la tarea de cagar. Depositó la carga y con un palito de una rama procedió a la búsqueda del famoso diente. Nada, lo intentó otra vez y nada. Con el intestino cansado por el esfuerzo realizado y por el calor que su pobre ano despedía, después de los tragos de la noche anterior, se dispuso a dar una dormidita más. ¡Sorpresa! Al intentar poner su cabeza en la almohada, algo llamó su atención: ahí, ahí, pegadito, y con un poquito de baba mezclada con guaro, estaba el diente perdido. ¡Qué alegría! Con mucho amor recogió su diente y hasta un besito le dio. Satisfecho pensó, “Y todo por no buscar bien”.

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CRUEL Desde la casa del patrón se oían las risas que provenían de las barracas de los peones. La esposa del patrón, preguntó, “¿de qué se estarán riendo los peones?”, y el patrón contestó, “seguro de un pedo, ¿de qué más se pueden reír los pobres?”.

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DE PERROS Ringo y Princesa llegaron bien vestiditos para su boda, limusina y todo, la TV estuvo presente, pero tenemos que aclarar que esta es una boda entre perros. De raza, por supuesto. Al otro lado de la ciudad a Carlos y a Marielos les ardía la panza de hambre y a los güilas ni se diga. “Que triste vive mi gente en las casas de cartón”, dice una canción de los Guaraguao. “En la medida en que dejamos de ver la pobreza, nos olvidamos de ella”, decía el General Omar Torrijos.

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DIA DE PAGO -¿Luis García? -Presente, Señor Agarró el sobrecito. Sabía que ahí estaba su paguito de la semana. Era un obrero de construcción. Ya desde temprano, con sus compas, tenían el plan montado. “Vamos donde la ´Vieja Relaja´ a tomar lijón”. Fueron, buenas bocas, hasta huevos de paslama había. Jumo se dirigió a su humilde morada, ¡Ah! Pero antes, con lo poco que le quedaba, pasó por donde el chino y compró un arroz con pollo y un “chop suey”. Esperando pidió una cerveza, fría, fría. Llegó a su casa, ahí lo esperaban la Juana con sus siete cipotes panzones. Entraron, se sentaron y disfrutaron el banquete con cafecito. El se sentía orgulloso de presidir la mesa, aunque estuviera jumo. El resto de la familia pensó “mañana será otro día, arroz y frijoles, qué dicha que pagaron, hoy es sábado”

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DÍGAME LICENCIADO Cuando se graduó de licenciado, iba al bar del barrio e invitaba a todo aquel que le dijera ‘licenciado’ Por esas cosas de la vida se fue para Estados Unidos y murió atropellado por un carro. La muerte se lo llevó a rastras. Seguramente debajo del brazo, llevaba su título de ‘licenciado’.

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DOMINGO En el segundo F estaban los exilados de otros colegios. Lo peor. Había de todo. Mariguanos, prensadoras, mal portados, “hippies” y todo el que cupiera en el grupo. Llamaba la atención el gordo Domingo. Siempre andaba platilla. En el recreo se hartaba, pero todavía le hacía falta. Se iniciaban de nuevo las clases y mientras la “profe” explicaba matemáticas, Domingo se tiraba su “tú y yo” escondido en el meritito centro de su cuaderno universitario. El de a la par pensaba ‘qué pecado con el cuaderno, yo que no tengo ninguno’ y también le envidiaba el helado mientras su estómago crujía.

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EL AMARILLO Le encantaban las putas. Bailaba con ellas, e iba al cuarto varias veces, siempre con una distinta, más si estaba medio jumo. No se sabe como hacía, qué alborotado. Pero su color amarillo no se le quitaba… ¿Sería de tristeza? Nunca se supo.

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EL CHELE Este era un chele que sólo podía cagar en su casa. A cualquier hora del día se escapaba para su cita, con su inodoro, suyo, suyo, su trono. “Es que en otro lado no puedo, pujo, pujo, pujo y nada”. Qué cagada.

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EL CHELE Y EL FÚTBOL Este era otro chele al que le gustaba el fútbol. En pleno campeonato mundial tenía la cortesía de ir a dejar a su asistente a la casa, y le decía, “vea el partido, después paso por usted”. A veces eran dos partidos seguidos. No importaba. Con un jefe así el muchacho se sentía feliz, por eso ama el fútbol y ¡qué dicha! es el deporte preferido en Costa Rica, donde el cincuenta por ciento de los habitantes son directores técnicos.

