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EL PRINCIPIO DE LA PACIENCIA
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EL PRINCIPIO DE LA PACIENCIA.
El tercer principio de la prosperidad que debemos tener en cuenta cuando hablamos de cambiar nuestra actitud con respecto a las finanzas tiene que ver con el ejercicio de la paciencia diligente, de la perseverancia. «La paciencia nos protege de los males de la vida como la vestimenta nos protege de las inclemencias del tiempo», decía Leonardo Da Vinci; a lo que Cervantes podría agregar: La diligencias la madre de la buena suerte”. Hago una diferencia entre la paciencia en general y la paciencia diligente porque muchas veces encuentro que la gente tiene una idea fatalista de la paciencia. Creemos que es sinónimo de rendirnos a nuestra mala suerte o a las circunstancias en las que vivimos. Pensamos en la idea de sentarnos, mirando el techo y esperando sin hacer nada a que ocurra un milagro o a que las circunstancias cambien en nuestra vida. Esa es la paciencia del tango «Sufra» de Caruso y Canaro:Sufra y aguante, y tenga paciencia, que con paciencia se gana el cielo, trague saliva y hágase buches que se le puede caer el pelo. Si es que le hacen una parada, si desgraciado es en el querer, trague saliva y hágase buches. Sufra y aguante, que es por su bien. O la del tango «Paciencia» de Francisco Gorrindo (1937) que dice: Paciencia… la vida es así.
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Quisimos juntarnos por puro egoísmo el mismo egoísmo nos muestra distintos, Para qué fingir Paciencia… la vida es así. Ninguno es culpable, si es que hay una culpa. Por eso la mano que te di en silencio no tembló al partir. Esa no es la paciencia de la que estamos hablando. Estamos hablando de una paciencia en movimiento, la paciencia diligente, la perseverancia a través del tiempo. Confucio decía: «Nuestra mayor gloria no está en que nunca hemos fallado, sino en que cada vez que fallamos nos hemos levantado.
La enseñanza principal de esta historia tiene que ver con la cantidad de intereses que pagaron cada uno de los protagonistas. Ricardo Rápido, con un carácter típico de nuestras tierras quiso tenerlo todo lo más rápido posible. Pero eso tiene un precio. Para él, fue de $117.257,92 en intereses hipotecarios. Pedro Paciente, por su lado, supo esperar y sufrir por 10 años en una casa más pequeña y en un barrio con menos «estatus» que el de Rápido, pero ese planeamiento económico a largo plazo trajo sus beneficios. Paciente solamente pagó $35.670,95 en intereses (casi un tercio de lo que pagó Rápido).Aún más: su dominio propio y su carácter maduro le ayudaron a invertir el dinero que muchos de nosotros
gastaríamos en nuevos «proyectos» familiares. El principio a seguir, entonces, en la nueva economía de mercado es que, cuando hablamos del pago de intereses, el juego se llama El que paga pierde Una nota más que quizás es obvia: la acumulación de un capital de 340 mil dólares le tomó a Pedro Paciente treinta años de su vida. Eso quiere decir que, si comenzó a los treinta o treinta y cinco años de edad él ahora está a punto de jubilarse. No le queda el mismo tiempo de vida que le quedaba cuando comenzó sus planes financieros a largo plazo y, ciertamente, disfrutó diez años menos de la casa de sus sueños.