como mera ilustración de un discurso teórico y académico: trabajos sin emoción, demasiado racionales, mecánicos. ES: A pesar de su larga relación con el universo de la fotografía, usted conserva, digamos, una práctica intuitiva. ¿Podría hablar más al respecto? JP: Sí, vivimos en un mundo tan informatizado, formateado y serializado que parece haber poco lugar para la intuición. Sin embargo, razón e intuición, sumadas a la experiencia, confluyen en un mismo trabajo. Considero que ambas están en la base de mi trabajo personal, al que yo definiría como autobiográfico, un gran diario visual. Así es este libro, Foto instantánea. Recuerdo de Brasilia, compuesto por varias series que se desarrollaron a lo largo de los veinte años que residí en Brasilia, en cuatro periodos: 1970 - 74, 1981- 89, 1991- 94 y 2001- 2005. A decir verdad, el libro acabó abarcando aquellos dos primeros periodos. La fotografía tiene un fuerte contenido de memoria, de paso del tiempo, marco, rastro: un gesto, un rostro, una expresión; un cumpleaños, una boda, un amor. La fotografía de los lugares donde uno estuvo o vivió, de las personas que pasaron por nuestra vida. También me atrae la fotografía producida, posada, como si fuera cine, teatro; la fotografía de un personaje real o creado por el fotógrafo en la cual realidad y ficción se confunden. La fotografía es un arte fascinante por sus posibilidades creativas, según la personalidad, las necesidades y pretensiones de cada fotógrafo. ES: Usted tocó un punto que es el libro y su elaboración… un libro, más allá de que sus imágenes gocen de autonomía e independencia, supone una articulación de lectura, una secuencia que se articula. ¿Cómo ve usted la articulación de imá‑ genes en su trabajo y particularmente en la elaboración de este libro? JP: La secuencia de las imágenes fue pensada, sin duda, trabajada, comparada, de modo que cada imagen dialogara con la siguiente, ya sea temática y/o visualmente. La mirada organiza. El libro abre con fotos en blanco y negro de las cuadras próximas a la Súper Cuadra Sur 307, mi primer domicilio en Brasilia, en el Ala Sur. Y termina con imágenes en blanco y negro donde yo aparezco caminando por el jardín de la Explanada de los Ministerios, con el Congreso Nacional al fondo, como si estuviera mirando hacia el porvenir, en medio de la «inmensidad de este Altiplano Central» [Juscelino Kubitschek] el mismo fotógrafo que después se paseará por la ciudad, fotografiando al pueblo, a la gente común, al paisaje. El tono del libro está dado en la portada: soy yo posando para un fotógrafo en el Núcleo Bandeirante, en un estudio ambulante, con las famosas columnas del Palacio