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EL LOCO Le pusieron “el loco” porque caminaba “a toda mierda”, a cien por hora, metido el pedal. El loco tenía un hermano que se fue “tras el sueño americano” Limpiando ventanas en un edificio, se cayó y terminó paralítico, con lo que le dieron de indemnización regresó a su país. Tomaba licor todos los días en su silla de ruedas, flaquito, flaquito, flaquito, sin esperanzas, “Welcome to America”

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EL MUERTO Llegó una pareja bien temprano a casa. Contaron que se les había muerto un familiar y que no tenían cómo velarlo y enterrarlo. De casualidad estaban los dos hermanos de mamá y ella propuso a la pareja que se trajeran el muerto y lo veláramos en casa. Inmediatamente se movieron a recoger los muebles y a poner café. Yo protesté porque la gente del barrio se iba a alarmar toda pensando que el muerto era de uno de nosotros; que no conocíamos a la gente y tampoco sabíamos de qué había muerto la persona. Propuse una enfermedad rara y contagiosa. No hubo de piña, se impuso el gran corazón de los Aguilares, especialmente el de mamá, la dueña de la casa. Tuve que resignarme. Pasaron las horas y el muerto nunca llegó. Nos dejaron con todas las cosas listas. Casi al finalizar el día, Tio Tavo dijo, “ese era un muerto de a mentiras, esos jodidos lo que querían eran reales”

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EL PESO Bien uniformadito, caminaba el chiquillo con su “china” hacia la escuela privada. Era de gente acomodada. Se le cayó un peso, que era bastante en aquellos tiempos. El que caminaba atrás, se detuvo, observó, dejó que caminaran y recogió la plata. El dueño se dio cuenta y con su “china” buscaban y buscaban. El otro pasó entre ellos y llegó a su casa. Ahí se quedaron, buscando. Contó a su mamá la historia. A ella no le gustó mucho y le dijo, “eso no se hace, no es honrado. ¿Conoce donde vive el muchachito para ir a regresar el peso?” No, respondió. -Entonces, ya que no se puede hacer nada. Vamos ‘mita y mita’, cincuenta centavos para cada uno.

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HISTORIA DE UNA VIUDA La mujer, viuda, se fue con su pequeño hijo a la iglesia, exactamente donde Santa Eduviges. Al niño le llamó la atención que la imagen de la Santa cargaba varias casitas. Después se enteró que es la Santa a la que le rezan los pobres para que les dé su casita. Ella, de rodillas, rogó a la Santa y le dijo, “quiero que en las rifa de las casas me salga una en la calle principal, frente a la futura escuela, que sea bien bonita, oíste santita, me oíste, y para que veas que soy agradecida, mi pequeño hijo te va a pagar una promesa, él va a entrar de rodillas a la iglesia”. El niño pensó, qué bandida mi mamá, ofrece promesas y yo las pago. Bueno, no fue la primera ni la última. El día de la rifa, estaban todos los vecinos reunidos, la señora fue a sacar su numerito, le salió la D 449, fueron a verla y cual fue la sorpresa del niño, que era exactamente como su mamá la había pedido. Mucho tiempo después se enteró de que a las viudas las protege el Señor. Son sus preferidas. El Señor tiene toda la razón.

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PARTO Era de noche, tarde. La mujer estaba por dar a luz. Zona rural, no hay hospital, ni clínica, ni doctor. Decidieron montarla en el cajón de un camión. Ahí le improvisaron una cama para llevarla a Managua. En el camino, no aguantó. Abrió las piernas y nació su hijito. Se escuchó su llanto, fuerte. Buenos pulmones. A la mujer, el frío de la noche le metió un dolor hasta los huesos. La muerte la estaba esperando en el camión… Fue su última morada. El niño siguió llorando. Todavía la llora.

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PON, PON Había comido con tanto gusto unos frijolitos con queso y platanito que un rico sueño la invadió. Horas después, de pronto la despertó una fuerte necesidad de vaciar su intestino. La niña tenía miedo, la noche era oscura y para consumar su necesidad, debía caminar hasta al fondo del patio, donde no tenían más que un tétrico excusado de hueco. La niña trató de aguantar, pero era imposible. No pudo ir al excusado. No la dejó el miedo. Sin hacer ruido, extendió un papel periódico y a toda prisa hizo sus necesidades sobre él. Ahora había otra preocupación: ¿cómo deshacerse de aquello? Envolvió cuidadosamente el papel y metió el “motete de caca” debajo de la cama donde plácidamente dormía su mamá. Un fuerte olor despertó a la pobre madre. ¿Qué hiede? ¿Qué hiede?, exclamaba la madre desesperada. Todos se dieron a la tarea de buscar el “cuerpo del delito”, y, ¡sorpresa!. Debajo de la cama de la señora apareció la causa del fuerte olor. El hallazgo causó una conmoción terrible. -Hay que encontrar al culpable, dijo la tía. Comenzaron las interrogaciones, hasta que la niña, cansada y urgida por el sueño que le había llegado de nuevo después de expulsar la causa del desvelo, confesó su culpa. La mandaron a botar el motete. Con tanta gente despierta, ya no tenía miedo de ir al excusado y dejarlo caer hasta escuchar el pon pon pon cuando tocó el fondo. Y después a dormir… Lo más seguro es que en la mañana la iban a castigar por lo que hizo. Sólo pensó, ‘qué rico es dormir, y qué rico es cagar. Mañana será otro día‘. 46


