Luna Córnea 9. Minoría de edad

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FERNANDITO SARNIENTO

Telefonemas con datos falsos se multiplicaron a partir del anuncio de la recompensa. Una mujer comunicó a la madre que "un niño rubio de ojos azules" había sido atropellado en la colonia Polanco. Una voz masculina aseguró que el cuerpo de Fernandito destrozado se hallaba en el Servicio Médico Forense. Otras llamadas decían que Fernandito pedía limosna en Michoacán; que, enfermo de sama, había sido internado en un hospital, y que una mujer (también rubia) lo había llevado a los Estados Unidos. Todas las fantasías se hacían oír a través de las líneas. El teléfono alentaba la tradición oral. LA TAMALERA

Los Bohigas fueron objeto de algunas bromas macabras. En cierta ocasión, un mensaje anónimo los llevó a entregar los 10,000 pesos a una tamalera que expedía sus tamales en las calles de Regina y S de febrero. Doña Ana recibiría, a cambio, de manos de la tamalera, una caja con las indicaciones para encontrar al Niño. En vez de eso, muy al estilo de los hermanos Marx, el paquete contenía un cartucho de dinamita ("de los que se usan para pescar en el río Lerma").

Archivo gráfico La Prensa. Carlos Martínez M. esposo de la raptora. Ciudad de México, 1946.

ROBACHICOS

"El plagio del Niño Bohigas se agregó a la lista de menores desaparecidos en condiciones misteriosas. En las calles de la ciudad se comentaba, con insistencia, que bandas de robachicos japoneses, suramericanos, chinos y mexicanos eran los responsables. Se decía que estos grupos recolectaban niños para ponerlos a trabajar y mendigar. Incluso se habló de una pandilla de robachicos norteamericanos que plagiaban menores para venderlos a las viudas de soldados caídos en la guerra, que los utilizaban para exigir pensiones alimenticias, presentándolos como hijos suyos y del soldado difunto".

LOS GITANOS

Otra llamada telefónica informó que el Niño había sido raptado por cierta tribu de gitanos que acampaba en Oaxaca. Una tormenta sorprendió a los esposos en la carretera, perdiendo Ana María el control del automóvil y estrellándose contra un árbol. Un rayo había caído a unos cuantos metros del coche. Había niebla cerrada y el auto, hundido en un hoyo, se negaba a arrancar. Al bajar del vehículo comprobaron que estaban al borde de un abismo. Se habían salvado "milagrosamen te" .

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