XVI Bienal de Fotografía 2014

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XVI BIENAL DE FOTOGRAFÍA

Como en años anteriores, los miembros del jurado de la XVI Bienal de Fotografía nos reunimos en tres ocasiones. En la primera, conocimos de la mano del equipo del Centro de la Imagen las dinámicas del concurso. En la siguiente, revisamos durante dos días los más de seiscientos portafolios digitales de fotógrafos y artistas que atendieron la con‑ vocatoria, de los cuales hicimos una preselección. Y en la tercera reunión evaluamos la obra en físico de los autores preseleccionados para determinar tanto la selección final como los premios de adquisición y las menciones honoríficas. Durante las dos últimas reuniones, además de discutir sobre la calidad de los trabajos presentados, hablamos de la situación actual de la fotografía en México. A diferencia de otras ediciones, esta vez el jurado estuvo integrado por dos curado‑ res y tres fotógrafos. Pero quizá el cambio más significativo en el formato del concurso haya sido que por primera vez se van a realizar dos exposiciones distintas a partir de los trabajos participantes y cuya curaduría estará a cargo de dos de los miembros de jurado: el fotógrafo Mauricio Alejo y la curadora Magnolia de la Garza. La idea es que estas dos propuestas muestren desde perspectivas distintas las problemáticas en torno a la imagen que se detectaron en la Bienal. Para ello los curadores podrán exponer, además de las obras que participaron en la Bienal, trabajos de otros artistas que permitan enriquecer el discurso curatorial de ambas muestras. Las exposiciones serán presentadas de manera paralela en dos sedes: el Museo de Arte de Sinaloa, en Culiacán, y la Fototeca Nuevo León, en Monterrey. De esta manera la Bienal viajará fuera del Centro de la Imagen –cerrado ahora por los trabajos de remodelación– para exhibirse en otras ciudades del interior del país. La revisión total de los portafolios participantes nos llevó a darnos cuenta de que ciertos temas se repetían constantemente pero desde enfoques diversos. Quizás el más presente de ellos fue el de la violencia, que si bien no estaba representada de manera cruda o directa, figuraba, sobre todo, manifestada a partir de la soledad que produce, como detonador de paisajes arquitectónicos abandonados. Uno de los trabajos seleccionados mejor logrados sobre el tema es La casa que sangra de Yael Martínez Velázquez. Aquí el autor documenta momentos de la vida de una familia en el estado de Guerrero, tras haber sufrido la pérdida de tres de sus integrantes. Varios fotógrafos presentaron imágenes de negocios y casas abandonados como consecuencia de la violencia que se vive en gran parte del país. Sin embargo, en esta línea de la arquitectura desierta, la serie Reclaims de María Luz Bravo presentaba una propuesta distinta: la autora desvinculó el abandono de espacios públicos del

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