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EL ROBO Se quería robar un peso y, como los billetes eran parecidos, se llevó uno de a cincuenta. Un montón de plata. ¿Cómo esconderlo? -Al suave, al suave, le dijeron en la junta de hermanos, cómplices. Cuando estaban en junta, eran tres en total. -Hay que gastarlo de a poquitos para que no se note, dijo la más avispada. Durante un mes no faltaron cajetas, chicles, helados. Qué dicha. Aunque no fue un acto correcto, por una vez ganaron los pobres. Ganaron tres a cero.

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GALLINA ENTERA Era época de Navidad. Cenaron cerdo, pero él pidió que le compraran una gallina para el día siguiente. Como desayuno. Así fue. Muy temprano le sirvieron su gallina y empezó paca, paca, paca, despacito, hasta que se la voló toda. Una señora que lo observaba le dijo, “ehhhhh, amigo, usted ha de cagar en puta”

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HAMBRE En muchos hogares falta la comida. En otros, sobra. La carne y los tres tiempos de comida son un sueño en muchas casas de pobres. A aquel amigo mío, cuando regresaba del colegio, lo esperaba su mamá con su suculento almuerzo: ‘una taza de café` sin nada. Él se ponía a pensar en aquella frase, y de camino la corregía: su mamá lo esperaba con una taza de café… con mucho amor.

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GORRA ROJA A cortar café. “Gorra Roja” nunca había cortado. El primer día se le adelantaron con el café madurito y llevó café verde, verde. ¡Qué cagada se llevó! Al siguiente día, tuvo más suerte, pero cuando venía con el saco lleno, se resbaló a la pura par de un guindo y a la mierda todo el café. ¡Qué mierda! No entendía cómo unos chavalos cogían tanto café y se peleaban una bandera de “vanguardias”. Por la noche, había que hacer posta pues “la Contra” andaba cerca, por lo que pidió un horario suave, no muy tarde, y con un “matamacho” vigilaba que ningún “Contra” tocara a los compas. Lo asustaba hasta el ruido de las ratas en el excusado de hueco, seguro alborotadas por el aumento de la cantidad de caca por el hecho de que tanto cogedor tenía que hacer sus necesidades ahí. Unos ojos en la oscuridad le indicaron que había que tirar, pero por dicha no lo hizo: era un caballo. Vinieron días más emocionantes. Por ejemplo, para el día libre se fueron a la cantina del pueblo. Alguien, “encanfinado”, le quitó la espoleta a una granada, ¡y qué cachimbazo! El jefe militar del grupo los pasó por su cagada de rigor. En las noches, dormían entre campesinos. Mientras él la pasaba con su frazada capitalina, los campesinos se metían en su saquito de bramante. Ahí se tiraban sus pedos y después todos se morían de la risa. Ante los entrenamientos de ataque, los campesinos ni se movían, no era con ellos. Mientras todos los demás tomaban “posición de combate”, ellos seguían con sus pedos y sus risas. El último día le dieron un “AK 47” 50


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-Compa, lo puede poner tiro a tiro o en ráfaga, le dijeron. Ese día se sintió el guardián de toda la gente que, muy tranquila, cortaba el rojo. ¿Cómo se iba a acercar la Contra si ahí estaba él, bien armado, el famoso “Gorra Roja”, cagado de miedo?

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INVIERNO Con el invierno, el agua corría por los caños. Traía de todo: jocotes, nances, mamones. Recorría cuadras y cuadras “pepenando”. Comía de camino y aún así todavía traía. ¡Qué banquete llegaba con las lluvias!

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KADIR, EL ARABE Novela de radio. El protagonista principal tenía un vozarrón. Una voz muy varonil. Perfecta para el papel. Desde la ventana de su casa, se ponía a llamar a los hombres que pasaban por la acera, pis, pis, pis. En las noches, se paseaba con un paño a modo de turbante, bien envueltito en su varonil cabeza. Lo que llamaba más la atención a los del barrio, es que paseaba completamente desnudo y de adorno, el turbante. “Pis, pis, pis”, se escuchaba en la solitaria noche. Un día, lo encontraron muerto en su cama. Unos dicen que se suicidó. Otros que lo mató un amante despechado. Cuentan que, por las noches, en la solitaria casa, muchas veces se escucha “pis, pis, pis”. Seguramente es quien en vida era una mujer atrapada en el cuerpo de un “bien hecho” hombre…

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LA CABEZA DE CHOCOYO En el día vendía frutas con un “carretón”… Por las noches le gustaba tomar guaro. Eso atraía a más de un “jumas” a su casa. Ellos le pusieron el apodo. Le decían “La cabeza de Chocoyo” porque de verdad parecía uno de sus animalitos. Tanto esfuerzo para botar la plata en guaro. Seguro no dormía sola. Dormía acurrucada, con su cabeza de chocoyo en los hombros de su galán de turno, los dos hasta el rabo.

