Luna Córnea 23. Museos

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JUNTANDO NOCHE Eduardo Cadava

Construida a orillas de la Bahía de Nápoles –sobre un área de lava prehistórica llamada “campos quemados”– Pompeya fue erigida en el sitio de la legendaria batalla entre los Gigantes y los Dioses, en la que los Gigantes fueron lanzados y destruidos por los rayos de Zeus. Se trata de un sitio cuya historia está vinculada con la de la luz y el fuego – y de una luz tal, que lanzada desde los cielos, deja en la tierra la ardiente marca de su resplandor como una especie de advertencia. Puede decirse que Pompeya nació en el suelo de la fotografía; o tal vez de manera más precisa, que es uno de los varios lugares de origen de la fotografía. La dimensión fotográfica de la historia de Pompeya –una historia atravesada por el juego de la luz y la oscuridad, que define el espacio fotográfico– se vuelve incluso más palpable entre más recordamos la erupción del Vesubio en agosto del año 79 d.C. La ciudad fue sepultada por cenizas y escombros volcánicos. Se dijo que la ceniza y el fuego arrojados entonces, durante la violenta erupción del Vesubio, ensombrecieron el aire y, como durante un eclipse, ocultaron el sol. Los informes de

aquella época refieren que el día se volvió noche y la luz fue transformada en sombras. “Nubes de espantosa negrura dominaron los cielos, atravesadas una y otra vez por los destellos de los relámpagos”, escribe Plinio El Joven, (nuestras principales fuentes de información sobre este hecho son dos cartas que él escribió a Tácito) y agrega “y se hizo de noche, no como esas noches nubladas y sin luna, sino como en un cuarto completamente cerrado”. El paisaje entero se transformó en un gigante cuarto oscuro, las cenizas provenientes de la erupción del Vesubio sirvieron tanto para destruir como para conservar esta ciudad, que convirtió su propio cataclismo en una suerte de museo, y que aún hoy soporta las huellas de este imponente suceso fotográfico. Como la fotografía, de la cual se dice a menudo que es una fuerza de destrucción y preservación, las cenizas del Vesubio se convirtieron en un medio de olvidar y de recordar la muerte y la ruina que tuvo lugar dentro de los muros de Pompeya.

Autor no identificado. Perro encontrado entre las cenizas de Pompeya. Pompeii Antiquarium, ca. 1920. Archivo Alinari. Colección Fundación Televisa. Edwin Smith. Del libro: Pompeii & Herculaneum. Elek Books Ltd., Londres.


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