Foto instantánea. Recuerdo de Brasilia. Joaquim Paiva

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en la Marina. Y yo quería viajar como él. Por eso, en el fondo, escogí la profesión que me llevó a Brasilia. Desde muy temprano y de manera muy emotiva se dio mi contacto con la fotografía, ya que estaba ligada a una pérdida. Esa circunstancia probablemente explica mi dedicación, mi amor, mi pasión por la fotografía, que me ha acompañado a lo largo de mi vida. Yo había pasado toda mi vida en Río de Janeiro, soy de Río, y de repente me encontraba en una ciudad nueva, inaugurada en 1960 y, como parte de mi adaptación, encontré en la fotografía una forma, digamos, de pasar el tiempo, de compensar la saudade por Río y por estar en Brasilia en pleno régimen militar, represivo. La fotografía respondió a una inquietud artística que siempre tuve y se volvió un instrumento de comunicación y expresión para mí. ES: Su fotografía busca lo íntimo, lo implícito, lo no evidente… realmente como si algo estuviera perdido en medio de esas imágenes… JP: La fotografía no es necesariamente sinónimo de realidad. La fotografía no siempre dice todo, ni siempre se deja aprehender por completo; es un fragmento, como la poesía, el cine, puede ser ficción y revelar delicadeza, intimidad. La fotografía es un misterio que se esconde detrás de la realidad. La fotografía llenó un espacio de especial interés que yo tenía por la literatura desde la adolescencia y después por las artes visuales. En 1965, cuando tenía 19 años, fui por primera vez a la Bienal de São Paulo y me quedé impresionado con las obras de arte que pude admirar y con el edificio de Oscar Niemeyer.  Ese mismo año pasé los propedéuticos de la Facultad de Letras de la Universidad de Brasil y también los de la Facultad de Derecho de la Universidad de Guanabara, pero al final sólo estudié en esta última. Saqué el segundo lugar en ambos: siempre me gustó mucho estudiar. Siempre me interesaron mucho las artes, el mundo, la naturaleza. La fotografía permite imaginar, percibir, devanear, fascinarse. Me agrada que hayas percibido esa búsqueda mía de lo íntimo, de lo no evidente, como sucede, en mi opinión, en las fotos de los cielos y nubes de este libro.

ES: ¿Su inicio entonces fue como fotógrafo y no como coleccionista? JP: Sí, como fotógrafo. En Brasilia, y luego en Ottawa y Caracas, pude convivir con fotógrafos y artistas, y acompañar el movimiento de las artes en los museos, galerías, através de libros y publicaciones de foto y arte. Fue entonces cuando hice mis primeras exposiciones individuales y colectivas. Como coleccionista, comencé en agosto de 1977, cuando viví en Caracas y adquirí mis primeras fotografías: eran de Diane Arbus y formaron parte de la exposición «Diez fotógrafos norteamericanos», realizada en el Museo de Arte Contemporáneo y organizada por la Malborough Gallery de Nueva York.


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