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LA CABRA Estaba la pareja en un bar famoso porque se acercan tríos todos los días a pulsearla. Uno de ellos llegó a su lado, negociaron el precio y a la pregunta de con cuál le doy de primero, la respuesta fue concreta: La Cabra, contestó el hombre. El del trío se lo quedó viendo todo extrañado y no pudo dejar de expresar “ehhhh, romántico el hombre”. Y de inmediato se rajaron con la canción de Natividad Martínez: “Tata Chico tenía una cabra que en la noche la amarraba, Tata Chico tenía una cabra que en la noche la amarraba y la maldita cabra en la madrugada se encabritaba, que berrean de día y saltan de noche, la vida de los hombres es como la de los cabros que chiquitos son cabritos y ya de grandes son cabrones”.

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LA CEJA Su mamá le dijo que cuando uno quería tirarse un pedito y no hacer ruido, con disimulo debía jalarse una ceja. Una vez lo hizo delante de unas visitas. Sintió el deseo e inmediatamente procedió a jalarse una ceja, pero, ¡sorpresa!, no dio resultado. El ruido se dejó sentir con todo el poder de un pedito joven. Cuando las visitas se fueron, la coyunda hizo su aparición. Se defendió como gata panza arriba. No dio resultado. Luego de la apaleada, vino la explicación de su mamá. -Cuando yo te dije que uno se jalaba la ceja, es que está en el inodoro y hay gente afuera. Para que no oigan el ruido, uno se jala la ceja, pero no de la cara, babosa, la de la nalga. ¿Para qué discutir? Después de la apaleada que le dieron sólo quedaba pensar qué tiene que ver una nalga con una ceja. Nada. Debió explicármelo mejor, pensó, en conclusión. Será para en otra.

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LA CHAPA Típico paseo al mar. Un pobre hombre se emborrachó y en medio del estero se tiró al agua. Demostró sus cualidades acuáticas ante la bulla de sus compañeros. La torta fue que al abordar nuevamente la lanchita, venía sin su chapa de dientes, todo chompapo. Al día siguiente, de goma, los amigos le decían, “mirá julano, ahí en el fondo del estero está tu chapa de dientes cagada de la risa”.

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LA GELATINA MÁS SABROSA Su papá era un viejo frío, de aquellos que no demuestran sus emociones, que pocas veces hacen cariño. El chiquillo se graduaba de sexto grado. Su mamá no podía ir. El tata, menos. Cuando le entregan su título, descubre a su tata, de sombrero, al final del salón. Al finalizar el acto, el tata se le acercó y le dio la mano, nada de abrazo, y le dijo, “lo felicito, vamos a algún lado”. Lo llevó a una soda y ahí el chiquillo pidió unos helados con gelatina. Después, desde sus adentros, pensó, “esta es la gelatina más rica que me he comido en mi vida”

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LA GRITERÍA Desde temprano, las almohadas se quedaban sin funda. Los chiquillos iban a “gritar” Agarraban un bus y después se venían “peinando” las mejores purísimas. “Toda hermosa eres María desde tu instante primero”, se desgalillaban, más si repartían cosas buenas como manzanas. Ya tardecito, si no daban nada, gritaban “¿quien causa con tanta seria? La casa de la miseria” Jalaban con su funda al hombro, ya llenita, llenita. Y cuando les daban un vaso de chicha, el más aventado se rajaba, “por un vaso de chicha me estoy desgalillando, ni mierda me están dando mejor me voy de aquí, ni mierda me están dando mejor me voy de aquí, mejor me voy de aquí¨. Pero, la verdad es la verdad, donde sea. ¿Quién causa tanta alegría? La Concepción de María

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LA MÁQUINA SINGER Todos los hermanos que trabajaban, se la compraron para un día de las madres. Al fiado. Al “descuento”. Duraron para pagarla. Cuando llegó la hora de pagarla hasta se pelearon. Se “esquineaban” La viejita estaba feliz, pedaleaba y pedaleaba, con su máquina nuevecita de paquete. Singer. Lo primero que hizo fue coserle una guayabera al hijo menor. Dichosa “doña Singer” se dio el gusto de ser manejada por una mujer llena de amor. ¿Qué más quería esa doña?

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LA MILICIANA La miliciana del cuadro apenas puede tener veintiún años. Pelo largo, linda, linda. Pero lo más lindo es que al regresar de la milicia, su chavalito se le pega a la teta. Y así quedó la foto, una chola con una linda sonrisa, y un “tierno” como ternero moto. Atrás su fusil. Casi ni se le nota con esa sonrisa. Parece como si el fusil quisiera pedirles perdón.

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LA NEGRA Negra, negra, negra, su piel… Así la quería él. Su timidez no le permitía expresárselo. La sintió inalcanzable. Error. Por esas casualidades de la vida, estaba encaramado en un palo de marañón, desde donde se divisaba el patio de La Negra, cuando ella salió, se quitó la blusa y a “teta pelada” se afeitó las axilas. Sus senos eran como huacales llenititos de miel. Lástima que nunca iba a saborearla. Y todo por pendejo.

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LA PIYAMA FOLCLÓRICA Tercer año de colegio. Fue convocado a bailar folclore nicaragüense, con una muchacha que bailaba muy bien. El clavo es que no tenía pantalón… Como siempre, su mamá, con esa inventiva de los pobres, ideó que el pantalón de piyama podía pasar perfectamente como vestimenta de campesino. Y así fue. Él, muy obediente, acató las instrucciones de su mamá y se fue muy feliz a bailar. Pensaba, quien quita y gane. El lugar estaba lleno, lleno. Su mamá, acompañada por su cuñada, lo vio bailar con la Yima, que era su bella pareja. La piyama se portó a la altura. Nadie notó nada. Ganaron el tercer lugar ante las protestas de la profesora que los había impulsado a participar. El muchacho no protestó, porque el primer lugar, que era lo que le interesaba, lo había ganado un masaya y esos carajos son muy buenos para bailar folclore. Además, punto y aparte, se dio el lujo de bailar con la Yima. No era cualquiera. Aunque fuera con piyama,

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LA TÍA Y EL PON PON Granada. Llegaron de improviso. De esas visitas que caen de repente. Familiares, tiempos de no verse. Abrazos, besos. La tía dijo dónde queda el servicio. Él, como sabía que podían entrar dos personas, pensó, “voy a curiosear”. Le dijo `yo quiero ir, tía´. El “pon pon” o excusado de hueco tenía dos asientos, uno para nalgas grandes y otro para nalgas chiquitas. Entraron. La tía puso las reglas. -Voy a cagar, ¿Usted también, verdad? -Sí, respondió. Pasó un rato y la tía reclamó. -No oigo caer nada. Si volvés a ver te unto la cara con el papel usado. Ni a putas volvió a ver. No era baboso.

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LAS FIESTAS DEL CONSULADO 15 de setiembre. Invitación del consulado tico a la fiesta de la independencia. Fue la primera vez que vio bailar “pirateado”. Le sorprendió. Le encantó el ritmo y la coordinación de la pareja, ya de cierta edad. De regreso, lo que le entristeció es que muy pocos se sabían “Mi linda Costa Rica”, y menos “La Guaria Morada”. Pensó ‘chingo de ticos`

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LAS VELAS Las velas de muertos en Managua, más en los barrios, eran todo un espectáculo. Los muertos se velaban en las casas. Todavía. Entonces, llegan familiares, amigos y gente desconocida. Los deudos ponían sillas y mesas hasta en las calles. Ahí llegaban “los veleros”, gente que se dedica a jugar naipes, de vela en vela, con reales, apostando. De verdad ayudaban para aguantar toda la noche. Se les daban todas las facilidades, traguitos, cigarros, café, lo que quisieran. Para una vela se podían contratar hasta “lloronas”, mujeres que lloraban, por aquello de que a los familiares no les saliera ni una lágrima por la pérdida. Al día siguiente, sí iban al cementerio los de a de veras, los que querían al muerto y es tradición que los más cercanos, cargan el ataúd, y lo llevan hasta el hueco. Atrás quedan los veleros y las lloronas.

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LOS BISTECS El chiquillo fregaba a la abuela, imitando la voz del vendedor. Gritaba, “abuela ¿quiere pico?” La abuela pedía un plato y salía a buscar al supuesto vendedor. Mientras tanto él aprovechaba para robarle algún bistec. Los bistec eran delgaditos, delgaditos, como una cuchilla de afeitar. Eso sí, todos comían. Bueno, eso siempre y cuando a los menorcitos la hermana mayor no les hiciera ver para algún lado, inventando algo, para robarles su bistec. No había llanto que valiera. Si se distraían, se jodían.

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LOS BOTINES Estaban de moda los botines de tacón alto. Imposible pensar que le pudieran comprar unos. Suerte que su hermano decidió no seguir usando los que tenía. Se los regaló. Los lustró con cariño y se los puso. Le quedaban grandotes. Por la noche fue donde la muchachada. Las muchachas salían a ver sus botines. Una de ellas dijo, ‘son usados’, y todas se regresaron desencantadas. Más adelante, su mamá encontró una solución para que no se le vieran tan grandes. Se los llevó donde un zapatero para quitarles las puntas. Quedaron cuadrados. Como le encantaba el baile, los tacones sonaban a tal punto que alguien le encajó ‘Tacones’. Le pasó igual que a Pepe Figueres. Por lo menos…

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MARTHA A Martha, en pleno desarrollo, por fin se la llevó a vivir la mamá con ella. No sabía lo que le esperaba. Tenía padrastro, una nueva hermanita y otro hermanito que cuidar. Mientras la pareja trabajaba, Martha lavaba, cuidaba a los chiquillos, hacía la comidita, y siempre andaba con el mismo vestidito y unos zapatos viejos. Así se levantaba, así se acostaba. De lunes a domingo. Por la noche, recibía “la visita” de su padrastro. También, a veces se aparecía, “de casualidad”, en el día” Nunca conoció la escuela, mucho menos el cine. Nunca la llevaron a comerse un helado. Todos los días la rutina. Sus ojos eran tristes. Tenía deseos de un amor juvenil, algo que fuera con su edad, alguien con quien conversar. Dicen que, agobiada de esa vida triste, la mamá se fue con otro hombre y ella terminó casándose con su padrastro...

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MENÚ CAMPESINO Se fue a cortar café, al monte, adentro, adentro de Nicaragua. Para comer, había que ir al comedor, agarrar, con las manos sucias, una tortillota, y ahí encima le echaban frijoles cocidos. Aparte le daban un pocillo de café. Eso era mañana, tarde y noche. Entendió por qué la caca en los cafetales tenía tantos frijoles. También entendió las desgracias de esa gente. Al regresar a la capital, se comió unos camarones al ajillo, cagadera segura. La panza se le había vuelto campesina.

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MINIBAR En los aviones gritaba de miedo. Prefería andar en bus. Aún así, se fue para Guatemala en avión. Más de dos horas de suplicio. Llegó al lujoso hotel, todo pagado. En su cuarto encontró una pequeña “refri” hasta la pata de licor, cigarros y chocolates. Disfrutó como nunca. Cuando le llegó la cuenta, casi se desnuca. Deprimido, contó a un compañero su desgracia. No tenía un cinco para pagar. El compañero asumió la deuda, que él prometió pagar cuando se vieran de nuevo. Regresó a su país, eso sí, de nuevo pegando gritos de miedo, por el avión, pero bien hartado y fumado. En su bolsillo todavía llevaba un paquete de cigarros finos.

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OJOS TRISTES Es un hombre normal, trabajador, honrado. Sus ojos son de tristeza. Desea conocer a su papá, aunque lo haya abandonado cuando él estaba chiquito. Le han dicho que tienen la misma pinta. También le hace falta su mamá. Le hace mucha falta. Ella también se fue cuando él era un niñito. Pero a ella no puede verla, por lo menos por ahora. Ella se fue para el cielo, y su papá, no se sabe para adonde.

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PECHOS Ella quería tener pechos grandes. Entonces, se ponía unas pelotitas bien hechas, con medias. Perfectas, no se les notaba el trabajo. Sentía sus pechos grandes. Lástima que no había cirujanos plásticos. De seguro se hubiera operado, aunque fuera caro. Si ahora se conociera su historia, de seguro que hasta gratis le operan sus pechos, tipo naranjitas recién cortadas, dulcitas, dulcitas. Y las pelotitas de medias a la basura.

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PEGADO DEBAJO DEL ALA Fue a visitar a su amigo que tenía cáncer. Se estaba muriendo. De a poquitos. -¿Cómo estás? -Pegado debajo del ala, respondió. Entonces el pensó, pegado debajo del ala cualquier pajarillo está condenado a la muerte. No hubo más preguntas.

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POR PRIMERA VEZ Los tres jovenzuelos decidieron que era hora de ir donde “las mujeres”, recogieron su platita, y cuando llegó el ansiado día, se despojaron de sus cosas de valor, se pusieron ropita vieja y se fueron, con la plata justa, al barrio donde podían conseguir mujeres. Dieron vueltas y vueltas, hasta que observaron a una mujer sentada en el frente de una casa. El más aventadillo le preguntó, ¿cuánto cobra? -¿Cuántos van a entrar? dijo la mujer. -Los tres, respondieron en coro. Ella dijo, -Bueno, le cobro tanto a cada uno. Regatearon y al final quedó el trato en lo justo que llevaban. Unos más rápido y otros más lento, todos terminaron, mientras la mujer hablaba con una señora que estaba detrás del tabique, en el pobre cuarto. Al regresar a su casa, los tres, siguiendo el consejo de “los expertos”, se lavaron “la cosa” con alcohol. ¡Qué ardor del carajo! Pero era preferible a una enfermedad. Después de ese día, se consideraron hombrecitos y contaron su hazaña en todo el barrio, pero, eso sí, la contaron exagerando. Como corresponde.

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Mis Cuentos de Corazón Limpio

PROFESIÓN U OFICIO Ejercía la profesión más antigua del mundo. Pero de ‘a callado’. Por necesidad. En su pequeño cuarto de cuartería, recibía a los hombres. Tomaban guaro y mientras ‘boleraba’ con uno, el otro la agarraba por detrás, como jugando. Para la chiquillada que observaba, a escondidas, era todo un espectáculo. Algunos se asombraban y salían en carrera, pensando que eran “cosas de adultos”. Otros, más avistados, se quedaban dizque aprendiendo volados.

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RAFAEL ÁNGEL Se les advirtió que no salieran, pero la euforia y la juventud pudieron más. ¡Celebremos, compañeros! ¡Triunfamos! ¡Triunfamos! ¡Triunfamos! Poco a poco, se fue formando un grupo de gente. Marcharon. Ya se veían algunas banderas rojo y negro. Marchaban eufóricos. En eso, un “piquete” de guardias apagó tanta emoción. Estaban vivos, apertrechados, muchachos no fueron precavidos.

escondidos…

Los

Los guardias dispararon a mansalva contra la manifestación. Sólo quedó uno de pie. Metralla, metralla, muerte, muerte, sangre, sangre. El que quedó vivo, gritó, “Viva Nicaragua libre, jodido”. Se llamaba Rafael Ángel. Desde una casa se escuchó, “¡que se rinda tu madre, hijueputa!” Mientras tanto, con los nuevos disparos, Rafael viajó al más allá, todavía con el cuello albergando un poquito de su tierra natal, de la tierra de El Cocal, en Buenos Aires, Rivas. Lo encontraron tirado en la entrada de una casa. Le faltaban dos gradas para llegar a la puerta. Tendido, tieso, muerto, lleno de “charneles”. Pablo pidió que le regalaran un colchón y, desafiando el peligro, rescató el cuerpo. Los vecinos ayudaron para hacerle su caja. Madera barata y mala, pero adentro iba un muchacho de buena cepa, que murió sin ver la caída del dictador. La euforia del amanecer ya no sería más una tentación para su juventud. 77


Mis Cuentos de Corazón Limpio

RESPONDÓN Gimnasio. Pelea de boxeo. Buena ocasión para invitar a “los tiquillos”. Se acercó un nica con media de ron. Tomaba a pico de botella. Ofreció un trago a uno de “los tiquillos” Él, ni lerdo ni perezoso, glu, glu, glu, casi se la toma toda. El nica peló los ojos y dijo, sorprendido, ‘eeeeh, me salió respondón el tico’

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SEMANA SANTA Jueves Santo. Todo era silencio, día de meditación, pero los jóvenes querían aventura. Se fueron a un putero. Ahí se encontraron con la matrona, quien, en “brasiere”, con sus enormes tetas casi al viento, se soplaba con un periódico para aliviar un poco el calor de Managua. Preguntaron “¿hay muchachas?”, a lo que la vieja, contestó “se van de aquí ahora mismo, degenerados, ¿no ven que la Semana Santa se respeta?”

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Mis Cuentos de Corazón Limpio

SERENATA Un Presidente de Nicaragua recibió una serenata protesta, del sindicato de músicos de Managua. La pieza decía así, `pa pa ra para pa pa, para ran paran papan, pa pa ra paran pan, para rara rara rara`. Pero sólo la música. La letra, sin cantar, a puro instrumento de cimarrona o de chicheros, dice así, `la puta que te parió se vistió de colorado y el chivo de tu padre se vistió de toro venado`. Los músicos, muy respetuosos, sólo le recordaron la musiquita.

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SILVIA Se acuesta a las ocho de la noche ¡júrelo!, pero ese día se fue de “farra” con los amigos. Entonces, con un tambor tocó “La Masa” y “Tiempo al tiempo”, mientras Alex la observaba moviendo la cabeza. Tres de la madrugada, unas cervezas cambian a cualquiera...

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Mis Cuentos de Corazón Limpio

SOPA ÑEQUE El hombre, un viejillo de esos de pueblo, que llevan miles de recuerdos en su cabeza y que son muy conocidos en la comunidad, se estaba tomando una sopa, tan sabrosa, tan sabrosa, y tan calientita, tan calientita, que dijo “esta sopa sí que está ñeque”. ¿Para qué quiso más? Desde ese día, lo conocieron por su nuevo nombre, “Sopa Ñeque”

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TERREMOTO Madrugada del 23 de diciembre de 1972 Diario La Prensa, 1992: “Managua dejó de ser una ciudad y se transformó en un gran suburbio, con su corazón rodeado de cerca de alambre, donde en un instante, hace dos décadas, desaparecieron aplastadas 10,000 personas” Fue duro el “sacudión”. Se levantaron asustados y el suelo estaba lleno de agua. Dijo “se reventaron las tuberías”, pero no era eso. El botellón de agua destilada, que ya no era tan destilada porque se llenaba del tubo, se había quebrado. Y no había luz. El barrio entero salió a la calle y seguían las “réplicas”. Llantos, llantos, gritos, gritos, gente rezando, pidiendo perdón a Dios. Empezaron a llegar los muertos del centro. No tenía idea de lo que había pasado. Al día siguiente, se fue para el trabajo… ¿Cuál trabajo? Ni buses había. Más bien, en el barrio Monseñor Lezcano, sacaban a los muertos en roperos. Se regresó, en silencio, pensando en que una gran desgracia había ocurrido. Olía a muerte. La linda Managua yacía bajo los escombros, por segunda vez. Managua, Nicaragua, donde yo me enamoré…

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TIERRA Rivas huele a mango, a rosquillas. En ese lugar se detuvieron frente a una fábrica, sacaron el vasito de vidrio dispuesto para la tarea, pero la tierra estaba dura, dura, de tal forma que tuvieron que usar un destornillador para cavar en el suelo. Dos trabajadores salieron a ver qué era la cosa. El les explicó, “es que Rivas es la tierra de mi madre y quiero llevarme un poquito”. Uno de ellos le respondió, “siendo así, puede llevársela todititita”.

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TV Llegó la tele, una cajita con patas que en blanco y negro trasmitía imágenes de gente hablando. Fábulas en inglés, pero se entendían. La primera vez que vio algo fue una pelea de Cassius Clay. El dueño de la casa lo dejó sentarse en el suelo. Estaba frío, frío, pero no importaba. Así siguió, de piso en piso, viendo “Combate”, “El Santo”, “Los Invencibles de Némesis”, “Los Gorilas de Garrison”, “La Isla de Gilligan” y otras series. Ciertos días de la semana no podía faltar a la cita. En algunas casas, hasta cobraban, y la chavalada pobre se sentaba frente al milagroso aparatito. En algún momento, apagaban la tele y todo el mundo a su casa. Una vez lo echaron, hasta una patada le dio el hijo de una afortunada pareja que tenía tele. Contó a su mamá, y su hermano, que escuchaba la historia, al siguiente día se apareció con una tele, sin patas. Había que buscar una mesita. Increíblemente se transformó. De repente asumió la actitud de aquellos que, en ocasiones, humillaban a los chavalos. Gracias a Dios, volvió a la tierra y disfrutaba con sus amigos pobres los mejores programas. Hasta los invitaba a sentarse en las sillas. Al fin de cuentas todos eran de la misma clase y tenían que ser solidarios. Un tele no valía la amistad de ellos. Eran sus amigos de juegos. Era suficiente credencial para ver tele cuando quisieran y cuanto les diera la gana. Su mamá reclamaba por la luz, pero, en el fondo, él sabía que se sentía satisfecha. Además, ya le llegaría su turno para ver las novelas.

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Mis Cuentos de Corazón Limpio

UNA MAZURQUITA “Cabrerita, interpreta una mazurquita en la mayor”. De una canción de Luis Enrique Mejía Godoy El campesino, descalzo, con su violín, interpretaba una mazurquita, y se sentía un aire de tristeza, de pobreza, pero también de alegría. En su música, el campesino dejaba atrás la pobreza.

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VIDA PRIVADA La vida privada es de uno, propia, no hay que dejar que nadie se meta. Por eso me convertí en detective, eso sí, privado, como Barnaby Jones.

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Mis Cuentos de Corazón Limpio

ZAPATOS A FLOR DE PUEBLO Necesitaba zapatos. Se dio cuenta que don Chago fiaba, daba a pagos, y le compró un par. Rojos, rojos, con plataforma. Inmediatamente un primo se los bautizó como ‘zapatos a flor de pueblo’. Cuando venía el día de pago, a veces se le escondía a don Chago, y su primo le cantaba, ‘hay viene, hay viene, hay viene don Chago y en sus manos tre, ¿qué tre?, requisa de pago’ Ante tanta jodedera, el bautizó los zapatos del primo como ‘zapatos de chivo’ porque eran blancos. No le gustó para nada. Se arrechó. Para que aprenda…

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